Mencionar a los
polacos Vader es hacer referencia a una de las bandas más emblemáticas y reconocidas
del "underground" metálico europeo. Formados a principios de la década de los 80 la formación capitaneada
por el insigne guitarrista y vocalista Piotr Wiwczarwk tiene el honor de haber
facturado "Morbid Reich", una de las demos más vendidas de la
historia del death metal. Además, a lo largo de su dilatada carrera el cuarteto
de Olsztyn ha compartido giras con bandas como Deicide, Suffocation, Behemoth,
Nile o Gorguts, amén de haber protagonizados giras tanto por el continente americano como por el asiático. Viejos
conocidos de la parroquia metalera hispana, los polacos regresaban a nuestros
escenarios para presentar su última referencia de estudio "Tibi Et
Igni" y para acompañarles en este nuevo periplo europeo contarían con otro
de los pilares básicos dentro de la escena extrema de su país, Hate. Los
encargados de abrir esta primaveral
tarde de sábado en la sala mediana de un Razzmatazz a medio gas serían los
israelitas Shredhead.
Ante un auditorio
todavía muy poco concurrido los chicos
de Shredhead salieron a escena con la consigna clara de intentar captar
la atención del medio centenar de aficionados que aguardan el arranque de su
show. Intensos, amenazantes y respaldados en un sonido poderoso e hiriente el
cuarteto de Modi´in nos ofreció una descarga compacta y entretenida, en la que
dejaron clara la influencia de bandas como Lamb Of God, pero ante todo de los
texanos Pantera, y no lo digo únicamente
por el sonido denso y afilado de trallazos como "Devil's Race" o
"Walk With The Death", sino por la actitud y los gestos de su
vocalista Aharon Ragoza, que en todo momento nos recordaron al Philip Anselmo
de inicios de la década de los noventa.
Pese a que le
pusieron pasión y ganas, lo cierto es que salvó algunos momentos muy puntuales
su actuación no acabó de cuajar ante los ojos de unos estáticos seguidores que
probablemente hubieran preferido una apertura de manos de algún grupo más
extremo. En cualquier caso, y dejando a un lado las siempre innecesarias
comparaciones, cabe remarcar que Shredhead ofrecieron unas buenas prestaciones
al atacar temas de su segundo trabajo como la propia pieza homónima o
"Last Words Are Lost".
Aunque como
comentaba el grueso de su actuación estuvo centrado en el material de su más
reciente entrega, la encargada de cerrar su show sería la primeriza "Knife
In A Gun Fight", que nos dejaría, tras dejar de atronar los instrumentos,
la simpática estampa de su vocalista dándonos las gracias por nuestro apoyo a
pleno pulmón desde el escenario, dejando clara su potencia y capacidad vocal.
Pese a que su show resultó muy entretenido, debo admitir que para un servidor
sonaron algo predecibles y excesivamente influenciados por los "Cowboys
del Infierno".
Tras el pertinente cambio de equipo,
turno para el primer plato fuerte de la noche, Hate. Veteranos e incombustibles
la formación de Warsaw pueden ser considerados como unos auténticos
supervivientes dentro de la escena extrema europea. Habiéndose sobrepuesto a la
pérdida de su bajista Slawek "Mortifier" Arhangelsky, fallecido en
2013 cuando estaban promocionando su disco "Solarflesh - A Gospel Of
Radiant Divinity", la banda regresaba a la carga el pasado mes de febrero
con su novena obra de estudio "Crusade:Zero".
Ambientando el escenario con una generosa
aportación de denso humo gris y con una iluminación tenue en tonos rojizos Hate
asolaban a los integrantes de las primeras con el aroma demoniaco de la inicial
"Omega", dejando a las claras su intención de destrozar nuestros
tímpanos mientras nos hacían mover la cabeza arrastrados por la velocidad y
potencia de sus instrumentos. A diferencia de lo que sucediera con la actuación
del como israelí, los polacos contaron en todo momento con la complicidad de
una audiencia muy participativa, que no dudo a la hora de involucrarse en los grandilocuentes
coros de piezas como "Erebos".
Pese a que el peso
escénico de la actuación recayó sobre su carismático vocalista y guitarrista Alex
"The First" Sinner, resultó verdaderamente impactante ver la estampa
de sus compañeros dándolo todo en escena, mientras Pavulon se encargaba de
fraguar los poderosos cimentos en los
que asentaron piezas como "Hex". La primera referencia que nos ofrecieron
hacía su más reciente trabajo llegaría
de manos de las épicas ambientaciones contenidas en "Valley Of
Darkness", que lejos de hacer bajar las revoluciones del show consiguió
espolear al máximo a una audiencia cada vez más animada.
Para cualquiera que
haya seguido la trayectoria de Hate resulta obvio que en los textos de sus
composiciones las tendencias apocalípticas y el total desprecio hacia todos los
credos y religiones, especialmente la
cristiana, de modo que durante su show no faltaron piezas como "Alchemy Ov
Blood", que se convertiría en el preámbulo perfecto para la invocación que
todos juntos realizamos al corear el título de la novedosa e hímnica
"Leviathan".Debo admitir que me sorprendió la poca presencia que tuvo
el material de su última obra “Crusade:Zero”, pero gracias a esta circunstancia
pudimos deleitarnos con una buena selección de piezas clásicas como " Wrists".
