Que una banda consiga que sus composiciones
se conviertan en auténticos himnos para diversas generaciones de roqueros es la
mejor forma de asegurarse un lugar en el Olimpo del rock. Aún recuerdo cuando
un servidor vio por primera vez a Barón Rojo a mediados de la década de los
noventa, en la tercera edición del Ripollet Rock junto a Zinky Barú y
Bronce, por aquel entonces la mítica
banda de los hermanos de Castro ya era una leyenda viva de nuestro heavy-rock,
pero a día de hoy, dejando a un lado la discreta repercusión de sus últimos lanzamientos, las giras de reunión
junto a Sherpa y Hermes y las adaptaciones de otros artistas, lo cierto es que
Barón Rojo siguen incombustibles al desaliento y en la carretera, agrandando su
mito cada vez que se suben a un escenario.
Fieles a su tradicional visita anual a la
Ciudad Condal, la banda más emblemática
y longeva de nuestro rock regresaba a Barcelona con la excusa de celebrar su
trigésimo quinto aniversario, todo un hito y, porque no decirlo, una proeza
difícilmente imaginable para una banda de rock en nuestro país. Al igual que
sucediera en sus ultimas visitas, los encargados de completar la formación que
continúan liderando los insignes capitanes Carlos y Armando fueron el batería
Rafael Díaz y el bajista Gorka Alegre, quienes se han ganado por méritos
propios un lugar destacado dentro de la
historia reciente de la formación madrileña.
Para acompañarles en la conmemoración de
tan señalada efeméride los protagonistas de la noche contarían con la presencia sobre el escenario de Zermeño, un sexteto de El Prat
de Llobregat que llegaba dispuesto a amenizar la espera con las marchosas
composiciones contenidas en su debut “1981”. Perfectamente arropados por sus
seguidores, el sexteto salió dispuesto a aprovechar al máximo su oportunidad,
ofreciéndonos las estructuras clásicamente heavy metaleras de “Vuela Por Mis
Venas”, marcándose un inicio de lo más apropiado, ya que la letra del tema
es todo un homenaje a los protagonistas de la noche. Tras dejar unas
buenas sensaciones con el tema de apertura, y con su fantástica tripleta de
guitarristas,- formada por David Rodríguez, Jaime Escrig y Xavier López-,
llegaba el momento de ponerse algo más reivindicativos, de modo que la
encargada de proseguir con el show sería “La Balada del PP”, que su vocalista, Daniel Pons, dedicó a toda la
casta política.
Pero dejando a un lado la mordaz critica de algunas de sus
composiciones, lo cierto es que los barceloneses se mostraron en todo momento
muy cercanos y divertidos sobre las tablas, dando a la velada ese toque ameno y
distendido que alcanzaría su máximo esplendor al atacar temas como el
disparatado “Voy Ciego”, o el más
hardroquero “Loco Por El Rock n´Roll”, convirtiéndose en la excusa perfecta
para que el público acompañara a la banda mientras el ambiente en la sala continuaba
caldeándose.
Pese a que el debut de la banda fue
publicado hace casi una década, concretamente en 2006, lo cierto es que los
temas han envejecido muy bien y suenan ahora, con esa poderosa tripleta de
guitarras, todavía más frescos e intensos. Tampoco quisieron dejarse en el
tintero alguna composición más reciente como “Trabajar”, que fue dedicada a
todos los niños que pasan necesidad. Las encargadas de protagonizar la recta
final del show serían “Volveremos”, toda una declaración de intenciones en la
que se fusionaron a la perfección hard rock y unos riffs de esencia
“maideniana”, mientras que la encargada de echar el cierre de forma definitiva,
ante el descontento generalizado de una audiencia que continuaba pidiendo más
temas, fue su personal homenaje al maestro Fran Zappa, que su vocalista definió
como el mejor músico de la historia.
Una vez finiquitada la actuación de los
locales Zermeño, el recinto se preparaba, con la entrada de los más rezagados, para
albergar la descarga del plato fuerte de lo noche. Sin duda ese arreón de
ultima hora acabó propiciando que en la sala se respirará un fantástico
ambiente, con una variopinta representación de aficionados del cuarteto. Pese a
que los Barones han visitado en innumerables ocasiones los escenarios de la
Ciudad Condal, lo cierto es que si hay algo que siempre ha caracterizado sus
descargas es que los “hermanos” nunca han ofrecido dos conciertos iguales, así
que aventurarse a hacer conjeturas sobre
el setlist que nos tenían preparado para esta noche era poco menos que un ejercicio de
ciencia ficción. Pero de lo que no existía ninguna clase de duda era sobre que el cuarteto nos
ofrecería un repertorio extenso, potente y lleno de nostalgia, en el que
rememorarían algunos de los mejores momentos de estos últimos 35 años para
convertir la cita en una autentica celebración entre amigos.
