Durante el tramo final de la década de los ochenta e inicios de los
noventa los estudios Morrisound
Recording de Tampa, en Florida, se convirtieron en una especie de oscuro
santuario, y el productor Scott Burns en
el “gurú” para una nueva generación de hambrientos músicos que practicaban un metal oscuro, impactante y aterrador, que acabó denominándose death metal. Sin duda
uno de los máximos referentes de este sonido fueron Obituary, quienes junto a bandas como Suffocation,
Deicide o Cannibal Corpse acabaron dando forma a una escena que ha
perdurado hasta la actualidad. Formados
hace ya tres décadas la banda de los hermanos Tardy (John vocalista y Donald
batería), tiene el mérito de haber compuesto uno de los discos más vendidos del
género, aquel desolador e icónico “The End Complete” (1992), considerado a día
de hoy como todo un referente para los seguidores
del death metal. Desafortunadamente, la
banda no pudo mantener su nivel de popularidad y tras la edición de “World
Demise” (1994) y “Back From The Dead” (1997), sus miembros decidieron separar
sus caminos para concentrarse en otros proyectos. El retorno a la vida de la mítica formación
se produciría en 2003 y desde entonces la banda ha ido dejando obras como
“Frozen In Time” (2005), “Xecutioner´s Return” (2007), “Darkest Day” (2009) o
su más reciente entrega “Inked In Blood” (2014), del que pudimos degustar una
pequeña muestra en su descarga estival dentro del marco del Resurrection Fest.
De cara a este nuevo periplo
europeo la formación americana nos
proponía una única escala en territorio nacional, siendo la afortunada la
Ciudad Condal. Además como compañeros de viaje los “deathers” de Florida contarían con la presencia de M-Pire Of Evil,
la nueva aventura de Mantas y Demolition Man, quienes nos ofrecerían sus nuevas
composiciones junto a una buena colección de clásicos de Venom. Los alemanes
Dust Bolt serían los encargados de pisar el acelerador al máximo y hacernos
agitar la cabeza al son de su thrash “old School”. Mientras que los elegidos
para dar el pistoletazo de salida a la velada serían los británicos Rotting
Repugnancy.
Muy pocas referencias tenia de
los encargados de abrir la velada en esta gélida noche de Martes. Tampoco puede
decirse que el ambiente fuera especialmente acogedor a la hora marcada para el
arranque de las actuaciones, pero lo
cierto es que Rotting Repugnancy salieron dispuestos a aprovechar al máximo su tiempo,
desgranando casi de forma íntegra el material contenido en su reciente debut “Path Of The Diminished”, dejando unas
buenas sensaciones al abordar cortes como “The Crown Of Hatred”, o ese descomunal “…And Angels Fell”, con los que daban buena cuenta de ese death metal
oscuro, tétrico y cadencioso que defendieron ante una sala prácticamente vacía.
Pese a que sus composiciones no destacaron precisamente por su virtuosismo, la verdad es que el cuarteto
sonó verdaderamente compacto, especialmente llamativa me pareció la actuación
de su “fontman” Iain Muir, quien se
mostró como una fiera imparable sobre el escenario, ofreciéndonos
un registro profundo y sobrecogedor para dar ese inconfundible toque demoniaco a piezas
como “Shadows Fall”.
Aunque la mayoría de sus composiciones tenían esa
orientación oscura y blasfema también tuvieron tiempo de ofrecernos algún
pasaje más acelerado durante las
rotundas acometidas de “Domination Of Darkness”.
Contrariamente a lo que suele ser habitual, el combo británico gozó de un sonido bastante bueno, lo
que permitió que piezas como “See The
Blashphemy”, constituyeran la mejor carta de presentación para su flamante
debut.
La encargada de echar el cierre a su actuación sería, precisamente, la
única pieza que rescataron de su Ep de hace un par de años “Divine Heresy”,
adentrándonos en las oscuras ambientaciones de “And The Day Shall Down With
fire”. En resumen, un sonido rotundo, una buena puesta en escena y unas
composiciones básicas y de corte clásico fueron las principales bazas que nos ofrecieron
Rotting Repugnancy.
