Tras una larga temporada alejados de los escenarios españoles,
coincidiendo con la edición de su nuevo trabajo “Earth Blues”, los suecos
Spiritual Beggars regresaban a nuestro país, para además de presentarnos sus
nuevas composiciones, ofrecernos un exhaustivo repaso a sus dos décadas de
trayectoria. Seguramente cuando Michael Amott
decidió dejar a los death
metaleros Carcass para embarcarse en su nuevo proyecto Spiritual Beggars, nunca
llegó a imaginarse que aquella “criatura” tendría una vida tan longeva, ni que
acabaría convirtiéndose en una de las bandas referencia del sonido Stoner.
A pesar de que Amott se ha mantenido firme en su decisión de considerar a Spiritual Beggars como un proyecto paralelo,
centrándose principalmente en su trabajo con los metaleros Arch Enemy, lo
cierto es que el guitarrista siempre ha sabido rodearse de buenos músicos,
facturando a lo largo de las dos últimas décadas trabajos tan destacados como
“Another Way To Shine”, “Ad Astra”, o el más melódico y roquero “Return to
Zero”.
Los encargados de hacer entrar en calor a un Music Hall, que todavía
presentaba una muy pobre entrada, fueron los alemanes Zodiac, una prometedora
formación que ha recibido muy buenas críticas de su primer trabajo “A Bite Of
Devil”, un interesante y efectivo ejercicio de retro-rock en el que tienen
cabida unas buenas pinceladas blues,
dando forma a unas canciones que guardan la esencia y el feeling propio de las composiciones de la década de los
setenta.
Desde los primeros compases del contagioso y sureño “Diamond Shoes”, la formación liderada por el
vocalista y guitarrista Nick Van Delft, nos mostró sus credenciales clásicas, respaldándose para ello en un sonido limpio y
nítido, en el que las melodías pegadizas consiguieron captar la atención de un
público que se mantuvo curioso y expectante ante la propuesta del combo alemán.
Tras un tímido saludo, el cuarteto siguió desgranando su álbum debut de la mano
de un efectivo y melódico “Horror Vision”, en el que destacaron las dobles
armonías de guitarra a lo Lizzy, y un
final increscendo que consiguió arrancar del respetable los primeros aplausos
de la noche.
Adentrándose en terrenos más blueseros, el cuarteto no quiso dejar de lado su versión de los
barbudos Z.Z. Top, un emotivo y elegante “Blue Jeans Blues”, durante el que su
vocalista nos obsequió con una curiosa colección de muecas mientras desgranaba
la melodía central del tema, para posteriormente volver a los ritmos más
animados y contagiosos del tema que presta su nombre al debut de la banda “A
Bit Of Devil”, con el que el cuarteto pareció despertar definitivamente,
después de un inicio un tanto dubitativo. La encargada de poner el punto y
final a sus cuarenta minutos de show, fue la cambiante y compleja “Coming
Home”, en la que el cuarteto se sumergió de lleno en un extenso desarrollo instrumental que
desembocó en un final épico. En resumen, una buena actuación del cuarteto
alemán que demostraron unas buenas maneras sobre las tablas, consiguiendo
cuajar una actuación sólida y convincente, que fue claramente de menos a más.
El único pero que se puede poner a su presentación, fue que quizás se mostraron
un poco fríos y titubeantes durante los primeros compases del show.
Con una sala que gracias al arreon final de última hora, acabo
registrando unos tres cuartos de entrada, cuando pasaban algunos minutos de las
21,30 de la noche, y precedidos por una introducción de los más psicodélica,
tomaban las tablas el quinteto sueco para dar el pistoletazo de salida con la
crujiente y compacta “Inner Strength” que, a modo de preámbulo, nos servía como
aperitivo para el vendaval roquero que se desataría durante los siguientes
noventa minutos. Arrancando de forma contundente con un explosivo “Beneath The
Skin”, la banda capitaneada por Michael Amott, mostraba desde los primeros compases del
concierto, su firme determinación a la hora de ir a por todas, consiguiendo
sonar terriblemente potentes y arrolladores, dejando todo el protagonismo
escénico en manos de un carismático y comunicativo Apollo Papathanasio que,
pandereta en mano, no dejaba de moverse mientras alentaba a las primeras filas convirtiendo la pista en un estallido de
júbilo, con toda la audiencia saltando contagiada por la vitalidad eléctrica
del quinteto.
