La trayectoria de
los americanos The Sword ha sido como una carrera de fondo. A pesar de que la
banda no ha llegado a despuntar
rotundamente con la edición de ninguno de sus discos, lo cierto es que el
cuarteto nunca se ha rendido, y ha ido
publicando con milimétrica regularidad, un disco cada dos años, trabajos
compactos y brillantes con los que se han
ido labrando un nombre, y una
excelente reputación como banda de directo, dentro de la difícil escena
americana. Lejos quedan sus primeros años en los que basaban su propuesta en la
potencia doom metalera junto a algunos trallazos desgarradores, que les sirvieron
para compartir escenario con bandas como Mastodon, Lamb Of God, Machine Head o
Metallica. Fue a raíz de la edición de su tercer trabajo, el conceptual
"Warp Riders", cuando el sonido de la banda experimentó una flagrante
involución, sumergiéndose de lleno en las raíces hard roqueras de la década de los setenta, sumando a su
habitual tormenta de densidad y watios
la influencia de bandas como Blue
Öyster Cult o Thin Lizzy. La culminación
de este giro estilístico en su propuesta, se consolidó
definitivamente con la publicación de su
último trabajo “Apocryphon", un
excelente álbum con el que el cuarteto texano abría sus miras, ofreciendo sus
empastadas bases rítmicas y sus demoledores riffs a un público más amplio y heterogéneo.
Aunque a priori no
tenía excesiva confianza en el poder de convocatoria del cuarteto de Austin, la verdad es que
viendo la buena entrada que registró la sala pequeña de Razzmatazz, sólo puedo
rendirme ante la senda ascendente de
calidad y popularidad que están viviendo
The Sword en los últimos tiempos. Para la descarga de esta noche en la ciudad
Condal, los americanos se presentaban
solos, frente a un público adulto, que
rozaba o sobrepasaba la treintena, y que
supo degustar y disfrutar de su personal
propuesta.
Un escenario
sobrio, en el que únicamente destacaban los amplificadores "Orange" y
un telón de fondo con el logo de la banda
hacían presagiar la apuesta sin
concesiones de la formación americana por
sus composiciones sin ningún tipo de atrezo ni elemento externo, presentándonos
únicamente a cuatro excelentes músicos, que se mostraron como un
engranaje bien engrasado, regalándonos
un repertorio en el que se mezclaron
la potencia stoner/doom y las atmósferas retro-rock de la década de los
setenta.
Con una sala
abarrotada y un calor asfixiante, cuando pasaban algunos minutos de los 21,40,
salían a escena los componentes del cuarteto americano, siendo los primeros en
tomar posiciones los integrantes de la base rítmica, el bajista Bryan Richie y el batería Santiago Vela III, para arrancar
su descarga con la rugosa intensidad contenida en "Arrows In The Dark", que se vio
fundida con el primero de los cortes de su última entrega discográfica, el
guitarrero y místico "The Veil Of Isis", que nos proponía un primer
viaje a través de las dunas desérticas
guiados por esos riffs
demoledores y ese aroma repleto de
misterio y ocultismo. Aunque en
principio, podría suponerse que la banda saldría con el cuchillo entre los
dientes desde los primeros compases del show, lo cierto es que el cuarteto
salió a escena un tanto frio, muy
estáticos, y mostrándose hasta cierto punto tímidos, eso sí, sonando muy
compactos instrumentalmente pero con
unos registros vocales a cargo de J.D. Cronise excesivamente flojos, a un
volumen muy bajo, lo que hacía difícil poder apreciar con claridad todos los
matices de su voz.
