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miércoles, 26 de marzo de 2014

WARCRY-SANT JORDI CLUB-BCN-22-MAR-2014



Los asturianos Warcry regresaban a la capital Catalana para presentar su más reciente entrega discográfica “Inmortal”. Desde su nacimiento la banda siempre ha sido la “criatura” de Víctor García, pero lejos de convertirse en un proyecto personal en el que el vocalista asumiera todo el protagonismo, la formación se ha ido transformando en un bloque sólido y compacto,  que se ha consolidado con el paso de los años hasta alcanzar su máximo esplendor y madurez con la publicación de trabajos  como “Alfa” (2011),  o, el anteriormente citado, “Inmortal”.

Si ya en sus anteriores visitas a la Ciudad Condal la banda había dado una buena muestra de su potencial y arraigo entre los seguidores catalanes,  colgando el cartel de “No Hay Billetes”, tanto en la sala mediana como en la grande del Razzmatazz, los asturianos  fieles a su filosofía de seguir progresando y escalando en su trayectoria se enfrentaban  al difícil reto que suponía trasladar  su espectáculo  al incomparable marco del Sant Jordi Club, un recinto únicamente al alcance de artistas internacionales  y que suele albergar las giras de bandas como Dream Theater, Manowar o Alice Cooper. Aunque, evidentemente, el recinto se quedó grande para acoger  a las huestes  del quinteto asturiano, resulta encomiable la apuesta firme y decidida  de la formación por seguir creciendo, intentando dar el máximo a sus seguidores, ofreciendo para ello un espectáculo muy trabajado y realmente atractivo, que está al nivel de cualquier banda internacional.

Para esta presentación en la Ciudad Condal la banda contó con una cuidada escenografía  consistente en unas lonas laterales que, representando ser columnas, tenían inscritos unos caracteres a modo de jeroglíficos egipcios, mostrando un diseño que encajaba a la perfección  con el “art-work” y la idea artística de su último trabajo. También, al igual que sucediera durante la gira de presentación de “Alfa”, colocaron una enorme pantalla en la parte trasera del escenario sobre la que se  irían proyectando   las diferentes imágenes que acompañarían a cada una de las canciones de la noche.

Un escenario perfectamente engalanado, una legión de fieles incondicionales esperando ansiosos la salida de su héroes, un efectivo juego de luces, un sonido atronador  y el marco excepcional del Sant Jordi Club parecían ser variables  suficientes para que la descarga de Warcry  en Barcelona se convirtiera en un rotundo éxito. Como viene siendo habitual en sus últimas visitas, el quinteto volvió a optar  por presentarse solos  ante sus seguidores, prescindiendo de bandas invitadas y alargando su propio show hasta superar holgadamente las dos horas de duración, con lo que la banda se aseguraba  que el grueso de sus seguidores quedara  plenamente satisfecho con el espectáculo recibido.

A las nueve de la noche, con puntualidad inglesa, se apagan las luces del reciento y una grandilocuente introducción captaba nuestra atención haciéndonos  fijar la mirada en la gran pantalla trasera. Por ella fueron desfilando imágenes de todos los miembros de la banda ante el alboroto y el jolgorio generalizado de una audiencia ya plenamente imbuida  en la vorágine de la descarga. Un amplísimo escenario, en el que destacaban  dos tarimas, (la de la batería y la de los teclados), se convertiría en el campo de batalla para los miembros de un quinteto que salió a escena muy motivado y enchufado, dispuesto a comerse al respetable, mostrando todo su potencial desde el arranque del show, respaldándose para ello en  la pieza de apertura de su última obra, el hímnico “Quiero Oírte”. El último en hacer acto de presencia, como no podía ser de otra forma, fue el carismático vocalista Víctor García quien, tras adoptar su clásica pose escénica, empezó a inundar el recinto con su portentosa  y característica voz. Desde los primeros compases del show se pudo observar la buena sintonía y la gran conexión que el vocalista tiene con su público, y desde el mismo arranque, pero muy especialmente con la llegada de “La última Esperanza”, pudimos ver como un público fiel y muy participativo parecía dispuesto a ser parte importante y protagonista del espectáculo, ya fuera cantando incansablemente los estribillos o respondiendo rápidamente a las continuas demandas de Víctor a la hora de  acompañar con palmas.

