Afortunadamente a día de hoy todavía hay cosas que permanecen inalterables al inexorable paso del tiempo. Domingo de reencuentros entre viejos amigos. Risas, abrazos, cervezas, jeans, camisetas negras y chupas de cuero en las inmediaciones del Razzmatazz2. Un nutrido escuadrón de metaleros forma cola a las puertas del recinto. Este cúmulo de señales eran signos inequívocos de que una leyenda viva del heavy metal descargaba esta noche en la Ciudad Condal.
Pese a sus habituales visitas a
nuestro país resulta evidente el fuerte arraigo y tirón que sigue conservando
el mítico Udo Dirkscheneider. No en vano el carismático vocalista ha consagrado
toda su vida al heavy metal. Ya fuera en su anterior etapa al frente de los
clásicos Accept, o en su posterior andadura liderando su propia banda, su
característica y cortante voz ha sido responsable de aunar el sentimiento y la
actitud de una legión de metaleros
alrededor del mundo interpretando
algunos himnos que merecen un lugar de privilegio dentro de cualquier antología
del heavy metal.
La excusa para esta nueva visita
de la banda del diminuto vocalista era la presentación de su más reciente
trabajo “Steelhammer”, una rotunda colección de himnos metaleros que continúan
manteniendo intacto el legado y la personalidad de un personaje querido e
incombustible. Como aliciente añadido para este nuevo periplo contábamos con la
aparición estelar de una de los máximos defensores de la fe metálica Primal
Fear, quienes con un nuevo trabajo bajo el brazo “Delivering The Black”, venían
dispuestos a disputarle el estrellato al protagonista de la noche. Para
calentar el ambiente, previo desembarco de ambas escuadras teutonas, contábamos
con los marchosos Bullet, quienes ya nos visitaron hace unos meses y que
continúan engordando su lista de seguidores a base de unos directos potentes y explosivos
en los que convergen el clasicismo de Accept y la electricidad contagiosa de Ac Dc. Mientras que los encargados de la ingrata tarea de abrir
la velada eran unos ilustres veteranos,
los alemanes Messenger.
A pesar de que la hora prevista
para el inicio de las actuaciones invitaba más a un segundo café que a la
primera cerveza de la tarde, lo cierto es que un inoportuno contratiempo hizo
demorar notablemente la apertura de puertas del recinto, con el consiguiente
retraso en el inicio de las actuaciones.
Así que los primeros grupos de la tarde
se vieron obligados a recortar sensiblemente el repertorio que tenían previsto
ofrecernos.
Ante una sala en la que todavía
continuaba entrando el personal, los primeros en tomar el escenario fueron Messenger. El veterano quinteto alemán,
liderado por el guitarrista Patrick Deckarm, saltaba precedido de una larga introducción,
-en la que un extraño astronauta apareció en escena fumigando el escenario
hasta dejarlo cubierto de humo-, para abrir su descarga con un trepidante
“Raiders Of Galaxy”, ofreciéndonos una buena muestra de su heavy metal de corte
clásico. Respaldados por una cuidada puesta en escena, el quinteto alemán se
mostró muy confiado en su propuesta, destacando especialmente su vocalista Siegfried
SchüBler quien, ataviado de forma futurista y fuertemente aferrado a su bastón
de mando, nos ofreció una teatral interpretación del efectivo “The Spectre”,
con el que consiguieron hacer rugir con fuerza a los más madrugadores.
Durante el poco tiempo de que
dispuso el quinteto sobre las tablas, Messenger se centraron, casi de forma
exclusiva, en las composiciones que integran su última obra conceptual “Starwolf-PT. 1: The Messengers”,
concentrándose en atacar de forma rotunda y certera temas como el épico “Salvation”, con el que
consiguieron conectar con el respetable, gracias al excelente trabajo de
SchüBler. La encargada de poner el cierre a su brevísima actuación fue “The
Dragonships”, extraída de su anterior trabajo “See You In Hell”, que con sus
aires más melódicos y sus pinceladas de corte folk-metalero consiguió poner a todos los
presentes a dar palmas.
