Aunque a muchos el nombre de Acid
Death, les pueda sonar a nuevo, lo cierto es que la formación griega consiguió
ganarse una cierta notoriedad dentro de la escena death metalera durante la
década de los noventa. Formados inicialmente en 1989, el cuarteto despertó el
interés de los seguidores del underground con su demo “Rotation Of Insanity” y
su posterior EP “Apathy Murders Hope” de 1993, donde dejaban clara su predilección
por un death metal técnico con toques
progresivos. Después de múltiples
cambios en su formación y de compartir el Split “Misled/ Deformed Beyond
Belief”, con Avulsed en 1994, Acid Death consiguieron editar su primer disco
grande en 1997 bajo el título de “Pieces Of Mankind” de forma independiente, y
posteriormente lanzaron al mercado “Random´s Manifest”, en el año 2000, para poco
después anunciar su disolución en 2001.
Más de una década después, y con
únicamente dos supervivientes de su line-up original, el bajista y vocalista
Savvas Betinis y el guitarrista Dennis Kostapolous, los griegos volvieron a la
carretera en 2011, con las incorporaciones del guitarrista Kostas Gusk y el
batería Kostas Alexakis, para
posteriormente facturar “Eidolon”, un disco grabado en los Deva Soundz Studios de Atenas, en el que el
cuarteto griego continua desarrollando su particular death metal progresivo, no
exento de grandes dosis técnicas y algunas pinceladas jazzeras.
A pesar del largo periodo de
letargo, Acid Death, dejan claro desde los primeros compases de “Blind
Reflection”, que siguen teniendo las ideas muy claras y que no han perdido ni
un ápice de su contundencia, de manera que las guitarras suenan cortantes y
envolventes durante el tema inicial, junto a una batería rotunda y marcial, a
la que hay que sumar el registro rasgado y cavernoso de Savvas Betinis, que se
muestra igual de rocoso y profundo que en anteriores lanzamientos, dando forma
a un tema thrashero, en el que destaca la labor solista de Dennis Kostapoulos,
con esas escalas diabólicas y enrevesadas que se ven potenciadas con las risas
malévolas que se oyen de fondo. Sin darnos tiempo para poder asimilar el latigazo
inicial y prácticamente fundiéndose con el tema de apertura “Crossing The
Line”, es la siguiente en sonar, con unas guitarras más pesadas y profundas,
llenas de Groove, que aparecen sobrepuestas en diferentes capas, mientras el
penetrante sonido del bajo marca el ritmo vertiginoso de una composición en la
que se van sucediendo los cambios de ritmo, dejando entrever dentro de esos
ritmos asincopados las influencias jazzeras de una banda atrevida, que no tiene
reparos en incluir en sus composiciones arreglos arriesgados dentro de un
género tan acotado como el thrash/death.
Mucho más encaminado hacia
terrenos melódicos, pero sin perder sus
raíces death metaleras, “Towards Hate”, que contiene unos riffs lentos y
machacones en el inicio que contrastan con la dinámica base rítmica, donde el
rotundo baqueteo de Kostas Alexakis, en la primera parte del tema, dejará paso
a unos desarrollos densos, con mucha cadencia, en los que se sucederán
nuevamente los cambios de ambientación junto a unas melodías oscuras e
inquietantes, dando forma a una pieza muy del estilo del death metal más
técnico que practican bandas como los americanos Atheist. Las atmosferas
recargadas con aire angustioso y opresivo son las protagonistas de la
electrizante “Convict 655321”, con unas guitarras chirriantes y punzantes, que
se enlazan con las ráfagas de doble bombo para crear un tema vibrante, en el
que se incluye una doble armonía vocal en la que tienen cabida los registros más
contundentes y guturales.
Una de las características
principales en el sonido de Acid Death, y que se repite durante todo este
“Eidolon”, es la preponderante presencia del bajo, y es en algunos fragmentos,
como durante el tramo inicial de “No Sky Above”, cuando mejor se puede apreciar
el protagonismo de las cuatro cuerdas martilleadas por Savvas Betinis, ya que
es él, quien lidera los contundentes cambios de ritmo, que se van produciendo
durante el extenso desarrollo instrumental que contiene el corte, para que
posteriormente sean las guitarras melódicas las que nos conduzcan por una
segunda parte más orientada hacia el metal más moderno y contemporáneo. Con
unos riffs iniciales muy similares a los de “Blind Reflection”, arranca el
corte que da título al álbum “Eidolon”, una nueva descarga de furioso thrash/death
en el que se dan la mano técnica y velocidad, una composición en la que se ha cuidado especialmente el sonido de las
guitarras y los efectos de voz, para dar forma, al que sin duda, es uno de los
temas más rotundos y contundentes del álbum, en el que se incluye un gran
desarrollo instrumental donde destaca especialmente la aportación de Dennis
Kostopolous, y el fragmento más sosegado
protagonizado por unas voces guturales que servirán de preámbulo antes
de encarar un final destructivo e incendiario, donde Acid Death nos regalan uno
de los momentos más trepidante de todo el disco.
Mostrando su faceta más agresiva
y directa “Odious Maggots”, que nos
sumerge de lleno en las sonoridades más netamente thrasheras, con una banda
pisando el acelerador al máximo, liderados por el martilleante baqueteo de
Kostas Alexakis, mientras las guitarras escupen riffs secos y asesinos, en los que han dejado poco espacio para la experimentación, sacando
a relucir su vertiente más contundente y arrolladora. Las atmósferas oscuras y compactas son las protagonistas de “Dying Alone”, un corte
con un inicio lento y ambiental, con unas logradas líneas de bajo, que poco a
poco se va convirtiendo en una pieza tétrica y densa, donde unos teclados, que suenan en segundo plano, serán
los encargados de dar un toque ocultista
y siniestro junto a unas voces
envolventes, para posteriormente ser
rematados por unos riffs arrolladores y unas voces agresivas y rasgadas en un
estribillo veloz donde vuelve a aparecer el doble bombo. El disco se cierra con
la instrumental “Sole Truth”, la pieza más melódica de “Eidolon”, donde las
guitarras se arrastran sobre la potente base rítmica durante el tramo inicial,
para acabar dando forma a un corte con una sonoridad más relajada, con las seis
cuerdas ofreciendo grandes dosis de melodía en un final repetitivo y ambiental.
“Eidolon”, resulta un buen punto
de partida de cara a esta segunda encarnación de Acid Death, una formación que
lejos de reinventar su sonido, ha optado por seguir apostando y dando
continuidad a la propuesta que les caracterizo durante la década de los
noventa, sumergiéndose en unos temas densos, que no entran a la primera y en los que no han renunciado a la rotundidad
de su sonido primigenio, ni a los arreglos técnicos y virtuosos que ya les
caracterizaron y dieron personalidad propia durante su anterior etapa.
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