Pocas veces el
nombre de una banda estuvo tan ligado al de un estilo como en el caso de At The Gates. Iconos y
padres indiscutibles de lo que posteriormente se denominó sonido Göteborg, la formación sueca se ha convertido en una de las bandas más
populares e influyentes de la escena metálica
internacional. Aunque tras su ansiada reunión de 2007 la formación sueca ya
había pisado nuestros escenarios, -siempre como parte de algún festival -, lo cierto es que sus fans tenían muchas ganas de reencontrarse con
el quinteto en su hábitat natural, el
directo, y con la proximidad que proporciona el entorno de una sala, ya que la última vez que tuvimos la
oportunidad de verles en este formato fue hace casi veinte años, acompañando a los británicos Napalm Death.
Si hay algo que ha quedado claro a lo largo de la carrera de
At The Gates es que los de Göteborg son
una banda que sigue su propio camino, sin marcarse plazos ni ceñirse a las directrices que imponen las discográficas y
el negocio musical. Solo así puede
explicarse que hayan tardado 7 años en completar su anhelado
regreso "At War With Reality", un plástico grabado por la
misma formación que facturó su aclamado "Slaughter Of The Soul" y que
mantiene intactas la personalidad y
las señas de identidad que siempre les
han caracterizado.
Ante tales
perspectivas parecía evidente que la audiencia catalana tendría muchas ganas de asistir al retorno por estos
lares de los maestros suecos, y en honor a la verdad hay que remarcar que la
gente respondió a la llamada, llenando prácticamente la sala mediana del
Razzmatazz. Para acompañarles en este nuevo periplo por tierras hispanas At The
Gates contarían con la participación de los asturianos Sound Of Silence,
mientras que los encargados de calentar el ambiente antes de su desembarco
serían una de nuestras bandas más
internacionales, los abominables "deathers" madrileños Wormed.
Tras hacer una
larga cola para acceder al recinto, una sala que poco a poco iba tomando ambiente se preparaba para acoger a
los encargados de dar el pistoletazo de salida a la velada, Sound Of Silence.
Con su fantástico último trabajo bajo el brazo "El Anochecer", este
iracundo quinteto gijonés se presentaba ante la audiencia barcelonesa dispuesto
a aprovechar al máximo la oportunidad de abrir para una de las bandas más
importantes del género.
Tremendamente motivados y liderados por su vocalista
Nefta, el quinteto se mostró sólido y
muy confiado, moviéndose con mucha soltura sobre las tablas y dando una
magnífica impresión al atacar piezas como "El Comienzo De Un Triste Adiós”
o la primeriza "Presa De la
Desconfianza”.
Además de contar
con un buen sonido y un competente juego
de luces,- algo poco habitual en las bandas teloneras-, Sound Of Silence
supieron conectar rápidamente con la audiencia, gracias en parte a la simpatía
de su vocalista, que con sus ingeniosos comentarios consiguió dibujarnos una
sonrisa en el rostro. En cuanto a su rendimiento musical los asturianos sonaron
como una auténtica apisonadora, mezclando a la perfección fraseos incendiarios y unos riffs densos y musculosos,
que propiciaron que a más de uno se le
reprodujera alguna antigua lesión cervical.
De su concentrada
actuación me quedaría con los dinámicos cambios y la orientación heavy metalera
de "Déjate Guiar", que plasmaba la plena madurez de una banda que lleva
quince años batallando en los escenarios, y con ese arrollador tramo final con
piezas como "La Resurrección De Las Diez Almas", que caldearían el
ambiente de cara al vendaval que se nos venía encima. Simpatía, buenos temas y
ante todo mucha potencia y actitud fue lo que nos ofrecieron Sound Of Silence
en sus treinta minutos de show.
Hay veces que a la
hora de escribir sobre una banda a uno se le acaban los adjetivos y los
recursos para intentar plasmar negro sobre blanco su trabajo sobre las tablas. Durante los últimos meses el que suscribe ha tenido la oportunidad de ver a Wormed en diferentes ocasiones y
circunstancias,- ya sea en grandes festivales o en salas más pequeñas-, pero la
conclusión es siempre la misma: el quinteto madrileño es una máquina imparable
de ofrecer brutal death.
Respaldados en ese
concepto brutal y futurista la banda se presentaba en el escenario de un
Razzmatazz 2 prácticamente lleno para volarnos la cabeza con la inexpugnable
brutalidad contenida en "Geodedisc Dome", fugaz y único recuerdo que
tuvieron hacia su anterior trabajo
"Planisphaerium"(2003), demostrando que están en un momento de forma insuperable, sonando
compactos, rotundos y ofreciéndonos esos
abruptos cambios de ritmo que se han convertido en una de sus principales señas
de identidad.