Fueron tan sólo cuatro temas los
que nos ofrecieron estos ilustres metaleros de Neunkirchen, pero fueron
suficientes para poder apreciar las tablas, la entrega y la profesionalidad de
una banda que lleva más de dos décadas en la brecha.
A medida que iba avanzando la
tarde el ambiente en la Razz2 se iba caldeando, lo que nos hacía presagiar que
finalmente la sala presentaría una muy buena entrada. Con un recinto ya muy
concurrido, cuando faltaban escasos minutos para las 19 horas, una delicada
introducción acústica se nos presentaba como la idílica calma que precede a la
tormenta. Una tormenta de watios y actitud metalera que se desató definitivamente cuando empezaron
a rugir las guitarras que marcaban el eléctrico arranque de “Midnight Oil”, que fue
el elegido para dar por inaugurada la trepidante descarga del combo sueco.
Aunque he de confesar que los discos de Bullet no me acaban de convencer, en directo la banda es una auténtica bomba de
relojería, exhibiendo una actitud envidiable con la que consiguen enganchar al
público con temas como el fiestero “Rush Hour”, que puso a toda la sala a saltar mientras cantaba
su pegadizo estribillo. Y es que las descargas del combo sueco son como un
viaje a los años 80, pero no solo por su sonido, sino también por su estética:
chupas de cuero, tachas, jeans ajustados y melenas alborotadas, todo ello
aderezado por unos temas directos y pegadizos, como el adrenalítico “Turn It Up
Loud”, o el crujiente medio tiempo “Rolling Home”, en el que pudimos apreciar
ese inconfundible aroma bluesero que emanaba de la cálida guitarra de un
siempre sonriente Hampus Klang.
Como ya sucediera en sus
anteriores descargas en nuestro país, tras una primera remesa de temas, el
quinteto sueco abandonaba el escenario para, tras una pequeña pausa, retomar el ambiente festivo con un arrollador
“Pay The Price”, que nuevamente ponía a todos los presentes a cantar, creando
un ambiente de comunión total entre banda y público ante la atónita mirada de
un sorprendido Dag Hell Hofer. Con toda la sala en estado de ebullición, los
suecos no quisieron que el ambiente festivo decayese, así que la siguiente en
hacer acto de presencia fue “Dusk Till Dawn”, que nos sirvió a todos para
seguir afinando nuestras gargantas mientras Gustav Hjortsjö machacaba sin piedad
su castigado kit de batería. A pesar del innegable talento de los suecos a la
hora de facturar esos trallazos directos
y arrolladores, lo cierto es que la dupla formada por Hampus Klang y Alexander Lyrbo,
también tuvo tiempo para dejarnos una buena muestra de su calidad como
instrumentistas durante el extenso desarrollo de la coreadísima “Stay Wild”, redondeando
una pieza que ya se ha convertido en uno de los temas bandera para los
seguidores de la formación sueca.
Tras una nueva fugaz desaparición
de los músicos, llegaba el momento del tercer y último asalto del quinteto, para
noquearnos definitivamente ofreciéndonos una eléctrica y arrolladora recta
final, poniendo toda la carne en el asador y apostando todo su potencial en la
pieza que daba título a su anterior trabajo “Highway Pirates”, una nueva
demostración de su aplastante poder metálico, que acabaría dejando paso a la
celebradísima “Bite The Bullet”, con la que nos ofrecieron un final apoteósico,
con los músicos levantando sus instrumentos al aire para dejarnos ver las
palabras que forman el título de la pieza de clausura. Sin duda los suecos son
el claro ejemplo de una banda que ha decidido apostar por la carretera, y esas
tablas, esa potencia y esa actitud están haciendo que la banda este ahora recogiendo los frutos
de tanto esfuerzo, trabajo y dedicación. ¡Simplemente arrolladores!
