Una de las claves del éxito es estar en el lugar idóneo en el momento adecuado. Tras haber alcanzado
la fama internacional con la publicación de su tercer trabajo “The Final Countdown”
(1986), con más 10 millones de copias vendidas en todo el mundo, y después de
ser uno de los grandes damnificados de
la profunda crisis que vivió la escena hard rock durante la década de los 90, los suecos Europe
iniciaban una segunda andadura, coincidiendo con la entrada del nuevo milenio,
dando un nuevo impulso a su carrera, optando por distanciarse de su material
más clásico para concentrarse en un hard rock más maduro y contemporáneo,
facturando álbumes como “Start From The Dark” (2004), Secret Society (2006),
“Last Look Of Eden” (2009), o su más reciente “Bag Of Bones”(2012), un plástico
que nos proponía una vuelta a las raíces más clásicas del quinteto,
presentándonos una colección de composiciones rebosantes de ese genuino sabor a
blues-rock.
Tras su visita estival por nuestro
país abriendo para dos pesos pesados como Whitesnake y Def Leppard, el quinteto
regresaba a la montaña mágica de Montjuic, en esta ocasión al recinto del Sant
Jordi Club, para ofrecernos su propio espectáculo. A pesar de que los suecos
venían de girar por su país conmemorando el trigésimo aniversario de su segundo
trabajo “Wings Of Tomorrow”, con una serie de conciertos en los que
interpretaron íntegramente el álbum, lo cierto es que para este nuevo periplo
hispano la banda planteó un “set-list” muy variado y equilibrado, en el que
tuvieron cabida algunas de las mejores composiciones de sus dos etapas, pero en el que el mencionado “Wings Of Tomorrow”
tuvo un protagonismo destacado, ya que el quinteto desgranó hasta un total de
cuatro composiciones de su álbum de 1984.
Para calentar el ambiente, antes del inminente desembarco del combo sueco,
contábamos con la participación de una de las mejores formaciones de hard rock
en nuestro país, los catalanes Hardreams; unos ilustres veteranos que continúan
presentando su tercera obra de estudio “Unbroken Promises”. Arropados por un
público muy animado, que daba al recinto un aspecto bastante cálido y acogedor,
la actuación de los catalanes arrancaba con la sobriedad roquera contenida en
“Rebel Heart”, toda una declaración de intenciones que servía para que el
público empezará a calentar motores. A diferencia de la anterior ocasión en que
pude ver a la banda, abriendo para los daneses Pretty Maids, esta noche Hardreams se presentaban con su teclista Sergi Segarra, además de
contar con la colaboración, como segunda voz y coros, de Armando Corrochano.
Tras el efectivo arranque, la descarga proseguía con otra de las piezas de su
segundo trabajo “The Road Goes On…”, la melódica “Apologies”, todo un derroche
de clase y distinción que se vio
potenciada por la elegante voz de Manu Esteve.
Durante todo su show Hardreams se mostraron especialmente motivados y
agradecidos por la oportunidad que representaba poder presentar sus
composiciones en el incomparable marco del Sant Jordi Club. Así que la
formación supo sacar el máximo partido a su tiempo, apostando por temas como el
novedoso “The War Is Over”, que nos mostraba su cara más incisiva y oscura. A
pesar de ser la banda telonera, Hardreams gozaron de un sonido y unas luces
bastante aceptables, con lo que consiguieron que temas como “My Last Desire”,
que Manu dedicó a todos los soñadores, contara con la complicidad y el apoyo de
un público muy participativo.
Conforme fue avanzando la actuación de los catalanes, tanto los músicos
como el público se fueron animando, consiguiendo que temas como el
marchoso “Goin´ Fast”, con Manu y
Armando repartiéndose las tareas vocales, se convirtiera en uno de los momentos
destacados de la noche. Tampoco faltaron los emotivos recuerdos a su primer
plástico “Calling Everywhere”, del que
desgranaron su pieza de apertura, “Wings Of Fire”, que fue la excusa perfecta para que Manu nos
hiciera cantar, además de convertirse en
el preámbulo idóneo para la sentimental
balada “It´s Only Love”, que fue presentada por el vocalista como una de sus
favoritas de su última entrega.
Sin abandonar los temas de “Unbroken Promises”, la encargada de encarar la
recta final de sus 45 minutos de show fue la optimista “A High Mountain To
Climb”. Mientras que la elegida para cerrar su actuación fue una de sus
composiciones más marchosas y adictivas, la eléctrica “Two Shots”, que servía
para rubricar la compacta y efectiva actuación del quinteto catalán. En
resumen, buena descarga de Hardreams que consiguieron amenizar la espera ante
la inminente salida de los cabezas de cartel, transmitiendo esa pasión y esa
autenticidad de los músicos que creen firmemente en su propuesta.
