Hace ya unos años
que la escena metálica está huérfana de nuevos héroes que tengan la capacidad
de seducir y arrastrar a las nuevas generaciones como antaño lo hacían bandas
como Guns n´Roses o Metallica. Aunque resulta evidente que Avenged Sevenfold no
están todavía al nivel de los nombres anteriormente citados, lo cierto es que
el quinteto americano desprende ese magnetismo que hace que los más jóvenes se
sientan atraídos por su propuesta. Con una larga trayectoria a sus espaldas, la formación de Huntington Beach ha sabido evolucionar su
sonido hasta convertirse en toda una referencia para una nueva generación de
hambrientos metaleros. Habiéndose tenido que enfrentar al fallecimiento de su
fundador Jimmy “The Rev” Sullivan a
finales de 2009, M. Shadows y sus secuaces se han sabido sobreponer a las adversidades,
manteniéndose más firmes y unidos que nunca hasta llegar a convertir a la banda
en toda una sensación al otro lado de Atlántico.
A diferencia de lo
que sucede con otros artistas de un estatus similar, los chicos de Avenged
Sevenfold han decido echar toda la carne en el asador para este nuevo periplo
europeo, y se han arriesgado a traer el mismo espectáculo que están ofreciendo
en sus conciertos por los States, apostando en sus presentaciones por un gran
montaje escénico con el que consiguen sorprender e impactar a sus seguidores,
ofreciéndoles un show que, a día de hoy, solo está al alcance de los pesos
pesados del negocio. Sin embargo, el marco previsto para su presentación en
tierras catalanas, el Pabellón Olímpico de Badalona, se quedó excesivamente
grande para acoger su descarga, ya que los americanos únicamente lograron
congregar a unos 4000 seguidores, la mayoría de ellos chavales muy jóvenes que
venían predispuestos a pasarlo en grande con la descarga de sus ídolos.
Pero vayamos por
partes, los encargados de empezar a hacer rugir a los más madrugadores fueron
los suecos Avatar, que salieron al escenario a primera hora de la tarde dispuestos
a ofrecernos una buena muestra de su más reciente entrega discográfica “Black
Waltz”, que vio la luz a principios del pasado año 2012. Aunque en sus primeros
trabajos los suecos practicaban un death metal melódico bastante tradicional,
lo cierto es que en sus últimas entregas su sonido se ha ido impregnando de los
elementos vanguardistas que aportan
bandas como Rammstein o Marilyn Manson, de modo que el furibundo arranque
compuesto por “Torn Apart” y “Let It Burn”, resultó la espoleta perfecta para hacer explotar a un
público que se mostró muy cálido y participativo con el quinteto sueco.
Pese a ser los
encargados de abrir el cartel la
formación sueca contó con un sonido potente y un vistoso juego de luces, lo que
sumado a las buenas formas de su alocado vocalista Johannes Michael Gustaf hizo
que su descarga ganara muchos enteros. En sus escasos 30 minutos de show Avatar
consiguieron poner al público en movimiento, haciéndolo botar en repetidas
ocasiones, asolándonos con trallazos
contagiosos como “Vultures Fly”. Tampoco quisieron dejar de lado su vertiente
más netamente death metalera atacando piezas de corte clásico como “Ready For
The Ride”, con toda la banda machacando sus instrumentos sin piedad mientras
Gustaf se posicionaba en una tarima situada fuera del escenario provocando el
delirio del personal de las primeras filas.
Tras regalar algún
cd desde el escenario, y después de citarnos en su puesto de “marchandising”, (donde
posteriormente se hicieron fotos con todo el que se acercó), los suecos
cerraban su escueto show con el punzante y amenazador “Smell Like A Freakshow”.
Aunque debo reconocer que no conocía a Avatar, la verdad es que los suecos se
marcaron un show solvente y convincente, fraguando una actuación vibrante y muy
divertida con la que consiguieron sumar algún adepto para su causa.
Una vez concluida la impactante
actuación de Avatar era el momento de Five Finger Death Punch. La trayectoria
del quinteto de Los Ángeles ha sido una travesía lenta pero segura, mejorando
disco a disco y consiguiendo a base de facturar unos directos brutales y arrolladores hacerse un hueco dentro de la
escena metálica americana, ganándose una
reputación que les ha servido para formar parte del cartel de festivales tan multitudinarios
como el Download Fest o el Mayhem Fest. Mucha expectación había levantado la
presentación del quinteto americano, así que la banda salió muy concentrada y
con la consigna clara de agradar a sus seguidores, y convencer a los curiosos
que se habían acercado a ver su show.
