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martes, 2 de diciembre de 2014

SÓLSTAFIR+OBSIDIAN KINGDOM+ESBEN AND THE WITCH-RAZZMATAZZ3-BCN-25-NOV-2014


Post-black metal, metal progresivo, post-rock o simplemente… evolución. Viendo el recorrido que ha experimentado la propuesta de los islandeses Sólstafir a lo largo de su carrera esta es la primera palabra que se me viene a la cabeza. Creados inicialmente bajo unas tesituras con aromas black metaleros este cuarteto oriundo de Reikiavik se ha pasado las últimas dos décadas embarcado en una inagotable búsqueda de elementos y matices para incluir en sus nuevas composiciones. La última obra  forjada por los islandeses ha sido su quinta entrega discográfica "Ótta", un trabajo que marca su plena madurez y que les ha permitido  llegar a un público  diametralmente opuesto al  que les apoyó durante sus primeros años.

Aunque esta no era su primera visita a nuestros escenarios, Sólstafir, en esta ocasión, arribaban a la sala pequeña del Razzmatazz encabezando su propio show. Como compañeros de viaje para este nuevo periplo europeo contaban con los catalanes Obsidian Kingdom, quienes continúan presentando en directo su fantástico  “Mantiis- An AGony In Fourteen Bites” y su posterior secuela en forma de remezclas “Torn & Burnt- The Mantiis Remixes”. Mientras que los encargados de abrir la velada serían  los británicos Esben And The Witch.

Pese a que el inicio de las actuaciones estaba previsto para una hora muy temprana, un buen número de curiosos se acercaron a presenciar la descarga de los británicos Esben And The Witch, un trío procedente de la ciudad de Brighton que aterrizaban por primera vez en Barcelona para presentar su tercer trabajo "A New Nature", grabado junto al prestigioso productor Steve Albini.

Lejos de las grandes estridencias y las sobrecargadas ambientaciones Esben And The Witch mostraron una solvencia abrumadora a la hora de practicar un  elegante post-rock impregnado de múltiples referencias “indies”. Y es que, a  diferencia de lo que suele suceder  habitualmente, en el sonido de los británicos la auténtica protagonista es la base rítmica que forman la bajista y vocalista Rachel Davies y el batería Daniel Coperman, mientras que las aportaciones del barbudo guitarrista Thomas Fisher son livianas  y fugaces  pinceladas destinadas a rellenar los huecos que dejan sus compañeros.

Ante tales perspectivas, todos los que se acercaron buscando emociones fuertes y contundencia se vieron decepcionados,   ya que Esben and The Witch nos ofrecieron un pequeño paseo a través de las minimalistas composiciones de su última obra “A New Nature”. El arranque de  su descarga estuvo marcado por  la cadencia evolutiva contenida  en "Press Heavenwards!", que les servía para llamar la atención de los más curiosos, proponiéndonos una apuesta decidida  por  esa orientación heterogénea y  repleta de guiños hacia las sonoridades más alternativas. Mucho más profunda, y ahondando en un estilo de  percusión más hipnótico,  resultó la angustiosa "Dig Your Fingers In", durante la que Rachel se destapó como  una solvente vocalista, imprimiendo garra y felling  a su interpretación.

El contrapunto a tanta sensibilidad llegaría con el apoteósico in crescendo instrumental de "No Dog", sin duda  la pieza más contundente que interpretaron, demostrando que cuando se trata de ponerse bravos los de Brighton, pese a sus caras de niños buenos, también saben roquear como los que más. La última pieza que nos dejarían los ingleses sería una extensa y ampulosa versión de "The Jungle", con la que nos ofrecieron un buen compendio de las diferentes  influencias que dan forma a su ecléctica  propuesta.

