Lamentablemente en
el negocio de la música la calidad de
los grupos no siempre se corresponde con la afluencia de
público que acude a sus conciertos. Aunque cada vez es mayor el seguimiento de
la denominada corriente progresiva, lo cierto es que esta escena, salvo contadas y muy reconocidas excepciones, sigue
siendo un territorio reservado para músicos, oídos inquietos, y estudiosos de
la escena que, hartos de tanta mediocridad, buscan enriquecerse con nuevas y
excitantes experiencias sonoras. En esta
ocasión, una fría noche de miércoles del mes de diciembre, el marco
escogido para la presentación de estas formaciones tan, a priori, diferentes
era la sala pequeña del Razzmatazz. El cartel estaba compuesto por tres bandas
que representaban un amplio abanico estilístico, y a las que unía su espíritu
innovador y progresivo.
Los encargados de
abrir la velada fueron los andorranos
Nami, una de las formaciones más importantes del principado, que se acercaron
hasta tierras catalanas para ofrecernos un suculento bocado de su segundo
trabajo “The Eternal Light Of the Unconscious Mind”. Los americanos Scale The
Summit, serían los encargados de recoger el testigo con su rock virtuoso y
progresivo a partes iguales. Mientras que los encargados de poner el colofón, a
esta prometedora velada, serían los angelinos Intronaut, que con la edición de
su cuarto trabajo “Habitual Leviatations (Instilling Words With Tones)”, han
conseguido asomar la cabeza entre los medios especializados. Juntas, las tres
bandas conformaban un cartel redondo y heterogéneo que estaba marcado en rojo en el calendario
de todos los aficionados a este estilo.
Aunque un pequeño retraso hizo demorar ligeramente la apertura de puertas del
local, lo cierto es que cuando pasaban pocos minutos de las 8 de la tarde
saltaban sobre las tablas los andorranos Nami. Avalados por una puesta en
escena sencilla y sobria, los de Andorra La Vella asaltaron el pequeño escenario
de un Razzmatazz 3 a medio gas al son del delicado ritmo instrumental de
“Awakening From Lethargy”, todo un alarde
de sutileza y preciosismo que se convirtió en el preámbulo perfecto para
el vendaval sonoro que se nos venía encima de manos de piezas como “The
Beholders”, con la que certificaron que
venían dispuestos a arrasar con todo a su paso, descargando su conciso y
rabioso death metal repleto de pinceladas progresivas.
La primera parte del show de Nami estuvo marcada por el material de su debut “Fragile Alignmenths” de 2011 del que descargaron piezas como “The Growing (Earth)”, en la que destacó su guitarrista Filipe Baldaia, o la poderosa “The Inner Man: Materia”, en la que el quinteto nos ofreció su cara más agresiva, posicionándose al filo del escenario mientras machacaban sin compasión sus instrumentos. Tras el arrollador clímax metálico alcanzado, llegaba el momento de destensar mínimamente el ambiente con las atmosferas más calmadas e introspectivas de “Bless Of Faintness”, en la que Roger Andreu nos sorprendió con sus camaleónicos cambios de registro, para que posteriormente fueran sus compañeros quienes nos transportasen a través del tsunami de intensidad y emociones contenido en el trepidante “Silent Mouth”.
La primera parte del show de Nami estuvo marcada por el material de su debut “Fragile Alignmenths” de 2011 del que descargaron piezas como “The Growing (Earth)”, en la que destacó su guitarrista Filipe Baldaia, o la poderosa “The Inner Man: Materia”, en la que el quinteto nos ofreció su cara más agresiva, posicionándose al filo del escenario mientras machacaban sin compasión sus instrumentos. Tras el arrollador clímax metálico alcanzado, llegaba el momento de destensar mínimamente el ambiente con las atmosferas más calmadas e introspectivas de “Bless Of Faintness”, en la que Roger Andreu nos sorprendió con sus camaleónicos cambios de registro, para que posteriormente fueran sus compañeros quienes nos transportasen a través del tsunami de intensidad y emociones contenido en el trepidante “Silent Mouth”.
La encargada de
cerrar la actuación del combo andorrano fue la más densa y rotunda “Ariadna”,
en la que volvieron a ofrecernos una nueva colección de cambios y atmosferas,
predominando los registros limpios sobre los guturales. Pese a ser los
representantes de los sonidos más crudos y agresivos del cartel de esta noche,
Nami demostraron tener una propuesta cuidada y convincente con la que
consiguieron dejar una magnifica impresión entre los asistentes.