Los siguientes en tomar el escenario de un Salamandra que ya
presentaba un mejor aspecto fueron los germanos Dust Bolt. Viejos conocidos de
la audiencia catalana, los thrashers bávaros ya estuvieron por nuestros
escenarios hace un par de años acompañando a Heathen y Generation Kill. Hace
tan sólo unos meses publicaban su
segundo disco “Awake The Riot”, una arrolladora colección de canciones que les sitúa
a la cabeza de las nuevas bandas
germanas que practican thrash metal “old
school”. Para todos los que ya tuvimos la ocasión de verles presentando su
opera prima “Violent Demolition”, no fue ninguna sorpresa la entrega y el
desparpajo que exhibieron sobre la tablas, consiguiendo con temas como “Soul
Erazor”, contagiar su vitalidad a una audiencia que parecía despertar del
letargo y apuntarse a la fiesta a la hora de montar esos vistosos “circle-pits”.
Fieles a la filosofía “thrasher” los germanos no dejaron en ningún
momento de moverse sobre el escenario,
agitando constantemente sus cabezas, especialmente su bajista Bene Munzel y su
carismático guitarrista y vocalista Lenny Breuss. Algo más centrado y comedido
se mostró su compañero a las seis cuerdas Flo Dehn, quien fue el encargado de
dar la réplica a esos endemoniados riffs con sus notables aportaciones solista en temas como “Violent Abolition” o la más novedosa y cortante “Beneath The Earth”.
Viendo la entrega y la actitud del combo germano resultaba obvio que
todos los asistentes se iban a dejar arrastrar por la potencia e intensidad que
emanaba del escenario. De modo que el momento de los “circle-pits” llegaría con
esa invitación al descontrol que fue la desquiciante “Living A Lie”. El único
momento en el que el cuarteto pareció relajarse mínimamente y levantar
ligeramente el pie del acelerador para darnos un breve respiro sería durante
los pasajes intermedios de la primeriza “Children Of Violence”, que era la
elegida para mostrarnos su faceta más melódica y heavy metalera, ofreciéndonos
un final de corte clásico con Lenny y Flo doblando sus armonías de guitarra.
A tenor de la respuesta que obtuvieron Dust Bolt, creo que todos los
que presenciamos su descarga quedamos plenamente
satisfechos, así que para rematar la
faena de forma definitiva que mejor que una nueva doble ración de poderío
thrashero en estado puro, amparándose para ello en la velocidad incendiaria de “Toxic Attack” y en la devastadora agresividad contenida en esa alocada carrera por
el mástil que resulto ser “Agent
Thrash”, con la que ponían a todos los presentes a hacer “headbanging”, demostrando que el heavy metal no está muerto,
y que mientras haya bandas como ellos la
esperanza no está totalmente perdida.
A nadie se le escapa la estrecha relación que existe entre M-Pire Of
Evil y los maestros de lo oculto Venom, ya que en la alineación del trío
británico nos encontramos con la presencia del mítico guitarrista Jeffery Dunn,
más conocido entre los iniciados como Mantas, y con el vocalista y bajista Tony “Demolition Man” Dolan,
que fue el encargado de sustituir a Cronos entre 1989 y 1992, dejando su sello
en discos como “Prime Evil”(1989), “Temple Of Ice”(1991) o “The Waste Land” (1992).
Teniendo en cuenta estos antecedentes parecía lógico que la propuesta
de M-Pire Of Evil seguiría las líneas maestras del sonido clásico de Venom,
pero para sorpresa de todos los presentes lo que nos ofrecieron fue una especie
de grandes éxitos de la legendaria formación junto a alguna pequeña muestra de
sus composiciones más recientes. Con mucha fuerza y un sonido sucio, oscuro y rasgado M-Pire Of Evil debutaban en los
escenarios españoles con el puñetazo thrashero que representó “Demone”,
poniendo de manifiesto que en ellos siguen intactos todos los “ticks” que
siempre han caracterizado las composiciones escritas por Mantas. Y es que aunque Dolan fue el encargado de ejercer de “frontman”, lo
cierto es que fue el guitarrista quien
se llevó la mayoría de las miradas. Como “perros viejos” del negocio, los
británicos no tardaron mucho en recurrir
al legado de su ex banda y rápidamente
empezaron a desgranar temas como “Die Hard”, con el que convertirían la pista en un auténtico infierno, o “Don´t Burn The Witch”, de aquel legendario
“Black Metal” de 1982, que sonó realmente impactante.