Apostando por su
material más furioso y corrosivo su descarga arrancaba con un visceral “Under
And Over It”, en el que la turbina metálica de los americanos empezaba a
escupir sus riffs crudos y arrebatadores. Una doble ración de su trabajo de
2009 “War Is The Answer”, sería la encargada de dar continuidad al show de la
mano de la contagiosa “Burn It Down”, toda una invitación a la pista para
ponerse a botar, para dejar paso posteriormente a las melodías más accesibles
de “Hard To See”, con el vocalista Ivan Moody dirigiéndose a las primeras filas
mientras se mantenía firmemente aferrado a su estrambótico pie de micro.
La vuelta a los
riffs más musculosos, provocando brutales avalanchas entre las primeras filas,
vino de la mano de “Lift Me Up” extraída
de su trabajo “The Wrong Side Of Heaven And The Righteous Side Of Hell, Volume
1”. Pese a la juventud de la mayoría de los aficionados que se dieron cita para
seguir la descarga del quinteto americano, lo cierto es que la calurosa acogida
que obtuvo su versión del clásico de “Bad Company”, sirvió para certificar que
la canción se ha convertido en una de las piezas clave en los directos de la
banda Angelina.
Pero evidentemente
si hay algo que caracteriza las presentaciones Five Finger Death Punch es la
crudeza devastadora de la dupla guitarrera formada por Zoltan Bathory y Jason
Hook, quienes durante los 40 minutos de
show nos ofrecieron una buena colección de riffs rocosos y consistentes que
parecían sacados del libro de estilo de sus compatriotas Pantera, consiguiendo
que cortes como el explosivo “Burn MF”, sirvieran para poner la pista
literalmente patas arriba. Pese a que su vocalista Ivan Moody destacó durante
todo el show por sus poses agresivas y sus registros rasgados y altamente
corrosivos, lo cierto es que el frontman también supo demostrar su versatilidad
a la hora de atacar piezas como “Coming Down”, que fue la encargada de poner el punto de calma necesario antes de volver a la carga con toda la caña
contenida en “Never Enough”, con la que
nuevamente volverían a rugir con fuerza las primeras filas.
Tras unos segundos
de pausa, Ivan Moody volvía sobre las tablas, ataviado con una camiseta del
Barça, para cantar a capela, y acompañado por el público, “Far From Home”, que sería
la antesala perfecta para un abrumador final protagonizado por la rugosidad
caustica de “The Bleeding”. Aunque la actuación de los americanos se hizo muy
corta, el quinteto de Los Ángeles supo ofrecernos una buena muestra de su calidad y experiencia,
sabiendo aprovechar al máximo su tiempo para deleitarnos con una buena ración
de su incendiario poder en directo. Sin duda Five Finger Death Punch, se
encuentran en un gran momento de forma, y su presentación en Badalona fue la
demostración perfecta de ello. Esperemos que pronto podamos tener la oportunidad
de presenciar su propio show como cabezas de cartel.
Una vez consumidos
los actos preliminares llegaba el momento que estaba esperando todo el público congregado en el Pabellón Olímpico de
Badalona, el momento cumbre de la velada, la actuación de los americanos
Avenged Sevenfold. Una vez retirado el equipo de las bandas teloneras, el
escenario quedo engalanado con un enorme telón que reproducía el logo de las
estrellas de la noche, dejándonos ver un “stage” grande y despejado, en el que únicamente
llamaban la atención tres tarimas
situadas en la línea frontal del escenario. Tras una calma tensa, amenizada por
clásicos del heavy metal, se apagaban las luces del recinto, y caía el telón que ocultaba la parte trasera del escenario, dejando
visibles unas grandes escaleras, situadas a ambos lados de la batería; y
presidiendo el escenario el emblema de la banda, un Deathbat colgante que se
convertiría en protagonista de los momentos “más calientes de la noche”.
El envolvente y
misterioso riff de la pieza que abre su último trabajo “Shepherd Of Fire”,
sería la encargada de dar el pistoletazo de salida a la ceremonia metálica del
quinteto americano, una ceremonia en la tuvo especial relevancia el fuego.
Durante casi todas las canciones del show, los columnas de fuego de la parte
trasera del escenario, y muy especialmente, las llamas que nacían de las alas y
la cabeza de “Deathbat” fueron fundamentales para dar calor y espectacularidad
a la descarga de las estrellas de la noche, consiguiendo hacer vibrar a la
audiencia, provocando una reacción
entusiasta y desaforada por parte de unos seguidores que vibraron y corearon cada uno de los trallazos de la
banda. Liderados por un carismático M. Shadows, que supo llenar a la perfección
el inmenso escenario, consiguiendo conectar con sus seguidores y hacerles
partícipes temas como “Critical Acclaim”,
o el aclamadísimo “Welcome To My Family”, que con su potencia desgarradora ,y
la calurosa respuesta obtenida se convirtieron en los pilares sobre los que se cimentó la brutal descarga
del quinteto americano.