Una vez concluidas las descargas
de Messenger y Bullet, y con la sala repleta de hambrientos metaleros, por fin
llegaba el momento del primer plato fuerte de la noche, la actuación de Primal
Fear. El quinteto liderado por el fornido vocalista Ralf Scheepers y el
carismático bajista Mat Sinner siempre ha sido un claro ejemplo de fidelidad,
coherencia y dedicación a un estilo y una forma de hacer heavy metal muy clásica
y determinada. Está actitud y una excelsa producción en la que podemos
encontrar una buena colección de grandes himnos les ha valido para ganarse el
respeto y la admiración de la comunidad metalera, hasta el punto de que a día
de hoy son considerados como una de las grandes instituciones dentro del heavy metal
europeo. Ante tales expectativas, y después de la brutal descarga de los suecos
Bullet, resultaba evidente que había muchísima expectación ante esta nueva visita del quinteto alemán, pero en
honor a la verdad hay que decir que, pese a ser una buena actuación, quizás su
show se quedó un poco por debajo de las enormes expectativas creadas.
Una espera excesivamente larga
tras la actuación de Bullet, y un arranque abortado cuando la intro estaba ya sonando
a través del P.A.,- a causa de unos inoportunos problemas con la batería-,
hicieron que el arranque del show de Primal Fear, se demorará diez minutos más.
Así que la entrada del quinteto con el clásico "Final Embrace", no
fue tan eléctrica y abrumadora como nos hubiera gustado. Tampoco ayudo en
exceso una ecualización inicial bastante embarullada. Pese a ello, la banda fue
recibida de forma muy calurosa por sus incondicionales, y rápidamente supieron sobreponerse a un deslavazado inicio
tirando de experiencia y tablas,
poniendo toda la carne en el asador para ofrecernos sus mejores
prestaciones al atacar la novedosa "Alive & On Fire", con toda la
banda apoyando al máximo a Scheepers en los coros, a la vez que el “repescado”
Tom Naumann paseaba la cámara instalada en el clavijero de su guitarra sobre las
primeras filas.
Una vez salvado con éxito el
inoportuno escollo inicial, llegaba el momento de los saludos a sus seguidores,
para rápidamente seguir desgranando cortes como el apocalíptico "Nuclear
Fire", que no hizo más que incrementar la temperatura de una sala que,
ahora sí, parecía un auténtico hervidero, apoyando al máximo a los alemanes
mientras ambos guitarristas y un participativo Mat Sinner ocupaban el centro
del escenario relegando a Scheepers a un segundo plano. A diferencia de lo que
suele ocurrir con otros cantantes del género, la voz del titánico vocalista
continúa sonando igual de agresiva y poderosa que antaño, de hecho me atrevería
a decir que con el paso de los años ha ido ganando en texturas y matices, como demostró a la hora de encarar temas más
melódicos como el novedoso " One Night In December", que nos dejó un
atmosférico y extenso desarrollo intermedio, protagonizado por ambos
guitarristas, para acabar desembocando en un final en plan épico con el vocalista estirando al máximo sus
agudos para conseguir arrancar una de las mayores ovaciones de la noche.
Con la audiencia expectante, y
con la banda completamente desatada, era la brutal acometida del batería Randy Black la encargada de dar el pistoletazo
de salida a la pieza que prestaba nombre a su anterior entrega
"Unbreakable", con el
vocalista nuevamente acaparando todas las miradas mientras nos ofrecía
una nueva colección de sus incendiarios agudos. Tampoco quisieron las águilas alemanas
dejar pasar la ocasión de presentarnos como
es debido el tema de su último video "When Death Comes Knocking", que
fue calurosamente recibido, para posteriormente atacarnos frontalmente con la
pieza que les puso en el mapa en aquel lejano 1998, un demoledor
"Chainbreaker", que a base de velocidad y potencia metalera convirtió
la pista en una auténtica olla a presión.
Durante toda la actuación la banda al completo
se mostró muy cercana y simpática, saludando desde el escenario en repetidas
ocasiones, y repartiendo púas constantemente entre las primeras filas, y es que
el ambiente de hermandad que saben crear
los alemanes con su público es más que remarcable, de modo que el respetable
respondió coreando el nombre de la banda en repetidas ocasiones. La recta final
de la actuación del poderoso combo teutón estuvo marcada por una emotiva
"Fighting The Darkness", en la que el vocalista cedió gran parte del
protagonismo a sus compañeros, especialmente al bajista Mat Sinner que tiró de
galones para reclamar efusivamente el apoyo del respetable al embarcarse la
banda en un extenso desarrollo intermedio.
