Los asturianos Warcry regresaban a la capital Catalana para presentar su más reciente entrega discográfica “Inmortal”. Desde su nacimiento la banda siempre ha sido la “criatura” de Víctor García, pero lejos de convertirse en un proyecto personal en el que el vocalista asumiera todo el protagonismo, la formación se ha ido transformando en un bloque sólido y compacto, que se ha consolidado con el paso de los años hasta alcanzar su máximo esplendor y madurez con la publicación de trabajos como “Alfa” (2011), o, el anteriormente citado, “Inmortal”.
Si ya en sus anteriores visitas a la Ciudad Condal la banda había dado una
buena muestra de su potencial y arraigo entre los seguidores catalanes, colgando el cartel de “No Hay Billetes”,
tanto en la sala mediana como en la grande del Razzmatazz, los asturianos fieles a su filosofía de seguir progresando y
escalando en su trayectoria se enfrentaban
al difícil reto que suponía trasladar
su espectáculo al incomparable
marco del Sant Jordi Club, un recinto únicamente al alcance de artistas
internacionales y que suele albergar las
giras de bandas como Dream Theater, Manowar o Alice Cooper. Aunque,
evidentemente, el recinto se quedó grande para acoger a las huestes
del quinteto asturiano, resulta encomiable la apuesta firme y
decidida de la formación por seguir
creciendo, intentando dar el máximo a sus seguidores, ofreciendo para ello un
espectáculo muy trabajado y realmente atractivo, que está al nivel de cualquier
banda internacional.
Para esta presentación en la Ciudad Condal la banda contó con una cuidada
escenografía consistente en unas lonas
laterales que, representando ser columnas, tenían inscritos unos caracteres a
modo de jeroglíficos egipcios, mostrando un diseño que encajaba a la
perfección con el “art-work” y la idea
artística de su último trabajo. También, al igual que sucediera durante la gira
de presentación de “Alfa”, colocaron una enorme pantalla en la parte trasera
del escenario sobre la que se irían
proyectando las diferentes imágenes que
acompañarían a cada una de las canciones de la noche.
Un escenario perfectamente engalanado, una legión de fieles incondicionales
esperando ansiosos la salida de su héroes, un efectivo juego de luces, un
sonido atronador y el marco excepcional
del Sant Jordi Club parecían ser variables
suficientes para que la descarga de Warcry en Barcelona se convirtiera en un rotundo
éxito. Como viene siendo habitual en sus últimas visitas, el quinteto volvió a
optar por presentarse solos ante sus seguidores, prescindiendo de bandas
invitadas y alargando su propio show hasta superar holgadamente las dos horas
de duración, con lo que la banda se aseguraba
que el grueso de sus seguidores quedara
plenamente satisfecho con el espectáculo recibido.
A las nueve de la noche, con puntualidad inglesa, se apagan las luces del
reciento y una grandilocuente introducción captaba nuestra atención
haciéndonos fijar la mirada en la gran
pantalla trasera. Por ella fueron desfilando imágenes de todos los miembros de
la banda ante el alboroto y el jolgorio generalizado de una audiencia ya
plenamente imbuida en la vorágine de la
descarga. Un amplísimo escenario, en el que destacaban dos tarimas, (la de la batería y la de los
teclados), se convertiría en el campo de batalla para los miembros de un
quinteto que salió a escena muy motivado y enchufado, dispuesto a comerse al
respetable, mostrando todo su potencial desde el arranque del show,
respaldándose para ello en la pieza de
apertura de su última obra, el hímnico “Quiero Oírte”. El último en hacer acto
de presencia, como no podía ser de otra forma, fue el carismático vocalista
Víctor García quien, tras adoptar su clásica pose escénica, empezó a inundar el
recinto con su portentosa y
característica voz. Desde los primeros compases del show se pudo observar la
buena sintonía y la gran conexión que el vocalista tiene con su público, y
desde el mismo arranque, pero muy especialmente con la llegada de “La última
Esperanza”, pudimos ver como un público fiel y muy participativo parecía
dispuesto a ser parte importante y protagonista del espectáculo, ya fuera
cantando incansablemente los estribillos o respondiendo rápidamente a las
continuas demandas de Víctor a la hora de
acompañar con palmas.
