La carrera de los finlandeses Sonata Artica es un claro ejemplo de división
de opiniones entre la parroquia metálica. Aparecidos como parte de la última
oleada power metalera de la década de los 90, la banda se presentaba al mundo
pisando fuerte con trabajos como "Ecliptica" (1999) o
"Silence" (2001), con los que consiguieron posicionarse como uno de
los principales referentes de ese power metal melódico heredero de los clásicos
Helloween. Pero la constante evolución en su sonido y su insistente
búsqueda de un estilo más personal y característico con álbumes como
"Unía"(2007) o "The Days Of Grays" (2009) acabaron
propiciando que algunos de sus primeros seguidores fueran perdiendo el interés
en sus posteriores lanzamientos discográficos.
Así que con su nuevo trabajo bajo el brazo "Pariah' s Child", un
plástico que la propia banda ha definido como una vuelta a sus primeros discos,
los finlandeses arribaban a la sala
Bikini de la Ciudad Condal para ofrecernos un minucioso repaso a su
longeva trayectoria. Para acompañarles en este nuevo periplo europeo, Tony Kakko
y sus muchachos contaban con la participación de unos viejos conocidos de la
audiencia española, los cachondos power metaleros italianos Trick Or Treat,
quienes venían dispuestos a amenizar la espera con sus divertidas melodías
happy metal, sus desternillantes coreografías
y sus disparatadas e ingeniosas letras.
La primera sorpresa de la noche, y muy agradable por cierto, fue ver la
larguísima cola que aguardaba pacientemente la apertura de puertas del local,
síntoma inequívoco de que, pese a lo irregular de sus últimos
lanzamientos, la banda sigue conservando
un enorme tirón. Otro detalle a tener muy en cuenta fue la edad media de los asistentes, bastante jóvenes en
su mayoría y ataviados con camisetas de la banda, lo que servía para ratificar
la devoción y lealtad de los seguidores del quinteto finlandés.
Con la sala a tres cuartos de su capacidad, mientras la gente seguía
accediendo al local, y cinco minutos antes del horario inicialmente previsto
arrancaba la descarga del quinteto italiano Trick Or Treat. Para cualquiera que
haya seguido la trayectoria de la banda o haya presenciado cualquiera de sus
directos resulta obvio que los italianos con su propuesta no buscan ser ni los
más rápidos ni los más heavys, sino que prefieren concentrarse en esas melodías
rápidas, de acordes abiertos, empastadas en un pertinaz doble bombo y rematadas
por la aguda voz del simpático vocalista Alessandro Conti, dando forma a temas como el que abre su última
entrega "Rabbits' Hill Pt. 1", el explosivo "Prince With a 1000
Enemies", que les servía para romper el hielo y empezar a recoger las
muestras de apoyo y cariño de una audiencia tremendamente participativa. Sin
abandonar su última referencia discográfica, publicada a fínales del 2012, los transalpinos se embarcaban
en los tempos más pesados y machacones del robusto
"Premonition", en el que la grandilocuencia de sus coros junto a la inestimable colaboración del público, que
coreó incansablemente el estribillo,
acabaron otorgando al corte un inminente aire hímnico.
Como viene siendo habitual en las descargas de los italianos, la banda se
mostró muy activa sobre las tablas, luciendo siempre esa eterna sonrisa que les
caracteriza y protagonizando momentos cómicos, como durante el arranque de
"Loser Song", con ambos guitarristas encarados en el centro del
escenario intercambiando muecas y guiños, para acabar protagonizando una de sus
cachondas coreografías. Tampoco faltó el momento de vacile con la audiencia,
con la conocida "Macarena" sirviendo como introducción para un
lustroso "Rabbits´ Hill", en el que todos los componentes de la banda
tuvieron su momento de lucimiento personal.
Con la audiencia metida en el bolsillo, llegaba el momento de bromear con
todas las chicas presentes, para posteriormente dedicarles su peculiar versión
del "Girls Just Want To Have Fun", que fue la elegida para una nueva
coreografía, en esta ocasión, con toda
la sala moviendo los brazos de izquierda a derecha siguiendo las indicaciones
de Alessandro Conti. El retorno a su material más reciente estuvo marcado por
una alocada "The Tale Of Rowsby Woof", mientras que la encargada de
cerrar su actuación fue la primeriza "Like Donald Duck". Aunque en
esta ocasión la banda no sacó a escena
sus orejas de conejo, no faltaron las manoplas "conejiles" ni
la guitarra hinchable que empuño Alessandro
Conti para escenificar un disparatado
final, que sirvió para poner la rúbrica a una corta y desternillante actuación
que nos dejó a todos con ganas de más y con una amplia sonrisa dibujada en el
rostro.
Debido a la buena respuesta del público barcelonés, y ya desde la actuación
de Trick Or Treat, los responsables de la sala se vieron obligados a elevar una
de las paredes laterales que acotaban el
recinto, habilitando así un espacio anexo desde el que se podía seguir la
descarga más cómodamente y a través de una enorme pantalla. Viendo lo
concurrido de la sala, durante el largo interludio entre ambas bandas, fueron
muchos los que optaron por no moverse de su posición, asegurándose así un lugar
de privilegio para seguir de cerca las evoluciones del quinteto finlandés. Pese
a las modestas dimensiones del escenario de la sala Bikini, Sonata Artica
consiguieron sacar el máximo partido a
las tablas, presentándonos una
escenografía a dos niveles. En el nivel
superior se situaban los teclados de Henrik Klingeberg y la batería de Tommy
Portimo. De modo que el nivel inferior, los dominios del carismático vocalista Tony
Kakko, estarían transitados por el
guitarrista Elias Viljanen y, la nueva incorporación de la banda, el bajista
Pasi Kauppinen.
