Si hablamos de álbumes míticos y de grandes canciones siempre se ha dicho
que el paso del tiempo es el auténtico
juez que determina si una composición es
realmente grande. Y es que a pesar de que muchos grupos en la actualidad están
recurriendo a estas giras en plan "revival", en las que rememoran
grandes momentos de su pasado, pocas formaciones hay que se atrevan a tocar de
forma íntegra, y en el mismo orden, las composiciones de una de sus obras
cumbres. Para cualquier aficionado al hard rock resulta obvio que la década de
los 80 fue el periodo de máximo esplendor del género, y es que durante esa
década se facturaron algunos de los grandes clásicos de la historia del rock.
Sin ir más lejos el final de esa gloriosa época fue testigo de álbumes tan
sublimes como los debuts homónimos de
Skid Row, Mr. Big o los propios Extreme. Pero el cambio de década también nos dejó grandes trabajos como el
“Empire” de Queensrÿche, el “Crazy World” de Scorpions, o este brillante "Pornografitti" que, sin proponer una ruptura absoluta con el
hard rock más clásico, significaba un soplo de aire fresco gracias a sus
cuidadas armonías vocales y a sus incursiones en estilos, tan poco habituales en
la época, como el folk y el funk.
Casi 25 años después de su publicación, las tres cuartas partes de la
formación que grabó aquel mítico trabajo junto al productor Michael Wagener,
que alcanzaría el multi-platino gracias
al éxito de la balada "Moré Than
Words", regresaba a la Ciudad Condal para proponernos un viaje
retrospectivo a través del tiempo, certificando así la plena vigencia de una banda que después de
varias idas y venidas parece estar
viviendo una segunda juventud en plena madurez.
Aunque debo admitir que en un
primer momento me mostré bastante escéptico con el marco escogido para este
reencuentro, la sala grande del Razzmatazz, lo cierto es que la audiencia
barcelonesa acabó respondiendo a la convocatoria del cuarteto de Boston, congregándose
algo más de mil seguidores para ser testigos en primera persona de la
descarga de Bettencourt y cía.
Para ir ambientando la velada y ayudarnos a consumir la espera antes del
inminente desembarco del cuarteto de Boston, contábamos con el concurso de una
de las bandas más emblemáticas de nuestro hard rock, Eldorado, que gracias a
sus giras por el Viejo Continentes y los E.E.U.U. se han convertido en una de
las bandas con más proyección más allá de nuestras fronteras.
Desafortunadamente, y como suele decirse en estos casos, nadie es profeta en su
tierra, así que lamentablemente hubo quien prefirió apurar su última
cerveza en los bares de los alrededores del local a seguir la descarga de Eldorado.
Con algo de antelación sobre el horario inicialmente previsto, con muchas ganas y una actitud 100%
roquera saltaba sobre las tablas de un Razzmatazz todavía a medio gas la
formación madrileña. Liderados por el carismático vocalista Jesús Trujillo, los
chicos de Eldorado salieron a escena dispuestos a aprovechar al máximo su
tiempo, proponiéndonos en el arranque el contagioso ritmo de la pieza que abría
su "Golden" de 2010, "The House Of The Seven Smokestacks", que les servía para romper
el hielo y presentarse ante una atenta audiencia. Pese a que la banda ha
publicado sus últimos trabajos en sendas versiones, inglés y castellano, lo
cierto es que en esta ocasión, el cuarteto se decantó por interpretar sus temas
en el idioma de Shakespeare, fundiendo así el "rollito" clásico de
sus composiciones con ese característico y atractivo toque
"southern", al más puro estilo The Black Crowes.
Aunque la banda sigue muy activa en directo, lo cierto es que los chicos no
han dejado de trabajar en la composición de los temas que formaran parte de su
nuevo trabajo, de modo que esta noche aprovecharon para testar alguna de sus
nuevas composiciones como "I´ll Be
Satisfied" o “Flowers Of Envy”, que continua con su línea clásica habitual pero adentrándose en terrenos más envolventes
y psicodélicos. Tampoco faltó durante su descarga el tributo al material
clásico de The Beatles, que vendría marcado por un enérgico y roquerizado cover
del "Helter SKelter", que se convirtió en la excusa perfecta para
ponernos a todos a cantar.
Durante todo el show la banda demostró tablas y
profesionalidad, derrochando simpatía y carisma, mostrándose muy cómodos
sobre el gran escenario del Razzmatazz, exhibiendo un aplomo y una soltura que sin duda les ha proporcionado el estar
girando de forma ininterrumpida. Así que
la banda no mostró ningún tipo de complejo ni inseguridad a la hora de mezclar
la rabia roquera de “Another Bright Sunday”, con las texturas más complejas y
envolventes de "Kassandra", rescatada de su "Antigravity Sound
Machine" de 2012, que fue fantásticamente recibida por parte del respetable.
