Hay formaciones que no precisan de grandes campañas de marketing para
seguir creciendo disco a disco, congregando en cada una de sus visitas a un
público cada vez más numeroso y entusiasta. Sin duda Eluveitie son una banda
con una propuesta personal y característica, en la que confluyen a la
perfección la oscura contundencia del
death melódico y la sugestiva elegancia celta-folk que aportan instrumentos
como el violín, la mandolina, la flauta, la gaita o la
zanfoña.
A diferencia de lo que sucediera en sus anteriores visitas, en las que los
suizos asumieron el papel de teloneros de bandas ya consagradas como Kreator o
Sabaton, o en sus apariciones en
festivales como el Leyendas Del Rock, por fin llegaba el momento de que sus
seguidores pudieran disfrutar de la experiencia Eluveitie en todo su esplendor,
enfrentándose a una banda en plena
madurez que arribaba a la Ciudad Condal
para presentar su última entrega discográfica "Origins". Como “supporters”
de la formación capitaneada por el carismático vocalista y multi-instrumentista
Chrigel Glanzmann, contábamos con la participación de dos bandas que ya nos habían visitado en anteriores ocasiones,
los islandeses Skálmöld y los rusos Arkona.
Resulta innegable que durante los últimos años se ha producido una explosión
de bandas que se salen de la ortodoxia y los convencionalismos, que apuestan abiertamente
por introducir en su propuesta diferentes sonoridades y elementos propios del folk más
autóctono y arraigado. De modo que todo ese apoyo y ese creciente interés que
han suscitado etiquetas como “Folk”, “Pagan”, “Viking”… etc, se tradujo en una excelente entrada en la sala
grande del Salamandra, donde una
audiencia bastante joven se dio cita para disfrutar en primera persona de una
velada verdaderamente apasionante.
Pese a ser los encargados abrir la
velada me sorprendió muy positivamente la acogida que recibieron Skálmöld,
quienes con su último trabajo bajo el brazo “Med Vaettum” saltaron a escena con
una consigna muy clara: aprovechar al máximo su tiempo ofreciendo a todos los
presentes una buena muestra de su rutilante viking-folk. Para cualquiera que se
haya acercado al material facturado por
el combo islandés resulta obvio que sus
principales virtudes son: la contundencia de su tripleta de guitarras, su
aplastante base rítmica y el gran trabajo vocal que realiza toda la banda a la
hora de apoyar en los coros y en las armonías vocales, dando a temas como “Árás” o “Miögarösormur” una
ambientación épica y grandilocuente.
Como comentaba anteriormente los islandeses ya habían pisado con
anterioridad los escenarios españoles, y eso se tradujo en que un buen número
de incondicionales entonó junto a la banda, pese a la barrera idiomática, los
cánticos contenidos en piezas como “Narfi”. Tampoco faltaría durante su show esa vertiente
más festiva y desenfadada al atacar el sexteto las adictivas melodías contenidas en “Gleipnir”, que pusieron
instantáneamente a toda la pista a
saltar, ni los pasajes más oscuros y tenebrosos contenidos en piezas como “Meö
Fuglum”, que de las nuevas composiciones fue de las que mejor funcionó. La otra
muestra que nos dejaron de su flamante “Med Vaettum” llegaría con los
impenetrables riffs de “Aö Hausti”.
Mientras que la encargada de poner el punto y final a su escueta presentación
seria la primeriza “Kvaöning”, extraída de su debut “Baldur”.
Los siguientes en hacer acto de presencia sobre las tablas de un Salamandra
prácticamente lleno fueron Arkona.
Formados hace más de una década la formación rusa puede vanagloriarse de
poseer una de las carreras más longevas y fructíferas dentro de la escena
pagan-folk. Y es que la banda liderada por la vocalista Masha “Scream” Arhipova
tiene una personalidad muy marcada, lo
que le convierte en una de las formaciones más reconocibles para todos los
seguidores del género. Evidentemente, una de sus mayores características es la
lírica de sus composiciones, con unos textos basados en la historia, las leyendas
y la mitología de su país.
