Desde
que dieran sus primeros pasos a principios de la década de los noventa los creadores
del autodenominado “norther hyperblast”, los canadienses Kataklysm, han logrado
granjearse el reconocimiento y el respeto de los seguidores del death metal a ambos
lados del Océano Atlántico. Pese a que
el paso del tiempo ha acabado aplacando el furioso vendaval sonoro que dominara
sus primeras obras, lo cierto es que el cuarteto de Quebec parece haber
encontrado una formula efectiva y ganadora, logrando combinar la abrumadora potencia de su propuesta y ese
toque más accesible y melódico que les
ha permitido llegar a un publico más variado y mayoritario.
Tan
solo dos años después de su última visita presentando el fantástico “Waiting For The End To Come”, los canadienses
regresaban a la capital catalana para repasar las composiciones de su último redondo
“Of Ghosts And Gods”, un plástico en el que continúan ahondando en el sonido y la personalidad que han marcado sus ultimas referencias. Además, este
duodécimo trabajo representaba el
estreno de su percusionista Oli
Beaudoin, quien se incorporó a la formación en 2014 tras la enésima salida de su antecesor
Max Duhamel. Para redondear un atractivo cartel que vaticinaba una velada
repleta de brutalidad, contundencia y melodía contaríamos con la presencia de
Aborted y los sinfónicos griegos Septicflesh.
Los
encargados de abrir la velada serían los incombustibles Aborted. Poco importan
los constantes cambios en el seno de la formación belga, ya que su carismático
líder, el vocalista Sven de Caluwé, parece decidido a seguir comandando con
mano férrea los destinos del proyecto que iniciara a mediados de la década de
los noventa. Y es que la brutalidad extrema de sus obras, su indiscutible
calidad técnica y sus portentosas presentaciones en directo han consolidado al
quinteto de Beveren como una de las formaciones más respetadas dentro del
circuito extremo europeo.
Avalados
por las buenas críticas que cosechó su anterior trabajo “The Necrotic Manifesto” (2014), los belgas
regresaban a los escenarios de la Ciudad Condal para ofrecernos una buena muestra del material contenido en su reciente EP “Termination Redux”, que se ponía a la
venta coincidiendo con el estreno de este 2016. Como viene siendo habitual en
sus presentaciones, Aborted no tuvieron dificultades para conectar con una audiencia que ya les
conocía de anteriores visitas. Así que cuando su maquinaria grindcore empezó a
rugir siguiendo las violentas embestidas de “Meticulous Invagination”, la fiesta se
desató gracias al entusiasmo de una audiencia muy participativa.
Liderados
por un expeditivo Sven, que no paró de increpar a las primeras filas mientras recorría
desafiante el escenario, Aborted
desplegaron todo su oscuro potencial sonoro, consiguiendo que piezas míticas dentro de su repertorio como “Parasitic Flesh
Resection”, se alternaran con composiciones más recientes como “Necrotic
Manifiesto”, o la descomunal “Coffin Upon Coffin”, en las que combinaron a la
perfección: violentas cometidas y unos abruptos cambios de ritmo que servirían
para poner a prueba nuestras maltrechas cervicales.
Absolutamente
inmisericordes Aborted tenían clara la consigna de aprovechar al máximo su
escaso tiempo en escena. Así que después
de ofrecernos algunos de los mejores momentos de su extensa producción
discográfica llegaba el momento de concentrarse
en las composiciones de su ultimo EP. De modo que no faltarían durante la
segunda mitad del show temas como la homónima
“Termination Redux”, -de la que recientemente estrenaban video-clip-, o
la desquiciante “Bound In Acrinomy”, con la que hacían subir la temperatura en
la sala, convirtiendo la pista en un mar de cuerpos que danzaban descontroladamente.
Pese
a la buena acogida que recibieron sus nuevas composiciones, lo cierto es que
los momentos más vibrantes y destacados de su descarga llegarían acompañados de la ambientación
demoniaca que desplegaron en temas como “Expurgation Euphoria”, que ahondaba en
su faceta más oscura y melódica, o la seminal “The Origin Of Disease”. Como si
de una premonición se tratara la última dentellada de la devastadora maquinaria
belga estaría reservada para “Sanguine
Verses (… Of Extirpation), volviendo a desatar la euforia entre una parroquia que disfrutó al máximo de la lección magistral
que nos ofrecieron Sven de Caluwé y sus secuaces.