El tiempo del cuarteto se estaba agotando, pero antes de despedirse
Eldorado todavía tendrían ocasión de ofrecernos una nueva muestra de su
potencial hard roquero de manos de un potente "Mad Woman", que con su
pertinaz y contagioso estribillo nos dejaba a todos con un muy buen sabor de
boca. Con la banda buscando financiación a través del "crowdfonding"
para grabar su nueva obra de estudio, junto
con el prestigioso productor
Richard Chycki, y teniendo en cuenta el potencial de sus anteriores trabajos, resulta inevitable llegar a la conclusión que
la próxima entrega del cuarteto madrileño tiene muchos números de convertirse
en una referencia obligada para todos
los amantes al Classic Rock en nuestro país.
En ocasiones resulta muy fácil apreciar cuando una banda es realmente grande dentro de la
escena internacional. Y esa grandeza viene dada en muchas ocasiones por pequeños detalles que hacen sentir
especiales a sus seguidores, consiguiendo que cada una de sus descargas sea
algo diferente y excepcional. Así que simplemente bastó el guiño de incluir un
pequeño fragmento del "Barcelona", cantado por el inmortal Freddie
Mercury en la introducción del show para que Extreme salieran a escena con el público totalmente
entregado y rendido a sus pies.
Con las agujas del reloj girando en sentido inverso al habitual, el inicio
de nuestro viaje, como si volviéramos a pinchar el disco después de mucho
tiempo, fue con el explosivo y contagioso "Decadence Dance", marcando
un inicio ágil, enérgico y salvaje, que nos servía para el reencuentro con unos
Extreme potentes, dinámicos y por los que parece que no ha pasado el tiempo. Con un Gary
Cherone inmenso, encaramado a la batería ofreciendo un gran despliegue físico,
un Nuno Bettencourt que no ha perdido ni un ápice de su "feeling" y
su elegancia a la hora de destripar su instrumento, y con un efectivo Pat
Badger intachable tanto en su labor a
las cuatro cuerdas como a la hora de afrontar los coros.
De la formación que grabará el mítico plástico, que se revisitaba esta
noche, sólo faltaba el batería Paul Geary, pero lo cierto es que su sustituto,
Kevin Figueiredo, consiguió que nadie le echará de menos. Tras la fulgurante
salida del cuarteto, la fiesta continuaba con "Li´l Jack Horny",
introducido por un extenso desarrollo a cargo de Bettencourt, mientras Cherone
no paraba de jugar con su pie de micro, demostrando, que pese al paso de los
años, sigue conservando ese “feeling” y ese magnetismo propio de los grandes "frontman". A
diferencia de lo que sucediera en épocas pasadas, la madurez de los miembros de
la banda ha acabado enterrando la lucha de egos entre ellos, dejando paso a una
banda que parece más unida que nunca y
que transmitió muy buen rollo sobre las tablas. Así que con la gente
totalmente entregada llegaba el momento del cachondo "When I'm
President", introducido por el inconfundible rapeado inicial y por las palmas
del respetable acompañando a esa seductora base funk a cargo de la dupla
Badger/Figueiredo, para posteriormente dejar todo el protagonismo en manos del
virtuoso guitarrista portugués.
Con el público coreando el nombre del guitarrista, era el propio
Bettencourt el encargado de adentrarnos en el primer punto álgido de la noche,
atacando el contagioso funk contenido en el vibrante "Get The Funk Out", que fue
entonado de forma íntegra por el respetable mientras Cherone, ya desprovisto de
su chupa negra y en camiseta de tirantes, nos hacía mover los brazos de
izquierda a derecha. Tras semejante alarde de fuerza e intensidad, todos sabíamos
que lo que venía a continuación. Así que el escenario se quedó a oscuras
durante unos instantes mientras los "pipas" colocaban sendas sillas
para que Cherone y Bettencourt reprodujeran la escenografía del video de una de
las baladas más radiadas de la historia del rock, un emocionante "More
Than Words" que sonó elegante y emotivo, consiguiendo emocionar a una sala
que, como no podía ser de otra forma, se inundó de teléfonos móviles que
inmortalizaron el momento.
Consumado el primer momento romántico de la noche, que resultó ideal para
recobrar el aliento, era el momento de volver a recuperar el
"feeling" más netamente roquero
para convertir la sala en una auténtica
fiesta de manos del marchoso y vacilón "Money (In God We
Trust)", que ponía de nuevo a todo el mundo a botar, dejándonos la imagen
de Gary, Nuno y Pat sentados en la tarima de la batería a la vez que todos los
presentes entonabamos el pegadizo estribillo. El encargado de marcar el Ecuador
de esta primera parte del show fue la pieza que le prestaba su título al
plástico, "Pornograffitti", que con su letra sugerente y lasciva nos
ofrecía la visión que tenían del sexo cuatro "hambrientos
jovenzuelos" a principios de la década de los noventa.