Tras una espera
algo más larga de lo habitual, llegaba el turno del primero de los platos
fuertes de la noche Scale The Summit. De hecho, algunos de los asistentes
habían acudido atraídos por la original propuesta que practica el cuarteto de Houston. Aunque
debo reconocer que no soy seguidor de las formaciones instrumentales, la verdad
es que lo que nos ofrecieron estos cuatro "músicazos", (con sus caras
de buenos chicos, y de no haber roto un plato en su vida), fue una autentica
orgía de técnica, precisión y virtuosismo. Un ejercicio de perfecta sincronía y
ejecución que consiguió dejar con la boca abierta, y sin pestañear a toda la
sala. Y todo gracias a la magistral forma de tocar su instrumento de Chris
Letchford, que con su extraña guitarra de 7 cuerdas consiguió hacer las
delicias de todos los presentes.
Pese a que los
americanos tienen una carrera muy interesante a sus espaldas, la verdad es que
el cuarteto no es excesivamente conocido por estos lares, de modo que algunos
de los asistentes se llevaron una
gratísima sorpresa con su descarga. Con un escueto “Buenas Noches”, daba arranque
la actuación de Scale The Summit, con la ampulosa y cambiante “Odyssey”, que
nos transportaba al universo sonoro de los Texanos, imbuyéndonos de lleno en
ese viaje a través de diferentes parajes y ambientaciones que denotan el amplio
potencial de la banda, a la vez que Chris Letchford nos obsequiaba con sus
trepidantes carreras sobre el mástil de su guitarra sin clavijero,
ofreciéndonos todo un derroche de elegancia, técnica y virtuosismo. Aunque la
electricidad, y los cambios inesperados son parte fundamental del sonido del
cuarteto yankee, lo cierto es que el combo también supo mostrarnos su faceta
más sensible y delicada en temas como “Altas Novus”, que contrastó vivamente
con las furiosas acometidas multi rítmicas de “Whales”, que se convirtió en una
de las piezas más celebradas de la noche.
Tampoco faltaron
los pasajes más atmosféricos y envolventes, con ambos guitarristas repitiendo
de forma clónica hipnóticas armonías, en el inicio de la volátil “The
Levitated”, o los remansos idílicos de la majestuosa “The Great Plains”, una
pieza en la que parece intuirse la influencia del gran maestro Joe Satriani.
Otro de los momentos más vibrantes y
destacados de la actuación del cuarteto llegó durante la interpretación de una
de las mejores piezas de su cuarto y
último trabajo “The Migration”, el zigzagueante “The Olive Tree”, todo
un dispendio de imaginación y feeling con el que la banda se embarcó en un
seductor viaje que nos transportó a otra dimensión, gracias a sus guitarras envolventes y psicodélicas, y a los sugerentes dibujos de Mark Michell,
que con su bajo de seis cuerdas cuajó una actuación realmente remarcable.
Como si de un viaje
a través de las atmosferas cambiantes y las armonías imposibles se tratase el tramo final de la actuación del cuarteto
estuvo marcado por una doble ración de
su última entrega discográfica, la compacta “Narrow Salient”, que nos acercó la
faceta más contundente y agresiva de la formación, demostrando que saben
conjugar a la perfección técnica y potencia, mientras que la encargada de dar
carpetazo a su escueta actuación fue “The Traveler” con unas rotundas y
fulgurantes subidas de intensidad que convirtieron el tema en una oda de
dimensiones épicas. Aunque quizás Scale The Summit, no tengan la potencia
arrolladora de Nami, ni la capacidad de crear paisajes tan grises y decadentes como
Intronaut, lo cierto es que el combo de Houston se marcó una descarga realmente
destacable, consiguiendo reclamar la atención de todos los presentes de cara a
futuras visitas.
Y por fin llegaba
el momento de los cabezas de cartel de la velada, los californianos Intronaut.
La formación de Los Angeles ha sabido ir creciendo poco a poco, superándose
disco a disco, hasta conseguir un estatus que les ha permitido descargar en algunos de los festivales más
importantes y reconocidos a ambos lados del
Atlántico. Aunque evidentemente la propuesta del cuarteto está
plenamente enmarcada dentro del panorama progresivo, la verdad es que a la hora
de poner etiquetas a su sonido, la banda se muestra totalmente abierta a
introducirse, sin ninguna clase de complejos, en territorios más propios del
post-rock, el jazz, e incluso el Djent, consiguiendo que su heterogéneo sonido
se convierta en un crisol en el que confluyen todas las influencias de
sus componentes. Además, la descarga del
cuarteto no se limitó únicamente al aspecto musical, ya que durante su
actuación se fueron sucediendo una serie de introducciones y proyecciones que
dieron al espectáculo las prestaciones
de una “performance”.