Tras mostrar sus argumentos, y llamar la atención de los que
todavía no les conocían, Wormed nos
propusieron un detallado repaso a lo largo de los temas contenidos en esa
maravilla sonora que es "Exodromos". Ante la atónita
mirada de un público en estado shock, la maquinaria metálica de los madrileños
escupió de forma visceral trallazos del calibre
de "The Nonlocality Trilemma" o la monumental "Multivectorial Reionization",
desarrollando esas estructuras complejas
y cavernosas que se vieron culminadas por el instinto asesino de sus guitarras. Mención especial merece la labor de Phlegeton, quien
en todo momento se erigió en el centro de todas las miradas, dominando el
escenario a su antojo y regalándonos esos aterradores “growls” que helaron la
sangre a más de uno de los presentes.
Poco importó que en
esta ocasión prescindieran de piezas clásicas
en su repertorio como "Tunnel Of Ions", ya que el castigo fue
verdaderamente descomunal al abordar mazazos como el corrosivo
"Nucleon", uno de sus temas más emblemáticos, que propició la aparición de los primeros "circle-pits" de la noche. Al no disponer de mucho tiempo Wormed optaron
por imprimir a su descarga un ritmo letal y una intensidad apabullante,
limitándose a unos pequeños parones entre tema y tema. Así que a lo largo de
sus escasos treinta minutos tuvieron ocasión
de completar 7 composiciones, dejando unas
fantásticas sensaciones al atacar temas como
la impactante "Stellar
Depopulation”.
Con la gente agradeciendo la entrega del
quinteto, y coreando intensamente el nombre de la banda, los madrileños metían
la directa para encarar la recta final de su actuación, recurriendo para ello a
la ferocidad contenida en "Tautochrone” y la final “Techkinox Wormhole”, dejándonos totalmente
noqueados y con ganas de haber disfrutado de algún tema más. Llevan ya mucho tiempo demostrando que son una
de las bandas punteras dentro de su estilo, su último trabajo “Exodromos"
vio la luz en Marzo de 2013, de modo que ha llegado el momento de que la banda
empiece a pensar en su nueva obra de estudio que, a tenor de lo visto y
teniendo en cuenta su actual estado de forma, tiene que significar su álbum
definitivo.
Tras el imparable
paso del huracán madrileño la sala parecía totalmente preparada para acoger a
las estrellas de la noche, los suecos At The Gates. Desde hacía varias semanas
la expectación en torno a esta nueva visita del quinteto de Göteborg era
máxima, de hecho muchos fueron los que adquirieron su localidad con bastantes
semanas de antelación para no encontrarse con sorpresas de última hora,
asegurándose así su presencia en una de
las citas más esperadas de este primer tramo de 2015. Uno de los principales
alicientes de esta noche era ver como entre la audiencia se conjugaban dos
generaciones de metaleros. Los más veteranos, que vivieron en primera persona
la explosión y el auge del combo sueco, y otros más jóvenes que nunca habían
visto en directo a Tomas Lindberg y sus muchachos.
Pese a que casi dos
décadas separan la publicación de sus últimas referencias de estudio, lo cierto
es que “At War With Reality”, ha sido muy bien acogido por los fans de la
formación sueca, y esto se notó en la explosión de júbilo que se desató cuando
a través del P.A. empezó a atronar la introducción “El Altar Del Dios Desconocido”,
para que acto seguido el quinteto apareciera en escena y empezara a descargar con su habitual maestría “Death And The Labyrinth”. Y es que fueron necesarios
tan sólo un par de minutos para que todos tuviéramos la certeza de que la noche
iba a ser absolutamente memorable, con un sonido atronador, una audiencia
totalmente volcada y una banda por la
que parece que no han pasado los años.
El encargado de
erigirse como maestro de ceremonias fue
el carismático vocalista Tomas Lindberg quien, ataviado con su inseparable
gorra, no nos concedió ni un segundo de tregua, liderando a sus compañeros mientras
animaba al personal a convertirse en parte de la fiesta cuando el quinteto
empezó a atacar el primer clásico de la noche, proponiéndonos a las primeras de
cambio la pieza que prestaba nombre a su cuarto trabajo “Slaughter Of The
Souls”, que fue la escogida para que todos pusiéramos a prueba nuestras
gargantas. Sin mediar presentación alguna, y casi por sorpresa, llegaría el
desolador ritmo percutor de “Cold”, que desató la locura generalizada y propició la aparición de los primeros “surfers” de la
noche.
