Veinte años están a punto de
cumplirse desde que Robb Flynn pisara
por primera vez nuestros escenarios para presentar aquel mítico debut de
Machine Head titulado "Burn My Eyes",
abriendo para los titanes del thrash Slayer. Más bien poco queda de aquella
primeriza formación que nos visitó en 1994, ya que por el camino Flynn se ha
dejado a compañeros de viaje como Logan Mader, Chris Kontos , Adam Duce o Ahrue
Luster, con el que grabaron "The
Burning Red"(1999) y "Supercharger"(2001).
Pese a ello, la banda parece estar
atravesando un excelente momento, ya que su núcleo duro, integrado ahora por el
propio vocalista, el batería Dave McClain y el guitarrista Phil Demmel, llevan mucho
tiempo grabando y girando juntos. Además,
la incorporación del nuevo bajista Jared MacEachern ha supuesto una
bocanada de aire fresco para una banda que tras la publicación de su último
trabajo "Bloodstone & Diamonds" parece decidida a coronarse como
uno de los pilares básicos dentro de la escena metal internacional.
El marco escogido para esta nueva visita del combo californiano era el de
las grandes ocasiones, la sala grande del Razzmatazz, un recinto que , si bien no llego a llenarse,
registró una muy buena entrada,
certificando el enorme poder de convocatoria que siguen manteniendo Flynn y sus
muchachos. Aunque en un principio la velada iba contar con la participación de
Devil You Know, su caída días antes del concierto dejaba como únicos “supporters”
a los americanos Darkest Hour, y propiciaba que la actuación de los cabezas de
cartel se alargará con respecto al
"timing" inicialmente previsto.
Viejos conocidos de la parroquia española, sin ir más lejos la banda ya
estuvo abriendo la última visita de Machine Head en nuestro país, Darkest Hour
arribaban a la Ciudad Condal para presentar los temas de su último trabajo
homónimo. Pese a ser contemporáneos de los cabezas de cartel de esta noche, los
de Washington no han tenido ni la suerte ni el reconocimiento que se merecían,
y siguen batallando decididamente por
hacerse un hueco dentro de la escena internacional. Liderados por la dupla que
conforman el vocalista John Henry y el guitarrista Mike Schleibaum, únicos
supervivientes de la formación original, el quinteto abría fuego con la
novedosa "Wasteland", toda una declaración de intenciones con la que
dejaban clara su decidida apuesta por un death metal melódico salpicado de iracundas
ráfagas metal-core.
Pese a ser los encargados de abrir la velada Darkest Hour gozaron de un sonido bastante
aceptable y supieron conectar plenamente con los fans de las primeras filas ,
consiguiendo que el personal se involucrara masivamente en los "circle-pits"
que protagonizarían temas como "Rapture In Exile". Tras sorprendernos
con la voracidad incendiaria de las dos
piezas de apertura, el quinteto se adentraba en las atmósferas más densas y
pesadumbrosas de " Savor The Kill", para rápidamente embarcarse en
otra composición de su anterior entrega discográfica "The Human
Romance", de manos del camaleónico y explosivo "Violent By Nature".
El lado más melódico de los americanos quedaría plasmado a lo largo de
"Anti-Axis", con las guitarras de Scheibaum y Carrigan reclamando
unas mayores cuotas de protagonismo junto a las voces limpias de Henry. Pero
sin duda el auténtico potencial del quinteto yanquee quedaría plasmado en
cortes como "Lost For Life", con la banda pisando el acelerador al
máximo para espolear a las primeras filas, arrastrándolas sin piedad a través
de un trallazo totalmente thrashero. Aunque la banda atesora una amplia
discografía, en esta ocasión, prefirieron centrarse en el material de sus
últimos trabajos, dejando para el tramo
final dos jugosos guiños a su pasado,
"The Sadist Nation", rescatada de su “Hidden Hands Of A Sadist
Nation” y la final "With A Thousand
Words To Say But One", que fue la escogida para dar carpetazo a sus 35
minutos de show.
