Escuchar
la música de Blues Pills es como embarcarse en una maquina del tiempo y viajar
a la época en que las canciones no estaban sujetas a la
tiranía de las radios comerciales, lo
que concedía a los interpretes la
libertad suficiente para que sus composiciones difícilmente sonasen dos veces
igual en directo. Ese sentimiento y ese espíritu puede palparse en el trabajo
del cuarteto liderado por la temperamental vocalista Elin Larsson, ya que en
tan solo un lustro la formación ha conseguido hacerse un nombre dentro del
circuito del blues-rock. Con tan solo una retahíla de Eps, un primer largo
homónimo y un disco en directo, que les han permitido girar por el viejo
continente en repetidas ocasiones, y convertirse en un atractivo reclamo para
festivales como el Roadburn-Festival, Desertfest, Hellfest o Sonic Blast, Blues
Pills regresaban a la Ciudad Condal para
ratificar porque son uno de los valores
en auge dentro de su estilo.
Sin duda
el amplio recorrido de su debut, -producido por Don Alsterberg, y que vio la
luz en verano de 2014-, y las excelentes
sensaciones que dejaran en sus anteriores visitas a nuestros país, -la última
en la pasada edición del Leyendas del Rock-, sirvieron para que el cuarteto
acabara colgando el cartel de “No Hay Billetes” en la sala pequeña del céntrico
Apolo. Muchas, muchísimas, ganas había de reencontrarse con Elin Larsson y sus
secuaces, pero antes de que esto sucediese tendríamos ocasión de deleitarnos con la
descarga de Pristine.
La
inclusión de los noruegos significó una fantástica notica para los fans de
Blues Pills, ya que el cuarteto, -liderado también por vocalista femenina,
Heidi Solhei-, desplegó sobre las tablas una propuesta muy similar a la de las estrellas de la noche, tal y como
dejaron patente con el marchoso “Carry Your Own Weight”, que pese a su arranque
en falso, debido a un fallo en el micro de Heidi, acabó calando hondo entre los
presentes. Desmarcándose de la fama de fríos que tienen los nórdicos, la banda
se mostró muy dinámica, intentando que todos los presentes nos implicáramos en
el show, recabando nuestra colaboración a la hora de exhibir su faceta más
“hippiosa” en “California”.
Tras
sorprender a más de una con la potencia
y el desparpajo que exhibió Heidi, llegaba el momento de que la vocalista se
quedara sola en escena únicamente acompañada de su socio a las seis cuerdas, Christoffer,
para hacernos participes de la emocionante “Don´t Save My Soul”. Con toda la
banda de vuelta sobre el escenario había que recuperar el espíritu roquero que
había marcado los primeros compases del show, de modo que la escogida para hacernos bailar
fue la eléctrica “Bottle Call”, que nos
dejaba a una vocalista completamente
desatada, danzando por el escenario, mientras sus compañeros se enfrascaban en
una extensa improvisación.
Pese
a que el grueso del repertorio de Pristine estuvo centrado en su último redondo “Reboot”, tampoco faltarían algunos suculentos
guiños a su debut “No Regret”, del que nos ofrecieron la hardroquera “She Won”, que fue acompañada con palmas
por los más animados. El gusto por los sonidos clásicos y los aromas “zeppelianos”
quedarían plasmados en el arranque de “Derek”, con Heidi empuñando una baqueta
y un cencerro para sumarse a la
percusión mientras nos conducía a través de una composición que desembocaría en
un envolvente ejercicio de psicodelia. Gratamente
sorprendidos por la reacción del publico barcelonés, Pristine no quisieron abandonar
el escenario sin ofrecernos una última
muestra de su potencial, apostando para ello por otro tema de estribillo ganador,
“Tell Me”, que les permitía despedirse dejando
unas magnificas sensaciones y el convencimiento de haber sumado nuevos adeptos
a su causa.
Tras
dar al escenario los últimos retoques, - la batería de André Kvarnström estaba
ya montada-, que consistieron en colgar sendos telones laterales que recordaban
las ilustraciones que Blues Pills suelen
utilizar para sus portadas, las luces de una sala abarrotada se apagaban para
tributar una calurosa bienvenida a los protagonistas de la noche. Con el
escenario sumido en la más absoluta oscuridad, los músicos aparecían en escena
para arrancar el recital con un extenso desarrollo instrumental que nos abocaría sobre "Black Smoke". Con un torbellino al
frente como es su frontwoman, Elin, que apareció en escena vestida de negro y
empuñando una pandereta mientras movía frenéticamente su larga cabellera rubia,
Blues Pills hicieron gala de su amor por el clasicismo roquero, desplegando con
total convicción su apabullante blues rock, una trabajada puesta en escena y , ante todo, la confianza y
la madurez que les ha granjeado su
frenética actividad en directo.