Una vez concluida la actuación de la formación catalana y tras el habitual
receso, llegaba el momento que todos
habíamos estado esperando, la hora de
Europe. Lo primero que me llamo la atención viendo las dimensiones del
escenario fue su sobriedad, ya que los suecos únicamente utilizaron un enorme
telón trasero, con la cabeza del águila de la portada del “Wings Of Tomorrow”, y dos paneles que formaban el nombre de la
banda con la batería de Ian Haugland situada justo en medio. En cuanto al
repertorio que nos ofreció la formación sueca consistió en un extenso repaso a
su longeva trayectoria discográfica, rescatando cortes de todos sus álbumes,
dejando únicamente en el olvido las
composiciones de su debut homónimo de 1983, y las de su retorno discográfico de 2004 "Start From The Dark”.
Con algo de retraso sobre el horario inicialmente previsto y con una gran
expectación entre las primeras filas, por fin se apagaban las luces para que
una extensa introducción acabara conduciéndonos hasta la primera pieza de la noche “Riches To Bag”,
que fue la elegida para hacer rugir intensamente al respetable, mientras los
miembros del quinteto tomaban posiciones sobre las tablas. Desde los primeros
compases del show fue Joey Tempest el que acaparó todas las miradas, y es que
el vocalista sigue conservando ese magnetismo propio de los grandes
“front-man”, animando incansablemente,- con su eterna sonrisa dibujada en el
rostro-, tirando de sus compañeros y mostrándose, en todo momento, como el
auténtico motor de la banda. Tras la primera toma de contacto, la segunda pieza
en caer, sin abandonar su más reciente entrega “Bag Of Bones”, fue “Firebox”
que, gracias al vistoso despliegue luminotécnico y al gran protagonismo de los teclados de Mic
Michaeli consiguió mantener la euforia inicial, rubricando así un arranque
realmente prometedor.
Una vez consumada la primera ovación de la noche, el escenario quedaba
sumido en la más absoluta oscuridad para recibir el primer gran “hit” de la noche “Superstitious”,
provocando una tremenda explosión de
júbilo que acabaría poniendo la sala patas arriba, con todo el mundo cantando
enloquecido el estribillo, mientras Tempest daba al corte un aire más lúdico y
desenfadado al introducir un pasaje reggae que acabaría desembocando en un
breve guiño al “No Woman, No Cry” de Bob Marley. Con la sala aún en estado de
ebullición, el vocalista tomaba la palabra para saludarnos cordialmente y
presentarnos “Scream Of Anger”, la primera de las piezas rescatadas de su
segundo trabajo “Wings Of Tomorrow”, que sería la elegida para que, por primera
vez, John Norum tomara las riendas de la banda demostrando su enorme clase y
elegancia a la hora de atacar su instrumento.
Quizás fue a partir de este momento,
después del eléctrico arranque que nos propuso el quinteto sueco, cuando empecé
a advertir que la banda, a excepción de Joey Tempest, bajaba un poco su nivel
de intensidad. No quiero decir que los
músicos no rayaran a un excelente nivel, sino que eche en falta algo más de
entrega y pasión, especialmente en la
actitud del bajista John Levén y en la labor del propio John Norum al que, en
esta ocasión, note algo más distante y huidizo, resguardado casi siempre en un discreto segundo plano. Afortunadamente
la fuerza y el carisma de Tempest junto
al enorme “feeling” del guitarrista
noruego hicieron que temas como “Girl
From Lebanon”, único representante del infravalorado “Prisioners In Paradise”, sonaran realmente
intensos y emocionantes. El retorno a su más reciente etapa estaría marcado por
los teclados de apertura de la grandilocuente
y cambiante “No Stone Unturned”, durante la que Tempest se colgó la
guitarra para apoyar a Norum a las seis cuerdas.
Con el vocalista cambiando su guitarra
eléctrica por una acústica, y sin abandonar su trabajo de 2009 “Last Look At
Eden”, llegaba el primer momento emotivo de la noche, de manos de un
elegante y sugerente “New Love In Town”,
que fue fantásticamente recibido por parte de una audiencia que no dejo de
cantar, animar y apoyar en ningún momento del show. Contrastando con el momento
de relax vivido, los suecos volvían a echar la vista atrás para hacernos volar
nuevamente hasta 1984, proponiéndonos la
eléctrica dupla compuesta por el metalero “Stormwind”, que desató la euforia
entre sus fans más veteranos, y “Wasted Time”, durante la que pudimos apreciar
las dificultades del vocalista para alcanzar las tonalidades más agudas.Aunque entiendo que para muchos de sus seguidores la formación sigue siendo la misma que facturó aquellos grandiosos himnos durante la década de los ochenta, lo cierto es que los Europe actuales son una sólida banda de hard rock. De hecho uno de los mejores momentos de la noche se vivió durante la interpretación del novedoso “Demon Head”, en el que los miembros de la banda sí que se mostraron más incisivos y entregados, convirtiendo la pieza en una de las más potentes y brillantes de toda su actuación. Acto seguido, llegó el momento más dulce y sentimental de la velada, gracias a la sutileza aterciopelada de “Carrie”, una de las baladas más sentidas y clásicas de la historia del rock que volvió a emocionar intensamente a todo el público, creando un marco mágico e íntimo que acabaría desembocando en una rotunda ovación final.