Tras su descarga división de opiniones entre la audiencia. Mientras los más
jóvenes parecían haber disfrutado al máximo de su show, los más veteranos
comentaban que para nada les había impresionado su descarga. Y es que ya se
sabe, nunca llueve a gusto de todos.
Mucho se ha debatido sobre el último trabajo de Machine Head, y , personalmente,
debo de admitir que tras una primera escucha me pareció que "Bloodstone
& Diamonds" estaba ligeramente por debajo de sus últimos lanzamientos.
Quizás no tanto por la calidad de sus composiciones, sino más bien porque contiene unos temas más
densos y menos directos, que precisan de varias escuchas para acabar
descubriendo sus diferentes matices y texturas.
Centrándome en lo que fue el concierto, lo primero que me llamo la atención fue el set escénico que acompañaba a la banda, con un inmenso telón de fondo presidiendo el
escenario, una altísima tarima de batería y diferentes banderolas
repartidas a lo largo del escenario con
el logo y el escudo de la formación, concediendo al escenario una ambientación cuasi militar.
Con la tensión mascándose en el ambiente la entrada de los músicos sobre
las tablas estuvo acompañada por los arreglos de cuerdas que inauguran el tema
de apertura de su último trabajo "Now We Die", que fue la escogida
para que el cuarteto empezara a hacer rugir a la audiencia. Tirando de carisma
Rob Flynn se adueñó rápidamente del centro del escenario para liderar a sus
huestes a través de una de descarga que acabaría convirtiéndose en un paseo triunfal para
Machine Head. Espoleados por una audiencia que les aclamó con verdadero fervor,
un rotundo redoble de batería nos anunciaba que había llegado el momento de
echar la vista atrás para rescatar una
poderosísima "Imperium", con la que consiguieron espolear al máximo a
una audiencia verdaderamente efusiva, que acompañó incansablemente cada estrofa
y que enloqueció definitivamente cuando, en un final apoteósico, Flynn y Demmel levantaron sus instrumentos al
aire.
Tras el abrumador impacto inicial era el momento de observar que tal se
desenvolvía en escena el nuevo fichaje
de la banda, Jared MacEachern, quien en todo momento se mostró muy
sobrio y acertado, moviéndose con soltura sobre las tablas y mostrándose
plenamente integrado a la hora de atacar con su bajo las líneas de temas
clásicos como "Beautiful Mourning". Peso a ello, debo admitir que eche en falta la personalidad y el
carisma que imprimía su antecesor en el
puesto, Adam Duce. Otro detalle muy significativo fue que el combo americano nos presentó un
set muy equilibrado, rescatando temas de casi todos sus trabajos,
dejándose únicamente en el olvido el
material contenido en el nu-metalero "The Burning Red". De modo que
no faltaron a su cita con la audiencia catalana piezas clave como "Locust" que, pese a pertenecer
a su anterior entrega "Unto The
Locust", se ha acabado convirtiendo en un pilar básico de su repertorio.
Como si de una tradición se tratará Flynn no desaprovechó la ocasión para
brindar junto al público por esta nueva visita de la banda antes de embarcarnos
en el crujiente "Bite The
Bullet", que se convertiría en el preámbulo perfecto para el primer gran
momento de la noche, "Ten Ton Hammer", que hacía que los fans más
veteranos se dejarán notar con fuerza.
Tras el subidón que significó este primer y único recuerdo a su segundo trabajo
"The More Things Change…", la
sala quedaba sumida en la más absoluta oscuridad para dejar paso a una
composición de nuevo cuño "Ghost Will Haunt My Bones", que
precisamente estrenaban esta noche en Razzmatazz y que me dio la sensación de que
hacia bajar el nivel de intensidad del show tras la fantástica acogida que había recibido el bombazo anterior.