Si la primera parte del espectáculo había estado protagonizada por los
temas más roqueros, marchosos e intensos, el segundo tramo del show, al igual
que sucediera en el álbum, estuvo más
centrado en las composiciones más pomposas y melódicas, con la banda poniendo
especial esmero y cuidado a la hora de
atacar tanto los arreglos instrumentales como esas cuidadas y características
armonías vocales. La encargada de inaugurar este segundo segmento fue la
sosegada “When I First Kissed You”, que con su aroma a musical de Broadway dejó
a toda la audiencia embobada siguiendo atentamente las evoluciones de un
inspirado Gary Cherone, mientras Bettencourt le acompañaba haciéndose cargo de
los teclados. Tras una calurosa ovación,
volvería a ser la potente pegada del batería Kevin Figueiredo la encargada de
marcar el ritmo del contagioso “Suzi (Wants Her All Day What?)”, una composición
que pese a no formar parte del “tracklist” original de la versión en vinilo se
ha acabado haciendo un hueco en el corazón de los seguidores de la banda.
Mucho
más familiar resultó la característica introducción “Flight Of The Wounded
Bumblebee”, que acabaría dejando paso al crujiente medio tiempo “He-Man Woman Hater”, que sería la escogida
por el guitarrista para ofrecernos una nueva muestra de su incontestable
talento a las seis cuerdas, exhibiendo esas cualidades que desde muy joven le
consagraron como uno de los guitarristas más influyentes de su generación. Tal
y como nos anunció el propio Cherone, el álbum estaba llegando a su fin, pero
los de Boston aún tendrían ocasión de
ofrecernos la sutil y preciosista “Song For Love”, que vista con la perspectiva
del tiempo fue el primer paso para otras baladas posteriores como aquel “Stop The World” incluido en su siguiente
trabajo “III Sides To Every Story”. El capítulo final a este exhaustivo repaso
a su multimillonario segundo trabajo estaría
protagonizado por el sentimiento folk contenido en el que fuera el cuarto y último single del álbum “Hole Hearted”, que contó con el apoyo de
toda la sala acompañando con palmas y con un pequeño fragmento del “Crazy
Little Thing Called Love”, de sus idolatrados Queen, que les serviría para
poner la rúbrica a casi noventa minutos de recuerdo y devoción.
Tras unos minutos de descanso, el cuarteto regresaba sobre las tablas para
embarcarse junto a sus seguidores en unos extensos bises. La elegida para
volver a hacer retumbar la sala fue la primeriza “Play With Me”, pieza que cerraba su prometedor debut de 1989 y que sirvió para que la banda volviera a
retomar el “feeling” con sus
seguidores, con Cherone haciéndonos
cantar desde los primeros compases del tema, para que posteriormente Bettencourt nos sometiera a un
nuevo ejercicio cargado de técnica y virtuosismo. El ritmo más clásicamente
hard roquero retornaba de la mano del single que servía como adelanto a su
tercer trabajo “III Sides To Every Story”, el incendiario y arrollador “Rest In
Peace”, una apuesta segura de cara al directo que no hizo más que hacer crecer
la excitación de un público que se
desgallitó para entonar cada uno de los estribillos.
Sin abandonar este mismo trabajo, el cuarteto nos proponía ahora los aires
más melódicos y grandilocuentes del sentimental “Am I Ever Gonna Change”, que
nos mostraba la versatilidad y madurez de una banda que atesora muchos y muy
variados recursos, sabiendo moverse con soltura y convicción por diferentes
sonoridades. Tras una tremenda ovación, sería el propio Nuno Betterncourt el
encargado de adueñarse del centro del escenario para ofrecernos una fantástica
interpretación del preciosista y emotivo
“Midnight Express”, único recuerdo que tuvieron hacia su cuarto trabajo “Waiting For The Punchline”. Pero la
encargada de poner el broche definitivo a su brillante actuación fue la
desbordante y festiva “Cupid´s Dead”, que servía para que el cuarteto se diera
un último baño de multitudes ante una sala que despidió a los músicos con el
calor y el fervor de las grandes estrellas.
Tras demostrar con su actuación la plena vigencia de su material más
clásico, y ratificar el buen estado de
forma de su actual formación, el siguiente reto en la
carrera de los americanos debe ser
encerrarse en un estudio de grabación para dar forma a una nueva colección de
canciones que estén a la altura de su trayectoria y su legado.
TEXTO:ALFONSO DIAZ
FOTOS:CARLES OLIVER
Gran álbum el de Extreme. Recuerdo lo talentoso que era Cherone y cómo se salió en el concierto tributo a Freddie cantando Hammer To Fall; pero creo que le condiciona sobremanera ser el tío que hizo el peor disco de la historia de Van Halen: una institución para los americanos y para nosotros (creo). Los vi en el Hellfest y Cherone cumplió; eso sí, lo de Nuno es un caso aparte. Un crack.
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