Aunque debo reconocer que tenía muchas ganas de verles en directo, lo cierto
es que su descarga no me acabó de convencer por varios motivos. Pese a que
durante toda su actuación la banda contó con el respaldo de una audiencia fiel
y devota, en ningún momento me convenció un volumen excesivamente alto y poco matizado,
que no permitía diferenciar con claridad cada uno de los instrumentos. Y eso,
en una propuesta como la de los rusos, puede llegar a convertirse en un hándicap
muy importante. Tampoco me acabó de convencer la actuación individual de Masha,
ya que si bien es verdad que puso mucha garra y pasión a sus interpretaciones,
lo cierto es que me pareció excesivamente acelerada, yéndose de tono en varias
ocasiones e incluso omitiendo algunas de las estrofas.
Pero dejando a un lado estas observaciones, la gente pareció disfrutar con
la descarga del combo moscovita. Como viene siendo habitual, la temperamental
Masha apareció en escena ataviada de negro y luciendo un vistoso adorno de pieles,
mientras que el resto de sus compañeros aparecieron perfectamente uniformados.
Todos a una, y sonando a un volumen atronador, la formación rusa arrancaba su
show con la pieza que presta el título a su última entrega “Yab”, que acabaría dejando paso a la primera
favorita de la noche “Goi, Rode, Goi!”,
presentándonos a una banda muy compacta, que imprimía mucha fuerza a sus temas a la vez que nos ofrecía una desquiciante sesión de “headbanging”.
Está claro que una de las señas de identidad de la formación moscovita es la arrolladora
personalidad de su visceral vocalista, pero la otra particularidad que
diferencia la propuesta de Arkona son las aportaciones de Vladimir Cherepovsky,
quien se encargó de introducir esas sugerentes melodías con los instrumentos
de viento, consiguiendo dar ese toque especial y sublime a cortes como la
emocionante “Serbia”, que junto con la tribal “Na Strazhe Novikh Let” y la
camaleónica “Chado Indigo” serían las encargadas de completar la representación
de su más reciente trabajo “Yav”.
Aunque el arranque de la formación rusa fue verdaderamente fulgurante, poco
a poco la excitación inicial se fue desvaneciendo, no tanto por el concurso de
la banda sino más bien porque al público le costó bastante entrar en la descarga
de los moscovitas. En cualquier caso, fue al atacar composiciones de sus obras previas como “Zakliatie”, que se
convirtió en uno de los momentos culminantes de lo noche, o la seductora “Slav´sja, Rus´!”, cuando la banda llegó a
conectar plenamente con la audiencia, espoleando a la gente y poniendo a gran parte de la sala a cantar.
Para la recta final de su actuación Arkona se guardaron en la manga dos
valores seguros de cara al directo, lo que les permitió dejarnos a todos con un buen
sabor de boca. Por un lado nos ofrecieron las contagiosas y adictivas melodías
contenidas en “Stenka Na Stenku”, toda una invitación a mover los pies, para
acabar rematando la faena con los aromas festivos de “Yarilo”. En resumen,
actuación algo irregular la que nos ofrecieron los moscovitas, dejándonos con
la sensación de que sus cuarenta y cinco
minutos podrían haber dado mucho más de sí.
Tras el abrumador paso de Skálmöld y
la pequeña decepción que supuso la descarga de Arkona, por fin llegaba el
momento cumbre de la noche, la actuación de Eluveitie. Mucha expectación había
suscitado esta nueva visita de unos Eleuvitie que venían dispuestos a ratificar
el enorme crecimiento que han experimentado durante los últimos años. Para ello
la formación presentaba un montaje escénico muy vistoso, en el que destacaban,
además de un enorme telón de fondo, 2 biombos laterales y tres plataformas
repartidas a lo largo del escenario, que permitirían a los miembros de la banda moverse con plena libertad sobre las tablas. En cuanto al
sonido fue nítido y poderoso, permitiéndonos apreciar con claridad todos los matices y elementos que conforman
la atractiva propuesta de Chrigel Glanzmann y sus muchachos.
Recibidos con auténtica devoción por sus fieles incondicionales los de Wintherthur
abrían su descarga con la introducción “Origins”, para acto seguido adentrarse en una
de las piezas más poderosas de su último trabajo, "King", prendiendo así
la llama de una audiencia muy entusiasta y participativa. Ahondando en su faceta más implacable la descarga
proseguía con "Nil", que se convertía en la primera de las muchas
ocasiones en que la sala, prácticamente al completo, se puso a saltar ante la
cara de satisfacción de los músicos. Evidentemente, los suizos son conscientes
de la excelente acogida que han recibido sus últimos lanzamientos, de modo que
no creo que a nadie le sorprendiera que el grueso de su repertorio estuviera
basado en el material de sus tres últimas entregas "Everything Remains As It Never Was"(2010),
"Helvetios” (2012) y "Origins" (2014).
