Noche de hard rock en la Ciudad Condal protagonizada por dos bandas que si
bien en el tramo inicial de sus respectivas carreras parecían destinadas a
consagrarse como dos nombres realmente relevantes dentro de la escena
internacional, el paso de los años, los cambios de componentes y las decisiones erróneas acabaron relegándolas a un discreto segundo
plano, condenándolas a luchar férreamente por sobrevivir e intentar recuperar el
terreno perdido. Seguramente este mismo cartel en la década de los 90, con unos
Skid Row liderados por su anterior vocalista, y con unos hambrientos Buckcherry habría conseguido llenar la sala
grande del Razzmatazz, pero desafortunadamente la unión de estas dos bandas
americanas, a día de hoy, no fue reclamo suficiente para llenar la sala mediana de Razzmatazz,
congregando a algo menos de medio millar de seguidores en una desapacible y
tormentosa noche de Martes en la capital catalana. Pese a que en principio
también estaba prevista la actuación de
Buffalo Summer, un escueto comunicado, horas antes del inicio del show, nos
informaba que el cuarteto galés no
podría tomar parte en la descarga de
esta noche, con lo que los horarios de inicio se retrasaban notablemente.
Pese a que la sala no llegó a llenarse, unas cuatrocientas personas no quisieron
perderse este primer asalto de la
noche, de modo que a la hora prevista para el arranque de la descarga de
Buckcherry el recinto ya presentaba un aspecto bastante animado y concurrido.
Como un auténtico vendaval y directos a la yugular salieron a escena los muchachos liderados por el carismático e
incombustible Josh Todd al ritmo del tema que les sirvió para darse a conocer
al mundo "Lit Up", desatando la euforia entre las primeras filas y
convirtiendo la sala en un auténtico hervidero, con todo el mundo saltando
mientras un elegante y trajeado Todd gritaba incansablemente ese mítico "I
Love The Cocaine". Revestidos de esa
actitud que siempre les ha caracterizado y ataviados de riguroso
negro, el quinteto californiano ofreció durante su actuación una soberana lección
de garra, entrega y actitud, regalándonos cortes como "Fall", en el que
el vocalista intercaló sus provocativos bailes con sutiles toques de pandereta, o el marchoso
"All Night Long", que se convertiría en la excusa perfecta para que
la banda nos pusiera a todos a cantar, consiguiendo recabar una de las mayores
ovaciones de la velada.
Aunque Buckcherry se mostraron
compactos y enérgicos en escena, el
auténtico líder de los americanos fue su vocalista Josh Todd, un “front-man” de
vieja escuela, capaz de atraer sobre él
todas las miradas, gracias a su vocabulario obsceno e irreverente, o a sus
constantes contoneos exhibiendo sus
llamativos tatuajes. Y es que el vocalista no dejó de animar al respetable
durante todo el show, apoyándose en la potencia hard roquera que desprendían
trallazos del calibre de "Onset", que junto al suntuoso medio tiempo
"Everything", conformarían una efectiva dupla que nos transportaba a su exitoso álbum de retorno de 2006 "15", dejándonos
la imagen del bajista Kelly T. LeMieux encaramado
sobre la tarima de la batería, mientras
Stevie D. y Keith Nelson se retaban en
el centro del escenario para ofrecernos un orgiástico desarrollo guitarrístico
.
Del mismo modo que la banda se mostró realmente potente y entregada a la
hora de atacar los temas más rápidos y contundentes, que sirvieron para
inyectar al show una sabrosa intensidad roquera, la encargada de adentrarnos en
terrenos más accesibles y cuasi baladísticos fue una sentida "Sorry",
que Todd tuvo el detalle de presentar en castellano provocando una rotunda
ovación. Pero lógicamente lo que queríamos todos los presentes era degustar el
descaro e inmediatez roquera que
desprenden los estribillos que el quinteto nos propondría con temas como "Dead
", que volvió a levantar el ánimo de la tropa, trayéndonos de vuelta ese
inconfundible sonido “sleazy” que siempre ha marcado la propuesta de la
formación estadounidense.