Entre medio de semejante colección de clásicos no podía faltar algún
pequeño guiño a su propio material, del que nos dejarían piezas como
“Hellspawn”, que si bien no gozó del mismo seguimiento y aceptación que las
anteriores, sí que les permitió mantener el nivel de intensidad del show. De la etapa en la que el vocalista de Newcastle
estuvo al frente de Venom desgranarían
piezas como “Blackened Are The Priest”, con Mantas paseándose por el
escenario alentando a la audiencia, o la inquietante “Carnivorous”, que nos dejaría la
imagen de un Dolan impasible, con la pierna derecha apoyada sobre el monitor
mientras imprimía a su bajo ese ritmo endemoniado deudor del sonido de
Motörhead.
Para la vuelta sobre el
material contenido en su debut escogerían la composición que le prestaba el título “Hell
To The Holy”, cambiando radicalmente de
registro para adentrarnos en tesituras más rotundas y machaconas. Pero sin duda
uno de los momentos álgidos de su actuación llegaría cuando Mantas anunció “Welcome
To Hell”, con el que la sala se vino literalmente abajo y que todos coreamos con auténtica devoción demoniaca. Con la gente
cada vez más animada llegaba el momento de “Black Legions”, con el bajo de Dolan
llevando nuevamente las riendas, para
posteriormente sumergirnos en los ritmos más acelerados e incisivos del
noventero “Black Legions”.
La recta final de la actuación de M-pire Of Evil volvería a estar marcada por una sucesión de
piezas indispensables para todos los amantes del metal más oscuro y seminal, ofreciéndonos
un tortuoso recorrido que haría escala en piezas como el legendario “Black
Metal”, toda una declaración de intenciones que volvió a ser coreado intensamente
por toda la sala, la trepidante y caótica “Witching Hour”, “In League With Satan”, o la elegida para dar
carpetazo a su descarga “Countess Bathory”. En resumen, buena descarga en
líneas generales de M-Pire Of Evil, pero
aunque no seré yo quien cuestione la legitimidad de Mantas de recurrir al
material de su ex banda, personalmente me pareció excesivo el protagonismo que
tuvieron los temas de Venom en su repertorio, y más cuando actualmente Cronos
sigue girando y defendiendo el nombre del mítico trió.
Hay formaciones por las que parece que no pasan los años. Aunque
viéndolo con perspectiva resultan obvias las diferencias entre aquel primitivo
“Slowly We Rot” y su más reciente obra “Inked
In Blood”, lo cierto es que Obituary han
sido capaces de mantenerse siempre fieles
a su estilo y conseguir con cada uno de
sus trabajos aportar nuevos matices y ambientaciones, algo que les ha reportado
el respeto y la admiración tanto de sus viejos seguidores como de una nueva
generación de fans que les han
descubierto a raíz de su regreso en 2003.
Ante una sala prácticamente llena y con un escenario presidido
por un imponente telón
que reproducía la impactante ilustración que Andreas Marschall creó para su
última entrega, el quinteto de Florida
tomaba posiciones para romper el hielo con el aniquilador ritmo
thrashero de “Centuries Of Lies”, que les servía como carta de presentación
para introducirnos de lleno en el
material de “Inked In Blood”. Sin apenas concedernos un segundo de tregua y
empalmando el ultimo acorde del tema de apertura con “Visions In My Head”, la
formación ponía de manifiesto que no ha perdido ni un ápice de su garra en
directo, mostrándose como una maquina implacable de escupir riffs cortantes y amenazantes, mientras
que la desgarrada voz de John Tardy nos arrastraba sin
contemplaciones hacia los recovecos más oscuros de nuestra mente.
