Durante años citar
los nombres de Michael Kiske y Kai Hansen en la misma frase era poco menos que
adentrarse en un ejercicio de nostalgia que inevitablemente nos acababa
abocando a la mejor época de Helloween y sus legendarios "Keeper Of The
Seven Keys". Afortunadamente, la singular pareja parece haber vuelto a
unir sus fuerzas para concentrarse en Unisonic. Poco importa que el verdadero
cerebro en la sombra de la banda sea el
bajista Dennis Ward, ni la probada solvencia del guitarrista Mandy Meyer y el
batería Kosta Zafiriou, ya que la sola presencia de ambos músicos sobre el
escenario continúa siendo el principal reclamo para toda una generación de
metaleros.
Tras la excelente
acogida de obtuvo su debut de hace un par años, el quinteto volvía a la carga
con su segundo trabajo "Light Of Dawn", un plástico que les consolida
definitivamente y que presenta su
candidatura como una de las bandas más prometedoras de los últimos tiempos. Pese
a la corta trayectoria de la formación alemana la presente representaba su
tercera visita a nuestros escenarios y
la primera como cabezas de cartel, tras sus apariciones acompañando a los hard
roqueros Gotthard y después de su paso por la última edición del festival
Leyendas Del Rock. El enclave escogido para su desembarco en tierras catalanas
fue la Sala Salamandra de L' Hospitalet, y como acompañantes los teutones
apostaron por dos bandas nacionales, los madrileños Nightfear y, una
formación que tras la publicación de su apabullante
debut se ha convertido en una firme realidad dentro del panorama nacional, Lords Of Black.
Aunque, como
comentaba al inicio, no creo que nadie pueda dudar del tirón que todavía
conservan Hansen y Kiske entre la parroquia metálica, lo cierto es que la discreta
cantidad de público que aguardaba la
salida al escenario de Nightfear hizo
que saltaran las alarmas, al tenerse que enfrentar los madrileños a una sala
todavía a medio gas. Pese a ello, el
quinteto salió a escena con muchas ganas y dispuesto a ofrecernos una buena
muestra de su power metal clásico. El pistoletazo de salida
lo darían con "Inmortal", adentrándonos de forma inmediata en esa ambientación
tan característica de las bandas del género, con las guitarras inmersas en esas
vertiginosas melodías que se vieron
rematadas por las voces agudas de Lorenzo Mutiozabal. Aunque tuvieron que
lidiar con algún pequeño problema
durante los primeros compases del show, el sonido fue bastante bueno,
permitiéndonos poder degustar piezas como el oscuro "Steel Warrior",
en el que los coros de sus compañeros
dieron la réplica a los registros más rasgados del vocalista.
Tras ofrecernos una
buena muestra del material contenido en su debut, Nightfear estrenaron un par
de composiciones que formarán parte de su inminente nuevo trabajo "Drums
Of War", "The Prophecy" que con sus melodías “maidenianas” causó
una muy buena impresión, y "Path Of Glory", que servían para
ratificar la evolución del quinteto y la calidad que tienen sus nuevas
composiciones.
Pero obviamente los
mejores pasajes de su actuación estuvieron
marcados por los temas que
forman parte de "Inception", de modo que los madrileños no quisieron
dejarse en el tintero piezas como el jugoso medio tiempo "Nightmare",
con esas contundentes pinceladas de heavy metal clásico. El segundo bloque de
material todavía inédito que nos ofrecieron llegaría de la mano de "Sands of
Time" y "Breakout", que servían para dar continuidad a la
historia conceptual que iniciaron en su ópera prima. Mientras que la encargada
de cerrar su descarga sería la poderosa acometida contenida en “Pride”, una de
las mejores piezas de su debut.
Tal y como habían
anunciado, Nightfear nos ofrecieron un repertorio muy equilibrado, concediendo idéntico protagonismo a
"Inception" y a las composiciones que integrarán su prometedor nuevo
trabajo “Drums Of War”.
Los siguientes en
aparecer sobre el escenario de un Salamandra que ya presentaba un mejor aspecto
fueron Lords Of Black. Tras facturar uno de los trabajos más brillantes del
metal nacional en 2014, la formación del guitarrista Tony Hernando repetía en
los escenarios catalanes tras su reciente visita abriendo para los suizos Gotthard. Si durante la citada actuación el
combo madrileño rayó a un excelente nivel, en esta ocasión, más rodados y ante un público bastante más afín a su
propuesta el resultado fue verdaderamente abrumador.