Después de unos primeros compases
vibrantes, en los que el calor reverencial de los asistentes se dejó
notar con fuerza, el quinteto continuaba su particular ceremonia roquera
proponiéndonos una mirada a su fantástico “Ad Astra”, regalándonos
un enérgico y correoso “Left Brain Ambassadors”, en el que pudimos
apreciar como Apollo era capaz de moldear su personal registro a las
tonalidades más rudas y ásperas, protagonistas de los primeros trabajos de la
banda, consiguiendo hacer olvidar a sus predecesores, aportando esas pinceladas de elegancia y clasicismo que
tan bien encajan con la actual propuesta de la banda. Sin apenas descanso, y
empalmando casi de manera consecutiva los temas, la expectación en la sala seguía
creciendo al reconocer el respetable los primeros compases de una oscura y
rotunda “Young Man, Old Soul”, que sirvió para crear uno de los momentos más intensos de la velada con Apollo prácticamente volcado
sobre las primeras filas, imprimiendo garra y personalidad al corte, mientras Amott ataviado con una vistosa
bandana azul, se mantenía en un discreto segundo plano, parapetado tras su
guitarra muy concentrado en sacar el máximo partido a su instrumento.
Aunque a lo largo de toda la velada, el combo liderado por Amott se
mostró como una máquina de hacer hard rock perfectamente engrasada y precisa,
lo cierto es que los momentos más trepidantes y vibrantes de su actuación
vinieron de la mano de las composiciones incluidas en sus últimos trabajos “Return To Zero” y “Earth Blues”, en las
que Apollo se mostró especialmente brillante y motivado, dándoles un toque más
personal, aportando unas pinceladas de teatralidad en su interpretación, propiciando que temas como el envolvente “Turn The Tide”,
cobraran una nueva dimensión en directo, sonando mucho más intensos y poderosos.
Tampoco faltaron en este primer tramo de show, piezas clásicas dentro de su repertorio
como un aplastante y demoledor “Wondurful World”, con la banda sonando como una
auténtica apisonadora, dando el máximo
de sus prestaciones, para posteriormente sumergirnos de lleno en un estratosférico “Fools Gold”, que se vio culminado por un
incendiario intercambio de armonías entre los teclados de Per Wiberg y la
prodigiosa garganta de Apollo.
Tras un inicio arrollador en el que los clásicos de la banda se llevaron
la mayor cuota de protagonismo, fue durante el tramo central de la actuación de
Spiritual Beggars, cuando más presencia tuvieron las composiciones de su último
trabajo “Earth Blues”, así momentos intensos y de un marcado cariz bluesero,
como el emotivo y épico “Dreamer”, en el que destacó el gran despliegue de
técnica y feeling a cargo de Michael Amott , se fueron alternando con piezas
como el denso y envolvente “Star Burn”,
o el contagioso y roquero de “One Man Army”, en el que Apollo nos hizo
cantar el pegadizo estribillo, consiguiendo levantar el ánimo del personal,
para posteriormente llevarnos sobre el inicio funk de un irresistible y
novedoso “One Man´s Curse”, que desembocaría en unos intensos increscendos a lo
Purple con los que la banda consiguió poner la sala patas
arriba.
Aprovechando el entusiasmo del respetable, la banda se embarcó en uno de
los temas más representativos de su trayectoria, un compacto “Sedated”
rescatado de su aclamado "Ad
Astra", con el que consiguieron mantener el clima de excitación reinante en la sala, dándole continuidad con otras dos nuevas
composiciones, el hard rockero “Kingmaker” y el trepidante y contagioso “Wise
As A Serpent”, donde destacó especialmente la contundencia de la base
rítmica formada por el batería Ludwig
Witt y el bajista Sharlee D' Angelo, imprimiendo al tema un sonido arrollador sobre el que Amott volvió a dejar una nueva
muestra de su calidad individual con otro vibrante desarrollo solista. Sin bajar el ritmo,
y encarando la recta final de su
actuación, temas como el corrosivo "Throwing Your Life Away", de su
"Demons" de 2005, se fundían con los ritmos más hipnóticos y
cadenciosos de un delicioso "Mantra", que contó con una extensa
introducción a cargo de los teclados de Per Wiberg.
Para el arranque de los bises, la formación sueca apostó por un melódico “Blind Mountain”, que sirvió para que el vocalista nos fuera presentando de forma individual a cada uno de sus compañeros, para que posteriormente, todos juntos se embarcaran en un extensa jam que hizo las delicias de un público que a estas alturas de show ya estaba completamente entregado ante el despliegue de técnica y virtuosismo ofrecido por la formación capitaneada por Amott. El broche definitivo para la suculenta actuación de los Beggars vino de la mano de un coreadísimo y atmosférico “Euphoria”, que puso a toda la sala a dar palmas mientras coreaba incansablemente la melodía vocal propuesta por Apollo, para que posteriormente fueran sus compañeros los encargados de sumergirnos de lleno en una intensa y vibrante recta final con la que el quinteto dio por terminada su actuación, dejando tras de sí a una audiencia plenamente satisfecha.
En síntesis, hora y media de rotundo y marchoso Hard rock de manos de
unos Spiritual Beggars que se reivindicaron como uno de los pesos pesados
dentro de la escena europea, confirmando que la entrada del vocalista griego
Apollo Papathanasio en 2010 fue todo un acierto, y demostrando que la formación sueca suena
como una autentica apisonadora en directo.
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