Pese a que M.
Shadows es quien se lleva la mayor parte de las miradas, especialmente de las
seguidoras más jovencitas, lo cierto es que el resto de sus compañeros funcionan
como una autentica apisonadora, mención especial merece la labor de su nuevo
batería Arin LLejay, quien ha sabido acoplarse perfectamente al engranaje del
combo americano, salvando con solvencia las partes más rápidas de sus viejas composiciones,
a la vez que ha sabido impregnarse de ese aroma más clásico y hard roquero que desprenden piezas como el novedoso “Hail To The King” o “Doing Time”,
convertida ya en todo un himno para unos fans que corrieron enfervorizados
creando un gigantesco “circle-pit”.
Aunque la banda
lleva desde la edición de su álbum homónimo de 2007 inmerso en una clara línea
ascendente, sin duda su anterior trabajo “Nightmare”, fue uno de sus mayores
éxitos a nivel comercial, de hecho el quinteto americano no vaciló a la hora de
concederle un especial protagonismo dentro de su repertorio, ofreciéndonos de
forma consecutiva “Buried Alive”, en donde un emotivo y sentimental arranque,
con todo el escenario lleno de humo, nos conduciría a una rotunda explosión
roquera desbordante de watios y fuego, convirtiendo
el tema en uno de los momentos álgidos de este primer tramo de show. Sin
abandonar el material de “Nightmare”, la siguiente en sonar fue la elegante
“Fiction”, en la que M. Shadows sería el encargado de dar el punto de calma y
emotividad necesario para aplacar los ánimos de un público altamente
entusiasta. Para acto seguido, volvernos a someter al torbellino metálico del
homónimo “Nightmare” que sirvió para volver a hacer crecer la tensión y la
expectación entre las primeras filas.
Una nueva mirada a
su trabajo de 2007 de la mano de la portentosa y metalera “Afterlife”, con
ambos guitarristas ocupando el centro del escenario en un intercambio constante
de melodías, sería la encargada de conducirnos sobre el extenso solo de guitarra
de Synister Gates que enlazaría su demostración con una portentosa jam con el
resto de sus compañeros, permitiendo que M. Shadows pudiera descansar sus
cuerdas vocales para poder afrontar de forma solvente el tramo final de su
actuación. Tras unos instantes de silencio y oscuridad, una tétrica
introducción en latín marcaría el arranque de la poderosa y cambiante
“Requiem”, en la que el vocalista se mostró muy cómodo y enchufado. La elegida
para cerrar esta primera parte del show fue la siempre efectiva “Bat Country”,
directamente rescatada de su explosivo “City Of Evil”, en la que la banda se dio su particular baño de multitudes
al retirarse envueltos de una grandísima ovación.
Entre los
ensordecedores gritos de todos los asistentes, que reclamaban insistentemente
la vuelta del quinteto sobre el escenario, el primero en tomar posiciones,
colocándose en el centro, fue M. Shadows quien mirando desafiante a la
audiencia nos prometía un viaje atrás en el tiempo, embarcándonos en una
trepidante dupla final en la que nuevamente el fuego y la pirotecnia volverían
a ser partes fundamentales del espectáculo. Si durante todo el show la banda se
apoyó, casi de forma exclusiva, en las composiciones de sus últimas entregas
discográficas, de cara a los bises el quinteto se decidió a proponer un guiño a
sus fans más veteranos apostando por dos piezas de su segundo trabajo “Wakig
The Fallen” de 2003, un apoteósico “Chapter Four”, que provocó un impresionante
estallido de júbilo entre los seguidores de las primeras filas, y la
arrolladora “Unholy Confessions”, que convirtió el reciento en un karaoke
multitudinario transformando el final del concierto en una auténtica
celebración roquera.
Aunque los más
veteranos se empecinen en no dar bola al quinteto americano, y a tratarlos como
un grupo de consumo para adolescentes, lo cierto es que Avenged Sevenfold
demostraron tener la actitud y los temas necesarios para hacerse un hueco en el
olimpo del metal. Seguramente sus composiciones nunca podrán compararse con las
de los grandes buques insignias de la década de los 80 y los 90, pero viendo el
triste panorama de la escena actual la verdad es que se agradece que todavía
haya bandas emergentes que apuesten por el espectáculo y no solo se limiten a
tocar sus composiciones.
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