Hay artistas que parecen vivir un idilio permanente con el público español. Este es el caso del
carismático músico brasileño Max
Cavalera. Ya desde sus lejanos tiempos como frontman de Sepultura, Max siempre
tuvo una relación especial con el público catalán, no en vano el concierto
que la banda brasileña ofreció
el 31 de Mayo de 1991 en Barcelona
quedó inmortalizado en el video "Under Siege". Desde
entonces, el frontman se ha convertido en un asiduo de los
escenarios españoles descargando con sus bandas: Sepultura, Soulfly o Cavalera
Conspiracy, en diferentes salas y festivales de nuestro país.
De cara a esta
nueva visita, Max se presentaba liderando este “Maximum Cavalera Tour” acompañado
de sus vástagos: el mediano Zyon que
actualmente ocupa el puesto de batería en Soulfly, tras la retirada de David Kinkade en 2012; el
pequeño Igor que junto al propio Zyon lideran a
los jovencísimos Lody Kong; y los
arrolladores Incite de su hijastro Richie, que demostraron su valía sobre las
tablas, marcándose una presentación realmente contundente e impactante,
convirtiéndose en los grandes
triunfadores de la velada.
A pesar de que el
concierto estaba programado para un jueves, y de que no contaba con el
aliciente que siempre supone la presentación de
un nuevo disco, lo cierto es que el Salamandra registró una buena
entrada, gracias en parte, al empujón de última hora y al detalle de la
organización de ofrecer 100 entradas a un precio reducido, lo que hizo
movilizarse a algunos dudosos que un principio no tenían previsto acudir a su
cita con el clan Cavalera.
LODY KONG
Con un escenario
presidido por el símbolo tribal de
Soulfly, y con suma puntualidad,
arrancaba este “Maximum Cavalera Tour” con la actuación de los jovencísimos Lody Kong
que basaron su show en la mezcla de la densidad de los guitarrazos
del sonido Seattle y la rabia desmedida del punk, facturando unos temas que en
ningún momento llegaron a conectar con una audiencia que se mantuvo bastante
fría durante toda su actuación.
Pese a que durante
sus treinta minutos de show, Lody Kong
gozaron de un sonido
potente, e incluso pudieron hacer uso
del juego de luces, lo cierto es que temas como el rabioso "Crazy
Joe", con esos riffs sucios y rápidos a lo Fugazi, o el denso y rugoso
"Triceratops", no llegaron a convencer a nadie, y evidenciaron que a
la formación todavía le falta mucho rodaje.
Quizás, lo más
destacado de su corta actuación fue el tramo final protagonizado por temas como
“Topaz” , o su corte más conocido
"Monkeys Always Look", del que han grabado un video que ha servido
como presentación para su Ep de debut “No Rules”.
INCITE
Tras el pequeño
fiasco que supuso la breve actuación del benjamín del clan Cavalera, llegaba el turno de la banda de
Richie, los portentosos Incite, con los
que la cosa se ponía bastante más seria.
A pesar de que la banda no es excesivamente conocida por estos lares, el cuarteto
de Phoenix mostró una notable evolución
con respecto a su anterior visita en 2009 acompañando a los propios Soulfly.
Tras una intro ambiental, el combo
saltaba sobre las tablas del Salamandra
desbordantes de actitud y muy confiados, sonando crudos y viscerales,
facturando una actuación demoledora que hizo las delicias de todos los que se
acercaron a presenciar su show. Lejos de
las influencias grunge/punk de los jóvenes Lody Kong, la propuesta de Incite
estuvo más centrada en un rabioso thrash-core repleto de riffs metálicos
y salvajes, que se vieron reforzados por
la poderosa puesta en escena del “larguirucho” Richie, que se mostró
como un frontman solvente y provocador, sabiendo conectar con la audiencia
desde los primeros compases del show.
Con el cuchillo
entre los dientes y muy motivados, Incite llegaban dispuestos a aprovechar al
máximo su oportunidad, y con una consigna muy clara: ponerle las cosas difíciles a “papa Cavalera”. Un arranque
brutal y demoledor fue el que nos ofreció el cuarteto de Arizona, sometiéndonos
sin compasión al ritmo trepidante de piezas como el rabioso “The Aftermath” o
el rotundo “Die Alone”, ambos extraídos de su última entrega “All Out War”, con
los que nos sometieron a su rodillo metálico y a sus riffs rompe cuellos, provocando la
algarabía entre los integrantes de las primeras filas.