Tras la primera
salva de aplausos, y sin mediar ninguna clase de presentación,( el
cuarteto se mostró un tanto esquivo a la
hora de dirigirse a la audiencia durante toda la actuación), fue con la colosal
"How Heavy This Axe", cuando la banda pareció animarse
definitivamente, empezando a sonar mucho más sólidos y
potentes, rayando a gran altura
contagiados por el entusiasmo de un
público, que pese a no ser excesivamente activo, sí que se mostró muy
cálido y expectante, siguiendo de cerca, y sin perder el más mínimo
detalle, todas las evoluciones de los músicos sobre las tablas. "The
Cronomancer I: Hubris", fue la escogida para que el rubio guitarrista Kyle
Shutt nos ofreciera su primera exhibición guitarrística, un desarrollo cargado
de ácida psicodelia que sirvió de preámbulo para una doble ración de su
nuevo trabajo de la mano de la pesadez doom metalera "The Hidden Masters" y la cósmica
"Dying Earth", durante la que
Cronise y Shutt echaron mano de sus pedaleras dando al corte
una ambientación experimental.
A pesar de que el
grueso del repertorio estuvo basado en las composiciones de sus dos últimas
entregas, el combo americano no quiso dejar de lado los recuerdos a sus
primeros años, atacando con rotundidad piezas como "Maiden, Mother &
Crone", que fue calurosamente
recibida, o la cautivadora "Barael´s Blade", extraída de su debut de
2006 "Age Of Winters", que desató la euforia de un público que se
mostró como un gran conocedor de la trayectoria del cuarteto de Austin.
Sin duda, una de
los principales atractivos del sonido de la formación americana en directo radica en la contundencia de su base rítmica,
capaz de cimentar una insalvable pared
sonora gracias al trabajo de su batería Santiago “Jimmy” Vela III, quien me
sorprendió con su técnica a la hora de aporrear su instrumento, consiguiendo
imprimir al sonido del cuarteto un “groove” muy característico, brillando
especialmente en temas como el monumental y cambiante "Execrator",
que sirvió de antesala para otro de los momentos
álgidos de la velada, el roquero y
marchoso "Tres Brujas", que
con su contagioso juego de guitarras a
lo Z.Z. Top, sonó realmente atractivo y convincente.
Un nuevo viaje a través de las dunas
desérticas de la mano de "Cloak Of Feathers", impregnada de ese
dialogo guitarrero al más puro estilo Thin Lizzy, fue la encargada de
adentrarnos en una recta final que se vio rematada por una fantástica
interpretación del tema que la banda incluyo en el videojuego "Guitar Hero
II", la apabullante "Freya", que fue fantásticamente recibida, para
que posteriormente, el cuarteto nos
embarcara en la magnificencia épica contenida en la pieza que da título y
cierra su última obra "Apocryphon", durante la que el vocalista J.D. Cronise, se fue varias veces
de tono, seguramente contagiado por el clima de efusividad y euforia que
reinaba en la sala.
A pesar de que en
un principio, el tema título de su última obra había sido el escogido para cerrar su actuación,
las persistentes demandas de un público deseoso de una nueva ración de su
apocalíptico stoner hizo regresar al cuarteto sobre las tablas para ofrecernos
la interpretación de una par de números más. Dos fueron las piezas escogidas
para poner la rúbrica a la actuación del
cuarteto americano, un coreadísimo "(The Night The Sky Cried) Tears Of
Fire", extraído de su álbum conceptual "Warp Riders", que vino
precedido de un pequeño solo de batería,
y la oscura cabalgada de la arrolladora "Winter´s Wolves", con
la que pusieron el broche definitivo a una brillante actuación, dejando sus
instrumentos silbando en el aire mientras los músicos se retiraban envueltos en
una sonora ovación.
En resumen, gran
descarga de la banda liderada por J.D. Cronise, ratificando sobre las tablas
las excelentes sensaciones que han ido dejando en sus últimas entregas
discográficas. Quizás, sólo habría que reprocharles una excesiva frialdad a la
hora de relacionarse con sus fans. En cualquier caso, The Sword demostraron en
la Ciudad Condal que su nombre merece un lugar destacado entre las nuevas bandas
de heavy metal del S. XXI.
TEXTO:ALFONSO DIAZ
FOTOS:CARLOS OLIVER
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