Resulta
evidente que para una banda como Periphery no existen las reglas. Su música es
como la creación de un artista virtuoso que utiliza todos los elementos a su
alcance para plasmar en su obra su
talento y su personalidad. Pero por si no fuera suficiente la genialidad que irradia a raudales en su
faceta musical, lo cierto es que en una época en la que el negocio discográfico
está de capa caída el sexteto de Maryland regresa a la carga con su proyecto más
ambicioso hasta la fecha: una doble obra
conceptual “Juggernaut:A lpha” y “Juggernaut: Omega”, que les consolida como
una de las formaciones más interesantes de los últimos tiempos.
No llegaban
solos los americanos a los escenarios de nuestro país, ya que para redondear
una atractiva velada para los seguidores
de la vanguardia musical y las corrientes progresivas contaríamos con la presencia
de sus compatriotas Veil Of Maya, que nos ofrecerían un detallado repaso a su
quinto y último trabajo “Matriarch”, y los prometedores Good Tiger, quienes
presentarían las composiciones de su debut “A Head Full Of Moonlight”, que se
ponía a la venta a principios del pasado mes de noviembre.
Pese a ser los encargados de inaugurar la velada a la hora prevista para la salida a
escena de Good Tiger la sala presentaba ya un buen aspecto, sin duda gracias al
reclamo que suponía la presencia entre sus filas de ilustres conocidos dentro
de la escena: el vocalista Elliot Coleman (ex–Terresact), los guitarristas
Derya Nagle y Joaquin Ardiles (ex–The Safety Fire), el batería Alex Rüdinger
(ex–Faceless) y el bajista Morgan Sinclair (ex -Architects).
Innovadores,
dinámicos y camaleónicos, Good Tiger dejaron claro desde el mismo arranque con
“Aspirations”, que su propuesta dista mucho de ser encasillada dentro de ningún estilo concreto, ya que los constantes giros instrumentales, los
toques jazzísticos y las inflexiones
vocales fueron recurrentes a lo largo de su escueta presentación. Pese a que su
debut hace relativamente poco que vio la luz sus seguidores se apresuraron a
copar las primeras filas para sumergirse de lleno en la montaña de emociones
que nos propusieron en temas como “I Paint What I See”.
Pese
a ser una de sus principales características, lo cierto es que no me acabó de
convencer el registro de Elliot, -excesivamente estridente en algunos momentos-,
aunque debo admitir que me gustó mucho
el contraste que nos ofreció en los
vibrantes increscendos de “All Her Own Teeth”, o al atacar los pasajes más
hipnóticos e intimistas de “Enjoy The
Rain”.
Para
el final de su descarga se dejarían sus dos temas más conocidos: el single
“Snake Oil”, que hacía subir las revoluciones de unas primeras filas muy animadas,
y “Where Are The Birds”, del que recientemente han registrado un video-clip. Pese
a que, personalmente, su estilo un tanto ecléctico no acabó de convencerme, lo
cierto es que entre el público acabaron dejando una grata impresión.
Aunque
el puesto de privilegio en el cartel de esta noche estaba reservado para el
sexteto de Maryland, entre los presentes había muchos seguidores de Veil Of
Maya. De modo que eso se notó, y mucho, en la calurosa acogida que recibieron los de Chicago. Con el escenario engalanado
con un enorme telón de fondo que reproducía la portada de su último trabajo el
cuarteto irrumpía en escena para golpearnos sin previo aviso con el fugaz “Nyu”, escenificando un acusado cambio de
registro con respecto a sus antecesores. Y es que los registros hirientes de Lukas
Magyar, el ritmo intenso y machacón que
imprimieron el bajista Danny Hauser y el
batería Sam Applebaum y la afilada guitarra de Mark Okubo
fueron las mejores armas para que temas como “Leeloo” acabaran calando hondo entre la
audiencia.
A
pesar de tener una larga trayectoria a sus espaldas Veil Of Maya diseñaron una
primera parte de show dedicada de forma exclusiva a su última obra “Matriarch”,
demostrando así su plena confianza en el material facturado por su actual
vocalista Lukas Magyar. De hecho durante este tramo inicial sonaron hasta cinco
nuevas composiciones, y en el mismo orden que aparecen en el álbum. Así que
tras recibir el entusiasta apoyo de sus
seguidores la descarga proseguiría con el derroche de contundencia y
experimentación que supusieron “Ellie”, que estuvo marcada por esos fulgurantes
estribillos con voces cristalinas; y “Lucy”, que les servía para sacar a
relucir su faceta mas deathcore. Para completar este primer capítulo dedicado
al material de su último redondo
optarían por los explosivos cambios de la desquiciante “Mikasa”.
Habiendo
dejado una buena muestra del potencial de su última obra llegaba el momento de
empezar a desgranar algunas pequeñas perlas de su pasado, siendo las escogidas
para protagonizar este viaje retrospectivo “Punisher”, la corrosiva “Unbreakable”, y “It´s Not Safe To Swim
Today”, para la que Magyar nos invitaría
a crear un circle-pit.
