Siempre
han estado en el ojo de huracán y, visto lo visto, parece que eso no va a
cambiar. Obús están consiguiendo sacar partido a las críticas que ha suscitado
esta nueva etapa de su carrera. Las apariciones televisivas de su frontman, su inesperado
cambio de look, su nuevo recopilatorio con cuatro temas nuevos bajo los
auspicios de Universal, el revuelo creado con sus últimos vídeo-clips… Pese a
ello, nada parece haber cambiado en el seno de la formación madrileña que sigue
fiel a sus principios y continua defendiendo, concierto a concierto, su estatus
de banda mítica dentro de la escena
nacional.
En
esta ocasión, la descarga del cuarteto madrileño estaba programada en la sala mediana
del Razzmatazz, y como era previsible la audiencia de la capital catalana
volvió a movilizarse, pese a la intensa tromba de agua que estaba cayendo, para
corear junto al incombustible Fortu Sánchez
y al carismático Paco Laguna
algunos de los himnos imprescindibles de nuestro rock. En cuanto al público, lo
cierto es que no me pareció muy diferente al de sus últimas visitas. Es decir,
muchos veteranos roqueros, -algunos acompañados de sus hijos-, y algunos
seguidores más jóvenes que han venido siguiendo su segunda etapa tras el parón
de principios de los noventa.
Con
un fantástico ambiente en el recinto, una extensa introducción al más puro estilo del spagetthi-western
nos ponía en sobre aviso de lo que estaba por llegar. Como en ellos suele ser
habitual, y tras caer un telón que
ocultaba el escenario de miradas indiscretas, el cuarteto irrumpía en escena
sonando potente y compacto, con Paco, -ataviado con su característica cruzada-,
tirando del carro hasta la entrada de un elegante Fortu, -vestido con americana
negra-, que rápidamente se convirtió en el centro de todas las miradas al
subirse sobre una pequeña tarima desde la que atacó el primer clásico de la
noche "Juego Sucio", que desataba la euforia y hacia rugir al
respetable. En cuanto al set escénico fue muy similar al de sus últimas
visitas, aunque en esta ocasión la batería de Carlos Mirat no estaba tan
elevada, seguramente, a causa de las limitaciones del local. No hubo tiempo
para charlas ni presentaciones durante el primer tramo del show, ya que la
banda imprimió un ritmo muy intenso a su descarga, dejando claro que pese a su
veteranía siguen estando en un excelente estado de forma, tal y como demostraron
con "Más Que un Dios" que, con esa guitarra afilada y una descomunal
base rítmica, ponía a toda la sala a
mover la cabeza hasta el desgarrador grito de un inconmensurable Fortu.
La
fiesta no se detendría y casi sin darnos ni un segundo de tregua el vocalista
recurriría a unas de su coletillas favoritas para ponernos a todos a dar palmas
durante el arranque de “Necesito Más”, para rápidamente ceder su puesto sobre la tarima central a
Paco. La comunión entre banda y público
fue perfecta, así que con la gente entregada llegaba el momento de echar la
vista atrás, concretamente a su debut de 1981, del que nos propusieron un
despiadado y apocalíptico “Pesadilla Nuclear”, que conseguía elevar, aun más, la
temperatura en una sala que se había convertido en una auténtica sauna.
Con
ese punto macarra e irreverente que siempre le ha caracterizado, Fortu no
vaciló a la hora de mostrarnos su dedo corazón durante el desarrollo de un coreadísimo
“Que Te Jodan”, que se ha convertido en un clásico imprescindible en sus
directos, contando entre sus seguidores con un estatus similar al de cualquiera de sus
clásicos de la década de los ochenta. Pero sin duda, uno de los momentos más
trepidantes de la noche llegaría cuando el auditorio reconoció los primeros
compases de ese himno generacional que es “El Que Más”, que provocaba la locura
entre los presentes, y que nos dejaba la imagen de Fortu elevando su pie de
micro para que fuéramos nosotros los encargados de corear su matador
estribillo.
