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domingo, 14 de diciembre de 2014

EPICA+DRAGONFORCE+DAGOBA-APOLO-BCN-2-DIC-2014



No creo que Mark Jansen fuera consciente cuando decidió abandonar After Forever del recorrido y la trascendencia que acabaría alcanzando su nuevo proyecto. Desde su génesis  en 2002 ,-primero como Sahara Dust y posteriormente como Epica-,  la formación holandesa ha ido perfilando un estilo propio y reconocible que le ha permitido ir escalando posiciones dentro de la escena internacional hasta consolidarse como uno de los nombres de referencia del metal sinfónico. Aunque resulta obvio que uno de los principales baluartes de Epica es el registro mezzosoprano de su vocalista Simone Simons, la banda ha ido endureciendo de forma progresiva su estilo, siendo cada vez más habituales en sus composiciones las ambientaciones oscuras y los pasajes guturales cantados por el propio Jansen.

Tras su reciente paso por nuestro país  como parte del cartel del Rock Fest, Epica regresaban a la Ciudad Condal liderando su propio espectáculo  y con la excusa de presentar su última referencia “The Quantum Enigma”. El marco elegido para su descarga fue la céntrica Sala Apolo, y como compañeros de viaje los holandeses contarían con la participación  de los franceses Dagoba y los británicos Dragonforce, conformando una tripleta muy variada estilísticamente y que podía resultar atractiva para una audiencia de lo más amplia y heterogénea.
 
Adelantándose unos minutos al horario fijado inicialmente aparecían en escena Dagoba, dispuestos a sacar el máximo partido a su tiempo y con la firme convicción  de obtener un buen botín en forma de nuevos seguidores. Lejos de ser los típicos “supporters” desconocidos, los franceses demostraron tener un buen tirón entre los aficionados más jóvenes, ya que  hubo bastantes prisas por acceder al local y hacerse con un buen sitio para seguir su actuación. Con el escenario decorado con un par de paneles que reproducían la portada de su último trabajo “Post Mortem Nihil Est”, y mientras la gente continuaba accediendo al recinto, los marselleses inauguraban su actuación con  la potencia devastadora de “I, Reptile” y “The Man You´re Not”, poniendo de manifiesto su apuesta decidida por unas guitarras compactas, una base rítmica crujiente y unos registros vocales incisivos y rasgados.

Aunque en un primer momento podría parecer que la propuesta  de la formación gala está muy próxima a la  de bandas americanas como Lamb Of God o Machine Head, lo cierto es que el cuarteto mostró una gran amplitud de miras y muchos recursos, introduciendo en sus composiciones algunos elementos industriales junto a unas líneas vocales más melódicas, consiguiendo que temas “Black Smokers (752º Farenheit)”, dejaran una muy buena impresión entre los que todavía no les conocían. Además de la contundencia de su material, los franceses sorprendieron muy positivamente con su impactante puesta en escena, especialmente llamativa resultó la entrega de su vocalista Shawter, quien durante todo el show no dejó de animar a las primeras filas.

Otros factores que jugaron muy a favor de la descarga de Dagoba fueron un solvente juego de luces y un sonido crudo y compacto, logrando que piezas como la camaleónica “When Winter…”, en la que intercalaron voces melódicas junto a sus abrasivos fraseos metaleros, acabaran recabando el apoyo unánime de todos los presentes. Además, lejos de concentrarse en el material de su última entrega, Dagoba optaron por ofrecernos un pequeño recorrido  por los mejores momentos de su discografía, siendo la pieza que cerraba su segundo trabajo  “What Hell Is About”, la frenética “The White Guy (Suicide)”, -con sus alocados pasajes  a lo Spliknot-, la encargada de finiquitar su escueta actuación.
Aunque su propuesta poco tenía que ver con la de las bandas que pisarían posteriormente el escenario, la formación francesa demostró tener muchas tablas, una actitud imparable y unas composiciones potentes y con gancho, de modo que cumplieron con creces con su cometido de  amenizar la espera y hacer pasar un buen rato a todos los presentes.

Tras un vertiginoso cambio de equipo, el escenario quedaba listo para la descarga de la segunda banda de la noche, Dragonforce. He de reconocer que fui de los que pensó que tras la salida de su carismático vocalista ZP Theart, la banda no conseguiría superar el bache. Pero afortunadamente, y gracias a las redes sociales, los británicos encontraron en la figura de Marc Hudson a un reemplazo de plenas garantías. A lo largo de toda su carrera los londinenses siempre se han caracterizado por practicar un vertiginoso power metal, y su más reciente entrega “Maximum Overload” no es ninguna excepción, ya que colma con creces las expectativas de todos sus seguidores.