Debo reconocer que hacía mucho tiempo que no veía en directo a Obsidian Kingdom, quizás demasiado. Así que su descarga de esta noche representaba una ocasión perfecta para sacarme la espinita y  reencontrarme  con una banda diferente, a la que es muy difícil clasificar, pero que siempre que he tenido la ocasión de  ver en directo me ha acabado convenciendo.  Esta noche los chicos de Obsidian Kingdom regresaban  a casa,  y eso se notó  en el ambiente de  una sala prácticamente llena. Sin duda su último  trabajo "Mantiis – An Agony In Fourteen Bites" ha sido una de las obras más redondas del post-metal nacional, y aunque la banda continúa con su presentación, lo cierto es que el concepto del show ha cambiado ostensiblemente, por lo menos desde la última vez   que un servidor tuvo la oportunidad de verles abriendo para Cult Of Luna.

Atrás parecen haber quedado las proyecciones y la línea conceptual de sus presentaciones, ya que ahora la banda parece mucho más  concentrada en sacar a relucir su faceta más visceral y agresiva. Con esto no quiero decir que Obsidian  Kingdom se hayan dejado por el camino esas sugerentes ambientaciones, desbordantes de elegancia e intimísimo, sino que ahora saben compatibilizar a la perfección la dualidad de su propuesta, convirtiéndose en una especie Dr. Jeckyll And Mr. Hyde, siendo capaces de proponernos cambios  radicales  en cuestión de tan sólo unos pocos segundos.

Como leones enjaulados saltaban a escena unos  Obsidian Kingdom  que arrancaban su descarga proponiéndonos  la devastadora brutalidad contenida en la nueva versión de "And Then It Was", haciendo gala de su faceta más agresiva y expeditiva. Tras mostrar sus aptitudes como  banda de metal llegaba el momento de expandir miras, y la encargada de hacernos viajar por diferentes escenarios sonoros sería la deliciosa "Last Of The Light", combinando elementos del  blues y el jazz para acabar arrastrándonos hacia una delirante catarsis final. Tampoco faltarían esos delicados pasajes instrumentales que sirvieron como hilo conductor de su actuación con piezas como  “The Nurse”, que nos acabaría  abocando en la densidad doom de “Awake Until Dawn”, con todos los miembros de la banda arrodillados machacando implacablemente sus instrumentos.

Aunque la formación catalana pudo sentir durante toda la velada el apoyo incondicional de sus seguidores, lo cierto es que los momentos más vibrantes de su descarga llegarían al atacar piezas como la oscura “Cinnamon Balls”, que hacía enloquecer a toda la sala arrastrada por la violencia sonora que nos proponían sus incisivos guitarrazos. Los pasajes más decadentes y oscuros  llegarían con las sinuosas  melodías de “Endless Wall”, con Rider abalanzándose  sobre su micrófono para desafiar a toda la concurrencia con esa implacable  pose diabólica. El contrapunto a tanta intensidad lo pondrían  los aires más intimistas contenidos en la camaleónica “Fingers In Anguish”, con la que dejaban clara la rotunda amplitud de su sonido.

Para poner la guinda definitiva a su show el quinteto apostó por la inmediatez del potente “Ball-Room”, que volvía a encender los ánimos de una audiencia  que se mostró totalmente  volcada con su descarga, y “And Then It Was”, con la que redondeaban el círculo interpretándola,  en esta ocasión, en su primigenia versión.  Sin duda el último trabajo de Obsidian Kingdom ha significado el espaldarazo definitivo a su carrera, permitiéndoles salir fuera de nuestras fronteras y compartir escenario con algunos de los nombres más importantes de la escena internacional. Así que, visto lo visto, habrá  que estar muy atentos a los próximos pasos de la formación catalana.