Lejos de decaer, la insolencia y
socarronería hard roquera perduraría a lo largo de un explosivo "Porno Star",
presentado de forma irreverente por Josh Todd y que
acabaría de consumar la perfecta comunión entre banda y público, para
posteriormente, y sin abandonar su segundo trabajo, el discreto "Time
Bomb", ofrecernos un eléctrico y contagioso "Ridin'”, que volvía a
hacer desgallitarse a una audiencia que estaba disfrutando al máximo con la
descarga del quinteto. Tampoco quisieron dejarse en el tintero Buckcherry un
pequeño guiño a su material más reciente, ofreciéndonos una potente dupla de su
"Confessions", de manos de "Gluttony", precedida por un fragmento
del clásico de Ac Dc "Big Balls", y que dejaría paso a la rabiosa
intensidad de "Greed", con
toda la banda machacando entusiásticamente sus instrumentos ante el descontrol
generalizado.
Para rematar su arrolladora actuación la banda optó por la accesibilidad
melódica y envolvente del vacilón "For The Movies", que resultó ideal
para que recuperáramos mínimamente el aliento antes de enfrentarnos al inicio
funk de su single "Crazy Bitch", una carta ganadora que los
americanos supieron exprimir al máximo, haciéndonos cantar y convirtiéndose en
la sintonía perfecta para que Josh Todd nos presentara, de forma individual, a
cada uno de sus compañeros antes de que la banda abandonara el escenario en
olor de multitudes. Con la gente demandando la vuelta del quinteto, Todd y sus secuaces
no tardaron más de dos minutos en regresar sobre las tablas para poner la
rúbrica definitiva a su actuación con una estruendosa versión del "I Love
It", convenientemente roquerizada y transformada en un irreverente "Say
Fuck It”.
Tras unos años en los que la banda parecía de capa caída, Buckcherry
demostraron que están en uno de los mejores momentos de su carrera, sonando
intensos potentes y poderosos, sabiendo imprimir un ritmo frenético a sus descargas y consiguiendo enganchar a sus
seguidores como ya lo hicieran durante sus primeros años de andadura.
Difícil, muy difícil lo iban a tener Skid Row tras la apabullante descarga
que nos habían brindado sus compatriotas
Buckcherry. Habiendo podido ver a su formación clásica en 1995 y siendo seguidor de la banda desde principios de la década de los noventa,
debo reconocer que nunca me ha acabado de convencer el registro de Johnny Solinger,
pero en honor a la verdad, y pese a quien pese, hay que reconocer que Solinger se ha ganado a pulso el ser considerado la
voz de Skid Row, aunque sólo sea porque
lleva al frente de la formación de New Jersey bastantes más años de los que
estuvo el mítico Sebastián Bach. Aunque estaremos de acuerdo en que con el canadiense al frente
la banda alcanzó sus mayores cuotas de éxito y popularidad, especialmente con
la tripleta formada por su debut homónimo, "Slave To The Grind" y el
EP de versiones "B-Side
Ourselves", lo cierto es que hay que reconocer que Solinger también ha
sabido imprimir su personalidad y
carisma al material más punk incluido
en las composiciones de "Thickskin", "Revolutions
Per Minute", o su más reciente EP "United World Rebellion - Chapter
One".
Con una sala en la que podía palparse la
excitación y con un escenario engalanado con un vistosos telón de fondo que reproducía la portada de su último EP, por
fin se apagaban las luces y empezaba a sonar a través del P.A. el clásico himno
de The Ramones que serviría como
sintonía para que los músicos tomarán posiciones para abrir su descarga
con el puñetazo sonoro que representa el novedoso "Let' s Go", con la
formación derrochando actitud y rabia roquera por los cuatro costados,
especialmente su bajista Rachel Bolan, quien se mostró en todo momento como el
motor de la banda junto al batería Rob Hammersmith. Pese al paso de los años la
dupla de guitarrista formada por Dave “Snake” Sabo y Scotti Hill
sigue manteniendo su imagen clásica, con sus largas melenas y su eterna
sonrisa dibujada en el rostro, llenando el escenario e irradiando el carisma
que les otorga el haber liderado a la formación frente a grandes audiencias. Tras
recibir una calurosa bienvenida por parte de su fiel parroquia, era el propio
Solinger el encargado de ejercer como maestro de ceremonias para anunciarnos
que esta noche sería especial, ya que la banda tenía previsto descargar muchos de los himnos que formaron parte de su
aclamado debut publicado hace ya 25
años. Y quizás, fuera ese el principal hándicap de su actuación, ya que el registro de Solinguer dista mucho
del de Bach con lo que piezas como "Big Guns" o " Makin' A
Mess", que fueron recibidas de forma apoteósica por parte del público, no
acabaron de brillar ni convencer a los fans más veteranos de la banda.