La
conexión con el público fue instantánea, ya que desde los primeros compases del
show se pudo apreciar la entrega y la fidelidad de unos fans que se dejaron
imbuir por los aires psicodélicos contenidos en el primerizo "Bliss",
que se convertiría en una invitación para que todos nos abandonáramos al baile seducidos
por sus frenéticas melodías. Aunque como comentaba, Elin fue el centro
de todas las miradas, lo cierto es que el resto de sus compañeros rayaron a un
excelente nivel, especialmente reseñables me parecieron la destreza y la sensibilidad con las que Dorian
Sorriaux condujo piezas como la etérea "Astralplane", que acabó
recibiendo una estruendosa ovación.
Con la gente muy metida en el show, y
habiendo Elin calentado su prodigiosa garganta, llegaba el momento de que la
vocalista sueca nos abriera su corazón en la intimista "No Hope Left For Me", que hacía fluir la magia por todos los rincones del
local, mientras la base rítmica, -formada por el batería André Kvarnström y el
bajista Zack Anderson (ex–Radio Moscow)-, repetía en un bucle infinito su línea
instrumental.
Cercanos
y muy comunicativos el cuarteto se mostró exultante y sonriente durante todo el
show, especialmente Elin que supo meterse a la audiencia en el bolsillo chapurreando alguna frase en
castellano. Como no podía ser otra forma, el momento de reivindicar sus
influencias y rescatar su vena más marchosa y desenfadada llegaría con su
adaptación del tema de Chubby Checker
& Fat Boys, “Gypsy”, que nos dejaría otra demostración de la pericia y el buen gusto del guitarrista galo. Sin
abandonar el espacio dedicado a las versiones, la encargada de proseguir con el
show sería "Elements And Things", con la vocalista cambiando su habitual pandereta por un par de maracas
que no dejó de agitar a la vez que se
contorneaba contagiada por los ritmos tribales que proponían sus compañeros.
El
punto álgido de la noche llegaría con la explosión roquera que supuso
"High Class Woman", que en una versión alargada, llena de giros e
improvisaciones, se acabaría convirtiendo en uno de los temas más celebrados de
la noche, con todo el auditorio coreando
al unísono su matador estribillo. El momento de apaciguar los ánimos llegaría
con la sobrecogedora interpretación que Elin nos regaló de la emocional "Ain't No Change", que
fue rubricada por un intenso in–crescendo instrumental. Para poner el punto y
seguido al show optarían por los camaleónicos desarrollos de la intimista "
Little Sun”, que como si fuera una montaña rusa de emociones nos hacía
transitar desde sus brumosos aromas folk
al ímpetu roquero de su electrizante final.
Con
la gente completamente volcada pidiendo la vuelta de los músicos sobre las
tablas, Elin y Dorian regresaban a escena para estrenar una de las composiciones que formará parte de
su próximo trabajo: "Yet To Find", protagonizando un emocionante
ejercicio acústico que puso los pelos de
punta a más de uno. El broche definitivo a la velada lo pondría la pieza que daba nombre a su segundo EP
"Devil Man", dejándonos la
imagen de Elin deambulando por el
escenario, como si fuera un alma en pena, mientras buscaba el apoyo de las
primeras filas para rubricar una fantástica velada repleta de intensidad,
psicodelia y blues-rock.
Pese
a su juventud Blues Pills han conseguido hacerse con un importante número de
seguidores dentro de los amantes de los sonidos de los sesenta y los setenta, y
la mejor prueba fue su "sold out"
en la Ciudad Condal. Su progresión, a día de hoy, parece imparable, cada vez
congregando a un público más numeroso y
ofreciendo unos directos más vibrantes y convincentes. Así que no me extrañaría
que de cara a próximas visitas los promotores optaran por trasladar su
espectáculo a locales de mayor de aforo. Y es que resulta imposible no caer
rendido ante el encanto de una banda que destila calidad, honestidad y que,
además, cuenta con ese torbellino escénico que es Erin Larsson.
TEXTO:ALFONSO DIAZ
FOTOS:ELENA MARCO
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