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domingo, 7 de septiembre de 2014

RICHIE KOTZEN-RAZZMATAZZ 2-BCN-6-SEP-2014



Parece que fue ayer pero hace ya casi 25 años que un jovencísimo  Richie Kotzen aparecía en escena para  ser presentado como el nuevo guitarrista de los “glammies” Poison. Ya desde que el guitarrista participara en la gran mayoría de las composiciones que formaban parte de aquel magnífico “Native Tongue”, fueron muchos los que se quedaron prendados con el talento y la elegancia del guitarrista que habían incorporado los chicos de Bret Michaels. Aunque su unión no fue excesivamente duradera, a consecuencia de un  controvertido “affaire” de faldas que acabó desencadenando con la salida del guitarrista, lo cierto es que Kotzen, además de mantener siempre activa una prolífica carrera como solista, siempre se ha sabido rodear de unos excelentes compañeros de viaje, y buena muestra de ello fue la temporada que estuvo junto a Mr. Big,  o   más recientemente su aventura junto a Mike Portnoy y Billy Sheehan en The Winery Dogs.

Atesorando semejante bagaje a sus espaldas resulta obvio que el guitarrista ha conseguido llegar a un público de lo más variado y heterogéneo, consiguiendo reunir en sus presentaciones a seguidores del calssic-rock, el hard rock, el funk e incluso el soul. De forma que este mestizaje de público se acabó traduciendo en una buena entrada, reuniendo a una media sala larga para seguir las evoluciones del virtuoso guitarrista. Para esta presentación de Kotzen, que significaba el segundo concierto de su actual gira europea, el tour había arrancado la noche anterior en Madrid, el guitarrista volvía a optar por una alineación de power trio, contando para la ocasión con la participación del bajista Danny Wilson y el batería Mike Bennet, quienes formaron una base rítmica rotunda y compacta.

Otro detalle que me llamó poderosamente la atención fue la complicidad y la entrega de una audiencia que en todo momento se mostró completamente entregada al guitarrista de Reading, y eso se notó en las repetidas  ovaciones que recibió Kotzen a lo largo de toda  la velada. Lejos del cliché de “guitar-hero”, Kotzen se presentó ante sus incondicionales con un “look” de lo más desenfadado, con el pelo alborotado, una camiseta larga de tirantes, unos pantalones tailandeses y unas cómodas deportivas, para arrancar su descarga de esta noche con su último  single “War Paint”, que era el elegido por el trío para romper el hielo y dar el pistoletazo de salida a 90 trepidantes minutos de magia, elegancia y “feeling”.

Durante los últimos años el guitarrista americano se ha convertido en un habitual de nuestros escenarios, consiguiendo congregar en cada una de sus presentaciones a una mayor cantidad  de aficionados, de modo que algunos de los temas más significativos de su longeva andadura como el soulero “Love Is Blind”  o el marchoso “Bad Situation”, ambos extraídos de su “24 Hour· de 2011, sirvieron para que la gente coreara junto al guitarrista sus pegadizos estribillos. Y es que lejos de embarcarse en largos y tediosos solos de guitarras, con los que demostrar su talento y su personalidad, el guitarrista americano prefirió conceder todo el protagonismo a sus composiciones, enlazando los temas uno tras otro para dar un ritmo vivaz y dinámico a su actuación.

Tampoco puede decirse que Kotzen se mostrará excesivamente hablador a la hora de presentar sus temas, de hecho la primera ocasión en que se dirigió a nosotros fue para darnos las buenas noches  y anunciarnos la primera sorpresa de la noche “Cannibals”, una composición que aparecerá en su próximo trabajo y en la que el guitarrista continua indagando en el sonido del rhythm and blues de la década de los 70. Sin duda otro de los aspectos a destacar del concierto de esta noche fue el excelente estado de forma que presentó la voz de Kotzen, mostrando un feeling y una intensidad que brillaron especialmente en cortes como “Walk With Me”, en el que nos ofrecía una orientación más contemporánea, desmarcándose ligeramente del clasicismo del que suelen estar impregnadas muchas de sus composiciones.

Tampoco faltaron a lo largo de la noche esos desarrollos más intensos y melómanos que tanto gustan a los seguidores de los grandes guitarrista, y sin duda uno de los momentos álgidos en este sentido llegó durante la cambiante “Fear”, en la que el trio se dedicó a jugar con diferentes ambientaciones, consiguiendo trasladarnos desde ese inicio dulce e idílico hasta esos poderosos  in crescendos en los que Kotzen se adueñó del centro del escenario para conceder a su instrumento todo el protagonismo que se merecía. Quizás el momento más elegante de toda la noche llegaría con esa preciosa “Doing What The Devil Says To Do”, para que rápidamente el trío recupera el ritmo de la descarga con la más marchosa y adictiva “Peace Sign”, que acabaría desembocando en un escueto solo de batería que sería rematado por propio Kotzen, demostrándonos que, además de las seis cuerdas, también domina los parches y los platos.

Tras las demostraciones de todos los miembros de la banda, llegaba el momento de encarar la recta final de la actuación, siendo la elegida “Help Me”, que fue la encargada de poner nuestros pies en movimiento, desplegando todo su potencial funk. Otro de los momentos mágicos de la noche llegaría cuando Richie se quedó solo en escena, únicamente acompañado por su guitarra, para interpretar una soberbia versión de su “What Is”, que fue la elegida para que todos los presentes aunáramos nuestras voces junto a la del guitarrista, creando un clima de comunión y complicidad realmente vibrante y emocionante.

Los dos últimos cartuchos que el guitarrista se guardaba en la recamara para despedir su actuación estuvieron protagonizados por el ímpetu roquero contenido en  “Fooled Again”, todo un derroche de personalidad y magia que volvía a enganchar a una audiencia completamente embelesada con la descarga de su ídolo, y la más tranquila e introspectiva “Save Me”, que sería la elegida para que los integrantes del trío se retiraran a camerinos, dejando tras de sí una calurosa ovación. No se hizo de rogar  mucho el trío  a la hora de volver sobre las tablas para ofrecernos un único bis, que estaría marcado por un trepidante interpretación de  “Go Faster”, con el que nuevamente el guitarrista nos hacía a todos  cantar, poniendo un brillantísimo punto y final a una descarga que se hizo realmente corta.

Si hablamos de guitarristas habrá algunos más técnicos, más rápidos y más talentosos, pero lo cierto es que Richie Kotzen ha conseguido un sonido y un estilo completamente  personal y  reconocible, gracias a  su inconfundible forma de tocar su instrumento, siempre con los dedos, y ofreciéndonos unas composiciones que destilan autenticidad, maestría y, ante todo, “feeling”, anteponiendo siempre las canciones  a estériles carreras por el mástil  o sucesiones tan  infinitas como  innecesarias  de escalas musicales.


TEXTO Y FOTOS:ALFONSO DIAZ

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