Si hay algo que ha caracterizado la carrera de Obituary es su predilección por esos ritmos
oscuros, tétricos y pesadumbrosos, de
modo que la primera muestra de ese
sonido clásico y tortuoso llegaría con “Infected”, primer recuerdo que tuvieron
a su segundo trabajo “Cause Of Death”,
fundiendo a la perfección esas vertiginosas aceleraciones de la base
rítmica que forman Terry Butler y Donald Tardy, y la poderosa cadencia de los riffs de Trevor
Peres y Kenny Andrews. Tras abrir el tarro de las esencias del material clásico
de la banda llegaba el momento de
centrar nuestro objetivo en las composiciones de su debut “Slowly We Rot”, del que el quinteto nos ofreció una suculenta
ración compuesta por trallazos del calibre de “Intoxicated”, “Bloodsoaked”,
“Immortal Visions” o ese corrosivo y delirante “´Till Death”, consiguiendo desatar la euforia de un auditorio
completamente enloquecido.
Pese a que la banda se mostró en un gran estado de forma, sí que me
pareció que su actitud en escena fue un tanto fría y distante, ya que en ningún
momento me dio la impresión de que John Tardy intentara conectar con sus seguidores, sino que
simplemente se limitó a descargar los
temas sin apenas entretenerse a la hora de las presentaciones. Pero dejando a
un lado estas apreciaciones, lo cierto es que temas como el incisivo “Don´t Care”, única pieza que rescataron de su
brillantísimo “World Demise”,
consiguieron poner en movimiento a la audiencia. La vuelta sobre su material más
novedoso estaría protagonizada por otra muestra de su afición por la velocidad y
los temas rápidos y directos, “Violence”, para rápidamente mandarnos de regreso
a la primera época de la banda con la angustiosa densidad contenida en “Stinkupuss”, que nos dejaría la imagen de un
escenario brumoso bañado en tonos
rojizos y verdosos.
De su trabajo más laureado “The
End Complete”, no podían faltar piezas como el aplastante “Back To One”,
conducido por la trepidante pegada de un Donald Tardy por el que parece que no
pasan los años, y la fantasmagórica “Dead Silence”, todo un compendio de los
elementos que debe reunir una buena
pieza de death metal “old School”, y que fue la elegida para su primera visita a
los camerinos después de tan sólo 55 minutos de show. Tras un breve impás el quinteto volvía a recuperar sus posiciones sobre
el escenario para dar inicio a los bises con una nueva
muestra de su último trabajo “Back On Top”, desplegando su faceta más melódica,
con las guitarras Peres y Andrews mostrándose en todo su esplendor. Para los que todavía no
habían tenido suficiente, nuevamente tendríamos ocasión de adentrarnos en la
rotunda oscuridad de “I´m In Pain”, que contó incluso con la subida al
escenario de un par de espontáneos que fueron rápidamente desalojados por el
personal de seguridad de la banda. La penúltima bala en la recamara de los
americanos estaría reservada para otra
de sus nuevas composiciones “Inked In Blood”, mientras que la elegida para poner
el broche definitivo a su descarga seria la primeriza “Slowly We Rot”, con la
que conseguirían desatar la euforia de sus fans más veteranos.
Lo comentaba anteriormente, musicalmente hablando no se puede poner
ninguna clase de pegas a una banda que demostró, una vez más, el estatus y la
posición que ostenta dentro de la escena death. Pero debo admitir que su show
se me hizo excesivamente corto, e
incomprensiblemente la banda se dejó en el baúl de los recuerdos todo el
material que ha publicado desde su regreso, centrándose únicamente en sus
clásicos y en el material de su último trabajo. Además, creo un poco más de cercanía y comunicación
con sus seguidores habrían convertido una buena actuación en un gran concierto.
TEXTO:ALFONSO DIAZ
FOTOS:CARLOS OLIVER
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