Existe la convicción de que el segundo lanzamiento de una formación suele ser el que acaba marcando su trayectoria vital, y creo que en el caso de los americanos Alice In Chains, pese a su dilatada trayectoria anterior, está puede ser una sentencia que se amolde perfectamente a su actual situación. Surgidos a finales de la década de los ochenta en la fría ciudad de Seattle, el cuarteto liderado por el guitarrista Jerry Cantrell y el vocalista Layne Staley siempre se caracterizó por unas densas guitarras que convirtieron al cuarteto en la formación más metálica de la escena grunge. Tras unos inicios muy duros, la banda saboreo las mieles del éxito con su segundo trabajo, el multimillonario "Dirt" de 1992, considerado a día de hoy como uno de los clásicos del género. A pesar de su carrera imparable hacia el estrellato, algunos de los miembros de la banda tuvieron que lidiar con los problemas con las drogas, lo que acabo consumándose en tragedia al fallecer el vocalista Layne Staley en el año 2002, lo que provocó la desaparición del influyente cuarteto americano.
Los siguientes años después del fallecimiento de Staley nos dejaron la carrera en solitario de su guitarrista Jerry Cantrell, quien intentó seguir con el legado de la formación. Pero no fue hasta la segunda mitad del año 2009, cuando se confirmaron los rumores que apuntaban a que el guitarrista estaba grabando un nuevo trabajo bajo el nombre de la mítica formación junto a un nuevo vocalista William DuVall. El disco titulado "Black Gives Way To The Blue", fue acogido con los brazos abiertos por parte de crítica y público, gracias en gran medida al inmenso parecido vocal entre DuVall y el desaparecido Staley, lo que provocó que la banda se embarcará en una exitosa gira mundial que les sirvió para recuperar el terreno perdido con el paso de los años. Tras los buenos resultados cosechados con el retorno de la banda, Cantrell, Inez, Kinney y DuVall regresan a la carga con "The Devil Put Dinosaurs Here", un trabajo que continua con la senda trazada en su anterior entrega, pero en el que se observa una preocupante tendencia a repetir esquemas y sonidos, evidenciando que quizás la banda se encuentra un tanto encorsetada dentro de un estilo del que no es capaz de evolucionar, sintiéndose presos de una historia y un legado del que no parecen poder escapar. Aunque evidentemente, el disco hará las delicias de los fans más acérrimos de la banda, lo cierto es que estas nuevas composiciones no aportan nada sustancialmente nuevo al sonido de la banda.
Unas tortuosas guitarras son las encargadas de marcar el arranque de "Hollow", una pieza que nos transporta directamente a principios de la década de los noventa, dando forma a una composición que perfectamente podría haber formado parte de su legendario "Dirt", y en el que destacan esas características y envolventes armonías vocales cabalgando sobre un ritmo reptante y cadencioso, que se ha convertido en una de las mayores señas de identidad del cuarteto americano. Siguiendo una tónica similar, pero concediendo un mayor protagonismo a las guitarras y sus atmosféricas melodías, nos encontramos con "Pretty Done", en donde el rubio hacha demuestra que es uno de los músicos más infravalorados e influyentes de la década de los noventa, ya que sus riffs y sus vistosos dibujos a las seis cuerdas marcaron a toda una generación de guitarristas, y sinceramente creo que esa labor no ha sido nunca reconocida como se merecía.
La rugosidad y aspereza de la base rítmica será la encargada de liderar "Stone" un tema rebosante de "groove" en el que la banda vuelve a proponernos un viaje al pasado, mostrándonos su faceta más netamente grunge, fundiendo la densidad de sus guitarras con esas líneas vocales que nos sumergen en un precipicio sonoro en el que Cantrell nos ofrece uno de los solos más hard roqueros de todo el plástico. Cambiando totalmente de tercio, la banda nos ofrece la intensa "Voices", en la que incluso parece atisbarse un pequeño rayo de luz, creando el cuarteto unas atmósferas más luminosas, gracias al aporte de las guitarras acústicas que serán las encargadas de liderar la composición, para que posteriormente sean los melódicos estribillos los encargados de redondear un tema que puede incluso llegar a recordar a los Foo Fighters más comerciales y melosos.