A lo largo de toda la descarga los miembros de la banda se mostraron especialmente activos, principalmente Roberto García y Pablo García, quienes no pararon de intercambiar sus posiciones e interactuar  con las primeras filas, consiguiendo crear un clima de hermandad y camaradería que se vio potenciado con la llegada de temas como el rotundo “Venganza”,  con la letra del corte proyectada sobre la pantalla, mientras el escenario quedaba inundado por una intensa luz rojiza. La primera mirada a su anterior trabajo “Alfa”, estuvo marcada por “La Muerte De Un Sueño”, protagonizada por un inicio lento y envolvente, gentileza de los teclados de Santi Novoa, para que  posteriormente la banda al completo nos sumergiera de lleno en una rotunda demostración de poderío metálico que arrastraría irremediablemente a todos los presentes a una intensa sesión de “headbanging”, convirtiendo el tema en el primer punto álgido de la noche.

Pese a que la banda, en esta ocasión, no contó con el concurso de coristas de apoyo, lo cierto es que el público supo llenar ese hueco,  mostrándose implacable a la hora de acompañar himnos tan arrolladores y rotundos como “Contra El Viento”, que fue el elegido por Pablo para dejarnos una buena muestra de su técnica como solista, lo que acabaría valiéndole una rotunda ovación. Sin abandonar su trabajo de 2005 “¿Dónde Está La Luz?”, el siguiente en sonar fue “Perdido”, recibido como uno de los verdaderos clásicos de su trayectoria, con Víctor completamente silenciado por el atronador rugido de un  público que cantó intensamente cada una de las estrofas del tema. Y es que durante toda la velada la banda supo crear momentos realmente mágicos, con los que consiguieron que a muchos de los presentes se nos pusiera el bello de punta, como sucedió durante la interpretación del crudo y desgarrador “Cobarde”, un rotundo alegato contra la violencia de genero que se vio secundado por la voz de todos los presentes y por las proyecciones de esos tristes y, por desgracia, habituales titulares de prensa que hablan del resultado de la sinrazón humana.

La encargada de volver a centrar nuestro objetivo en la actualidad de la banda fue el eléctrico “Siempre”, con el que los asturianos consiguieron mantener el ambiente  y la intensidad del show. Hay que remarcar  que el quinteto  demostró una confianza ciega en sus últimos lanzamientos discográficos, ya que gran parte del repertorio estuvo centrado en el material de su más reciente trabajo y en el de su antecesor “Alfa”. Consumido un primer tramo de concierto realmente fulgurante y arrollador, durante el que la banda puso toda la carne en el asador consiguiendo llevar al éxtasis a sus seguidores, por fin llegaba el momento de tomarse un ligero respiro para atemperar los ánimos de la tropa, siendo la elegida para hacernos recobrar el aliento “Coraje”, toda una muestra de elegancia y sutileza que  quedó rubricada por la distinción de Víctor a la hora de atacar la letra, y por la delicadeza y buen gusto que supo transmitir Pablo con su instrumento.

Tras una pequeña charla, y después de que Víctor nos hiciera calentar las gargantas, llegaba la hora  de otro de los momentos cumbre de la noche, de manos de la pieza que abría su anterior trabajo, un coreadísimo “Alma de Conquistador”, que nuevamente aunaba las voces de todos los presentes para eclipsar a la del propio vocalista, que complacido miraba desde el centro del escenario a sus seguidores mientras una sonrisa de satisfacción se dibujaba en su rostro. Con banda y público en plena conexión, y con la actuación de los asturianos convertida en una auténtica fiesta heavy metalera, la euforia fue en aumento  gracias a la calurosa acogida que obtuvieron piezas como  “Nuevo Mundo”, consagrada  ya como  uno de esos clásicos  que está  condenado  a permanecer en el setlist de sus giras, o la más novedosa y camaleónica “Como Un Mago”, que si bien no consiguió suscitar tanto entusiasmo como su antecesora, sí que recibió  una buena acogida, evidenciando  el hondo calado que han  tenido sus nuevas composiciones.
 