Tras haber tirado
de galones para poner de manifiesto que continúan siendo unos verdaderos colosos
sobre el escenario, llegaba el momento de volver a centrarse en su material más
reciente, siendo la escogida para dar continuidad al show una imponente “At War
With Reality”, ratificando que las composiciones de su nuevo plástico han
calado hondo entre sus incondicionales. Tras habernos volado literalmente la
cabeza al protagonizar un arranque repleto de intensidad y potencia, era Lindberg
el encargado de dirigirse a la audiencia para darnos la bienvenida y
agradecernos nuestra presencia, para posteriormente seguir indagando en su glorioso pasado y ofrecernos piezas como “Terminal Spirit Disease”, que fue
presentada a medias entre el vocalista y la audiencia, o “Raped By The Light Of Christ”, que hacían que
el ambiente no decayera en ningún momento.
Pese a que el
sonido durante toda la descarga fue absolutamente demoledor, con las guitarras
de Anders Björler y Martin Larsson destrozando nuestros tímpanos en temas como
la novedosa “Eater Of Gods “, debo admitir que
no me acabó de convencer el
reiterado uso del reverb por parte Lindberg, algo que acabó restando inmediatez
y pegada a algunas piezas clásicas como “Under A Serpent
Sun”, que escenificaban el contraste entre el pasado y el presente de la banda.
El homenaje a sus fans más veteranos llegaría con la primera licencia que se
permitieron hacia el material de su debut “The Red In The Sky Is Ours”, del que
rescataron “Windows”, proponiéndonos una mirada retrospectiva a las raíces del
death metal melódico.
Con el escenario
sumido en la más absoluta oscuridad, y sin los músicos sobre las tablas, un
“City Of Mirrors” enlatado serviría como preámbulo para otro de los puntos álgidos de la noche
“Suicide Nation”, con el que ponían de manifiesto que la base rítmica que
forman el bajista Jonas Björler y el batería Adrian Erlandsson sigue siendo una
de las más sólidas de la escena. El
retorno sobre su más reciente entrega estaría marcado por la pieza que los
suecos han elegido para protagonizar su último video-clip, la envolvente “Heroes And Tombs”, dejándonos la imagen del vocalista levantando su puño al
aire para inmediatamente ser respaldado por toda la audiencia.
Aunque como era previsible
la mayoría del repertorio estuvo centrado en el material de “At War With
Reality”, lo cierto es que los suecos supieron dar a sus seguidores unas
sabrosas degustaciones de su pasado, completando un set muy equilibrado en el
que convivieron con total solidez viejas favoritas como “Nausea”, -que supuso
todo un subidón y que convirtió la pista en un campo de batalla-, y temas más
novedosos como “The Circular Ruins”, que si bien no puede decirse que gozara de
la misma acogida, sí que sonó rotundo e imparable. De forma implacable el vendaval sueco continúo asolándonos sin compasión con otra demostración de poderío y
contundencia “World Of Lies”, que fue introducida con palmas y que acabó con
todo el público botando intensamente.
Para despedir esta
primera parte del show que mejor que recurrir nuevamente a la que había sido la
tónica habitual durante toda la velada, apostando por el clasicismo contenido
en “The Burning Darkness”, -rescatada de su trabajo de 1993 “With Fear I Kiss The
Burning Darkness”-, para llegar al final de este primer acto con el toque
hipnótico que nos ofrecieron las
guitarras de “The Book Of Sand” (The
Abomination). Con el público en pleno estado de éxtasis los músicos no tardarían en regresar sobre las tablas
para rematar la faena con la pieza que abría su trabajo de 1995, “Blinded By Fear”, y otra joya de su primer largo “Kingdom Gone”.
Mientras que la elegida para rubricar la descarga de forma definitiva fue
precisamente la pieza que cierra su último disco, “The Night Eternal” que nos dejaría la estampa
de los músicos abandonando el escenario uno a uno.
Los suecos se han
tomado su tiempo para regresar a la
Ciudad Condal, pero lo cierto es que la espera ha merecido la pena, ya que Tomas Lindberg y sus muchachos nos ofrecieron
una fantástica actuación. Quizás lo más fácil hubiera sido recurrir a un
repertorio plagado de clásicos de su primera etapa, pero la formación sueca
demostró que este retorno tiene visos de tener continuidad de cara al futuro, y
la mejor prueba fue el excelso protagonismo del que disfrutó su última entrega “At War With Reality”.
TEXTO:ALFONSO DIAZ
FOTOS:CARLOS OLIVER
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