Una demoledora "Bad Boys
Wear Black", que a modo de declaración de intenciones se acabó convirtiendo
en una de las piezas más aclamadas de la noche, acabaría dejando paso, a
petición popular, al último proyectil del bombardero alemán un colosal y
explosivo "Metal Is Forever", que contó con la presencia de dos niños
haciendo headbanging sobre el escenario, y con el que consiguieron poner
literalmente la sala patas arriba, demostrando el gran tirón y el enorme carisma
que todavía conservan los miembros de la formación alemana. Quizás la de esta
noche no fue su mejor actuación en Barcelona, pero resulta evidente la
experiencia, carisma y calidad de una banda que volvió a demostrar el por qué goza de un excelente estatus dentro
de la actual escena metálica europea.
Con el escenario engalanado con
un gran telón con la tipografía de la banda, y con el kit de batería oculto
tras unas lonas oscuras, la espera que precedió a la descarga del mítico
vocalista alemán fue realmente larga y tensa. En una sala prácticamente llena,
y con la gente ansiosa tomando posiciones en las proximidades del escenario, la
tensión previa al inicio del show podía palparse en el ambiente. De cara a este
nuevo periplo nacional, que concluía esta noche en la Ciudad Condal, el
veterano vocalista germano nos presentaba a su nueva dupla de guitarristas, el
finlandés Kasperi Heikkinen, y el ruso Andrey Smirnov, quienes junto al batería
Francesco Jovino y, su inseparable escudero, el bajista Fitty Wienhold
completaban la alineación que esta noche acompañaría al incombustible Udo
Dirskschneider.
Tras sonar como introducción el
clásico de los Beasty Boys “Fight For Your Right (To Party)”, la formación
asaltaba el escenario con el mismo tema
que abre su último trabajo “Steelhammer”, presentándonos a una banda compacta,
equilibrada y rotunda, que durante toda la noche sonó realmente impecable
capitaneados de forma magistral por un
Udo Dirkscheider que, pese al paso de los años, continua invariable,
fiel a su sonido y a su peculiar puesta en escena, ofreciéndonos esa
característica voz cortante y afilada que le ha convertido en todo un icono
para los seguidores del heavy metal. Con la sala en estado de éxtasis ante la
presencia de su héroe, y sin que la banda nos diera ni un segundo de tregua, el
show continuaba con otra pieza de nuevo cuño “King Of Mean”, con los miembros
de la banda intercambiando sonrisas y gestos de complicidad mientras el
vocalista se acercaba hasta el filo del escenario para pasar revista entre sus seguidores.
Pese a su edad, el vocalista
continua imprimiendo a sus actuaciones un ritmo realmente intenso y vertiginoso,
empalmando de forma consecutiva los temas, sometiendo a sus seguidores a base
de una contundente sucesión de esos portentosos medios tiempos, marca de la
casa, en los que tanto sus compañeros, como el propio público, se convierten en
parte fundamental del show a la hora de acompañar y apoyar en los rotundos estribillos de temas clásicos
como “Future Land”, que fue el encargado de marcar la primera mirada a su
primera etapa en solitario, para rápidamente
regresar sobre su ultimo plástico para regalarnos un atronador y áspero “Cry Of Nation”, con el que consiguió arrancar
las palmas de apoyo de una audiencia muy entregada y participativa.
Durante todo el show, la banda
que acompaña al mítico vocalista hizo un trabajo realmente excepcional, sonando
muy potentes y perfectamente conjuntados,
mención especial merece la labor de ambos guitarrista, quienes se
repartieron de forma equitativa las labores solistas de la mayoría de las
composiciones. Aunque personalmente destacaría la soberbia actuación del ruso
Andrey Smirnov. Sin levantar el pie del acelerador, la formación fue encadenando
de forma progresiva temas como “Heart Of Gold”, o el mítico “They Want War”,
rescatado del primer álbum en solitario del vocalista, que convirtió la sala en
un clamor coreando el estribillo mientras Udo dirigía complacido el cotarro
ante el éxtasis de sus incondicionales, consiguiendo así crear ese clímax
desbordante de emoción y energía que solo saben crear los artistas
verdaderamente grandes.