El buen rollo que siempre ha transmitido la banda en sus directos quedó plenamente plasmado en las diferentes charlas que, a modo de introducción, Víctor fue dando durante las presentaciones de los temas, sirviendo como preámbulo para  momentos realmente emotivos,  como durante la interpretación de “La Vieja Guardia”, que se convirtió en otro momento inolvidable para cualquier  seguidor de la banda, ya que pudo ver desfilar ante sus ojos diferentes imágenes de la formación  a lo largo de los últimos años junto a instantáneas de bandas clásicas como Judas Priest, Van Halen, Ac Dc o Scorpions. Una nueva introducción a cargo de los teclados nos abalanzarían  de lleno sobre la intrépida cabalgada de la emocionante "Ardo Por Dentro", acompañada por imágenes llameantes y con el escenario cubriéndose de humo, logrando hacernos vibrar nuevamente.

Sin tiempo para reponernos del poderoso impacto, el quinteto cambiaba radicalmente de registro para dejar paso a una de las composiciones más emotivas y melancólicas de la noche "El más triste Adiós", rescatada  de su álbum de 2006 "La Quinta Esencia". Con el escenario completamente a oscuras,  una penetrante voz se encargaba de darnos una lección de historia al relatarnos el trágico destino  del último gran maestre de la Orden del Temple, Jacques de Molay, dejando paso a otro de los momentos cumbres de la velada, "La Maldición Del Templario", una de las piezas más rotundas y brillantes de "Inmortal", que brilló con luz propia dentro del show demostrando su enorme potencial para convertirse, si no lo es ya, en un nuevo clásico en la discografía de la banda.

Tras un nuevo parlamento, en el que el vocalista se mostró tremendamente agradecido con nuestra presencia y con el apoyo tributado a la banda, llegaba  la hora de "Amistad", que nos dejó la imagen de Víctor haciendo piña junto  a sus compañeros transmitiendo un   sentimiento de fraternidad que acabó contagiándose   a todos los presentes, que no dudaron en aunar sus voces nuevamente. Aunque, a estas alturas, el concierto estaba ya muy avanzado,  Víctor demostró su poderío  vocal a la hora de embarcarse, únicamente acompañado por los teclados,  en el arranque de "Un Poco De Fe", llevando su garganta al límite encarando unos altísimos agudos, para que posteriormente se le sumarán el resto de sus compañeros para dotar al tema de esa arrolladora intensidad de la que está revestido, y en donde nuevamente volvería a brillar intensamente el guitarrista Pablo García. Con toda la sala coreando el nombre del guitarrista, llegaba el turno para la última de las piezas rescatadas de su más reciente entrega, "Huelo El Miedo" que se convertiría en el preludio perfecto para el clásico "Tu Mismo", con el que se desató la euforia generalizada, con toda la sala cantando mientras Víctor nos invitaba a  que hiciéramos nuestra la composición rescatada de su segundo trabajo "El Sello De Los Tiempos", y que serviría para que Warcry se retirarán en olor de multitudes hacia los camerinos mientras la gente coreaba de forma ensordecedora el nombre de la banda.

Mucho se hizo derogar  el quinteto en su retorno sobre las tablas para rematar la faena facturando una rotunda tripleta que estuvo compuesta por la épica de "El Guardián De Troya", única licencia que la banda se permitió hacia "Alea Jacta Est"; un apasionado "Devorando El Corazón", con la banda dándolo todo como si el concierto acabara de comenzar, mientras que la pieza elegida para cerrar el show de forma definitiva fue el himno por antonomasia de la formación asturiana, el primerizo "Hoy Gano Yo", que convirtió el recinto en una celebración absoluta,  con los miembros de la banda intercambiando bromas y muecas entre ellos, a la vez que la euforia se desataba en la pista, consiguiendo cerrar el espectáculo por todo lo alto, dejando a sus seguidores con un fantástico  sabor de boca y a los músicos degustando el embriagador sabor de una rotunda victoria.

Nada más acabar el show y  tras el habitual reparto de púas y baquetas,  los miembros de la banda bajaron al foso para saludar a sus seguidores, desmarcándose de la actitud distante y altanera de otros músicos que acaban su descarga y desaparecen entre bambalinas. Y  es que el triunfo de Warcry es la victoria del trabajo duro, el tesón y la humildad de manos de una banda ambiciosa, pero que ha sabido  mantener siempre  los pies en el suelo, demostrando un gran respeto y dedicación a lo más importante que, dejando a un lado la indudable calidad de sus composiciones, es el apoyo de sus fieles seguidores.



TEXTO:ALFONSO DIAZ
FOTOS:CARLOS OLIVER

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