Debo
admitir que fui de los que giró la muñeca y puso el pulgar apuntando al suelo
cuando vi como poco a poco se desintegraba el line-up clásico, -que no el
original-, de una de las formaciones más emblemáticas y representativas del
power metal de la década de los noventa, especialmente cuando se confirmó en
2008 la salida definitiva del guitarrista Timo Tolkki. Afortunadamente, el paso
del tiempo ha acabado dando la razón al dúo compuesto por el vocalista Timo Kotipelto y el teclista Jens
Johansson, únicos baluartes que perduran de aquella emblemática formación que publicó álbumes imprescindibles
como la trilogía compuesta por "Episode" (1996), "Visions"
(1997) y "Destiny" (1998), ya que ahora la banda parece estar
viviendo una segunda juventud.
Si
ya con su anterior trabajo "Nemesis", los de Helsinki parecían
recobrar su mejor forma, gracias en gran medida al talento del guitarrista Matias
Kupiainen y a la savia nueva e ilusión que han aportado el bajista Lauri Porra
y el batería Rolf Pilve, ahora con "Eternal", los finlandeses parecen
prescindir de esos toques más modernos y vanguardistas que marcaron su anterior
entrega para marcarse un disco que recupera su esencia más clásica y
tradicional, algo que sin duda ha supuesto una fantástica noticia para todos sus seguidores. Una vez más
el combo finlandés volvía a repetir el mismo enclave de sus últimas visitas en
salas en la capital catalana, la sala mediana del Razzmatazz, y como viene
siendo habitual se presentaban acompañados de dos prometedoras formaciones que atesoran una excelente proyección.
Los escoceses Gloryhammer y los australianos Divine Ascensión.
Con
absoluta puntualidad y mientras la sala se iba poblando poco a poco llegaba el
turno del combo de Melburne, Divine Ascension. Aunque no puede decirse que la
formación practique un estilo especialmente novedoso, su power melódico con
algunas pinceladas progresivas sirvió para hacernos entrar en calor y caldear
el ambiente de cara al plato fuerte de la noche. Con un escenario engalanado
con sendos paneles laterales, en los que podía verse su logo, la banda
capitaneada por la simpática y extrovertida vocalista Jennifer Borg nos ofreció
un exhaustivo repaso por los mejores momentos de su segunda entrega
"Liberator".
Aunque
fueron los encargados de abrir la velada hay que remarcar que Divine Ascension gozaron de un
sonido bastante aceptable, así como de un vistoso juego de luces, consiguiendo
que temas como la inicial "Dawn Brings No Mercy", se convirtieran en
la excusa perfecta para que desplegaran en escena todo su potencial melódico.
Muy activos sobre las tablas los australianos no perdieron la sonrisa en ningún
momento pese a sufrir algún pequeño contratiempo durante los primeros compases
del show.
Pese
a no ser excesivamente conocidos en nuestro país los australianos gozaron de
una calurosa acogida, gracias a la excelente labor de su front-woman, que no dejó
de animar y espolear a la audiencia, y a la movilidad en escena de todos sus componentes,
que se esforzaron al máximo a la hora de hacernos participes de los estribillos
de temas como "Stronger". Especialmente destacable me pareció el
concurso de su barbudo bajista Jason Meracis quien, además de aporrear su
instrumento, se hizo cargo de las segundas voces dando la réplica a Jennifer en
temas como el crujiente "Liberator", que les servía para mostrar su
faceta más densa y contundente.
Aunque
como comentaba al inicio, el grueso de la descarga estuvo centrado en el
material de “Liberator”, también habría espacio para "Answer", único
guiño que se permitieron hacia el material de su debut "As The Truth
Appears", publicado en 2011. Tras las pertinentes presentaciones, que
incluyeron a su mascota, el peluche “Scratch”, y después de juguetear con la
conocida melodía del "The Final Countdown" de Europe, los
australianos encaraban la recta final de su show con los tintes épicos y
grandilocuentes de "My Contender Lies", que nos dejarían la imagen
del teclista David Van Pelt empuñando su keytar para descender al foso para
espolear a las primeras filas. El último cartucho en la recámara de Divine
Ascension estaría reservado para "Hideaway", que serviría como excusa
perfecta para que Jennifer volviera a aunar nuestras voces para firmar un final
por todo lo alto.
Ilusión,
simpatía y garra fueron las virtudes que los australianos exhibieron en escena
ante una audiencia sorpresivamente receptiva, y que mostró muchas ganas de
pasarlo bien.
Los
siguientes en hacer acto de presencia ante un recinto de lo más animado y
expectante serían los chicos de Gloryhammer. Luciendo unas pintas impagables, -muy
acorde con el personaje que interpreta cada uno de sus miembros-, los escoceses
se presentaban ante la audiencia catalana dispuestos a hacernos pasar un buen
rato, consiguiendo que a más de uno se le escapará una sonrisa con su
disparatada e histriónica puesta en escena y sus jocosos comentarios entre tema
y tema. Y es que la nueva aventura de Christopher Bowes resultó ser una
invitación vedada a la diversión, gracias
a la potencia de un power metal cargado
de melodías épicas y matadores estribillos. Precedidos de una futurista
introducción “Infernus Ad Astra”, Gloryhammer tomaron el escenario al asalto con
"Rise Of The Chaos Wizards", mostrándonos a una banda con tablas,
personalidad y que derrochó, al igual que sucediera con Divine Ascension,
simpatía y buen rollo.