Capitaneados por
ese prodigioso vocalista que es Ronnie Romero, el cuarteto inauguraba su actuación
con la solemne rotundidad que encierra esa
declaración de intenciones que es
"Lords Of Black", que a modo de presentación nos servía para
adentrarnos de lleno en ese heavy metal crudo y contundente.
Pese a la relativa
juventud de la banda, lo cierto es que todos los miembros tienen un amplio
bagaje a sus espaldas, y eso se notó en el feeling y la soltura que demostraron
sobre las tablas, consiguiendo imprimir
unas grandes dosis de
dramatismo a piezas como el vibrante "Nothing
Left To Fear", que fue el escogido para el primer alarde solista de un
brillantísimo Tony Hernando.
Tras recoger las
primeras muestras de cariño, la siguiente composición en sonar fue el intenso uptempo “Would You Take Me”, mostrándonos la
facilidad de la banda para embarcarse en esas composiciones complejas y
enrevesadas en las que las melodías y las pequeñas aportaciones de los teclados
pregrabados parecen darse la mano.
Aunque escuchando el debut de la banda resulta evidente la excelsa calidad de
sus composiciones, es en directo cuando piezas como “The Art Of Illusions,
Pt.1: Smoke And Mirrors” cobran una nueva dimensión, gracias a la contundente
base rítmica que forman Víctor Duran y un estratosférico Andy C. Tampoco faltarían durante su show
esas pinceladas progresivas que marcarían el arranque de la camaleónica “The
Art Of Illusions, Pt.2: The Man From Beyond”.
Pero además de
saber defender los temas más complejos e intrincados de su debut, Lords Of Black también
demostraron sus excelentes aptitudes para abordar los temas más concisos y
directos, y buena muestra de ello fue “The Grand Design”, que con esas melodías
de corte oriental fue una de las piezas que mejor acogida obtuvo, con un Tony
inconmensurable en su papel de guitar-hero. El ritmo del show bajaría algunos
enteros durante la ejecución de “Forgive Or Forget”, todo un derroche de
elegancia y virtuosismo, durante el que el cuarteto se explayó a gusto mostrándonos
su faceta más melódica y compacta.
Habiendo conseguido
captar la atención de todos los presentes
la formación encaraba el tramo final de su actuación con los poderosos
riffs de “At The End Of The World”, con Romero volviendo a hacer gala de ese característico
registro a lo Dio. La elegida para concluir el exhaustivo repaso a su debut fue
precisamente la pieza que se encarga de cerrarlo, la más extensa y progresiva “When Everything Is Gone”, todo un alarde de
imaginación compositiva con la que el cuarteto ratificaba que este debut debe ser el primer
paso de una larga y exitosa andadura.
Tras el excelente
aperitivo que habían supuesto las descargas de Nightfear y Lords Of Black,
poniendo de manifiesto el buen estado de forma de la cantera nacional, llegaba
el momento de que los alemanes tomarán el escenario para rematar la faena. Aunque el Salamandra no llegó a
llenarse hasta la bandera, lo cierto es que acabó registrando una buena
entrada, de modo que Unisonic tenían ante sí una excelente oportunidad para
demostrar la valía que se presupone a una banda que aglutina entre sus filas a algunos de los músicos más carismáticos e
influyentes de la escena europea. Hablando de la descarga del combo germano, lo
primero que llamó la atención fue que en todo momento funcionaron como un
auténtico colectivo. Aunque resulta evidente que el foco principal sobre el escenario
es la figura de Michael Kiske, no se
percibió en ningún momento ninguna clase de lucha de egos entre el vocalista y
Kai Hansen, asumiendo el guitarrista,- con total naturalidad-, un rol más
secundario.
El preámbulo a la
salida de los músicos sobre las tablas estaría marcado por "Venite
2.0", que acabaría dejando paso a uno de los temas más destacados de su
último trabajo "For The
Kingdom". Lejos de esa característica explosión inicial, la banda tomó el
escenario con total normalidad, mientras que un renqueante Michael Kiske,- que
lució una aparatosa rodillera a causa de un reciente accidente durante un
concierto abriendo para Edguy-, nos hacía volar con sus inconfundibles
registros vocales, demostrando que no ha perdido esa magia que siempre le ha
caracterizado. Pese a su limitada
movilidad, el vocalista hizo el esfuerzo
de moverse por el escenario, y no dudo en acercarse a Hansen para demostrar a
todos los presentes que entre ellos hay una excelente relación. Tras una
primera toma de contacto salpicada de aromas powermetaleros, y sin concedernos
un segundo de tregua, sería la base rítmica la encargada de recabar el apoyo del
respetable para embarcarnos en ese torbellino melódico denominado "Exceptional", que contó con los
impecables coros del bajista Dennis
Ward.
