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domingo, 27 de abril de 2014

AMENRA+OATHBREAKER+HESSIAN-RAZZMATAZZ3-BCN-19-ABR-2014


Enmarcada en plenas festividades de Semana Santa, el pasado sábado arribaba a la Ciudad Condal la descarga de una de las formaciones más prometedoras y emergentes de la actual escena Sludge/Doom, los belgas Amenra, quienes venían a presentar su última referencia de estudio “Mass V”, editada el pasado año 2012. Para cualquiera que haya seguido la trayectoria de los belgas resulta evidente que el quinteto de Kortrijk  no es una formación al uso, de modo que para acompañarles en este nuevo periplo europeo Amenra han optado por girar con dos bandas con las que mantienen una especial conexión, Hessian y Oathbreaker, ya que   con ellas comparten alguno de sus miembros.

Pese a que en un principio estaba también prevista la actuación de los franceses Treha Sektori, una serie de desafortunados incidentes durante el traslado desde tierras lusas de la caravana franco-belga acabaron propiciando que el cartel quedara reducido únicamente a las tres formaciones belgas, de modo que finalmente la descarga  de esta noche quedaría conformada por Hessian, Oathbreaker y las estrellas de la noche Amenra.

Aunque a primera hora de la tarde el ambiente en los alrededores de la sala hacía presagiar una entrada  bastante discreta, lo cierto es que a medida que se fue acercando la hora marcada para el inicio del show el ambiente se fue animando, y si bien es cierto que la sala 3 del Razzmatazz no llegó a llenarse, sí que acabó registrando un buen aspecto, gracias  en gran medida al nutrido grupo de turistas que se acercaron a presenciar la descarga de la tripleta que conforma este “Church Of Ra”.

A pesar de la inesperada baja  de Treha Sektori, los horarios previstos se mantuvieron inalterables, de modo que cuando pasaban algunos minutos de las 20 horas aparecían en escena los encargados de abrir la velada, Hessian. Curiosa y extraña situación la que está viviendo el combo belga, que a causa de problemas legales se ha visto obligado a modificar su nombre para poder exportar sus trabajos al mercado americano, teniendo que añadir a su denominación las siglas A.D.

Aunque no dispusieron de mucho tiempo sobre las tablas para dar a conocer sus composiciones,  el cuarteto nos ofreció una buena muestra del corrosivo material contenido en su debut “Manégarmr”, un poderoso cocktail en el que confluyen la frialdad densa y abrumadora del  black metal y una actitud cruda e irreverente más  propia del hardcore.

Una lástima que durante su breve show la banda no tuviera mucha suerte y tuviera que lidiar con  un sonido que en ningún momento les acompañó y del que su vocalista, Bram Coussement, fue el mayor damnificado, ya que durante algunos tramos del show sus agónicos gruñidos fueron prácticamente inaudibles, restando algo de contundencia y efectividad a su show.

A pesar de  las adversidades Hessian se mostraron intensos y muy poderosos, poniendo de manifiesto que, pese a lo ecléctico de su propuesta, su sonido está claramente cimentado sobre unas bases netamente metaleras. Otro elemento que sorprendió a muchos de los presentes y que acabó convirtiéndose en la tónica predominante durante toda la noche  fue la discreta iluminación que emplearon las tres bandas, utilizando únicamente  unos cuantos focos  rojizos para dar  al escenario un ambiente tétrico y demoniaco, convirtiéndolo  en el marco idóneo  para esos furibundos latigazos repletos de trepidantes “blast-beats” y riffs supersónicos  que protagonizarían piezas como “Ascension” o la fugaz y devastadora ”Blood Of Elijah”.

Aunque evidentemente la mayoría de las composiciones del combo belga están orientadas hacia esos trallazos desbordantes de rabia y agresividad, tampoco faltaron durante su presentación esas ambientaciones  densas, cadenciosas y opresivas contenidas en piezas como la aplastante “Father Of Greed”, que fue interpretada por su guitarrista  Levy Seynaeve, mientras que su compañero el vocalista Bram Coussement permanecía totalmente abstraído, arrodillado frente a la batería. Pese a que la actuación de Hessian fue mejorable en algunos aspectos , especialmente en la calidad de un sonido que me pareció bastante deficiente, lo cierto es que los chicos cumplieron con creces su cometido y empezaron a animar al personal de cara al carrusel de emociones que se nos venía encima.