El ritmo cadencioso y las ambientaciones lúgubres y angustiosas retornan en el tema que presta su nombre al plástico "The Devil Put Dinosaurs Here", una composición en la que el cuarteto fusiona los arpegios de guitarras con los riffs angustiosos y apocalípticos de Cantrell, creando una pieza cruda, oscura y diabólica en la que las seis cuerdas del rubio guitarrista irán ganando protagonismo gracias a esos riffs mastodónticos a lo Sabbath y a una base rítmica pesada y compacta. Mucho más centrada en la labor vocal de DuVall resulta "Lab Monkey", en la que el cantante consigue transmitir al oyente esa familiar sensación de asfixia e incomodidad que siempre ha caracterizado las composiciones del cuarteto de Seattle, utilizando para ello esas peculiares armonías vocales a dos bandas en unos estribillos lineales y pegadizos que se quedan machacando la cabeza del oyente como si fueran una tortura.
Algo más densa resulta "Low Ceiling", en la que el repetitivo riff central será el encargado de llevar las riendas de una composición lineal e intensa, que únicamente despuntara con la entrada de los envolventes e intensos estribillos, dando personalidad, y resaltando los matices de una composición que peca de ser excesivamente plana y predecible quedando algo falta de fuerza y pasión. A medida que se van sucediendo los cortes, el disco acaba convirtiéndose en una sucesión de medios tiempos en los que ninguno destaca especialmente sobre el resto, apostando la banda en todos ellos por una estructura muy similar, dirigiendo sus composiciones hacia el sonido de los temas clásicos que siempre estuvieron entre los preferidos de sus fans, como sucede en el previsible "Breath On A Window", donde Cantrell apuesta por ese seductor riff circular al que nos tiene ya tan acostumbrado, y que será el encargado de introducirnos en un desarrollo profundo y cadencioso en el que destacan esos vistosos toques hipnóticos.
Quizás es en temas como "Scalpel", cuando la formación se muestra algo más inspirada, recurriendo al cautivador intimísimo de las acústicas para dar forma a un tema en el que DuVall se ve apoyado vocalmente por el propio guitarrista, y en donde destaca el registro más personal del cantante, consiguiendo dar al corte una orientación más accesible y comercial. Contrastando con la calidez acústica del tema anterior, nos encontramos con la fría y mecánica "Phantom Limb", con la guitarra de Cantrell sonando tremendamente profunda y marcada para verse posteriormente rematada por una doble armonía vocal, que volverá a erigirse como protagonista de una composición cruda, intensa y desgarradora que hará las delicias de los fans más veteranos de la banda , gracias a sus frenéticos uptempos y a un adictivo desarrollo intermedio con el que redondearan una de las mejores composiciones del álbum. Para cerrar el plástico la banda nos vuelve a ofrecer su faceta más nostálgica en "Hung On A Hook", una pieza que parece guardar una estrecha relación con el material contenido en el clásico "Jar Of Lies", y el seductor uptempo “Hook”, que será el encargado de cerrar el plástico.
Aunque este segundo trabajo de esta nueva etapa de la formación de Seattle rebosa técnica y calidad, lo cierto es que las nuevas composiciones carecen de la frescura y originalidad que caracterizaban clásicos de la talla de "Them Bones", "Man In A Box" o "God Smack". Quizás "The Devil Put Dinosaurs Here", no defraudará a ningún fan de la banda de Seattle, pero lo cierto es que Jerry Cantrell debe de plantearse seriamente el futuro de la formación, ya que está cayendo en la repetición sistemática de esquemas y sonidos propios de sus lanzamientos de la década de los noventa.Lista de Temas1. Hollow2. Pretty Done3. Stone4. Voices5. The Devil Put Dinosaurs Here6. Lab Monkey7. Low Ceiling8. Breath On A Window9. Scalpel10. Phantom Limb11. Hung On A Hook12. Choke
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