Las encargadas de proseguir con
la actuación serían otro par de perlas extraídas de su más reciente entrega
discográfica “Steelhammer”, el portentoso “Never Cross My Way”, y la
coreadísima “Basta Ya”, que el vocalista ha tenido el detalle de incluir en sus
conciertos en nuestro país, y durante la que Udo nos mostró sus dotes para
defenderse en el idioma de Cervantes. A pesar del excelso protagonismo del que
disfrutó su actual entrega, el vocalista no quiso dejarse en el tintero algunos
de los clásicos preferidos entre sus fans más veteranos, recuperando para la
ocasión cortes como el intenso “In The Darkness”, con una fantástica aportación
a cargo de Kasperi Heirkkinen, o el contagioso “No Limits”, para acabar
rematando esta colosal tripleta con un apoteósico “Mean Machine”, que fue el
elegido para que ambos guitarristas se
batieran en una intensa contienda, mientras el vocalista permanecía apoyado en
su fiel escudero Fitty Wienhold mirando sonriente a las primeras filas.
Un escueto, pero dinámico, solo
de batería a cargo de Francesco Jovino sería el encargado de introducirnos en
una vibrante recta final, con el vocalista gritando un rotundo “Are You Ready
For Metal?”, antes de encarar el último tema de su más reciente entrega
discográfica, un demoledor “Metal Machine” que, por si alguien tenía alguna
duda, ratificaba la plena vigencia de un estilo y una forma de entender el
metal que sigue ahora más vigente que nunca en pleno siglo XXI. Una nueva
mirada a su debut de manos de “Go Back To Hell”, se nos presentaba como el
preámbulo perfecto para cerrar esta primera parte del show con el explosivo
tema que daba título a su cuarto trabajo “Timebomb”, que serviría para que el
sexteto abandonara las tablas por primera vez envuelto en mar de aplausos,
canticos y voces que coreaban incansablemente el nombre de la banda.
Pese a que el vocalista tiene una
larga y dilatada carrera como artista en solitario, Udo es consciente de que
gran parte de su carisma y su popularidad se lo debe a su anterior etapa al
frente de los míticos Accept, de forma que todos sabíamos que los bises de esta noche iban a estar marcados por algunas
de las composiciones más clásicas y conocidas de la icónica formación teutona.
Con el vocalista irrumpiendo en el escenario señalándose el reloj, arrancaban
los bises al ritmo del contagioso “Metal Heart”, provocando la hilaridad entre
las filas de un público rendido, que no paró ni un segundo de cantar y corear
cada nota y cada estribillo de la canción. Pero si arrollador había sido el
arranque de los bises, la sala explotaría definitivamente al reconocer el
respetable los primeros compases del clásico “Balls To The Wall”, que acabaría
dejando paso a un coreadísimo “I´m A Rebel”, con toda la sala convertida en un
clamor mientras un mar de puños se alzaban para corear el pegadizo estribillo
de este himno inmortal del heavy metal. Y cuando parecía que la fiesta había
llegado a su fin, todavía tuvimos tiempo de entonar, a petición del propio Fitty,
un multitudinario cumpleaños feliz, antes de que la banda nos asestara el golpe
definitivo con un demandadísimo “Fast As A Shark”, todo un himno inmortal que, a
la postre, se acabaría convirtiendo en el broche perfecto para una autentica y
genuina descarga del mejor heavy metal.
En resumen, fantástica
tarde-noche de heavy metal en la Ciudad Condal. Una velada de altos vuelos que
se vio culminada por la arrolladora descarga de Udo Dirkschneider quien, al
frente de una fantástica formación, volvió a demostrar la plena vigencia de un
estilo y una forma de entender el heavy metal.
TEXTO:ALFONSO DIAZ
FOTOS:CARLOS OLIVER
TEXTO:ALFONSO DIAZ
FOTOS:CARLOS OLIVER
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