Con la banda
acariciando el triunfo entre sus garras llegaba el momento de rubricar su
descarga con un nuevo recuerdo a su álbum de 2008, ofreciéndonos una suculenta
doble ración en forma de dos bombazos como la seminal "Resurrection
Machine", con la banda machacando intensamente sus instrumentos en un
final absolutamente delirante, y la brutal "Threnody". Tras el
concierto caras de satisfacción entre su oscura parroquia de seguidores y la
sensación generalizada de que la banda tendría que regresar en breve para
liderar su propio show y dar a los temas de "Crusade:Zero" el protagonismo que se merecen.
Con los actos preliminares finiquitados y tras el pertinente cambio de “backline”
llegaba el momento de convertir la sala en un infierno, y los encargados de
tiznar el recinto de ese característico tono rojizo serían los protagonistas de
la noche, Vader. Como si de una premonición se tratara los músicos aparecieron
en escena para tomar posiciones mientras a través del P.A. sonaba la
introducción de su último trabajo, para que rápidamente fuera Piotr Wiwczarek
el encargado de ocupar el centro del escenario para liderar las poderosas
acometidas del incendiario "Abandon All Hope", que nos sumergía de
lleno en la infernal propuesta de los polacos. Ataviados con chalecos de cuero, luciendo muñequeras de
clavos y portando un micrófono con una cruz invertida en su extremo, los
polacos dejaron claras cuáles eran sus intenciones cuando el propio Piotr
anunció la segunda pieza de la noche con un lapidario: "It's Time To Go To
Hell", desatando la locura entre las primeras filas para conseguir que la
temperatura en la sala, pese a no estar llena, se elevará notablemente.
Durante toda su descarga el combo polaco imprimió un gran ritmo al show,
asolándonos sin compasión mientras se dedicaba a descargar un repertorio de
auténtico infarto. Tras habernos mostrado el potencial de sus nuevas
composiciones llegaba el momento de echar la vista atrás para recordar
"Come And See My Sacrifice", que sonó lasciva y tortuosa,
perfectamente ambientada con la aparición de ese denso y grisáceo humo que nos
dejaría el primer duelo reseñable entre Piotr y su socio a las seis cuerdas
Marek Pajak.
La mirada a la primera etapa del cuarteto llegaría cuando Vader
empezaron a lanzar sobre nosotros proyectiles de artillería pesada como
"Silent Empire", con la banda empleándose a fondo sobre las tablas
mientras reclamaban nuestra colaboración para levantar los brazos al aire
invocando a la bestia de los abismos, "Sothis", una de sus piezas más
emblemáticas y celebradas que les servía para pisar el acelerador al máximo
para presentarnos su faceta más fulgurante y thrashera, para posteriormente
echar el cierre a esta devastadora trilogía con la death metalera "Reborn
In Flames", que nos dejaba a todos los miembros haciendo
"headbanging" como descosidos mientras el doble bombo de James
Stewart comandaba implacablemente el sonido del cuarteto.
La última gema de este tramo de concierto centrado en su material más
clásico de la primera mitad de la década de los noventa llegaría con la
primeriza "Decapitated Saints", que más de veinte años después sigue
conservando ese amenazante halo demoniaco e infernal. Pese a que el repertorio
estuvo muy repartido entre su primera época y los últimos tiempos, lo cierto es
que el gran protagonista de la noche fue "Tibi Et Igni", de modo que
los polacos no quisieron desaprovechar la ocasión para presentarnos piezas
como" Thriumph Of Death" o "Where Angels Weep", que ponían
de manifiesto que las nuevas composiciones de la banda han calado hondo entre
sus incondicionales, siendo capaces de mantener el nivel de intensidad de un
show verdaderamente demoledor.
Un nuevo guiño a su debut de 1992 "The Ultimate Incantation",
nos abocaría sobre la seminal "Chaos", con la que rememoraban ese
sonido “garagero” y primitivo que marcó sus primeras obras. Mucho más conciso,
aunque igualmente hiriente y corrosivo, sonaría el novedoso
"Hexenkessel", que servía para poner de manifiesto la evolución que
ha seguido el sonido de Vader desde sus inicios.
El tramo final de la descarga estaría protagonizado por "Carnal",
única mirada que se permitieron a su trabajo de 1997 "Black To The
Blind", para posteriormente dejar paso a esa primitiva gema que lleva por
título "Dark Age", con la que conseguían hacer subir las revoluciones
de una audiencia cada vez más caliente y entregada. El golpe definitivo a un
público ya totalmente rendido ante la contundencia, actitud y entrega de Vader
llegaría con "Wings", que serviría como colofón para esta primera parte del show.
No creo que nadie esperara un concierto excesivamente largo, algo lógico
si tenemos en cuenta el nivel de intensidad y entrega que nos propusieron Piort
y sus muchachos, pero lo cierto es que su fulgurante show,- de unos 60 minutos
de duración-, se nos hizo realmente corto. Para rematar la velada de forma
definitiva el cuarteto elegiría el hímnico "Halleluyah!!!! (God Is Dead),
que serviría como epílogo para una velada verdaderamente demoniaca.
TEXTO:ALFONSO DIAZ
FOTOS:CARLOS OLIVER
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