¡Diez años!. Tan
solo una década han necesitado los hermanos O´Keeffe para convertir a su banda
Airbourne en todo un referente dentro de la escena roquera internacional, y muy
especialmente su vocalista y guitarrista, el carismático e histriónico, Joel
O´Keeffe para consagrarse como el último gran mesías del rock n´roll. Esteremos
de acuerdo en que los australianos no han inventado nada, que su propuesta es claramente
deudora de sus primos mayores de Ac Dc,
pero aunque la formula, a priori, puede parecer sencilla, lo cierto es que el
cuarteto de Warrnambool sale cada noche a escena con el cuchillo entre los
dientes, dispuestos a arrollar con todo a su paso como si fuera su último
concierto, derrochando fuerza, entrega y actitud, ofreciendo unas descargas
vibrantes, apasionantes y eléctricas que les han servido para convertirse en
una apuesta segura para cualquier gran festival alrededor del mundo.
Con la excusa de
presentar las nuevas composiciones de su último trabajo “Black Dog Barking”, el
cuarteto australiano regresaba a la Ciudad Condal y, como no podía ser de otra
forma, el público catalán respondió masivamente a la convocatoria de la banda, consiguiendo
reunir a cerca de un millar de seguidores en la sala grande de la céntrica
Apolo.
Con un excelente
ambiente en los alrededores del recinto, y a una hora muy temprana, arrancaba la
actuación de los suecos Corroded. Ante unas cuatrocientas personas, y en entre
saludos y abrazos de sus componentes, daba
inicio la descarga del contundente quinteto de Änge con un crujiente “Let Them
Hate As Long As They Fear”, con el que
los suecos ponían las cartas sobre mesa, asolándonos sin contemplaciones con un
hard rock compacto y musculoso,
protagonizado por una arrolladora tripleta de guitarras. A pesar de ser los
encargados de abrir la velada, los chicos de Corroded salieron a escena dispuestos
a dejar una muy grata impresión entre los asistentes, apoyándose para ello en la rotundidad de piezas como “More Than You
Can Chew”, o la más pegadiza y
contagiosa “Age Of Rage”, con la que
consiguieron poner a cantar a las primeras filas.
Liderados por un carismático
y comunicativo Jens Westin, quien además de ocuparse de las tareas vocales
también se hizo cargo de la mayoría de los solos, la banda supo agradar y
convencer a una audiencia muy calurosa y receptiva, que se dejó seducir y
arrastrar por la calidad de cortes como
“Time And Again”, una de sus piezas más conocidas, que nos sirvió para ir calentando las gargantas de cara a lo que se nos venía encima. Una muy
seguida “I Am The God”, que contó con el apoyo del respetable acompañando el
tema con palmas, y una primeriza “6 Ft Of Anger”, fueron las encargadas de dar
el carpetazo definitivo a los escasos 25 minutos del combo sueco, dejando entre
los asistentes una grata impresión y la amenaza de una pronta vuelta por
nuestros escenarios.
Tras un ágil y
rápido cambio de equipo, era el turno de los británicos Black Spiders. Al igual
que sucediera con sus compañeros de gira Corroded, el quinteto de Sheffield se
presentaba en Barcelona con una triple alineación de guitarras, lo que provocó
que en algunos momentos de su actuación, especialmente durante los temas más
rápidos y vertiginosos, el sonido estuviera un poco saturado, creando esa incómoda
bola sonora que hacía prácticamente imposible diferenciar cada una de las
guitarras.
Pese a ello, los
británicos se marcaron una actuación muy completa y entretenida, agradando y
convenciendo plenamente a un público que bailó, cantó y vibró al ritmo de temas
tan sugerentes y pegadizos como “Kiss
Tried To Kill Me”, que fue el encargado de dar inicio a una fiesta roquera
repleta de estribillos pegadizos y potentes riffs de escuela stoner. Tras la primera salva de aplausos, y
a ritmo de vértigo, la siguiente en sonar fue la arrolladora “Stay Down”, con
toda la banda exprimiéndose al máximo sobre las tablas, contagiando a las
primeras filas.
Aprovechando la
buena respuesta del respetable, la banda fijaba su objetivo en su más reciente
entrega “The Savage Land”, para ofrecernos el festivo “Still It To The Man”,
toda una invitación al jolgorio y al descontrol que se convirtió en la antesala
perfecta para los riffs más densos y
sabáticos de la más crujiente “Trouble”, con la tripleta formada por Lister,
Spider y Thomas ofreciéndonos un duro castigo. Continuando con su material más
reciente, los británicos no quisieron dejarse en el tintero las atmosferas más cambiantes y
rugosas de la aplastante “Balls”, ni los aires más sureños de una brillantísima “Just Like A
Woman”, extraída de su trabajo de 2011 “Sons Of The North”, que se convirtió en
una de los momentos más intensos y vibrantes de su actuación.
Con la gente
plenamente concentrada en la descarga del portentoso quinteto británico,
llegaba el momento de la despedida con una frenética y descerebrada “Teenege
knife Gang”, que fue la encargada de dar por finalizada la fantástica fiesta
roquera que nos ofrecieron los chicos de Black Spiders. Si siendo “teloneros”
los británicos fueron capaces de montar un show de lo más enérgico y
convincente, no me quiero imaginar lo que estos chicos pueden montar en su
propio concierto en una sala más pequeña. Dinamita Pura.
