Durante los últimos
años la carrera de Sabaton ha sido verdaderamente imparable. Muy atrás en el
tiempo queda aquella visita abriendo para los alemanes Edguy en 2006, ya que en
la actualidad la banda tiene poder de convocatoria suficiente para liderar sus
propias giras y ser un suculento reclamo
para los principales festivales del Viejo Continente. Si en su anterior visita al
Razzmatazz la banda desplegó su potencial ante unas trescientas personas en la
sala mediana, en esta ocasión, su espectáculo se trasladaba a la sala grande,
permitiéndonos poder disfrutar de la cuidada escenografía que siempre acompaña a
los directos del sexteto. Como preámbulo a la inminente arribada del poderoso blindado sueco contábamos con la presencia de dos acompañantes
de auténtico lujo Týr y los siempre divertidos Korpiklaani.
Los encargados de
abrir fuego fueron los feroeses Týr quienes arriban a nuestro país presentando
su séptima obra de estudio “Valkyrja”.
No era esta la primera vez que la banda descargaba en nuestros escenarios, y eso se percibió en la calurosa acogida que
recibieron, ya que fueron muchos los que decidieron acercarse pronto al local
para seguir de cerca su actuación. Aunque la formación sigue practicando ese personal “viking/folk”,
lo cierto es que a lo largo de sus últimas entregas su propuesta se ha ido
acercando progresivamente hacia derroteros más tradicionales. Con un escenario presidido
por un enorme telón de fondo, que reproducía la portada de su última entrega
discográfica, el cuarteto asaltaba el escenario al son de “Blood Of Heroes”, un
prometedor arranque con el que consiguieron ir calentando los ánimos del
respetable. Pese a la sobriedad de su puesta en escena llamó la atención su
dinamismo sobre las tablas y que ambos
guitarristas portaran sendas cámaras en el clavijero de sus respectivos
instrumentos.
Sin duda uno de los
principales alicientes de su descarga era comprobar si el cuarteto sería capaz de recrear en
directo la ambientación épica que
desprenden muchas de sus composiciones, de modo que piezas como "Hold The
Heathen Hammer High", supusieron la excusa perfecta para que sus
seguidores se sumarán a la hora de
corear sus hímnicos estribillos.
Fieles
a sus raíces nórdicas tampoco faltaron a lo largo de su show los cánticos corales en el arranque de "Grindavísan".
Aunque su última placa "Valkyrja"
disfrutó de un notable protagonismo, los feroeses no quisieron dejar pasar la
ocasión de rescatar temas como "Tróndur Í Gøtu", perteneciente a su
trabajo de 2009 "By The Light Of The Northern Star".
Contradiciendo la
fama de fríos que siempre acompaña a los músicos nórdicos, los miembros de Týr,
especialmente su guitarrista y vocalista
Heri Joensen, se mostraron en todo momento abrumados con el recibimiento del
público catalán, agradeciendo en repetidas ocasiones su entrega. La encargada
de proseguir con el show sería la más densa y machacona "Mare Of My
Night", combinando a la perfección contundencia y esos técnicos
desarrollos de guitarra protagonizados
por Joensen y Skibenaes. Rescatando su faceta más true-metalera también
tendríamos ocasión de degustar el clasicismo contenido en "By The Sword In
My Hand", que se convertiría en la antesala de "Sinklars Vísa",
con la que nos proponían una nueva mirada a su faceta más “folky”, centrando su objetivo sobre el material
contenido en "Land".
Para encarar la
recta final de su actuación Týr nos ofrecieron una última muestra del material contenido en el conceptual
"Valkyrja", de manos de la trepidante cabalgada contenida en "Lady
Of The Slain”. Mientras que la elegida para poner el colofón definitivo sería
una coreada “Shadow Of The Swastika", que nos dejaría la imagen de un
Joensen desafiante con su guitarra apoyada sobre la pierna derecha. Sin duda
los feroeses llevan muchos años paseando su propuesta por los escenarios
europeos, de modo que ese aplomo y esa
experiencia se tradujeron en una notable actuación, que seguro les valió un
buen puñado de nuevos seguidores.
Tras un pequeño
descanso llegaba el momento de cambiar diametralmente de registro para
adentrarnos en esa ambientación festiva y desenfadada que siempre proponen
Korpiklaani en sus directos. Todos sabemos que la formación finlandesa no se
caracteriza precisamente por su ortodoxia metálica, ya que en sus composiciones
adquieren un destacado protagonismo instrumentos como el violín y el acordeón,
logrando mezclar en sus pegadizas melodías la riqueza de su folk autóctono y la contundencia del
heavy metal.