Con
un solvente Thomas Winkler al frente, ejerciendo como frontman, los escoceses
no se cortaron a la hora de exhibir su martillo en la presentación de
"Legend Of The Astral Hammer", que les servía para continuar su presentación con una buena ración de su más
reciente entrega "Space 1992: Rise Of The Chaos Wizards”. Tras recabar los
primeros aplausos de la noche sería el guitarrista Paul Templing el encargado
de presentar "Hail To Crail", que fue el elegido para representar los
temas de su ópera prima "Tales From The Kingdom Of Fife". El retorno
sobre sus nuevas composiciones estaría marcado por el melódico “Universe On
Fire”, que consiguió recabar el apoyo de los más animados gracias a sus
hímnicos estribillos y a la disparata coreografía que nos ofrecieron Templing y
Bowes.
La
segunda muestra de su debut llegaría de manos del clasicismo powermetalero que
aportó el up tempo “Angus McFife”, con el que Winkler nos invitaba a sumarnos a
sus monumentales coros. La fiesta no se
detendría y acompañado del grito unánime del público, que coreó incansablemente
"Hoots", el bajista James Cartwright apuraría su cerveza antes de que
una incisiva guitarra nos adentrara en el
cachondo "The Hollywood Hootsman”. Con total sintonía con una audiencia de lo más
animada y participativa no faltaría el vacile que se marcó su vocalista al
comentarnos que había llegado al recinto a lomos de su dragón durante la
presentación del primerizo “Magic Dragon”.
Y es
que si algo marcó la presentación de Gloryhammer a su paso por la capital
catalana fue el buen humor y la simpatía que desplegó el quinteto en escena. De
modo que la respuesta del respetable no pudo ser más enérgica y entusiasta a la
hora de acompañar piezas como la marchosa “Goblin King Of The Darkstorm
Galaxy”. El repaso a las diferentes criaturas mitológicas que habitan las
composiciones de los escoceses se cerraría con “The Unicorn Invasions Of
Dundee”, con la que colgarían sus instrumentos dejando un muy buen sabor de
boca entre la concurrencia. Si la actuación de Gloryhammer fue cuanto menos
peculiar, lo cierto es que antes de retirarse definitivamente a los camerinos
todavía tendrían tiempo de saludar desde
el escenario mientras a través del P.A. sonaba “The National Anthem Of Unst”.
Podríamos
buscar muchos motivos para intentar justificar que una banda con la trayectoria y la calidad de
Stratovarius no consiguiera llenar una sala como el Razzmatazz 2, pero lo
cierto es que los finlandeses siguen conservando una nutrida legión de
incondicionales entre la parroquia powermetalera catalana. Quizás lo más
sorpresivo fuera ver a un público muy heterogéneo, en el que convivían sus fans
de toda la vida y una nueva generación de jóvenes seguidores que se han acercado a los de Helsinki tras el
resurgimiento que han experimentado en sus dos últimas entregas de estudio.
Lejos han quedado aquellos interminables alardes neoclásicos de Timo Tolkki y las
camisas de “churreras” de Tomi Kotipelto,
que apareció en escena vestido de riguroso negro y luciendo una sobria chaqueta de cuero negro. Y aunque el
carismático vocalista es quien ejerce como líder indiscutible de la banda, siempre
resguardado por el veterano teclista Jens Johansson, ahora la formación parece
un colectivo unido y en el que no hay lugar para las luchas de egos.
El
arranque, tal y como mandan los cánones, estuvo marcado por la pieza que abre
su ultimo trabajo “My Eternal Dream”, una composición con visos de convertirse
en un nuevo clásico dentro de su catálogo, mostrándonos a una banda que sin
abandonar sus raíces sigue intentando innovar dentro de un estilo tan acotado
como es el power metal. Quizás lo peor
de la noche fuera un sonido poco nítido y embarullado, que nos impidió disfrutar de la propuesta de
los finlandeses en todo su esplendor.
Pero en contraposición la audiencia se mostró completamente rendida a sus ídolos desde los primeros compases del show, entonando con absoluta devoción viejas favoritas como “Eagleheart”, que nos dejaba a un Kotipelto fantástico en su papel de frontman, animando incansablemente al personal e incluso alargando su micrófono sobre las primeras filas para que la gente coreara su hímnico estribillo.
Pero en contraposición la audiencia se mostró completamente rendida a sus ídolos desde los primeros compases del show, entonando con absoluta devoción viejas favoritas como “Eagleheart”, que nos dejaba a un Kotipelto fantástico en su papel de frontman, animando incansablemente al personal e incluso alargando su micrófono sobre las primeras filas para que la gente coreara su hímnico estribillo.