Tras las pertinentes presentaciones, y con la audiencia coreando el nombre
de la banda, llegaba el momento de seguir desgranando piezas como "From
Darkness", la suculenta " Carry The Torch" y la incisiva "Thousandfold",
que se convertiría en el primer punto
álgido de la noche, con el violín y la zanfoña dejándose oír con fuerza
sobre el resto de los instrumentos. Pero sin duda el gran protagonista de la
velada fue el público, que en todo momento espoleó al máximo a la banda suiza, consiguiendo que temas clásicos en su
discografía como "AnDro", que significó el primer y único recuerdo a
su debut "Spirit", sirviera como preámbulo para el siguiente bombazo
de la noche "Sucellos", que daba arranque con todos los miembros de
la banda de espaldas al público y que tendía
un puente imaginario entre el pasado y el presente de la banda.
Con los ánimos muy encendidos era Ana Murphy la que se encargaba de coger el
micrófono para presentarnos la siguiente pieza de la noche, la delicada
"The Call Of The Mountains", interpreta por elección de la audiencia
en alemán, y que para la ocasión fue rebautizada como "La Veu De Les Montanyes
", con toda la sala coreando junto a Anna el estribillo en catalán. Sin abandonar su faceta de vocalista, sería la propia Anna la encargada
de adentrarnos en la parte más melódica del show con una elegante versión de "Omnos", que suscitó una
cerrada ovación.
La vuelta a su vertiente más agresiva llegaría de manos de "The Nameless", que fue la
escogida por Chrigel para organizar un seguidísimo "wall of death",
que hacía que la temperatura en la pista subiera varios grados. El nivel de
intensidad no decaería al continuar desgranando los temas de su última entrega
“Origins”, de manos de la oscura y agresiva "Inception", en la que un
desatado vocalista clavó sus rodillas en el suelo para protagonizar una
devastadora recta final. Una nueva mirada al pasado nos conduciría sobre una
fulgurante "Kingdom Come Undone", que servía para culminar la
tripleta más aplastante y poderosa de la noche, con la banda exprimiéndose al
máximo mientras Chrigel se golpeaba el pecho victorioso.
Durante toda la descarga la comunión entre banda y público fue realmente
asombrosa, de hecho Chrigel fue interrumpido en varias ocasiones por una audiencia
desatada que coreó intensamente el nombre de la banda, como sucedió durante la
presentación de "The Silver Sister", que nos servía para deleitarnos
con la explosiva mezcla que nos proponían las feroces guitarras de Ivo Henzi y
Rafael Salzmann y la gaita de Päde Kistler. El momento de volver aunar nuestras
gargantas llegaría con la imponente "Vianna", que acabaría dejando
paso a una de las composiciones más queridas por los seguidores de la formación
suiza "A Rose Of Epona", con las voces de Anna y Chrigel compartiendo las estrofas.
La recta final de esta primera parte del show llegaría con "Quoth The
Raven", recuperada para la ocasión de su "Everything Remains As It
Never Was", para posteriormente ponernos a todos a saltar con la
inevitable "Havoc", tras la que los suizos abandonaban el escenario
por primera vez. El último bocado de la noche estaría protagonizado por dos
sabrosas píldoras de su repertorio, dos composiciones con las que se puede resumir
a la perfección lo que fue la descarga de Eluveitie. La potencia atronadora de “Helvetios”,
con las incisivas guitarras dando la réplica a las flautas y al violín de Nicole Ansperger, y la áspera sutileza de "Inis Mona”, que
fue la elegida para poner el broche definitivo a su primera visita como cabezas
de cartel.
Dejando etiquetas a un lado, Eluveitie demostraron con su descarga en
Barcelona que son un valor en alza
dentro de la actual escena europea. La
calidad de sus últimas entregas les avala, pero sin duda, lo más atractivo para
su creciente legión de seguidores es que la banda es capaz de llevar al directo
de forma fidedigna todas y cada una de sus composiciones, consiguiendo recrear
la ambientación y el feeling que transmiten sus grabaciones de estudio.
TEXTO:ALFONSO DIAZ
FOTOS:CARLOS OLIVER
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