Los británicos son viejos conocidos de la audiencia española, y eso se notó en el recibimiento que les tributó una sala que les acogió como si fueran las estrellas de la noche. Acompañados de una larga introducción,- con aromas a sintonía de videojuego-, la descarga del sexteto arrancaba con una de sus piezas clásicas “Fury Of The Storm”, que fue la elegida para que las vertiginosas guitarras de Sam Totman y Herman Li dieran el pistoletazo de salida a la fulgurante carrera de riffs y doble bombo que nos propusieron Dragonforce. Desafortunadamente el sonido dejó mucho que desear, especialmente durante los primeros temas, ya que la batería de Gee Anzalone devoró al resto de los instrumentos.

Pese a ello, Dragonforce no se amilanaron y acabaron convirtiendo el escenario y la pista en una auténtica fiesta. Constantes fueron los intercambios de posiciones entre los miembros de la banda, y es que incluso Vadim Pruzhanov abandonó su puesto tras los teclados, en repetidas ocasiones, para empuñar su “Keytar” y sumarse al resto de sus compañeros a la hora de encaramarse sobre la pequeña tarima central que presidia el escenario. Tras el fulgurante arranque, llegaba el momento de empezar a desgranar las composiciones de su más reciente entrega “Maximum Overload”, y la elegida para ello fue la épica “Three Hammers”, que con su ritmo rimbombante y sus coros hímnicos  se convirtió en el reclamo perfecto para ponernos a todos a cantar.

Aunque durante algunos momentos del show la voz quedó un tanto sepultada por el resto de instrumentos, Marc Hudson se mostró como un vocalista potente y solvente, muy influenciado por nombres clásicos como Dickinson o Kiske, pero sabiendo imprimir a los temas su propia personalidad. Además, lejos de acaparar todas las miradas, el vocalista supo dar un paso atrás para ceder el protagonismo a sus compañeros cada vez que  estos emprendían  alguna de sus imposibles cabalgadas por el mástil, como sucedería a lo largo de la impactante y novedosa “The Game”. Tampoco faltaron durante su show esos guiños a la “banda de las calabazas”  en temas como  “Shympony Of The Night”, que acabarían desatando la euforia entre una audiencia que acabó entonando el clásico cántico de "oe, oe, oe".

El primer recuerdo a su anterior entrega “The Power Within”,-que supuso el debut de Marc-, llegaría de manos del majestuoso “Cry Thunder”, que se convertiría en la excusa perfecta para que banda y público se pusieran a saltar acompañando sus efectivas melodías. Más atrás en el tiempo nos llevaría la pieza que prestaba el título a su debut de 2003 “Valley Of The Damned”, con la gente totalmente volcada mientras los músicos formaban una piña en el centro del escenario para intercambiar los mástiles de sus instrumentos sin dejar de tocar. Y es que la descarga de la formación británica fue de lo más entretenida visualmente, ya que la acción nunca se detuvo sobre las tablas.

Desafortunadamente el tiempo de Dragonforce se estaba agotando, pero antes de despedirse de forma definitiva todavía tendrían tiempo de regalarnos una última exhibición de virtuosismo y velocidad con “Through The Fire And The Flames”, con la que nos pusieron a todos a cantar, abandonando el escenario acompañados de una rotunda ovación. En resumen, buena actuación en líneas generales del combo londinense, aunque, lamentablemente, se  vio algo deslucida por un sonido que no estuvo a la altura de las expectativas. Esperemos que no tarden mucho en volver y que podamos disfrutarles con un mejor sonido.

Tras el desenfreno de  velocidad guitarrera y doble bombo que había supuesto la descarga de Dragonforce, la sala se preparaba para presenciar  el acto principal de la noche, la actuación de Epica. Aunque hacía pocos meses de su última visita a tierras catalanas, la sala Apolo acabó registrando una magnifica  entrada para acoger la presentación del combo holandés, y es que su participación dentro del marco del Rock Fest supuso  una de las sorpresas más destacadas de la primera edición del festival.

Cumpliendo rigurosamente con el horario previsto, la iluminación del local se apagaba para dejar paso a la grandilocuente introducción “Originem”, durante la que los miembros de la banda fueron tomando posiciones , uno a uno, para arrancar su descarga con una doble ración del material contenido en su última obra “The Quantum Enigma”, de manos de la vertiginosa “The Second Stone” y “The Essence Of Silence”, protagonizando una compacta apertura con la que ponían  de manifiesto el acusado endurecimiento que ha sufrido su propuesta durante los últimos años,   mostrándonos una cohesión perfecta entre las partes líricas interpretadas por  Simons, los pasajes más vibrantes protagonizados por los guturales de  Jansen y esos rimbombantes coros en latín que se han convertido en seña de identidad de la banda.