Al igual que
sucediera con los encargados de abrir la velada, los finlandeses eran viejos
conocidos de la audiencia catalana, así que no tuvieron ninguna clase de
dificultad para conectar rápidamente con los integrantes de las primeras filas,
proponiéndonos en el arranque piezas de su último trabajo como "Tuonelan
Tuvilla" o "Ruumiinmultaa", que se convertirían en la excusa
perfecta para que los presentes se pusieran a bailar convirtiendo la pista en
un auténtico desmadre. Si animada estuvo la concurrencia, no se quedaron atrás
los músicos sobre el escenario, ya que en ningún momento dejaron de alentar a
la audiencia mientras nos deleitaban con sus disparatas danzas escénicas.
Liderados por su
carismático vocalista, Jonne Järvelä", la banda demostró una excelente
actitud sobre las tablas, consiguiendo que piezas añejas como su versión del tabernero "Juodaan Viinaa", crearan un clima
de comunión total entre banda y público. Con el ambiente festivo que se
respiraba en la sala la encargada de marcar el primer punto álgido de la noche sería la desquiciante
“Metsamies", que se fue acelerando de forma progresiva hasta conducirnos sobre un final verdaderamente disparatado.
Si los primeros compases del show habían estado marcados
por el buen rollo que desprenden sus joviales melodías, la encargada de
mostrarnos la faceta más oscura e incisiva de los finlandeses fue la novedosa "Petoeläimen
Kuola", toda una demostración del potencial metálico del sexteto. La
anécdota de la noche llegaría durante los prolegómenos de "Sumussa Hämärän Aamun", cuando Järvellä
invitó a una pareja a subir al
escenario, momento que el chico aprovechó para arrodillarse y pedir matrimonio
a su novia. Tras los aplausos y los vítores que siguieron a la aceptación de la chica, el show retornaría a
la normalidad de la mano de una suculenta "Kantasio", con el acordeón
de Sami Perttula acompañando la
acelerada batería de Matson. Aunque los
finlandeses se mostraron como un colectivo muy sólido y compacto, resulta
innegable que el verdadero motor de la banda fue Järvellä, quien en ningún momento dejó de
animar a la concurrencia, atreviéndose
incluso a dirigir los rugidos del
público,- al más puro estilo Dickinson-, durante los desarrollos instrumentales
de "Levan Polkka".
Pero sin duda los
momentos más vibrantes y eléctricos de su descarga estarían marcados por una
arrolladora recta final, en la que se fueron alternando piezas como
"Sahti" , con la base rítmica marcando incansablemente el paso, una coreadísima
"Vodka", que puso la sala patas arriba con su invitación implícita al
descontrol, para acabar dejando paso a la final "Rauta". En resumen,
buena descarga en líneas generales del combo finlandés, aunque personalmente
creo que su actuación tuvo algunos altibajos, ya que me pareció que el sexteto
fue incapaz de mantener la intensidad de
los primeros compases del show, haciendo que los que no les conocían acabarán
aburriéndose debido a la similitud de muchas
sus composiciones.
Mucha expectación
había suscitado esta nueva expedición del escuadrón sueco liderado por el comandante Joakim Brodán y el
capitán Pär Sundström. Y es que si hay algo que siempre ha acompañado a la
banda ha sido esa inconfundible indumentaria castrense, que lucen todos sus
miembros, y las continuas alusiones en
sus letras a la historia y a episodios bélicos relevantes. De modo que muy
acertadamente, y continuando con esta ambientación militar, el combo sueco optó por una espectacular puesta
en escena, montando nada menos que un tanque en mitad del escenario para situar en su parte
superior el vistoso kit del batería Hennes Van Dahl.
Como sucede con
todas las grandes bandas, los suecos tienen su propio ceremonial. Así que
cuando se apagaron las luces y empezó a sonar a través del P.A. el clásico
himno de sus compatriotas Europe “The Final Countdown”, todos sabíamos que
faltaban escasos segundos para que el sexteto tomara las tablas al asalto. Con
la gente completamente extasiada, coreando el nombre de la banda, llegaría “The
March To War”, para rápidamente dejar paso a ese torbellino powermetalero que
es “Ghost Division”, toda una declaración de intenciones que caldeaba al máximo
el ambiente. Acompañados de un sonido potentísimo y de un cuidado juego de
luces parecía que los suecos tenían todos los elementos para salir victoriosos
en esta nueva incursión en territorio catalán. Además, en todo momento, Sabaton
contaron con la complicidad de un público muy
participativo, que no vaciló a la hora de tomar parte en la batalla poniéndose a botar junto a sus héroes en el arranque de
“To Hell And Back”, que se convertiría en la primera muestra que nos dejaron de
su más reciente trabajo.