Tras
el derroche de brutalidad extrema que supuso la descarga de Aborted llegaba el momento de cambiar radicalmente
de registro y adentrarnos en el universo de oscura melancolía que nos propondrían
Septicflesh. Mucho ha evolucionado la propuesta de los griegos desde que se
formaran a principios de la década de los noventa, y es que los atenienses
parecen haberse concentrado en el
material facturado tras su celebrada
reunión de 2007, condenando al
ostracismo a las composiciones de sus primeras obras. Rodeados de ese seductor halo
de misticismo el cuarteto aterrizaba en escena para sentar cátedra con el apocalíptico arranque que supuso “War
In Heaven”, que era el escogido para romper el hielo fusionando a la perfección sus barrocas partes
orquestales, sus grandilocuentes arreglos corales y unas guitarras afiladas e hirientes.
El
encargado de ejercer como maestro de ceremonias, atrayendo sobre él todas la miradas,
sería el polifacético Spiros Antoniou, -más conocido como Seth-, quien embutido
en un llamativo traje de cuero negro se posicionaría impasible frente al
respetable para anunciarles de forma implacable la llegada del demoledor
“Communion”. Especialmente reseñable me pareció el concurso de los guitarristas,
Christos Antoniou y Sotiris Vayenas, quienes no pararon de intercambiar incendiarias
ráfagas solistas a la vez que nos sumergían en una trepidante sesión de headbanging.
Pese
a que he de reconocer de que no soy muy partidario de las “parte enlatadas” en
los directos, lo cierto es que en el caso de los helenos estas aportaciones resultan
imprescindibles a la hora de hacer brillar en todo su esplendor a cortes como “Pyramid God”, que acompañada con palmas
durante su tramo inicial se convertiría en el primer recuerdo hacia su trabajo de 2011,
“The Great Mass”. Una nueva mirada sobre su último lanzamiento “Titan”, nos
conduciría sobre las camaleónicas ambientaciones contenidas en “Prototype”, fusionando
sus sobrecargadas melodías con la poderosa pegada del batería austriaco Kerim
Lechner.
Con
el escenario sumido en la más absoluta oscuridad, unos fantasmagóricos cánticos
nos adentrarían en una de las composiciones más emblemáticas y celebradas de su
repertorio: “The Vampire From Nazareth”, que servía para que Seth nos pusiera a
todos a gritar a la vez que alzábamos nuestros puños al aire con absoluta
devoción. La fiesta no se detendría y las melodías de corte desértico marcarían
su personal homenaje a la deidad funeraria del antiguo Egipto, “Anubis”, poniendo
de manifiesto que durante las presentaciones
de Septicflesh el concurso del respetable es casi tan importante como el de los
propios músicos.
El
colofón definitivo para su descarga lo pondrían los cánticos funerarios y los opresivos
guitarrazos de “Prometheus”, abocándonos
irremediablemente sobre un sorpresivo final, con los músicos abandonando
el escenario para dejar tras de si el efusivo aplauso de una audiencia totalmente
entregada. Sinónimo de calidad y buen directo, los griegos continúan
deslumbrando y convenciendo a su paso.
Pese a que ninguna pega se puede poner a un show que resultó impecable, lo
cierto es que, personalmente, hubiera
preferido que cambiaran un poco el repertorio, ya que el de esta noche fue prácticamente
calcado al de su última visita acompañando a Moonspell.
Tras
consumirse los dos actos previos, y después de salir a la terraza del local
para tomar el aire y recuperar el
aliento, llegaba el momento que todos estábamos esperando, la descarga de las
estrellas de la noche, Kataklysm. Nuevamente el cuarteto volvía a la sala
mediana del Razzmatazz, y tal y como sucediera en su anterior visita el local
volvió a registrar una media entrada aproximadamente. Pese a ello, los
canadienses nos tenían preparado un vistoso set escénico, con un par de
plataformas laterales,- que flanqueaban
la batería de Oliver Beaudoin-, una pequeña tarima central,
y unos vistosos focos que se sumarían al habitual equipo lumínico de la
sala. Además, el combo canadiense
disfrutó de un sonido potente y nítido, que nos permitió discernir con absoluta
precisión la agresividad y la melodía que encierra su propuesta.
Una
larga y épica introducción sería la encargada de ambientarnos mientras el cuarteto tomaba posiciones para inaugurar su
descarga con el clasicismo death metalero que irradia la pieza de apertura de
su última obra, “Breaching The Asylum”. La puesta en escena de los canadienses
fue certera y medida, con el guitarrista Jean-François Dagenais y el bajista
Stéphane Barbe ocupando las tarimas laterales, mientras Maurizio Iacono se adueñaba del centro del escenario para
ofrecernos las primeras muestras de su desgarrador registro. Tras esta toma de
contacto, las luces del escenario se apagaban para que una escueta alocución
nos adentrara en los incendiarios desarrollos de “If I Was God… I´d Burn It
All”, que con su ritmo marcial y sus machacones estribillos convertiría la pista en una olla a presión.