Sólstafir son una de esas bandas que parecen no ajustarse a ninguno de los tópicos que impone el mundo del metal. Ellos siempre se han movido por libre y nunca se han dejado influenciar  por las modas, consiguiendo crear un estilo  único y personal que les diferencia del resto de las formaciones, convirtiéndoles en únicos.  Y no me estoy refiriendo únicamente al hecho de que la mayoría de sus composiciones estén escritas en su lengua  natal, el islandés, sino a su forma de entender la música y a su peculiar concepción de la evolución musical. Ataviados con una indumentaria más propia de un grupo de Texas, luciendo sombreros y gafas de sol,  y acompañados por las melodías western-country de “Nàttari”, los islandeses tomaban posiciones frente a sus incondicionales para abrir la velada con la pieza que daba título a su trabajo de 2009 “Köld”, sumergiéndonos desde los primeros compases del show en esa ambientación melancólica y  densa, con la banda sonando cruda y nostálgica  liderada por la carismática y desgarrada  voz de Aðalbjörn Tryggvason .

 Tras la extensa e impactante primera toma de contacto llegaba el momento de empezar a presentar las composiciones de su más reciente entrega discográfica “Ótta”, así que unas sutiles notas de piano serían las encargadas de dar el pistoletazo de salida al viaje contenido en  “Lágnætti", con la batería de Guðmundur Óli Pálmason marcando incesantemente el paso. Sin abandonar el material de su último trabajo sería “Rismál” la elegida para  volver a apaciguar los ánimos, con  Aðalbjörn Tryggvason asumiendo todo el protagonismo a la hora de dar la máxima intensidad a una pieza que heló la sangre de todos los asistentes, gracias a  ese toque sentimental y afligido. La encarga de echar el cierre a esta primera trilogía de su material más reciente fue precisamente la pieza que presta su nombre al plástico “Ótta”, para la que el guitarrista de la banda Sæþór Maríus Sæþórsson cambió su instrumento por un banjo, dando al corte una orientación totalmente característica para acabar suscitando una de las mayores ovaciones de la noche.

Si durante la primera parte del show la banda pareció un tanto  fría y distante, fue a partir del ecuador de la descarga cuando Tryggvason empezó a mostrarse bastante más cálido y comunicativo, permitiéndose incluso hacer algún comentario bastante gracioso con el que consiguió dibujar una sonrisa en el rostro de los asistentes. Sin duda uno de los momentos más cañeros de la noche llegaría de la mano del eléctrico  “Þín orð”, con la banda exhibiendo  sus raíces  más netamente roqueras. Un nuevo golpe de timón estilístico nos conduciría  de retorno hasta las composiciones de “Ótta”, de la mano de la más accesible “Dagmál”, para la que Tryggvason dejó de lado su guitarra para concentrarse en su faceta como vocalista y “front-man”, liderando al resto de sus compañeros mientras vestía una llamativa gorra militar.

La encargada de adentrarnos en el último tramo de la actuación del cuarteto islandés seria la extensa y camaleónica “Náttmál”, quizás la pieza más ambiciosa de su última entrega y que nos mostró  el inagotable espíritu innovador que poseen Sólstafir, jugando con las melodías y las ambientaciones, siendo capaces de pasar con absoluta soltura desde los pasajes más lentos e idílicos hasta esos trépidamente momentos llenos de rabia e ira. La despedida definitiva llegaría de la mano de una de sus composiciones más conocidas “Svatir Sandar”, todo un derroche de fuerza y destellos psicodélicos.

Las sonoridades más dulces y aterciopeladas serían las encargadas de marcar el retorno de los músicos sobre las tablas para dejar paso a la sutil elegancia de “Fjara”, mientras que la elegida para  poner el broche definitivo a casi  90  minutos de vibrante intensidad  musical sería  la pieza que cerraba su obra de 2009 “Köld”, la marchosa “Goddess Of The Agess”, con la que nos hacían  reptar a través de sus cambiantes  sonoridades   poniendo de manifiesto que la formación islandesa no se cierra ninguna puerta a la hora de seguir experimentando e innovando.

Seguramente Sólstafir nunca serán una banda capaz de congregar a grandes masas durante sus presentaciones, pero  resulta innegable la originalidad, la calidad  y la amplitud de miras  de una propuesta rica en matices y regada de elementos de diferentes estilos. 



TEXTO:ALFONSO DIAZ
FOTOS:CARLOS OLIVER

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