Pese a que la banda
sonó bastante bien durante todo el show, personalmente hubo algo que no me
acabo de convencer. Y es que desde el mismo arranque todo me pareció demasiado
lineal y medido, faltó de ese gancho y esa emoción que hace que banda y público
formen una auténtica piña. Quizás fuera por los problemas físicos de Kiske,
pero lo cierto es que ante semejante panorama me esperaba que Hansen asumiera unas
mayores cuotas de protagonismo, pero lamentablemente no fue así. Pese a ello, hubo
algunos momentos puntuales como durante "Never Too Late",- que
significaba el primer recuerdo a su debut-,
en los que el “hacha” arrimó el hombro para inyectar un poco más
mordiente escénica. Tampoco jugó muy a favor de la descarga de Unisonic los problemas que tuvieron con los vuelos
algunos de sus miembros, ni que en el
aeropuerto extraviarán la guitarra de Hansen. Pero evidentemente, la calidad
instrumental del quinteto estaba fuera de toda duda y buena muestra de ello
llegaría con la grandilocuencia épica de "Your Time Has Come", que
Kiske presentó como la canción más rápida que había grabado en los últimos 25
años.
Aunque la banda se
encuentra inmersa en la gira de presentación de su segundo trabajo "Light
Of Dawn", lo cierto es que el grueso
del repertorio de esta noche estuvo basado en el material de su debut,
de modo que piezas como la pegadiza "Star Rider", que fue
fantásticamente recibida por una audiencia que coreó incansablemente su
estribillo siguiendo las indicaciones de Hansen, o la brillante "My
Sanctuary", se acabaron convirtiendo en los puntos culminantes de este
primer tramo del show. El retorno sobre su última obra estaría marcado por el
medio tiempo "When The Deed Is Done", provocando que la actuación volviera a recobrar su habitual velocidad de
crucero, dejándonos a una banda solvente y compacta, pero a la que,
personalmente, creo que le faltó algo de mordiente para acabar de llevar el show al nivel de
intensidad que todos esperábamos.
Cabe remarcar que,
pese a los altibajos, el público se mostró muy efusivo, coreando en un par de
ocasiones los nombres de Kiske y Hansen. Dejando a un lado el protagonismo de la singular pareja, el tercero en discordia, el guitarrista Mandy
Meyer, también tuvo su merecida cuota de
protagonismo durante los prolegómenos de la power metalera "Souls Alive”. La encargada de proseguir
con el show fue "King For A
Day", con Hansen volviendo a tirar
de galones para jalear a una audiencia muy participativa. Evidentemente, todos
sabíamos que no podía faltar algún recuerdo al pasado, de modo que el primer
ejercicio de nostalgia llegaría con un "March Of Time", que hacía que
la sala se convirtiera en un auténtico hervidero, volviendo a rememorar la
magia de ese clásico de la banda de las “calabazas".
Otra de las
sorpresas de la noche llegaría con "Over The Rainbow", el bonus-track
de su debut que se ha acabado convirtiendo en una habitual de sus descargas, y
que nos acabaría abocando en el solo de
un sonriente Kai Hansen. La elegida para
encarar la recta final del show fue la última muestra que nos dejaron de “Light
Of Dawn”, "Throne Of The
Dawn". Tras ella, llegarían
las habituales bromas del vocalista que, como no, incluyeron algún fugaz guiño a
Elvis Presley, antes de introducirnos, a capela, en la última pieza de la noche
"We Rise", que fue la elegida para poner el punto y seguido a su
actuación.
Para su regreso sobre las tablas el combo alemán se guardaba un último “As” en la manga, el clasicismo incontestable
de ese himno que es el inmortal "I
Want Out", que en una versión extendida
incluyó fragmentos del
"Running Free", "I Was Made For Loving´You " y
"Breaking The Law", convirtiéndose en el momento más vibrante de toda
la velada. Mientras que la encargada de poner el broche definitivo a su
actuación fue, precisamente, la pieza que da nombre a la banda
"Unisonic".
A la salida del
local división de opiniones. Mientras que algunos salían contentísimos con el
espectáculo y con las sensaciones que había dejado el quinteto alemán sobre las tablas, no éramos pocos los que abandonábamos el Salamandra con el gesto torcido y comentando
que esperábamos mucho más de esta nueva visita de Unisonic. Sin duda la
formación desprende calidad y clase por los cuatro costados. Además, Michael
Kiske sigue conservando ese caudal de voz que le ha convertido en uno de los
mejores vocalistas del metal. De modo que son precisamente estos argumentos los
que me llevan a pensar que la banda
tenía mimbres suficientes para haber
facturado una actuación mucho más brillante y convincente.
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