Con el escenario engalanado con una enorme
proyección en la que podía verse el clásico logotipo de la banda junto a la
leyenda “1980-2015 GIRA 35 ANIVERSARIO”, justo detrás de la batería de Rafa
Díaz, los músicos fueron tomando posiciones lentamente mientras recibían las
primeras muestras de cariño de una audiencia que empezaba a calentar motores y
que explotaría definitivamente al reconocer los primeros compases de la pieza
inaugural “Ali-Baba Y Los 40 Ladrones”, un compacto arranque con el que los
Barones ponían de manifiesto que pese al tiempo transcurrido desde su
publicación en 1992 las cosas han cambiado más bien poco en un país que sigue gobernado por chorizos y mangantes.
Posicionados como suele ser habitual en todas sus descargas, con Armando ocupando
el centro del escenario, ejerciendo de autentico “frontman”, mientras que
Carlos y Gorka se disponen uno a cada lado, la mirada retrospectiva continuaba
con una de esas gemas poco habituales en sus directos “Travesía Urbana”, que a
la postre se convertiría en la única licencia que se permitieron a su “No Va
Más!”, de 1988.
Cabe remarcar que durante toda la actuación
el combo madrileño contó con un sonido muy logrado y con el apoyo incondicional
de una audiencia que se fue animando a medida que iba avanzando el show, sin
duda espoleados por la enorme energía que sigue generando el eléctrico Armando
de Castro quien, en todo momento, se mostro como un torbellino sobre el
escenario, tocando su guitarra con su habitual maestría y haciéndose cargo,
también, de algunos de los temas como “Fugitivo”, que fue dedicada a aquel
ilustre impostor y delincuente que fue Luis Roldan. El toque de clase y elegancia
lo volvería a poner su hermano mayor Carlos quien se mostró bastante más sobrio
y comedido en escena, aunque siempre atento y preciso, tanto en las partes
instrumentales, como a la hora de presentar piezas clásicas y fundamentales
dentro de su repertorio como “Incomunicación”, que se convertiría en el primer
punto álgido de este tramo inicial del show, con la gente completamente
desatada y con Carlos echando mano de su armónica para ofrecernos un
sabrosísimo desarrollo instrumental.
Con el auditorio completamente entregado
llegaba el momento de centrar su objetivo en su material más reciente,
ofreciéndonos la inmediatez hardroquera contenida en “Al Final, Perderán”,
perteneciente a su último largo con material propio editado en 2006 y que
llevaba por título “Ultimasmentes”, que nos sirvió para comprobar la perfecta
sincronización vocal entre Armando, Carlos y Gorka. Y es que la banda se mostró
durante todo el show en un gran momento de forma, aunque lógicamente los temas
que mejor acogida obtuvieron fueron, como era de esperar, los de la primera
época, de modo que las revoluciones del respetable volverían a ir en aumento
cuando empezaron a desgranar piezas como “Se Escapa El Tiempo”, ofreciéndonos
esos inconfundibles guiños con la banda de los hermanos Young, o la contagiosa
“Invulnerable”, que fue acompañada con palmas en el arranque para acto seguido
poner a banda y publico a botar intensamente.
Aunque seguramente muchos de los presentes
echaron de menos la presencia sobre las tablas del tándem formado por Hermes y Sherpa, lo cierto es que la alargada
sombra del mítico bajista sobrevoló la sala Bóveda al atacar sus ex_compañeros
“Campo De Concentración”, rescatada de aquel mítico álbum en vivo grabado en
febrero de 1984 en el Pabellón de Deportes del Real Madrid, y cuya letra firmó
el propio Campuzano. El contrapunto a tanto clasicismo llegaría con “La Reina
Ácida”, que significó el primer guiño que se permitieron a su más reciente
entrega discográfica “Tommy Barón”, siendo la elegida para que Armando nos
ofreciera una buena muestra de su electricidad y clase a la hora de atacar sus
seis cuerdas, demostrándonos, una vez más, porque ha sido y es uno de los guitarristas más reconocidos e
influyentes dentro de nuestro heavy-rock.
Sin duda fue durante este segmento central del show fue cuando los Barones
consiguieron hacer las delicias de todos sus incondicionales, ya que
imprimieron una gran intensidad a la velada, empalmando muchos de los temas y sin
apenas darnos un segundo de tregua. De modo que con la sala sumergida en un
ambiente de fiesta total era el propio Armando el encargado de hacernos
calentar las gargantas antes de introducirnos en “Tierra De Nadie”, para
posteriormente sacar de su bolsillo el “Slide” y ponerse a juguetear con su instrumento
hasta arrancar el riff principal de “Satánico Plan (Volumen Brutal)”, que ante
la explosión de jubilo generalizada era la encargada de devolvernos de nuevo a
1982 y sobre aquel mítico “Volumen Brutal”.