Tras las descargas
de Corroded y Black Spiders, el ambiente
en la sala estaba ya plenamente caldeado de cara a la descarga de las estrellas
de la noche, los australianos Airbourne. Con un escenario a la vieja usanza,
con una montaña de amplificadores Marshall a cada lado, y un inmenso telón de
fondo con el nombre de la banda, cuando faltaban pocos minutos para las 22
horas, las luces se apagaban y la audiencia empezaba a rugir desaforadamente
mientras a través del P.A. sonaba la banda sonora de “Terminator 2”. Un cuidado
juego de luces, y una tensión más que palpable en el ambiente fueron los
ingredientes ideales para la primera explosión de la noche, una enérgica “Ready
To Rock”, todo un torbellino que nos presentaba al cuarteto en su hábitat
natural el directo, con la banda sonando de forma atronadora mientras Joel, ya
a pecho descubierto, se erigía como el motor y líder absoluto de la banda,
corriendo de un lado para otro, consiguiendo contagiar a toda la audiencia
desde los primeros compases de su actuación.
Aunque la presente
gira servía para presentar los temas de su última entrega discográfica “Black
Dog Barking”, los australianos, conscientes de la calidad y arraigo de sus
primeras composiciones, rápidamente se decidieron
a agasajar a sus seguidores con alguna de las gemas de su álbum de 2007 “Runnin´ Wild”, ofreciéndonos una suculenta doble ración compuesta por la
irresistible “Too Much, Too Young, Too Fast”, que puso a toda la pista a botar
salvajemente, mientras los fans del piso superior coreaban incansablemente el
estribillo, y la más enérgica “Girls in Black”, que fue la escogida para el
habitual paseo de Joel por la sala, siendo llevado a hombros por un “pipa”
hasta la mesa de sonido, situada en la parte trasera del recinto, donde el
guitarrista nos deleitó con uno de sus eléctricos y vistosos solos de guitarra,
para posteriormente volver junto a sus compañeros para cerrar el tema de forma
delirante, provocando la locura de una audiencia desatada.
¡Apoteósico! En
poco más de diez minutos de show la
banda australiana había conseguido meterse a toda la sala en el bolsillo.
Aunque evidentemente es Joel quien se lleva todas las atenciones sobre el
escenario, lo cierto es que sus
compañeros funcionan como un auténtico equipo, sonando crudos, compactos y
perfectamente engrasados, ofreciendo el soporte perfecto para las correrías y
locuras escénicas del excéntrico guitarrista, consiguiendo hacer que temas más novedosos como “Back In The
Game”, no desentonen junto a viejos favoritos como el lascivo “Diamond In The Rough”, que el vocalista dedicó a
todas las chicas presentes.
A estas alturas
tanto banda como púbico estaban ya totalmente empapados en sudor, así que la
mejor forma de no enfriarse era seguir con la electricidad punzante y
vertiginosa del tema que presta el nombre
a su más reciente entrega discográfica “Black Dog Barking”, una soberbia
composición en la que el cuarteto,- por si alguien tenía alguna duda-, sigue
mostrando su firme y decidida apuesta por el rock n´roll mas marchoso y
vacilón. Pese a que Joel no es ningún virtuoso a la hora de cantar, lo cierto
es que el frontman australiano sabe suplir sus carencias vocales con esa garra y actitud que convierten temas
como “Cheap Wine & Cheaper Women”, (que Joel presentó botella de vino
en mano), en todo un himno roquero, con
toda la sala nuevamente cantando y bailando como si le fuera la vida en ello.
Tras una nueva
ovación, “No Way But The Hard Way” era la encargada de dar continuidad al show,
con Joel disparando un cañón de luz sobre la audiencia mientras ésta coreaba incansablemente
la pegadiza melodía del tema. Y es que si la banda estuvo de diez
durante toda la actuación, mención aparte merece la entrega y actitud de un
público cómplice y participativo que
respondió a cada uno de los gestos y
provocaciones de la banda. El último sprint de los australianos vendría marcado
por otra de las piezas clásicas en su
repertorio, una aceleradísima “Stand Up For Rock ´N´Roll”, durante la que el cuarteto volvería a pisar el
acelerador al máximo para ofrecernos un final apoteósico con Joel saltando desde la tarima de la
batería para dar por finalizado el show.
Entre los gritos de
una audiencia sedienta de más rock n´roll, reaparecía en escena Ryan O´Keeffe
para hacer sonar una estrepitosa sirena que
nos anunciaba el último vuelo rasante del poderoso bombardeo australiano, que
dejó caer su artillería pesada en forma
de proyectiles tan destructivos como “Live It Up”, todo un bombazo que desató las
avalanchas entre las primeras filas mientras la gente no dejaba de cantar y
botar contagiada por el dinamismo del tema.
Los característicos canticos de “oe, oe, oe, oe…”, serían los que
marcarían el arranque de una hímnica “Rise The Flag”, que fue la elegida para
otra nueva excursión de Joel, en esta ocasión por el piso superior del Apolo.
La encargada de poner la guinda al pastel fue una primeriza y arrolladora
“Runnin´ Wild”, toda una declaración de intenciones en la que la banda se dio
un auténtico baño de masas, provocando el delirio generalizado de la audiencia al
introducir a lo largo del tema
fragmentos de clásicos como el “Paranoid” de Black Sabbath o el “Live And Let Die” de Paul McCartney.
En resumen, gran
descarga del combo australiano que demostró con su arrolladora presentación en
tierras catalanas que, a día de hoy, son una de las bandas más compactas y solventes
de la escena hard rock internacional, ya que poseen los temas, la actitud y los
fans perfectos para conseguir que cada una de sus descargas se convierta en una
auténtica ceremonia roquera.
TEXTO:ALFONSO DIAZ
FOTOS;CARLOS OLIVER
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