Con una audiencia deseosa de acoger nuevamente la descarga de sus ídolos y con un escenario especialmente
engalanado para la ocasión, uno a uno fueron apareciendo en escena los miembros
de la banda para dar el pistoletazo de salida a su actuación con la misma pieza que abre su
última entrega "The Wolves Die Young", desplegando desde el arranque
todo su potencial melódico y dejando bien claro, por si alguien tenía alguna
duda, que el nuevo material parece haber entusiasmado a sus seguidores. Quizás
el único lunar de este prometedor arranque fue un sonido todavía poco
matizado, en el que la batería devoraba
al resto de instrumentos.
Afortunadamente, todo empezó a sonar en su sitio durante el segundo corte de la
noche, el marchoso "Losing My Insanity", rescatado de su anterior
"Stones Grow Her Name", que fue el escogido para el primero de los
múltiples duelos que protagonizaron la dupla Klingenberg/Viljanen.
Tras recibir la primera ovación de
la noche era el propio Tony Kakko el encargado de saludarnos y explicarnos que
durante la descarga de esta noche el quinteto interpretaría algunas
composiciones antiguas que últimamente no tocaban. Así que la respuesta de la
audiencia fue realmente entusiasta cuando reconoció la primeriza "My
Land", desatando la locura entre las primeras filas y poniendo a toda la
sala a tararear su característica melodía, protagonizando el primer momento
álgido de su show. Una vez superado el subidón propiciado por el primer clásico
de la velada, llegaba el momento de la emotividad de manos de un soberbio
"The Dark", en el que Tony Kakko mostró todo su potencial vocal ,
exhibiendo un notable estado de forma y
consiguiendo conectar con todos los asistentes, emocionándonos y haciéndonos
mover los brazos de izquierda a derecha. Con el escenario bañado por una intensa luz rojiza llegaba el momento de
centrarnos en otra composición de nuevo cuño, en esta ocasión la elegida fue la
ambiental y melancólica "What Did You Do In The War, Dad?", que con
sus subidas de intensidad y sus trepidantes pasajes a ritmo de doble bombo
ratificó que está llamada a convertirse en uno de los clásicos de la banda.
Pero evidentemente, pese a la buena
acogida que obtuvieron algunas de sus composiciones más recientes, los momentos
más brillantes y arrolladores de su actuación estuvieron protagonizados por
piezas como "FullMoon", que arrancó con el vocalista sentado sobre la
tarima de la batería y que terminó con toda la sala entregada al máximo coreando
el estribillo.
Durante todo el show tanto Tony
Kakko, perfecto en su papel como frontman, como el resto de sus compañeros se
mostraron muy enérgicos y dinámicos sobre las tablas, destacando especialmente
el concurso y la entrega de su nuevo bajista Pasi Kauppinen, quien no paró en ningún
momento de mover la cabeza imprimiendo
más fuerza a piezas como el novedoso "X Marks The Spot", con
el que consiguieron mantener el nivel de potencia e intensidad que estaba
teniendo el show. El contrapunto a tanta energía lo puso la sentimental balada
"Love", en la que nuevamente Kakko volvió a brillar intensamente al
acompañar su voz con los teclados, dando un toque emotivo y elegante a la
composición.Esos medios tiempos poderosos, crujientes y altamente melódicos, que han
venido caracterizado a la formación
finlandesa, estuvieron fielmente representados por piezas como "White
Pearl, Black Oceans…", una composición que resume a la perfección la
esencia de la banda mezclando elegancia
y velocidad; y la sinuosa "Paid In Full", que nos transportaba
directamente a los tiempos de "Unia". Una nueva mirada a su anterior
"Stone Grow Her Name" de manos de un poderoso "I Have No Right",
que fue fantásticamente recibido por una sala que acompañó en todo momento al
vocalista, se convertiría en la antesala
perfecta para una arrolladora dupla final compuesta por "Kingdom For A
Heart" y “Wolf & Raven ", que nos dejó la imagen de la banda pisando
a fondo el acelerador y desatando la euforia
entre sus seguidores.
Tras unos minutos en los que la audiencia coreó incansablemente el nombre de la banda, el quinteto regresaba
sobre las tablas para rubricar una muy buena actuación. La encargada de volver
a crear esa conexión tan especial de la banda con sus seguidores fue "Blood", una nueva muestra de
la gran confianza que la formación tiene depositada en su nuevo material. Pero
lógicamente el final estaba reservado para piezas como la grandiosa "San Sebastián" y la
siempre efectiva "Don' t Say A Word", que contó con la inclusión del
inevitable "Vodka", que sería la encargada de poner el broche de oro
a su descarga ante el delirio de sus incondicionales.
Aunque seguramente esta nueva visita de Sonata Artica proporcionara nuevos argumentos para que sus detractores carguen las tintas contra ellos, lo cierto es que la banda finlandesa planteó un show realmente atractivo y efectivo, que fue de menos a más, y en el que tuvieron cabida tanto sus nuevas composiciones como una buena selección de los clásicos más representativos de sus inicios. A la salida, caras de inmensa satisfacción entre sus seguidores y algún que otro comentario crítico con respecto a la duración del show.
Aunque seguramente esta nueva visita de Sonata Artica proporcionara nuevos argumentos para que sus detractores carguen las tintas contra ellos, lo cierto es que la banda finlandesa planteó un show realmente atractivo y efectivo, que fue de menos a más, y en el que tuvieron cabida tanto sus nuevas composiciones como una buena selección de los clásicos más representativos de sus inicios. A la salida, caras de inmensa satisfacción entre sus seguidores y algún que otro comentario crítico con respecto a la duración del show.
TEXTO:ALFONSO DIAZ
FOTOS:CARLOS OLIVER
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