Pero no sería éste el único recuerdo que
los del foro se permitieron hacía este suculento plástico que marcaria su época
de mayor esplendor, ya que le sucederían para algarabía de todos los presentes
un coreadísimo “las Flores Del Mal”, que servía para poner de manifiesto la
inmortalidad de muchas de sus composiciones, con todo la gente coreando incansablemente cada una de
sus estrofas. La elegida para cerrar este brillante capitulo dedicado a su
mítico “Volumen Brutal”, sería la hímnica “Hermano Del Rock N´Roll”, que con
Armando a las voces volvió a poner a toda la sala a saltar mientras coreaba con
el puño en alto cada una de sus estrofas.
Con la banda descargando de forma
implacable y magistral una rotunda colección del material facturado en la
década de los ochenta llegaba el momento de seguir avanzando en su discografía,
centrándonos ahora en su álbum de 1983 “Metalmorfosis”, rescatando para la
ocasión “Tierra De Vándalos”, durante la que Armando volvió a erigirse como el
autentico protagonista, jugueteando primero con la audiencia al proponerle esos
divertidos juegos vocales, para posteriormente volvernos a asolar con un nuevo
ejercicio solista. Pese a llevar cerca de dos horas de concierto, tanto la energía
de los músicos sobre las tablas como la voracidad del publico desde la pista
parecían no tener fin, y la mejor prueba fue la espectacular acogida que obtuvo
el emblemático “Con Botas Sucias”, que nos dejaría la imagen de un desatado
Armando elevando su instrumento al aire mientras coreaba poseído el estribillo.
Una de los momentos más emotivos de la noche
se produciría con la imprescindible épica contenida en “Hijos De Caín”, que haría que la sala se
viniera literalmente abajo,- y es que resulta increíble comprobar como el
volver a entonar en directo una canción que tantas veces hemos escuchado sigue
emocionando y poniendo los vellos de punta como el primer día-. Como era lógico
tampoco podía faltar ese electrizante homenaje que los “hermanos” rinden
siempre, en cada uno de sus conciertos, a sus instrumentos de manos de “Cuerdas
de Acero”. Mientras que la encargada de poner el punto y seguido a esta primera
parte del show sería un acertado medley que incluyó fragmentos de piezas como “Los
Rockeros Van Al Infierno”, “Desertores Del Rock” y el marchoso “Casi Me Mato”.
Aunque los miembros de la banda se habían
perdido entre bambalinas no tardarían mucho en regresar al escenario
acompañados de los vítores y cánticos de una audiencia que quería una nueva
dosis de heavy-rock. De modo que sería la base rítmica formada por Rafa Díaz y
Gorka Alegre los primeros en tomar posiciones para arrancar el mítico himno
“Concierto Para Ellos”, con la gente cantando enloquecida a un volumen
atronador, consiguiendo que fuera prácticamente imposibles escuchar la voz de
Carlos. La ultima pincelada que los Barones quisieron ofrecernos de su última
obra de estudio llegaría con “El Rey Del Pinball”, que pese a no despertar el
mismo entusiasmo que la pieza anterior, sí que recibió una cálida acogida. Pero
estaba claro que para finiquitar la velada la banda tendría que recurrir a su
artillería pesada, de modo que el tramo final estuvo marcado por una devastadora “Resistiré”, uno
de sus temas más celebrados y reconocidos. Mientras que el encargado de cerrar
la velada sería “Siempre Estás Allí”, un sincero agradecimiento de la banda
para con sus incondicionales.
Si hay algo que siempre ha marcado la
trayectoria de la banda a lo largo de estos 35 años de ininterrumpida actividad
es que los Barones siempre se han debido a su publico, así que aunque en
principio no estaba previsto, Carlos, Armando, Gorka y Rafa tuvieron que
regresar sobre las tablas, ante la aclamación popular de un publico que todavía
quería más, para rematar su descarga con un segundo bis, que estuvo compuesto
por ese relámpago instrumental que cerraba su segundo trabajo “El Barón Vuela
Sobre Inglaterra”, para acabar firmando un final verdaderamente espectacular
con “El Malo”.
Seguramente, si preguntamos a los que
asistieron a esta celebración del trigésimo quinto aniversario de los Barones
cada uno podría confeccionar su propia lista de los temas que faltaron a lo
largo del show, pero mirando las cosas con perspectiva creo que Barón Rojo nos
ofrecieron un repertorio verdaderamente brillante, interpretando sus clásicos
de siempre e incluyendo algunas gemas menos habituales en sus directos. En
cualquier caso, los Barones volvieron a firmar una nueva clase magistral en
tierras catalanas. El tiempo pasa, los modas van y vienen, pero hay cosas que
se mantienen siempre igual…. Y una buena muestra de ello es el potencial, la
clase y la personalidad que continúan desplegando estos currantes del rock en
cada una de sus presentaciones. Así que sólo me queda decir: “¡Larga Vida Al Barón!”
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