Tras la escueta actuación de Hessian y después de un rápido cambio de equipo, llegaba el momento del segundo plato del menú de esta noche,  Oathbreaker. Al igual que sucediera con sus compatriotas Hessian, dentro del cuarteto capitaneado por la enigmática vocalista Caro  Tanghe, nos encontramos con la presencia de otro miembro de los cabezas de cartel de esta noche, Amenra. En este caso, se trataba del guitarrista  Lennart Bossu, quien se encargó de dar a las composiciones del combo belga  ese toque oscuro y opresivo que les caracteriza.

Mientras que la actuación de Hessian había estado más orientada hacia un oscuro y radical hard-core de claros matices metálicos, la propuesta de Oathbreaker se desmarcó completamente de la de sus predecesores, asemejándose  más a una ceremonia iniciática conducida por la espectral Caro Tanghe, quien desde el escenario y  cual suma sacerdotisa se convirtió en  el centro de todas las miradas, moviéndose convulsivamente sobre el escenario a la vez que se retorcía violentamente  para atacar sus desgarradoras líneas vocales.

Evidentemente el grueso de la actuación del cuarteto estuvo centrada, casi de forma íntegra, en las composiciones de  su segunda y última entrega, el conceptual “Eros/Anteros”, un álbum que aborda dualidades contrapuestas  como el amor y el odio,  la luz y la oscuridad  o la vida y la muerte;  y  del que desgranaron piezas como “No Rest For The Weary”, o la más directa y arrolladora “As I Look Into The Abyss”, que nos sumía en la más profunda oscuridad mientras las sinuosas y taladrantes líneas del bajo de Gilles martilleaban sin piedad nuestras cabezas.

Al igual que sucediera durante la actuación de sus compatriotas Hessian, la gran mayoría del público parecía desconocer el material del cuarteto de Gent, pero cabe remarcar que  Oathbreaker dejaron una magnifica impresión entre todos los presentes, especialmente al atacar piezas de corte más denso e introspectivo como la machacóna “The Abyss Looks Into Me”, que nos condujo a través de paisajes desolados y atmósferas  vaporosas, consiguiendo sumergirnos de lleno en sus etéreas melodías, mientras las voces de Caro oscilaban constantemente entre esos hipnóticos registros cristalinos y sus habituales gritos desgarradores, haciéndonos  despertar de nuestra ensoñación  para arrastrarnos directamente hasta los confines del averno.

Tampoco quisieron dejarse en el tintero un pequeño recuerdo a sus trabajos anteriores, de modo que para el tramo final de su actuación se reservaron esa poderosa acometida que representa la visceral  “Shelter”, liderada por unas guitarras típicamente metaleras  y unos estribillos de clara inclinación hardcoreta; y la cambiante “Glimpse Of The Unseen”, que con sus pétreas guitarras y su ritmo cadencioso nos mostraba la faceta más “doomy”  y ambiental del cuarteto belga.

En resumen, buena actuación de unos  Oathbreaker, a los que personalmente tenía muchas ganas de ver tras la edición de su último trabajo “Eros/Anteros”. Quizás la única pega que se puede poner a  su descarga, al igual que sucediera con la de Hessian, fue un sonido excesivamente sucio y poco matizado, ya que durante algunos momentos la batería de Ivo ahogó los instrumentos del resto de sus compañeros.

Tras una espera que se hizo algo larga, por fin  llegaba el turno de las estrellas de la noche,  Amenra. Simplemente es necesario dar un repaso a la discografía del quinteto  para darse cuenta de que, a diferencia de lo que sucede con otras bandas que practican un estilo similar, para los belgas carece de importancia el nombre que reciben cada uno de sus lanzamientos “Mass I”, “Mass II”, “Mass III”… y así hasta completar  un total de cinco trabajos  que la banda ha ido editando desde que en el año 2003 publicaran su debut. De modo que lejos de conceder una entidad  individual a cada una de sus obras, la banda busca arrastrarnos dentro de su complejo y angustioso  universo sonoro, poniéndonos un viaje iniciático que nos hará recorrer diferentes latitudes y sonoridades,  a la vez que nos proponen  diferentes paisajes y ambientaciones con los que  conseguir  estimular nuestros sentidos hasta atraparnos dentro de su intrincada telaraña sonora.

A diferencia de lo que sucediera durante las actuaciones previas, en las que ambas formaciones tocaron con una escasa iluminación, para la descarga de Amenra se apagaron todas las luces de la sala y la única iluminación de la que dispuso el quinteto  fue la de las proyecciones que irían apareciendo en la parte trasera del escenario; unas intrigantes imágenes que nos ayudarían, aún más, a adentrarnos dentro de la perturbadora  propuesta del combo belga. Ya antes de que los músicos tomaran el escenario para arrancar su show, un intenso y penetrante aroma a incienso inundó toda la sala, poniéndonos en sobre aviso de que el show estaba a punto de comenzar.

