La evolución siempre ha estado presente en la formación
capitaneada por los hermanos Duplantier. Desde que la banda publicara su debut
"Terra Incognita" en 2001 su popularidad no ha dejado de crecer,
posicionándoles en la actualidad como una de las bandas más exitosas dentro del
panorama europeo gracias a la constante búsqueda de nuevos matices y
estructuras que no han hecho más que dotar de contenido y personalidad a una
propuesta cada vez más compleja y difícil de catalogar. A lo largo de su
trayectoria la formación gala ha girado con pesos pesados de la escena
internacional, compartiendo cartel con bandas como Lamb Of God, Children of
Bodom, Machine head o Metallica, lo que les ha válido el reconocimiento
internacional y la posibilidad de descargar en los principales festivales del
circuito internacional. Precisamente, si la memoria no me falla, sería dentro
del marco del Sonisphere 2009, compartiendo cartel con Metallica, Down y
Slipknot, la penúltima ocasión en la que los de Bayona pisaron los escenarios
de la Ciudad Condal. Desde entonces la banda ha experimentando un rotundo
avance, publicando su último trabajo "L ´Enfant Sauvage", bajo los
auspicios de la poderosa Roadrunner Redors.
Pese a estar encuadrada en mitad de semana y a tan solo
unos días de la celebración del Rock Fest, la primera sorpresa de la tarde
sería la enorme cola que aguardaba pacientemente a que se abrieran las puertas
del Razzmatazz 2, algo que nos hacia presagiar que el ambiente sería muy bueno
y que el calor en la sala sería asfixiante. Pero antes de que los franceses
hicieran acto de presencia tendríamos la ocasión de presenciar la descarga de
Moonloop.
Ante una sala todavía poco concurrida los encargados de
inaugurar la velada serían los barceloneses Moonloop, proponiéndonos una
apuesta decidida por un death metal técnico y de corte progresivo, en el que se
conjugan pasajes ambientales y fraseos de brutalidad extrema. Con su debut
"Deeply From The Earth" ya muy rodado, un álbum que les ha permitido varias
incursiones fuera de nuestras fronteras, Moonloop apostaron por ofrecernos un
show en el que nos presentaron algunas de las composiciones que formarán parte
de su próximo trabajo.
Respaldados sobre un sonido nítido y potente, y
acompañados de un vistoso juego de luces la formación catalana presentó temas
como la inicial "Megalodon", dejando claras sus excelentes dotes
compositivas, alternando de forma magistral ambientaciones propias del doom con
pasajes densos y apabullantes, trayéndonos al recuerdo el material de bandas
como Opeth. Sin duda uno de los grandes baluartes de Moonloop es su vocalista y
guitarrista Eric Baule quien, además de sorprendernos con su bipolaridad vocal,
se hizo cargo de la mayoría de las partes solistas. Igualmente aplastante
resultó el concurso de su base rítmica, formada por el batería Raúl Payán y el
bajista Vic Granell, responsable de asentar los cimientos sobre los que el otro
"hacha", Juanjo Martín, dibujó los amenazantes riffs de la hipnótica
“Zeal”
Pese a la apuesta decidida por su material más novedoso,
lo cierto es que Moonloop consiguieron captar la atención del respetable,
logrando que su show tuviera un buen nivel de intensidad, y más cuando el
cuarteto se adentró en la camaleónica "Medusa", una composición que
llevan ya tiempo presentando en directo y que personalmente creo que es de las
que mejor puede definir la heterodoxa propuesta del cuarteto. Poco tiempo
tuvieron los barceloneses para presentar sus temas, así que teniendo en cuenta
la complejidad y la extensión de sus composiciones su show se vio reducido a
tan sólo cuatro temas, siendo el elegido para echar el cierre
"Strombus", que sería la única licencia que se permitieron al
material contenido en su primer largo "Deeply From The Earth".
Corta, pero muy intensa, la descarga de Moonloop pilló
por sorpresa a más de uno que todavía no les conocía. El cuarteto barcelonés
tiene previsto publicar su próximo trabajo antes de que finalice este 2015. Así
que viendo la calidad de sus nuevas composiciones y el extraordinario potencial
que atesora la banda habrá que estar muy atentos a sus próximos pasos.
Tras la descarga del combo catalán muchos fueron los que
aprovecharon la pausa para tomar posiciones frente al escenario, de modo que a
la hora prevista para el arranque de la descarga de los franceses el ambiente
en la sala nos auguraba una actuación verdaderamente vibrante, y lo cierto es
que Gojira estuvieron a la altura de las expectativas que había generado su
visita.