Aunque
a lo largo de la velada fue Maurizio quien llevó todo el peso del show, lo
cierto es que sus compañeros se mostraron muy dinámicos y participativos sobre
las tablas, intercambiando constantemente sus posiciones y subiéndose en las tarimas
a la hora de atacar trallazos letales e
incontestables como “As I Slither”, que se convertiría en el primer recuerdo
hacia su “Serenity In Fire” de 2004. Precisamente sería el propio vocalista,
con esa actitud cercana y desafiante, el encargado de rubricar la perfecta
comunión con sus incondicionales durante la presentación de la novedosa “The
Black Sheep”, con la que rebajaban mínimamente el nivel de velocidad para
concentrarse en la intensidad de la guitarra de Jean-François Dagenais.
Para
los fans más veteranos de los canadienses uno de los momentos de la noche llegaría con el demoniaco
y radical “Manipulator Of Souls”, que se
convertiría en el tema más antiguo que interpretaron, ya que fue la única concesión que se permitieron a su
quinto trabajo “Epic: The Poetry Of War”. Aprovechando el éxtasis de una
audiencia que se vació a la hora de los pogos, llegaba el momento de que los
músicos volvieran a situarse sobre sus respectivas plataformas para acometer un
despiadado “At The Edge Of The World”, que nos dejaría un escenario bañado en
tonalidades azules mientras el recinto se convertía en un mar de cuernos que
apuntaban directamente a los músicos.
La
tercera referencia que los canadienses se permitieron hacía su más reciente
entrega estaría reservada para los desafiantes riffs de “Thy Serpents Tongue”, que nos dejaría la
impactante imagen de banda y público
agitándose sincronizadamente. Totalmente complacido Maurizio se dirigió
en repetidas ocasiones al respetable para agradecernos nuestra presencia,
(chapurreando algunas palabras en castellano), e incluso nos propuso algún
brindis entre tema y tema. Pese a ello, no puede decirse que el vocalista se
prodigara en exceso a la hora de los parlamentos y las presentaciones, con lo
que el ritmo del show fue bastante dinámico, enlazando de forma rotunda los
pasajes melódicos con la rabia de un
visceral “Push The Venom”, que dedicaron a todas las victimas del terrorismo.
Una
nueva incursión sobre el material de su primera etapa nos abocaría sobre el
crudo radicalismo de “The Ambassador Of Pain”, con Maurizio castigando sus
cuerdas vocales mientras Beaudoin se concentraba en destrozar su kit para impulsar al resto de sus compañeros. Aún más atrás en el tiempo nos
conduciría la intrigante “Where The Enemy Sleeps…”, que con ese arranque melódico
y comedido nos permitiría recuperar el aliento para encarar su trepidante tramo final. La elegida
para plasmar el rotundo contraste entre el pasado y el presente de la banda sería
la novedosa “Soul Destroyer”, que impulsada por su ritmo ametrallante cerraría el capítulo
dedicado a su última entrega “Of Ghosts And Gods”.
Aunque
seguramente fuese innecesario, Maurizio no dudó en reivindicarse ante la audiencia
como uno de los bastiones del death metal “old school”, un postulado que acabó
valiéndole una de las ovaciones más
sonoras de toda la velada. Para encarar la recta final de su descarga el
cuarteto optaría por “The Chains Of Power”, que volvía a desatar la locura
entre las primeras filas, dejando algunos cuerpos caídos como consecuencia de
la virulencia y la intensidad de los constantes pogos. Una de las sorpresas de
la noche llegaría cuando el vocalista nos anunció “Open Scars”, una composición
poco habitual en sus últimas giras y que
han decidido repescar de cara a este
“Of Ghosts And Gods Europe Tour 2016”.
Durante
los últimos años los canadienses se han convertido en unos asiduos a nuestros
escenarios. Así que cuando Maurizio nos preguntó si reconocíamos la
introducción que dejaría paso al penúltimo tema de la noche, “In Shadows &
Dust”, la respuesta no pudo ser más convincente. Con el vocalista encaramado
sobre la tarima central arrancaban los sobrecogedores riffs que abrían “Crippled & Broken”, invitándonos a
formar parte del ultimo circle-pit de la noche antes de que los canadienses
abandonaran de forma precipitada el escenario. Todos pensábamos que el cuarteto
retornaría sobre las tablas para poner
el broche definitivo a la velada, pero lamentablemente la magia se esfumó rápidamente cuando las luces se encendieron y la música empezó a
sonar a través de la megafonía del local.
Pocas
bandas hay dentro del death metal que mantengan una trayectoria tan constante y
coherente como la de los canadienses. Quizás su nombre nunca haya formado parte
de la primera división del genero, pero
lo cierto es que tras un cuarto de siglo Kataklysm siguen demostrando, disco a
disco y concierto a concierto, que son una de las formaciones más longevas y en
forma de la escena extrema internacional.
TEXTO:ALFONSO DIAZ
FOTOS:CARLOS OLIVER
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