Sin abandonar las composiciones de su debut de 1989, y sonando bastante más
compactas e inspiradas nos topamos con
la arrolladora "Piece Of Me", con Rachel, embutido en su gorro de
lana y unas llamativas gafas de sol, marcando el machacón ritmo con su bajo,
para posteriormente cambiar radicalmente de tercio y ofrecernos la primera
balada de la noche, un coreadísimo y sentido "18 And Life", que contó
con la emocionada colaboración de un
público que se dejó la garganta coreando la letra junto al vocalista.
Ante una sala que supo agradecer la entrega y el detalle de la banda de
descargar sus temas más clásicos y representativos, por fin llegaba el momento
de adentrarnos en la segunda etapa de la banda, de manos de ese rabioso "
Thick Is The Skin", en el que el quinteto se mostró mucho más suelto y
enérgico, demostrando que se siente mucho más identificado y cómodo con el descomunal dinamismo de su material más
reciente que con sus antiguas composiciones más orientadas hacia el
"hair-metal", especialmente un Jhonny Solinger al que se vio
disfrutar enormemente a la hora de animar a todos los presentes a tararear esos
contagiosos estribillos. El retorno
sobre el material más clásico de la banda estaría marcado por la dupla
compuesta por una de las piezas más punkeras de su debut "Riot Act", y por la
envolvente "In A Darkened Room", primera mirada al metálico
"Slave To The Grind", que pese a sonar poderosa e intimista no llegó
a alcanzar las cuotas de épica e intensidad que desprendía su versión en estudio.
Pese a los altibajos de la actuación, lo cierto es que la audiencia se
mostró muy entregada y participativa, consiguiendo que temas como el novedoso
"Kings Of Demolition", sonarán como un poderoso puñetazo sonoro. El
espíritu más netamente punk roquero, que siempre ha encarnado Rachel Bolan,
quedó plasmado en su versión de los Ramones, una adrenalítica "Psycho
Therapy", que la banda interpretó en formato de cuarteto encargándose de
las voces el propio bajista.
El retorno de Solinguer sobre las tablas estaría protagonizado por una
lacrimógena versión de su hit "I Remember You", con el vocalista encarándose
a la valla de seguridad para compartir el micrófono con los seguidores de las primeras filas, para
acto seguido volver a centrarse en su segundo trabajo y ofrecernos una apoteósica "Monkey Business",
que volvía a hacer explotar a todos los presentes, certificando el alto nivel
de cohesión entre banda y público.
A diferencia de lo que suele ser habitual, el quinteto optó por no
abandonar el escenario y renunciar al paripé de los bises. Así que la sorpresa de la noche, ya que en un principio
no estaba prevista en el repertorio, fue
una celebradísima versión del clásico de Cheap Trick "Surrender", que
convirtió la sala en una auténtica fiesta.
Con el público deseoso de más rock n´roll, las encargadas de poner el
broche de oro a la velada fueron dos gemas de muchos quilates. La primera de
ellas, la perturbadora "Slave To The Grind", todo un torbellino
sonoro que dejaba las espadas en todo lo alto para rematar la faena con ese
himno generacional que es "Youth Gone Wild", que servía para echar el
cierre definitivo a una actuación realmente notable, en la que la banda dejó
totalmente aparcado el material del incomprendido "Subhuman Race" de
1995.
No me gustaría acabar esta crónica sin ofrecer una reflexión muy personal al
respecto de la formación de New Jersey.
Habiendo visto la descarga de Skid Row, pienso que quizás haya llegado el
momento de que el quinteto pase página definitivamente de la etapa Sebastian Bach. De modo que creo que la banda
tendría que centrarse en el material grabado con Jhonny Solinger al frente, ya que en muchos momentos del show la formación me pareció una banda de punk rock descargando versiones
de clásicos hard roqueros de la década de los 80.
TEXTO:ALFONSO DIAZ
FOTOS:CARLOS OLIVER
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