Ante una sala prácticamente llena y con un escenario
completamente sumido en la penumbra la descarga arrancaba con la implacable
potencia de "Ocean Planet",
con la banda generando semejante caudal de energía que no tardó en contagiarse
a una audiencia devota y entregada, que apoyó constantemente a los galos
llevándolos en volandas hacia un incontestable triunfo. Como una máquina
perfectamente engrasada y liderados por un impresionante Joe Duplantier, Gojira
nos ofrecieron una auténtica exhibición de tablas y carisma, conectando en todo
momento con sus incondicionales para firmar un arranque arrollador con piezas
como " The Axe", que se convertiría en la primera referencia de su último plástico
"L' Enfant Sauvage".
Con un sonido impecable y con un juego de luces poco
habitual en los conciertos que se celebran en la sala mediana del Razzmatazz
llegaría el momento de dar rienda suelta a la voracidad implacable de "The Heaviest Matter Of The
Universe". Sin abandonar el material de su tercer trabajo "From Mars
To Sirius", que curiosamente fue el que tuvo mayor presencia dentro del
repertorio de esta noche, llegaría el turno de la seminal "Backbone",
que sería la responsable de desatar la euforia entre los presentes para
convertir la pista en un absoluto infierno, con un mar de cuerpos corchando
entre si, mientras sobre las tablas Jean-Michel Labadir se mostraba
absolutamente intratable maltratando su bajo. El primer recuerdo hacia su
primerizo "Terra Incognita" vendría de la mano de "Love",
con la que nos permitirían recuperar el aliento para rápidamente someternos
ante el desquiciante tramo final de “Remembrance”. El retorno sobre su material
más reciente estaría marcado por "L
' Enfant Sauvage", que fue presentada por Joe como "El Pequeño
Salvaje", provocando una de las respuestas más entusiastas de la audiencia
.
Un aspecto muy destacable del show de los franceses fue
que optaron por un repertorio variado y muy dinámico, dando cabida a
composiciones de todos y cada uno de sus lanzamientos. Así que la encargada de
abrirnos la puerta hacia el material contenido en "The Way Of All
Flesh", sería la monumental de "The Art Of Dying", que nos haría
capitular irremediablemente ante su incesante catarata de imparables riffs.
Tras ella era el menor de los hermanos Duplantier, Mario, sería el encargado de
acaparar todas las atenciones a lo largo de un vistoso solo en el que el
percusionista nos ofreció una buena muestra de sus recursos técnicos.
Precisamente aprovechando sus poderosos redobles sus compañeros se le sumarían
para centrar su objetivo sobre "Toxic Garbage Island", que marcaría
un nuevo punto culminante dentro de un show repleto de agresividad y pegada.
Con la gente completamente desatada sería el propio Joe
el encargado de juguetear con la melodía inicial de "Flying Whales",
que se convertiría en una invitación para que toda la sala se pusiera a botar.
Y es que aunque Joe no se mostró especialmente comunicativo con la audiencia,
lo cierto es que el mayor de los Duplantier demostró tener un gran carisma y un
perfecto dominio escénico, sabiendo manejar a su antojo el tempo del show. El
único recuerdo que se permitieron a su segundo trabajo de 2003, "The
Link", llegaría de la mano de "Wisdom Comes", que les servía
para recuperar su faceta más cruda y extrema ante la apabullante respuesta de
una sala que se entregó al máximo.
Los últimos destellos del potencial de los galos estarían
protagonizados por una doble ración de
"The Way Of All Flesh", con una extensa versión de
"Oroborus" y con la inevitable " Vacuity", que una vez más volvía a poner la sala patas arriba. Con la
gente demandando intensamente el retorno de los músicos sobre las tablas el
cuarteto regresaría para poner el broche de oro a su descarga con el ritmo
hipnótico y delirante de "World To Come" y los inquietantes
desarrollos contenidos en "The Gift
of Guilt", que con el escenario completamente teñido de rojo rubricaría
una brutal presentación.
Tras silenciarse los instrumentos el público fue el
encargado de poner la banda sonora a la salida de los galos del escenario,
coreando intensamente y durante varios
minutos el nombre de la banda mientras el cuarteto saludaba desde el centro del escenario y prometía
volver el próximo año presentando un nuevo trabajo.
TEXTO:ALFONSO DIAZ
FOTOS:CARLOS OLIVER
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