Con
el objetivo claro de restarles protagonismo a las estrellas de la noche Veil Of
Maya se mostraron en escena absolutamente intratables, azotándonos
inmisericordemente con la potencia instrumental que exhibieron en trallazos
como “Phoenix”. La sorpresa de la noche llegaría con la inclusión en el
repertorio de “Subject Zero”. Mientras que las últimas muestras de su constante
evolución correrían a cargo de las novedosas “Three-Fifty” y “Aeris”, para las
que alternarían sus habituales registros
guturales con las voces limpias
de sus estribillos.
Debo
admitir que me sorprendí cuando se anunció que la descarga de Periphery tendría
lugar en la Sala Apolo. Y aunque el recinto distó mucho de completar su máximo
aforo, la verdad es que me chocó la cantidad de público que consiguieron
movilizar los americanos. Además, tanto por el sonido, las tablas y el vistoso
montaje lumínico que llevaban, se notaba que están habituados a desenvolverse en escenarios más grandes, tal
y como demostraron en su visita de hace unos años abriendo para los maestros
Dream Teather.
Con
el escenario bañado por unas deslumbrantes luces rojas y acompañados de una
grandilocuente introducción Periphery aparecían en escena para situarse en línea
para, tras dejar sonar los cánticos que abren “Muramasa”, empezar a desplegar
la rotunda intensidad guitarrera que nos propuso la tripleta compuesta por Jake
Bowen, Mark Holcomb y Misha Mansoor. Ataviado con una sudadera con capucha, -que
no se quitó durante todo el show-, Spencer Sotelo se destapó como un frontman
solvente y un vocalista versátil, atacando con absoluta soltura registros
guturales y tonos más melódicos, tal y como demostró en “Ragnarok”.
Lejos
de atacar en el inicio sus composiciones más recientes Periphery saltaron a
escena dispuestos a hacer disfrutar a su creciente parroquia de incondicionales
con algunos de los temas más destacados de su anterior entrega “Periphery II:
This Time It´s Personal”. Así que la elegida para cerrar una prometedora
tripleta de apertura sería “Masamune”, que ponía a la sala a botar gracias a su
contagioso inicio. Cabe remarcar que pese a la complejidad de sus composiciones el
sexteto se mostró muy activo sobre las tablas, intercambiando constantemente
sus posiciones para dotar a su puesta en
escena de un mayor dinamismo.
El
momento de comunión total con sus seguidores llegaría con el arranque de “Psychosphere”, con la audiencia coreando los
primeros versos mientras la banda nos sumergía de lleno en esas atmosferas densas y pesadumbrosas que
acabarían conduciéndonos sobre un final arrollador. Aunque la descarga del
combo americano estuvo cimentada sobre la visceralidad, también tendrían
ocasión de mostrarnos su faceta más ambiental e introspectiva durante los
pasajes iniciales de “The Scourge”, para acabar abocándonos sobre esos cambios
marca de la casa, con las guitarras machacando nuestras cervicales mientras
Sotelo llevaba al limite sus cuerdas vocales.
La
cara más incisiva del sexteto se dejaría notar con fuerza a lo largo de “Make
Total Destroy”, que era la elegida para retornar sobre el material de su
segunda entrega, con la banda al completo moviéndose de forma sincronizada,
mientras esa potencia y esa entrega se acababa contagiando entre las primeras
filas. El único y solitario recuerdo que tuvieron hacia su debut de 2010
estaría reservado para el implacable riff de “Icarus Lives!”, con el que dejaban una buena
muestra de la evolución que ha seguido su propuesta durante el último lustro.
Pese
a que el protagonismo instrumental cayó en manos de su tripleta de
guitarristas, lo cierto es que el equipo rítmico que formaron el bajista Adam
“Nolly” Getgood y el brillantísimo batería Matt Halpern supo imprimir a
composiciones como “The Bad Thing”, -primer guiño que se permitieron hacia “Juggermaut: Omega”-, ese filo más oscuro e implacable. El momento de que todos
los presentes aunáramos nuestras voces para cantar junto a Spencer llegaría
acompañando a “Alpha”. Ese cuidado juego de armonías, con las guitarras
formando diferentes figuras melódicas, sería el encargado de protagonizar la
pieza con la que el sexteto se retiraría por primera vez a los camerinos,
“Graveless”.
Si
ya la segunda mitad del show había estado centrada en su material más reciente,
para su vuelta sobre las tablas el planteamiento no cambió. De modo que los
americanos nos tenían preparada para los bises otra tripleta extraída de su
último trabajo. La encargada de volver a poner a la audiencia en movimiento
sería “22 Faces”, para acabar dejando paso a las intrincadas ambientaciones de
la instrumental “Four Lights”, que fue acompañada con palmas durante el
arranque. Con la gente completamente desatada, animando intensamente a la
banda, llegaba el momento de la despedida definitiva que estaría reservada para
“Stranger Things”.
En
resumen, Periphery demostraron que son una formación en auge, con personalidad,
talento y calidad. Sin duda están llamados a convertirse en un referente dentro
de la escena, pero creo que todavía les falta en directo ese toque especial que convierte a una banda en verdaderamente
grande.
TEXTO:ALFONSO DIAZ
FOTOS:CARLOS OLIVER
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