Tampoco me acabó de convencer ese inicio lento y repetitivo que nos ofreció
Flynn, acústica en mano, como preámbulo de la tortuosa e introspectiva
"Darkness Within", si bien es verdad que la gente pareció totalmente
entregada acompañando al vocalista e incluso cantando a capela la letra de la
canción. Las emociones fuertes y el metal más crudo y abrasivo regresarían con
las sirenas que nos anunciaban el inicio de "Bulldozer", con toda la
banda destripando de forma rotunda sus
instrumentos. Durante toda la actuación la banda se mostró como un vendaval
desatado, y es que la química que existe
entre Demmel y Flynn es realmente asombrosa, ya que ambos músicos llevan muchos
años compartiendo escenario, concretamente desde los remotos tiempos de los míticos Vio- lence.
Una nueva mirada a "Bloodstone & Diamonds", nos conduciría
sobre una de las piezas más salvajes y despiadadas del álbum "Killers & Kings",
para que acto seguido la sala se viniera literalmente abajo al esperar con
rotundidad Flynn la mítica frase
"Let Freedom Ring With A Shotgun Blast", que nos conduciría sobre una
incendiaria versión del clásico "Davidian",
el primer gran éxito de la banda y el tema bandera de aquel mítico "Burn
My Eyes" de 1994, que serviría para que los americanos abandonarán el
escenario por primera vez en olor de multitudes.
Con una audiencia completamente desatada Flynn regresaba sobre las tablas para ofrecernos un improvisado “medley” en el que tuvieron cabida algunos fragmentos de piezas clásicas de Maiden, haciéndonos cantar algunos versos de temas como "The Number Of The Beast", "Run To The Hills" o "The Trooper". Sin duda una jugada muy efectiva, pero durante la que desaprovecharon un tiempo precioso que bien podrían haber empleado en interpretar otra de sus composiciones. La recta final de su espectáculo estuvo marcada por "Aesthetics Of Hate", una nueva mirada a su deslumbrante debut en forma de una expeditiva "Old", que volvía a hacernos gritar ardientemente su rotundo estribillo, y una fulgurante "Halo", que sería la elegida para cerrar su show de forma definitiva.
Con una audiencia completamente desatada Flynn regresaba sobre las tablas para ofrecernos un improvisado “medley” en el que tuvieron cabida algunos fragmentos de piezas clásicas de Maiden, haciéndonos cantar algunos versos de temas como "The Number Of The Beast", "Run To The Hills" o "The Trooper". Sin duda una jugada muy efectiva, pero durante la que desaprovecharon un tiempo precioso que bien podrían haber empleado en interpretar otra de sus composiciones. La recta final de su espectáculo estuvo marcada por "Aesthetics Of Hate", una nueva mirada a su deslumbrante debut en forma de una expeditiva "Old", que volvía a hacernos gritar ardientemente su rotundo estribillo, y una fulgurante "Halo", que sería la elegida para cerrar su show de forma definitiva.
Como no podía ser de otra forma no faltaron los brindis con el público, el
generoso reparto de púas y baquetas; y los cánticos de una audiencia plenamente satisfecha. Así
que en líneas generales muy buena descarga de Machine Head que volvieron a
triunfar de forma incontestable en la Ciudad Condal. Aunque, personalmente,
creo que la banda tendría que apostar decididamente por subir un nuevo escalón
en sus directos e intentar ofrecer un
espectáculo más redondo y extenso, prescindiendo de “medleys”, brindis y demás parafernalia
para concentrarse en prolongar su shows
hasta las dos horas de duración, algo que, sin duda, agradeceríamos todos sus
fans.
Ya por último no me gustaría acabar esta crónica sin comentar el feo
detalle que tuvo la banda al vetar a los
fotógrafos de los medios digitales, lo que impidió que el compañero Carlos
Oliver pudiera realizar su trabajo.
TEXTO Y FOTOS:ALFONSO DIAZ
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