Tras mostrar sus
armas en un explosivo arranque, Richie y sus compañeros echaban la vista atrás para ofrecernos una
doble ración de su álbum debut
"The Slaughter", de la mano de cortes como "Down And Out",
y el contestarlo e irreverente "Tyranny's End", con el que pusieron
nuevamente a saltar a toda la sala, ratificando la sensación de que, a
diferencia de la banda del joven Igor, Incite sí son una formación plenamente
consolidada, a la que se le notan los quilómetros a sus espaldas y el haber girado con bandas como Throwdown y
Dillinger Escape Plan.
Sin dejar que la
intensidad del show decreciera en ningún momento, el cuarteto americano siguió
dando tralla, apoyándose para ello en los poderosos ritmos de "Feel The Flames" y
"Divided We Fail", tema que daba título a su primer Ep de 2007, para
posteriormente embarcarse en una abrasadora recta final protagonizada por el
tema que prestaba nombre a su debut "The Slaughter", y un
visceral "Army Of Darkness",
durante el que Richie dio las indicaciones para formar un "wall of
death" que desató la locura en la pista, consiguiendo cerrar por todo lo
alto la arrolladora y sorprendente descarga de la formación del mayor de los
hermanos Cavalera.
SOULFLY
Tras la brutal descarga
de la banda liderada por el hijastro de Max, llegaba el turno de los cabezas de
cartel Soulfly. Como principal novedad para la descarga de esta noche, la
formación liderada por el carismático Max Cavalera nos ofrecía la participación
de su hijo Zyon tras los tambores. Completando la formación de los actuales
Soulfly teníamos al excelente guitarrista, y mano derecha de
Max desde 2003, Mark Rizzo y al bajista Tony Campos. Juntos han creado un equipo compacto y
contundente, que está a la altura de las mejores formaciones que ha tenido la
banda brasileña a lo largo de su
dilatada trayectoria.
Una intro tribal
fue la encargada de marcar la apertura del show, para rápidamente dejar paso a
"Prophecy", en la que pudimos observar el enorme tirón y magnetismo
que sigue conservando el líder de la banda. Un músico todo carisma, que
consigue conectar con su público desde los primeros compases del show,
dirigiéndose como un "gurú" a
sus seguidores, convirtiendo cada una de sus actuaciones en una ceremonia de fuerza,
metal y actitud. Sin conceder un segundo de tregua, y sin dejar que el ritmo arrollador inicial
llegara a decaer, el siguiente clásico
en hacer acto de presencia fue una
contagiosa "Back To The Primitive", perteneciente a su segundo
trabajo “Primitive”, que puso a toda la
sala a botar mientras coreaba de forma
ensordecedora el contundente estribillo de la canción.
A pesar de que en
esta ocasión el escenario fue mucho más modesto y sobrio que en anteriores
visitas, no faltó la bandera brasileña
presidiendo el escenario, apoyada sobre
uno de los amplificadores, ni tampoco las constantes muestras de afecto y
agradecimiento del músico de Belo Horizonte, que se mostró muy simpático y entregado con su público, haciendo
constantes guiños a los presentes, e
incluso chapurreando algunas frases en
español a la hora de presentar cortes
como "No Hope = No Fear", rescatada de su primer trabajo de
1998, y la poderosa "Defeat
U", con la que conseguían mantener el arrollador ritmo que lograron
imprimir a estos primeros compases del show.
A pesar de que nunca
fue un excelso guitarrista, (siempre me llamó la atención que Max llevara sólo
cuatro cuerdas en su guitarra), lo cierto es que la imagen clásica del músico
es con su instrumento colgado del cuello, es por ello que resultó cuanto menos
curioso, ver como el orondo frontman dejaba su instrumento aparcado a un lado para concentrarse en las labores vocales de
"Seek ´N´Strike" , durante la que incluso se animó a dar saltos
siguiendo el contagioso ritmo que proponía Zyon desde su kit. Tras una nueva
charla, en un aceptable castellano, el vocalista volvía a recuperar su guitarra
para marcarse un demoledor "I And I", y un corrosivo "Babylon", para el que volvió a
reclamar, una vez más, el apoyo de un respetable que se mostró muy
participativo y entusiasta durante toda la
descarga de la formación brasileña.