La electricidad y la flema netamente hard roquera regresarían con la oscura
y apasionada “Love Is Not The Enemy”, que inundaba el escenario de humo y luces
rojas mientras Tempest se subía a la tarima de la batería para acompañar la
parte instrumental con algunos movimientos pugilísticos. El encargado de dar
continuidad al show fue el batería Ian Haugland quien, ataviado con sus inseparables gafas de sol, se marcó
un corto pero divertido solo de batería, acompañando con su instrumento un fragmento de una de las
óperas clásicas del maestro Rossini. La vuelta sobre las tablas del resto de
sus compañeros estaría marcada por la llegada de un nuevo clásico, en esta
ocasión la elegida sería una marchosa "Let The Good Times Rock", que
como representante de su cuarto trabajo "Out Of This World"(1998), ponía a toda la sala nuevamente a bailar.
Durante toda la descarga Joey Tempest estuvo chapurreando algunas palabras
en catalán, lo que sirvió al vocalista para arrancar alguna sonrisa entre sus
seguidores, como sucedió durante la presentación de una de las piezas más
rotundas y contundentes de la noche, la trepidante “The Beast”, que sería la
encargada de adentrarnos en una recta final que estaría marcada por el ritmo
contagioso de la guitarrera “Dance The
Night Away”, última pieza rescatada de su “Wings Of Tomorrow” y en la que volvería a emerger la figura de John
Norum para hacer subir las revoluciones
y la excitación de un público completamente entregado. Sin tiempo para
reaccionar y casi por sorpresa llegaba la hora de uno de sus “hits” más
celebrados, el rompedor “Rock The Night”, que convertiría el recinto en una fiesta absoluta, con todo
el mundo botando y cantando junto a la banda para encarar un final por todo lo alto, con John Norum
postrado de rodillas exprimiendo al máximo su guitarra mientras Joey Tempest
giraba incansablemente su pie de micro provocando el delirio de sus
incondicionales.
Aunque el quinteto había abandonado el escenario, todos sabíamos que los
suecos aún regresarían para rematar la
faena. Así que toda la sala se convirtió en un clamor pidiendo la vuelta de los
músicos sobre las tablas. Los bises del
quinteto arrancaron con el dramatismo y
la intensidad de la composición que daba título y abría
su penúltima entrega “Last Look At Eden”. Pero evidentemente el fin de
fiesta y el broche definitivo a su
actuación estuvo protagonizado por un esperado
“The Final Countdown”, que fue coreado con el fervor propio de un himno
que ha dejado de pertenecer a sus creadores
para convertirse en parte de la
banda sonora de toda una generación de roqueros. Al final del concierto abrazos
y vítores entre las primeras filas, mientras que sobre el escenario un
frío saludo final, con el bajista John
Levén repartiendo púas mientras sus compañeros le esperaban en el centro del
escenario, parecía escenificar la poca sintonía entre algunos miembros de la banda.
Pese a que no creo que ningún
seguidor de Europe quedara descontento
con la actuación del quinteto, lo cierto es que a mí, personalmente, me dejaron
un poco contrariado, con la extraña
sensación de que la banda no llegó a transmitir la misma intensidad y
emoción que en ocasiones anteriores. Quizás esa actitud un tanto distante entre
los propios miembros de la banda acabó por lastrar la interpretación de algunas de las composiciones, especialmente
las más clásicas, que acabaron
sonando un tanto lineales y faltas de garra. En cualquier caso,
irreprochable la labor como instrumentistas
de todos los miembros de la banda, y muy destacable la entrega y la
simpatía de un Joey Tempest que sigue
manteniendo intacto ese carisma y ese “sex-appeal” propio de los grandes
"front-man" de la vieja escuela.
TEXTO:ALFONSO DIAZ
FOTOS EUROPE:CARLOS OLIVER
Pues la verdad es que los Europe de ahora molan mucho. Han descubierto que sabían hacer más cosas aparte de maquillarse y han sacado varios discos consecutivos muy buenos. Un abrazo.
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