Varias
serían las ocasiones en las que el vocalista se dirigió a la audiencia para
agradecerle su entrega y lealtad durante todos estos años. La primera de ellas
como preámbulo para el tema que prestaba el titulo al cuarto trabajo de la
banda y primero que grabaron con el vocalista, “Fourth Dimension”, que
significó todo un subidón de adrenalina para los fans más veteranos. Tras desprenderse de su chaqueta de cuero,
Kotipleto dejaba el protagonismo en los dedos de Jens Johansson, que jugando
con su teclado nos adentraría en la deliciosa
y monumental “S.O.S.”, trayéndonos de vuelta la faceta más sinfónica y
progresiva de la banda, remontándonos en el tiempo hasta el material contenido
en “Destiny”.
Tras
conjugar en un efectivo arranque el presente y el pasado de la banda llegaba el
momento de volver a incidir sobre las composiciones de su más reciente entrega
discográfica, siendo la escogida para continuar la descarga “Lost Without A
Trace”, mezclando a la perfección esos pasajes preciosistas y reflexivos, -dominados
por la elegancia de la guitarra de Matias Kupiainen-, y unos vibrantes
increscendos instrumentales. Pese a los prejuicios que muchos puedan tener
hacia la etiqueta de power metal, los finlandeses no se cortaron a la hora de reivindicarse
como parte de esa escena durante la presentación de una celebradísima “Phoenix”, que les servía para volver a
levantar el ánimo de la parroquia, con Kotipelto haciendo gritar cuatro veces a
la audiencia antes de la entrada de su abrumador estribillo.
A
estas alturas de descarga resultaba evidente que, pese al paso de los años y a
los cambios de line-up, los finlandeses
no han perdido esa facilidad que siempre tuvieron para conectar con la
audiencia. Así que tras hacernos tocar el cielo la banda se retiraba entre
bambalinas para dejar que fuera el bajista Lauri Porra el encargado de meterse
a la gente en el bolsillo, incluyendo
las notas de “Els Segadors” dentro de su escueto solo de bajo. Con
energías renovadas y tomando el escenario como un autentico vendaval, el
quinteto volvía a tomar posiciones para desplegar toda la magia contenida en
“Paradise”, que nos dejaría la estampa de Kotipelto bajando hasta el foso para fotografiarse con los fans
que ocupaban las primeras filas.
Con
el escenario sumido en la más absoluta oscuridad retornábamos a su material más
reciente de manos del monumental “The Lost Saga”, la composición más compleja
de “Eternal”, que pese a sonar poderosa e inspirada no acabó de cuajar entre la
audiencia, quizás fuera por su excesiva duración; pero lo cierto es que
acabó recabando la respuesta más
discreta de la noche. Afortunadamente, no tendrían problemas para remontar el
vuelo recurriendo a uno de los singles de su anterior entrega “Nemesis”, el
vanguardista “Unbreakable”, durante el que el vocalista volvería a descender
hasta el foso.
Tras
recibir una estruendosa ovación sería el mago de las teclas, Jens Johansson, el
encargado de mostrarnos sus habilidades técnicas, jugando con su instrumento
hasta provocar el delirio al reconocer el respetable la melodía que nos
conduciría sobre una de las piezas más emblemáticas de los finlandeses “Black
Diamond”, que tras un escueto solo de batería pondría el punto y seguido a esta
primera parte del recital. Curiosamente, a lo largo del show todos los
instrumentistas de la banda tuvieron ocasión de
mostrar sus habituales técnicas en escuetos solos, excepto el
guitarrista Matias Kupiainen que se militó a
dejar una buena muestra de su clase y elegancia durante sus aportaciones
solistas en las canciones.
Para
su retorno sobre las tablas los finlandeses se reservarían un suculento trio de
ases. Así que siguiendo la tónica que había llevado la velada mezclarían un par de clásicos y un
tema de nuevo cuño. Con la acústica de Kupiainen presidiendo el escenario
arrancaría una emotiva versión de “Forever”, con la gente cantando entregada
cada una de las estrofas junto a
Kotipelto. Los coros grandilocuentes y la faceta más elegante y melódica
del quinteto regresaría de manos de “Shine In The Dark”. Mientras que la
encargada de cerrar el show sería una apabullante versión de “Hunting High And
Low”, que servía para poner de manifiesto la perfecta comunión entre banda y público.
En
resumen, buen concierto de Stratovarius que volvieron a demostrar que siguen
siendo un baluarte importante dentro de esa generación de bandas que dieron
esplendor al power metal durante la década de los noventa. Eso si, con un
bagaje tan extenso y con semejante catálogo, bien podrían haber incluido un par
de temas más en su repertorio, ya que personalmente me hubiera encantado
escuchar de nuevo piezas como “Will The Sun Rise?”, “Legions”, “Infinity” o
incluso más recientes como “Dragons”.
TEXTO:ALFONSO DIAZ
FOTOS:CARLOS OLIVER
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