Llegados a este
punto, hay que reconocer, que pese al buen arranque del show, lo cierto es que
me daba la sensación de que faltaba algo en la descarga de la formación
carioca. No es que su concierto no estuviera siendo bueno, si no que me faltaba
el clasicismo y la rabia de algunos de los temas que, guste más o menos a Max,
siempre van a estar vinculados a su persona. Y sí, efectivamente, me estoy
refiriendo a los temas que grabó junto a su hermano Igor en los añorados
Sepultura. Sin duda, el tramo más trepidante del show arrancaba con los
primeros compases de un comprometido "Refuse/ Resist", un tema que
después de dos décadas sigue conservando su plena vigencia, tanto en lo musical
como en su mensaje. Si buena fue la acogida que recibió el tema anterior, la
sala se vino literalmente abajo al retumbar los primeros compases del
arrebatador "Territory", también extraído del clásico "Chaos
A.D.", haciendo subir la temperatura de la sala hasta límites
insospechados, provocando una locura
generalizada que se tradujo en una sesión devastadora de pogo.
Tras la doble
ración de material incluido en el icónico "Chaos A.D.", llegaba el
momento de centrarse en otro de los proyectos protagonizados por Max a mediados
de la década de los 90, concretamente en
los Nailbomb que formó junto al frontman de Fudge Tunnel Alex Newport.
Un efímero proyecto industrial con el
que publicó un par de álbumes, y del que Max rescató dos joyas como
"Cockroaches" y el hardcorero "Wasting Away". Inmersos
plenamente en este paseo a través de la historia de la carrera del músico
brasileño, no podía faltar el recuerdo hacia uno de los álbumes más influyentes de la década de los noventa, el seminal
"Arise", del que nos ofrecieron una doble ración, fusionando dos de
sus piezas más representativas, el iracundo
"Arise", y el rugoso
"Death Embrionic Cells”, que sigue sonando igual de crudo y
tormentoso que hace veinte años. La pieza encargada de cerrar este amplio
segmento de show fue la cortante "Straighthate", extraída del último
álbum que Max grabó con Sepultura "Roots", una pieza que quizás no
tenga el gancho de las anteriormente citadas, pero que en directo dio la talla,
consiguiendo cerrar un tramo de concierto realmente vibrante y atronador, que a
muchos de los asistentes nos supo a poco.
Tras una rotunda
ovación, la banda regresaba a su propio material, echando mano de "Rise Of The Fallen", única
pieza rescatada de su "Omen"
de 2010, para acto seguido, pasar a presentarnos una de las composiciones que
formara parte de su nuevo álbum que, según
nos comentó Max, estará listo antes de final de año. Para la interpretación de
este "Bloodshed", el vocalista contó con la colaboración de su hijo Igor, que
secundó a su padre a la hora de interpretar unos rugientes coros. Tras la colaboración del pequeño de la saga, y
después de un tímido jugueteo con el
riff principal del "Iron Man" de Black Sabbath, que servía para
reivindicarse como seguidores del heavy metal más clásico y tradicional,
llegaba el turno de una despiadada y agresiva "Revengeance" extraída
de su último trabajo "Enslaved".
A diferencia de lo
que sucediera en visitas anteriores, en
esta ocasión, no hubo tiempo para sets
de percusión tribal, ni tampoco para que
Max nos deleitara con su personal estilo
a la hora de tocar el Birimbao, sino que el show estuvo totalmente orientado a
ofrecernos la faceta más netamente
metálica de Soulfly. Tras unos segundos de descanso, la formación volvía sobre las
tablas para arrancar los bises con un
trepidante "Roots Bloody Roots", que volvía a hacer levantar los
puños de todos los presentes mientras la audiencia no dejaba de botar
contagiada por la potencia y actitud de la banda. La última demostración de
poderío metálico vino de la mano de un curioso medley en el que la formación
brasileña fundió el marchoso “Jumpdafuckup”, el
brutal "Eye For An Eye"
y un pequeño fragmente del clásico “The trooper” de Iron Maiden, poniendo así
el punto y final a sus 70 minutos de show.
Aunque seguramente Max nunca vuelva a grabar trabajos tan
brillantes e influyentes como “Chaos
A.D.” o “Roots”, lo cierto es que el músico brasileño sigue conservando intacto
todo su carisma y magnetismo sobre las tablas, facturando unos show intensos y
convincentes, pero en los que quizás deja un excesivo protagonismo a los temas
de etapas anteriores, y más si tenemos en cuenta que Soulfly han editado ocho
álbumes hasta la fecha. En cualquier caso, tras el paso de este “Máximum
Cavalera Tour” por tierras catalanas, sólo queda decir: ¡Gracias familia
Cavalera y hasta la próxima!
TEXTO:ALFONSO DIAZ
FOTOS:CARLOS OLIVER
No hay comentarios:
Publicar un comentario