Con el
escenario sumido en la más absoluta oscuridad, y mientras un gran telón,
situado en la parte trasera del escenario, servía para recoger las imágenes
proyectadas, arrancaba la actuación del cuarteto americano con uno de los
cortes más largos y complejos de su última entrega discográfica, el single
“Milk Leg”, proponiéndonos una incesante sucesión de ritmos y ambientaciones,
creando un paisaje sonoro en el que destacó, por encima de sus compañeros, la
gran labor del bajista Joe Lester.
Durante toda la actuación, el combo
americano se mostró un tanto distante y
parco en palabras a la hora de presentar sus composiciones, dejando que sus
temas hablaran por ellos. De modo que las atmósferas densas y envolventes, capaces de crear esos
parajes opresivos y angustiosos, fueron las encargadas de introducirnos en el intimismo reflexivo de
“Above”, rescatada de su anterior
trabajo de 2010 “Valley Of Smoke”, mientras las proyecciones nos hacían viajar
a toda velocidad, (siguiendo el endiablado ritmo de la batería de Danny Walker),
a través de un oscuro túnel que parecía no tener fin.
Aunque habrá
quienes puedan tachar la descarga de Intronaut como un tanto fría y distante,
lo cierto es que el cuarteto de Los Angeles se mostró muy sobrio y concentrado a la hora de ofrecernos sus máximas
prestaciones, especialmente a la hora de
encarar cortes como la densa y tétrica
“Sore Sight For Eyes”, en la que las guitarras alcanzaron un notable
nivel de intensidad y saturación, mientras que las envolventes líneas vocales
nos proponían un curioso guiño hacia el sonido grunge de mediados de la década
de los 90. Tampoco quisieron dejarse en el tintero números más rocosos y
arrolladores como el novedoso “Harmonomicon”, en el que la batería volvió a ser
el motor conductor, dando al corte un sugerente e hipnótico aroma tribal, que
se vio reforzado por las imágenes de esqueletos danzando.
Fue a partir de
este instante cuando la actuación del cuarteto americano entró en una notable
senda ascendente, gracias al rescate de
algunos temas más antiguos como “Cavernous Den Of Shame”, con ambos
guitarristas repartiéndose las labores vocales en un rotundo ejercicio de
brutalidad y distorsión ilimitada que convirtió el tema en uno de los momentos más vibrantes y poderosos
de su actuación. El retorno a su último plástico estuvo marcado por el
“hipnotismo sabático” que aportan las guitarras de la cambiante “Steps”, durante la que las voces
limpias se alternaron con unos elegantes arpegios de guitarra, haciéndonos
viajar a esos tranquilos remansos idílicos que nos conducirían a través de unos
desarrollos extensos e imaginativos, convirtiendo el tema en un ejercicio de
ácida improvisación.
Sin proponer ninguna ruptura drástica con la
ambientación creada, pero concediendo unas mayores cuotas de protagonismo a la
percusión, arrancaba de forma sutil “The Way Down”, que iría creciendo progresivamente hasta convertirse
en un uptempo cargado de psicodelia
progresiva, abocándonos hacia
un final crudo y afilado. Una nueva introducción, en esta ocasión en forma de canto gregoriano, sería la
encargada de dar el pistoletazo de salida a la última pieza de la noche “The
Literal Black Cloud”, una obra de pura magia y experimentación que sirvió para
facturar una pieza en la que el cuarteto supo fusionar su peculiar estilo con
algunas pinceladas casi jazzísticas, para acabar dando un último giro a la
composición gracias a un extenso número de percusión que sirvió para poner el
punto final a su descarga.
Aunque en ocasiones
resulta difícil mantener el nivel de intensidad durante mucho tiempo, lo cierto
es que para una formación que ha editado cuatro álbumes de estudio, amén de
algunos Eps, un concierto de tan solo ocho temas se me antoja bastante corto.
Nadie que presenciara la descarga de Intranaut en Barcelona podrá poner ninguna
pega al nivel técnico de la formación, sin embargo un poco más de entrega e
interacción con la audiencia hubieran sido cruciales para que el concierto
tuviera un clima más cálido y animado. En cualquier caso, todos los que
asistimos a la triple descarga de esta noche salimos satisfechos del recinto, y siendo plenamente conscientes
de haber presenciado la descarga de tres de las bandas con más futuro y
proyección dentro de la actual escena
progresiva.
TEXTO:ALFONSO DIAZ
FOTOS:CARLOS OLIVER
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