A lo largo de toda la descarga los miembros de la banda se mostraron
especialmente activos, principalmente Roberto García y Pablo García, quienes no
pararon de intercambiar sus posiciones e interactuar con las primeras filas, consiguiendo crear un
clima de hermandad y camaradería que se vio potenciado con la llegada de temas
como el rotundo “Venganza”, con la letra
del corte proyectada sobre la pantalla, mientras el escenario quedaba inundado
por una intensa luz rojiza. La primera mirada a su anterior trabajo “Alfa”,
estuvo marcada por “La Muerte De Un Sueño”, protagonizada por un inicio lento y
envolvente, gentileza de los teclados de Santi Novoa, para que posteriormente la banda al completo nos
sumergiera de lleno en una rotunda demostración de poderío metálico que
arrastraría irremediablemente a todos los presentes a una intensa sesión de
“headbanging”, convirtiendo el tema en el primer punto álgido de la noche.
Pese a que la banda, en esta ocasión, no contó con el concurso de coristas
de apoyo, lo cierto es que el público supo llenar ese hueco, mostrándose implacable a la hora de acompañar
himnos tan arrolladores y rotundos como “Contra El Viento”, que fue el elegido
por Pablo para dejarnos una buena muestra de su técnica como solista, lo que
acabaría valiéndole una rotunda ovación. Sin abandonar su trabajo de 2005
“¿Dónde Está La Luz?”, el siguiente en sonar fue “Perdido”, recibido como uno
de los verdaderos clásicos de su trayectoria, con Víctor completamente
silenciado por el atronador rugido de un
público que cantó intensamente cada una de las estrofas del tema. Y es
que durante toda la velada la banda supo crear momentos realmente mágicos, con
los que consiguieron que a muchos de los presentes se nos pusiera el bello de
punta, como sucedió durante la interpretación del crudo y desgarrador
“Cobarde”, un rotundo alegato contra la violencia de genero que se vio
secundado por la voz de todos los presentes y por las proyecciones de esos
tristes y, por desgracia, habituales titulares de prensa que hablan del
resultado de la sinrazón humana.
La encargada de volver a centrar nuestro objetivo en la actualidad de la
banda fue el eléctrico “Siempre”, con el que los asturianos consiguieron
mantener el ambiente y la intensidad del
show. Hay que remarcar que el
quinteto demostró una confianza ciega en
sus últimos lanzamientos discográficos, ya que gran parte del repertorio estuvo
centrado en el material de su más reciente trabajo y en el de su antecesor
“Alfa”. Consumido un primer tramo de concierto realmente fulgurante y
arrollador, durante el que la banda puso toda la carne en el asador
consiguiendo llevar al éxtasis a sus seguidores, por fin llegaba el momento de
tomarse un ligero respiro para atemperar los ánimos de la tropa, siendo la
elegida para hacernos recobrar el aliento “Coraje”, toda una muestra de
elegancia y sutileza que quedó rubricada
por la distinción de Víctor a la hora de atacar la letra, y por la delicadeza y
buen gusto que supo transmitir Pablo con su instrumento.
Tras una pequeña charla, y después de que Víctor nos hiciera calentar las
gargantas, llegaba la hora de otro de
los momentos cumbre de la noche, de manos de la pieza que abría su anterior
trabajo, un coreadísimo “Alma de Conquistador”, que nuevamente aunaba las voces
de todos los presentes para eclipsar a la del propio vocalista, que complacido
miraba desde el centro del escenario a sus seguidores mientras una sonrisa de
satisfacción se dibujaba en su rostro. Con banda y público en plena conexión, y
con la actuación de los asturianos convertida en una auténtica fiesta heavy
metalera, la euforia fue en aumento
gracias a la calurosa acogida que obtuvieron piezas como “Nuevo Mundo”, consagrada ya como
uno de esos clásicos que
está condenado a permanecer en el setlist de sus giras, o la
más novedosa y camaleónica “Como Un Mago”, que si bien no consiguió suscitar
tanto entusiasmo como su antecesora, sí que recibió una buena acogida, evidenciando el hondo calado que han tenido sus nuevas composiciones.
El buen rollo que siempre ha transmitido la banda en sus directos quedó plenamente plasmado en las diferentes charlas que, a modo de introducción, Víctor fue dando durante las presentaciones de los temas, sirviendo como preámbulo para momentos realmente emotivos, como durante la interpretación de “La Vieja Guardia”, que se convirtió en otro momento inolvidable para cualquier seguidor de la banda, ya que pudo ver desfilar ante sus ojos diferentes imágenes de la formación a lo largo de los últimos años junto a instantáneas de bandas clásicas como Judas Priest, Van Halen, Ac Dc o Scorpions. Una nueva introducción a cargo de los teclados nos abalanzarían de lleno sobre la intrépida cabalgada de la emocionante "Ardo Por Dentro", acompañada por imágenes llameantes y con el escenario cubriéndose de humo, logrando hacernos vibrar nuevamente.