Tras los primeros saludos de la noche, llegaba el momento de enfrentarnos a “Unleashed”, con la que el sexteto nos proponía un viaje retrospectivo que nos remontaba a los tiempos de “Design Your Universe”, fundiendo a la perfección la grandilocuencia de los coros pregrabados con la exquisitez melódica de una inconmensurable Simone Simons, que con su hipnótica voz nos embarcaba en esos deliciosos estribillos que provocarían la primera gran ovación de la noche. Mucho más oscura e inquietante resultaría “Storm The Sorrow”, que significaba la primera mirada a su anterior entrega “Requiem For The Indifferent”, dejándonos la imagen de la tripleta formada por Jansen, Van Der Loo y Delahaye ocupando  el filo del escenario para dar una mayor pegada a las partes más crudas y abrasivas.

Otro de los puntos fuertes de la descarga del combo holandés fue su rotunda puesta en escena, ya que el protagonismo escénico no recayó únicamente sobre la figura de la atractiva vocalista. Aunque lógicamente fue Simons quien acaparó la mayoría de las miradas, lo cierto es que su compañero, y líder de la banda, Marc Jansen, fue quien se encargó de introducirnos algunos de los temas, como sucedería durante “Fools Of Damnation”, que con sus sugerentes melodías orientales acabó recabando el apoyo unánime  de toda la sala. El retorno sobre su más reciente trabajo estaría marcado por la perturbadora “Chemical Imsomnia”, con los teclados de Coen Janssen dejándose oír con fuerza para firmar junto a la vocalista uno de los momentos más intensos y vibrantes de la velada.

Con la audiencia completamente desatada, coreando intensamente el nombre de la banda, era un desafiante Mark Jansen el encargado de ejercer  nuevamente de maestro de ceremonias para anunciarnos una de las piezas más rotundas de su repertorio, una implacable versión de su clásico de “The Obssessive Devotion”, que se convertiría en la antesala perfecta para la novedosa  “Victims Of Contingency”, que les servía para certificar una de las duplas más compactas y devastadoras de toda su actuación. Durante todo el show el nivel de conexión entre banda y público fue verdaderamente asombroso, de hecho la mitad de la banda no dudó en abandonar el escenario para pasearse por las inmediaciones del foso durante la ejecución de la más melódica y envolvente “Sancta Terra”.

Otra buena muestra de la excelente sintonía existente entre banda y publico llegaría cuando Simons nos permitió elegir la siguiente pieza de lo noche, siendo la escogida por una abrumadora mayoría  “The Last Crusade”. Para rematar esta primera parte del show la formación holandesa decidió apostar por una nueva mirada a su pasado, centrando su objetivo sobre el tema que prestaba el título a su debut  “The Phantom Agony”,  que les servía para abandonar las tablas acompañados de una rotunda ovación.

Tras el interludio  instrumental  “The Fifth Guardian”, que fue el escogido para  dar el pistoletazo de salida a los bises, era el teclista de la banda, Coen Janssen, el encargado de tomar el micrófono para agradecernos nuestra presencia y solicitar nuestra ayuda para acompañarle en el arranque de esa delicada gema que es “Cry ForThe Moon”, que a la postre se convertiría en la  piezas más coreadas de la noche.  Un escueto y vistoso solo de batería sería el encargado de dar continuidad al show para adentrarnos en la última muestra que nos ofrecieron de “The Quantum Enigma”, de manos de “Unchain Utopia”, para acabar dejando paso al cierre definitivo con una excelsa y majestuosa “Consing To Oblivion”, que les permitía cerrar su actuación por todo lo alto, dejando tras de sí a una sala completamente extasiada que coreó intensamente el nombre de la banda, mientras la formación saludaba al completo desde el centro del escenario.

Sin duda la formación holandesa está  viviendo el mejor momento de su carrera.  Excelentes críticas de sus trabajos, participaciones  en los principales festivales, extensas giras por todo el mundo  y, ante todo, el reconocimiento unánime y mayoritario de una parroquia fiel y entregada que vive cada una de sus descargas con auténtica pasión. 




TEXTO:ALFONSO DIAZ
FOTOS:CARLOS OLIVER

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