Tras pasar revista
a su fiel tropa de seguidores llegaba el momento de sumergirse en la
magnificencia del hímnico “Carolus Rex” que, con su fantástico estribillo y
acompañado por las palmas del respetable, se convirtió en uno de los momentos álgidos de
este primer tramo de show, constatando el enorme calado que tuvo su anterior
entrega discográfica. Haciendo gala de un excelente sentido del humor Joakim se dirigía al público para saludarnos
antes de pisar el acelerador al máximo con una apabullante versión de “40:1”,
que era la elegida para proponernos una nueva mirada sobre el material de su
quinto trabajo “The Art Of War”.
Tal y como habían
anunciado previamente a la gira, el objetivo de los suecos era tocar material
de todos y cada uno de sus trabajos. Además, durante la velada Sabaton
reclamarían nuestra opinión para acabar
de confeccionar el repertorio. La primera de las veces que solicitaron nuestra participación
fue para darnos a elegir el idioma en
que queríamos escuchar la siguiente pieza de la noche. Y, como era previsible,
la respuesta fue apabullante, eligiendo el respetable degustar “Gott Mit Uns”,
en la lengua nativa de la formación, con todos los miembros de la banda haciéndose
cargo de alguna de las estrofas.
Con la sala
coreando enfervorizadamente el nombre de la banda, Joakim volvía a ejercer de
maestro de ceremonias para recordarnos su primera visita a nuestro país antes
de proponernos la siguiente disyuntiva de la noche, dándonos a escoger entre dos piezas de nuevo cuño: “Smoking Snakes” o “Soldiers Of 3 Armies”, que a la postre sería
la elegida por abrumadora mayoría, y que
nos dejaría con la sorprendente imagen del bajista Pär Sundström encaramado en
la parte frontal del tanque. Y es que durante toda la actuación los miembros de
la banda no pararon de moverse por el escenario, dotando a piezas como el poderoso “The Art Of War”, “7734”,- que fue la elegida para representar a
“Metalizer”-, o “The Caroleans´s Prayer”,- que sonó en su versión en sueco-, una fuerza y un empuje imparables.
Durante todo el
show el nivel de comunión entre banda y púbico fue verdaderamente asombroso, de
hecho los suecos no vacilaron a la hora de cambiar el repertorio inicialmente previsto para satisfacer las
demandas de sus seguidores. Así que tras una nueva ovación la sala se arrancó a
cantar “Swedish Pagans”, y la respuesta del sexteto fue ponerse rápidamente con
ella, consiguiendo que la sala se viniera literalmente abajo. Sin duda otro de
los momentos de la noche llegaría con la imponente “Attero Dominatus”, que
volvía a aunar, una vez más, las voces de todos los presentes. La nota de humor
la pondría Joakim al empuñar una guitarra
para marcarse un fragmento del “Master
Of Puppets” de Metallica, antes de embarcarse junto al resto de sus compañeros en
la novedosa “Resist And Bite”, que sonó especialmente poderosa liderada por ese
devastador trio de guitarras.
Con la audiencia completamente
rendida todavía tendrían tiempo antes de desaparecer entre bambalinas de
satisfacer la voluntad de uno de los presentes, que se dejó oír con fuerza a la hora de demandar
“White
Death”. No se hicieron derogar en exceso para su regreso sobre las
tablas, así que la encargada de inaugurar el “encore” fue una apoteósica “Night
Witches”, que nos dejaría un arduo duelo entre las guitarras de Brodén y Englund. Evidentemente todos sabíamos
que la descarga del combo sueco estaba
tocando a su fin, así que todos los presentes nos conjuramos para dar el máximo durante ese cántico guerrero que lleva por título “Primo Victoria”
y la final “Metal Crüe”, que sirvió para poner un brillante colofón a su
descarga.
Parafraseando al
mismísimo Julio Cesar: Sabaton llegaron, vieron y vencieron. Y es que la
formación sueca está en un estado de forma verdaderamente exultante. Llevan años
demostrando que son una de las mejores bandas del Viejo Continente, y lo cierto es que amenazan con seguir
demostrándolo durante mucho tiempo. Así que ¡Misión Cumplida!
TEXTO Y FOTOS:ALFONSO DIAZ
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