El buen rollo que siempre ha transmitido la banda en sus directos quedó plenamente plasmado en las diferentes charlas que, a modo de introducción, Víctor fue dando durante las presentaciones de los temas, sirviendo como preámbulo para momentos realmente emotivos, como durante la interpretación de “La Vieja Guardia”, que se convirtió en otro momento inolvidable para cualquier seguidor de la banda, ya que pudo ver desfilar ante sus ojos diferentes imágenes de la formación a lo largo de los últimos años junto a instantáneas de bandas clásicas como Judas Priest, Van Halen, Ac Dc o Scorpions. Una nueva introducción a cargo de los teclados nos abalanzarían de lleno sobre la intrépida cabalgada de la emocionante "Ardo Por Dentro", acompañada por imágenes llameantes y con el escenario cubriéndose de humo, logrando hacernos vibrar nuevamente.
Sin tiempo para reponernos del poderoso impacto, el quinteto cambiaba
radicalmente de registro para dejar paso a una de las composiciones más
emotivas y melancólicas de la noche "El más triste Adiós",
rescatada de su álbum de 2006 "La
Quinta Esencia". Con el escenario completamente a oscuras, una penetrante voz se encargaba de darnos una
lección de historia al relatarnos el trágico destino del último gran maestre de la Orden del
Temple, Jacques de Molay, dejando paso a otro de los momentos cumbres de la
velada, "La Maldición Del Templario", una de las piezas más rotundas
y brillantes de "Inmortal", que brilló con luz propia dentro del show
demostrando su enorme potencial para convertirse, si no lo es ya, en un nuevo
clásico en la discografía de la banda.
Tras un nuevo parlamento, en el que el vocalista se mostró tremendamente
agradecido con nuestra presencia y con el apoyo tributado a la banda,
llegaba la hora de "Amistad",
que nos dejó la imagen de Víctor haciendo piña junto a sus compañeros transmitiendo un sentimiento de fraternidad que acabó contagiándose
a todos los presentes, que no dudaron
en aunar sus voces nuevamente. Aunque, a estas alturas, el concierto estaba ya
muy avanzado, Víctor demostró su
poderío vocal a la hora de embarcarse,
únicamente acompañado por los teclados,
en el arranque de "Un Poco De Fe", llevando su garganta al
límite encarando unos altísimos agudos, para que posteriormente se le sumarán
el resto de sus compañeros para dotar al tema de esa arrolladora intensidad de
la que está revestido, y en donde nuevamente volvería a brillar intensamente el
guitarrista Pablo García. Con toda la sala coreando el nombre del guitarrista,
llegaba el turno para la última de las piezas rescatadas de su más reciente
entrega, "Huelo El Miedo" que se convertiría en el preludio perfecto
para el clásico "Tu Mismo", con el que se desató la euforia
generalizada, con toda la sala cantando mientras Víctor nos invitaba a que hiciéramos nuestra la composición
rescatada de su segundo trabajo "El Sello De Los Tiempos", y que
serviría para que Warcry se retirarán en olor de multitudes hacia los camerinos
mientras la gente coreaba de forma ensordecedora el nombre de la banda.
Mucho se hizo derogar el quinteto en
su retorno sobre las tablas para rematar la faena facturando una rotunda
tripleta que estuvo compuesta por la épica de "El Guardián De Troya",
única licencia que la banda se permitió hacia "Alea Jacta Est"; un
apasionado "Devorando El Corazón", con la banda dándolo todo como si
el concierto acabara de comenzar, mientras que la pieza elegida para cerrar el
show de forma definitiva fue el himno por antonomasia de la formación
asturiana, el primerizo "Hoy Gano Yo", que convirtió el recinto en
una celebración absoluta, con los
miembros de la banda intercambiando bromas y muecas entre ellos, a la vez que
la euforia se desataba en la pista, consiguiendo cerrar el espectáculo por todo
lo alto, dejando a sus seguidores con un fantástico sabor de boca y a los músicos degustando el
embriagador sabor de una rotunda victoria.
Nada más acabar el show y tras el
habitual reparto de púas y baquetas, los
miembros de la banda bajaron al foso para saludar a sus seguidores,
desmarcándose de la actitud distante y altanera de otros músicos que acaban su
descarga y desaparecen entre bambalinas. Y
es que el triunfo de Warcry es la victoria del trabajo duro, el tesón y
la humildad de manos de una banda ambiciosa, pero que ha sabido mantener siempre los pies en el suelo, demostrando un gran
respeto y dedicación a lo más importante que, dejando a un lado la indudable
calidad de sus composiciones, es el apoyo de sus fieles seguidores.
TEXTO:ALFONSO DIAZ
FOTOS:CARLOS OLIVER
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