Quinto álbum de los australianos Black Majesty, una de las
formaciones insignia dentro del metal melódico en el país de los canguros.
Formados en 2002, el combo se vio obligado a cambiar de nombre en un par de
ocasiones, pero curiosamente la alineación del grupo no ha sufrido apenas cambios
desde el inicio de su carrera musical, lo que ha supuesto, que cada uno de sus
trabajos haya sido más maduro, consiguiendo siempre superar a su predecesor. Si
ya en su anterior “In Your Honour” de 2010, los australianos apuntaban muy
buenas maneras, en este “Stargazer”, la banda ha conseguido facturar su trabajo
más completo hasta la fecha, consiguiendo imprimir algo más de dureza a sus
composiciones, sin renunciar a ese toque a lo Helloween que siempre les ha
caracterizado y que se ve aumentado gracias a la mezcla y masterización de
Roland Grapow (Masterplan)
“Stargazer”, se abre con una curiosa introducción, que forma
parte de la inicial “Falling”, que empieza con las guitarras melódicas, para
poco a poco, dejar espacio a la cálida
voz de John Cavaliere que dará inicio a un corte, al que se le irán
sumando el resto de los instrumentos, destacando especialmente los teclados de
Hanny Mohamed, que se fundirán en una dupla intensa y melódica con las
guitarras de Stevie Janevski, para dar forma a un corte en donde la voz de
Cavaliere va subiendo de tono, hasta desembocar en una pieza que guarda ciertas
similitudes con los cortes más clásicos de Kamelot y en el que nos encontramos
unos rápidos fraseos de guitarra que interpretan
melodías que en muchos casos llegan a doblarse, para entrar en la parte final
del corte, donde la poderosa batería será la encargada de comandar el veloz
ritmo del estribillo. El power metal de corte más melódico es la seña de identidad
de Black Majesty, y como prueba de ello en “Lost Horizon”, nos encontramos
algunas líneas vocales que parecen directamente sacadas de los discos que Tobias
Sammet público con Avantasia, conteniendo esas subidas de tono tan
características, que nos muestran la calidad vocal de un John Cavaliere, que no
tiene ningún problema en alcanzar notas altísimas durante el estribillo.
Desde el inicio con las guitarras sonando rápidas y veloces,
junto a la voz de Cavaliere volando sobre las estrofas “Voice Of Change”,
guarda ese regustillo al material más clásico de Helloween, durante su época de
mayor esplendor con Michael Kiske al frente, un corte donde la velocidad es la
principal característica junto a unas fantásticas notas agudas en un estribillo
muy pegadizo, con los acordes sostenidos de guitara y el incesante baqueteo de
un fenomenal Pavel Konvalinka, que dejara paso al fantástico duelo entre ambos
guitarristas. Con una estructura menos obvia, en la que tienen cabida los
cambios de ritmo junto a alguna pincelada de tinte más progresivo “Killing
Hand”, que suena rotundo, gracias en gran medida al denso sonido de las
guitarras rítmicas, que aportan esos poderosos riffs, que consiguen dar cuerpo
a un tema donde vuelve a ser crucial la labor tras los tambores de Pavel
Konvalinka dando contundencia a un corte donde tienen cabida las voces
filtradas y las melodías dobladas de guitarra.
“Journey To The Soul”, representa el primer corte, donde
Black Majesty, bajan deliberadamente la velocidad, lo que no significa una
pérdida de intensidad en su sonido, ya que aunque en líneas generales, el corte
suena mucho más melódico, seguimos encontrando algún rápido fraseo guitarrero
en la segunda parte del tema, que rápidamente retorna a la estructura general del
corte. Otra clara muestra de cómo Helloween han influenciado el sonido de Black
Majesty es “Holy Killers”, una canción muy prototípica del power metal de los
90, con esos riffs veloces que conducen el tema a ritmo de cabalgada, hasta la
llegada del pegadizo estribillo en el que el doble bombo de la batería hace
subir la intensidad, aportando contundencia y dinamismo.
El piano es el encargado de abrir “Symphony Of Death”, junto
a la voz de Cavaliere, a la que se irán
sumando los teclados, dando al tema un toque épico, que se verá reforzado con
la entrada del riff galopante, que dará forma a un up-tempo intenso, que
alcanzará cuotas destacadas de dramatismo con la entrada del estribillo,
gracias a sus altísimas notas, en unas muy cuidadas líneas vocales, y al
excelente intercambio solista entre Steve Janevski y Hanny Mohamed. El doble
bombo y las guitarras ágiles y directas vuelven a marcar la pauta en el inicio
de “Edge Of The World”, una nueva oda al power metal más característico, en el
que la machacona batería, vuelve a ser el motor de una composición, donde
vuelven a tener cabida las grandes dosis de melodía, gracias a la conjunción
entre los teclados y los rápidos fraseos
de guitarra, a lo que hay que sumar unas líneas vocales que inevitablemente
vuelven a recordarnos al gran Michael Kiske.
El tema que da nombre a este trabajo “Stargazer”, contiene un
sonido majestuoso en el inicio, que concede al tema ese aire a corte medieval
que rápidamente dejará paso a un poderoso medio tiempo en el que se suceden los
cambios de ritmo y ambientación, consiguiendo crear un tema complejo y
completo, donde destaca la rotundidad del estribillo y las voces dobladas que
aparecen antes de dejar paso a un amplio
pasaje instrumental, con un cierto aire progresivo. Para despedir el álbum,
Black Majesty han optado por incluir a modo de bonus track “Shine”, una balada
acústica, que nos permite apreciar todos los matices de la voz de John
Cavaliere, en una sentida interpretación, que sirve para poner el broche de oro
a una descarga brutal del mejor power metal melódico.
Queda claro que Black Majesty no han inventado nada nuevo con
“Stargazer”, pero para ser justos, hay que admitir, que su nuevo disco, supera
de largo a todos sus lanzamientos anteriores, así que si eres amante de los
Helloween más clásicos y del power metal melódico de los años 90, tienes una
cita obligada con este “Stargazer”, si es así, dale una oportunidad porque
seguro que no te va a defraudar.
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