Vestidos, tal y como mandan los cánones, de riguroso negro y parapetados  en  una fría y sobria puesta en escena, el quinteto tomaba posiciones para asaltarnos  de inicio con la enrevesada e intrigante  “The Pain It Is Shapeless We Are Your Shapeless Pain”,  respaldándose para ello en una portentosa pared sonora creada por las hirientes  guitarras de Mathieu Vandekerckhove y Lennart Bossu, dando forma a  un entorno  denso y angustioso que se vería potenciado por las agónicas líneas vocales de un Collin H. Van Eeckhout que, curiosamente, permaneció casi todo el concierto de espaldas al público, girándose en muy contadas ocasiones y sin dirigirse en ningún momento de forma directa a los allí congregados. Tras el arrollador impacto inicial, que superó los diez minutos de duración, todos estábamos ya plenamente impregnados de la esencia del quinteto belga, de modo que la siguiente en sonar fue la cambiante e hipnótica “Razoreater”, que cual montaña rusa nos hizo reptar por el fango más denso y pantanoso para posteriormente elevarnos hasta la cumbre,  llevándonos en volandas con  esas melodías cristalinas y espirituales, sin apenas distorsión, que acompañarían a unas susurrantes voces que se repetirían incansablemente durante el tramo central del tema, para acabar volviendo a hundirnos en la más absoluta miseria en una aplastante y delirante recta final.

Visto el arranque que  nos había  ofrecido  Amenra estaba claro que la de  esta noche iba a ser una actuación plagada  de emociones fuertes. La primera mirada a su última referencia de estudio  “Mass V”, estuvo marcada por la introspectiva “Â Mon Âme”, con las guitarras atacando de forma circular ese repetitivo y cadencioso riff,  que se clavó en nuestro cerebro como si fuera un puñal,  mientras Eeckhout destrozaba de forma obsesiva sus cuerdas vocales a la vez que  sobre el telón trasero  aparecían proyectadas las siluetas de dos pájaros volando contra el viento. Sin abandonar su última obra, la característica percusión metálica que abre “Boden” dejaría paso a los efectos minimalistas  de la  guitarra de Lennart Bossu, embarcándonos en un nuevo viaje a través de su ofuscado  nihilismo sonoro, volviendo a someternos con el hipnotismo repetitivo de unas melodías envolventes  que dejarían paso a esos tempos densos, opresivos y crudos, que nos recordaban que la banda sigue conservando  en su sonido esas raíces  netamente doom-metalera.

Tras alcanzar el punto de máximo clímax con su material más reciente, llegaba el momento de volver a echar la vista atrás, proponiéndonos una mirada retrospectiva hasta su penúltimo trabajo “Mas IIII”, de 2011, del que rescataron la etérea y vaporosa “Terziele”, que consiguió mantener el nivel de tensión de una audiencia que se mostró en todo momento muy metida y entregada con la descarga del combo belga, acompañando de forma reverencial cada uno de sus explosivos cambios de ritmo. Pero sin duda el momento más poderoso y desolador de la noche llegó con los primeros compases de la tortuosa “Am Kreuz”, una pieza en la que se transmiten emociones tan dispares como el dolor, la angustia o la desolación, dando forma a ocho eternos minutos en los que la banda nos transmitió un  auténtico torrente de sensaciones.

Para rubricar su descarga y sirviendo como capítulo final, el quinteto  desgranó la pieza que servía como apertura para su “Mass IIII”, el enigmático “Silver Needle. Golden Nail”, un nuevo tsunami de pasiones desatadas y calma tensa que sirvió para poner la guinda definitiva a su actuación,  con una recta final  intensa y bizarra que nos dejó la estampa del vocalista abandonando precipitadamente el escenario, dando el concierto por finalizado ante la perplejidad y estupefacción  de una audiencia que tardo varios minutos en reaccionar, y que únicamente se decidió a dar el concierto por terminado cuando se encendieron las luces y empezó a sonar música por megafonía.

Sin duda el sonido de Amenra no es apto para todos los públicos. Una vez visto su directo resulta evidente que lo suyo no son las melodías accesibles, ni tampoco las altas cuotas de virtuosismo. Así que podríamos concluir que su propuesta está más encaminada a la creación de nuevas  percepciones y entornos, convirtiendo al quinteto belga en una especie de arquitectos y transmisores  de diferentes emociones y sensaciones. 


TEXTO:ALFONSO DIAZ
FOTOS:CARLOS OLIVER

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