Sin
abandonar el material de su tercer plástico, que publicaron en 1984, y que a la
postre se ha convertido en el más laureado de toda su carrera, era el momento de
vacilarnos con “La Raya”, que ponía a
sala a botar frenéticamente mientras el vocalista se paseaba altivo por el
escenario tocándose la nariz. Tras semejante arranque, ¡por fin!, la banda nos
daba un segundo de tregua para demandar nuestra colaboración antes de atacar
”Autopista”. Precisamente, una de las anécdotas de la noche sucedería durante
este tema, ya que el vocalista cedió su micro a Paco para que entonara su
estribillo, y el guitarrista se hizo el sueco ante la cara de sorpresa de Fortu.
El
único guiño del vocalista a su paso por los platos televisivos llegaría durante
la interpretación de la emotiva “Complaciente O Cruel”, para la que, además de
un grupo de atractivas señoritas, Fortu invitó a subirse al escenario a su gran
amigo Nacho Vidal. Tras ablandar nuestros corazones, entre vaciles y sonrisas,
los invitados abandonaban el escenario para que el cuarteto volviera a pisar el
acelerador al máximo con la única pieza que rescataron del que hasta el momento
es su último trabajo de estudio “Corre Mamón”, que volvía a poner a todo el
mundo a cantar, mientras Paco y Fernando se hacían cargo de sus potentes coros.
La
recta final del show estaría reservada
para uno de los temas emblemáticos de su carrera “Dinero, Dinero”, para el que
el vocalista tuvo el detalle de acordarse de una de las formaciones que lo ha
versioneado, los catalanes The Bon Scott Band. Tras hacernos cantar, una vez
más, llegaba el momento de finiquitar el show, y que mejor elección que el poderoso
tema que abría su debut, “Va A Estallar El Obús”, que hacia que la sala se
viniera literalmente abajo antes de que el cuarteto firmara un apoteósico
final.
Nunca
fueron una banda más, siempre tuvieron ese punto de cercanía y originalidad que
les diferenciaba del resto. Así que lejos de abandonar el escenario para
regresar unos minutos después, en esta ocasión, fue Paco quien reprendió al vocalista por querer retirarse a los
camerinos. Aunque para los más nostálgicos, Juan Luis Serrano y Fernando Sánchez siempre serán la base
rítmica de Obús, lo cierto es que Carlos Mirat y Fernando Montesinos han
conseguido hacerse un hueco en el corazoncito de los seguidores de la banda, de
modo que también tuvieron tiempo de darse su particular baño de masas cuando
entre ambos atacaron un pequeño fragmento del clásico de Motörhead ,“Ace Of
Spades”, que se convertiría en el preámbulo perfecto para el vistoso solo del percusionista.
Sí, efectivamente, estábamos en el tiempo de las presentaciones, y, como no
podía ser de otra forma, no faltaron los vítores aclamando a un queridísimo
Paco Laguna, ni el pino puente con el que Fortu deleitó a sus incondicionales.
El broche definitivo a la velada lo pondría el imprescindible “Vamos Muy Bien”,
que el vocalista interpretó enfundando en un chaleco tejano, repleto de parches
y tachas, que alguien le lanzó desde las primeras filas.
Incombustibles,
Obús regresaron a la Ciudad Condal y volvieron a dejar a su paso a una audiencia
complacida y convencida. Curiosamente, la banda no interpretó ninguna de sus
cuatro nuevas composiciones. Además, también se dejaron en el tintero de forma
sorpresiva el material de “Segundos Fuera”, y como viene siendo habitual
tampoco hubo ningún recuerdo a “Otra
Vez En La Ruta”. En cualquier caso, ninguna pega se puede poner al directo de
una banda que lo dio todo en escena y mostró una excelente actitud. Aunque, teniendo
en cuenta que venían sin teloneros, me
esperaba un repertorio algo más extenso.
TEXTO:ALFONSO DIAZ
FOTOS:ELENA MARCO
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