No
fueron los noventa la mejor época para el heavy metal al otro lado del Océano
Atlántico. Quizás por ello, el debut homónimo de la formación capitaneada por el guitarrista
Michael Romeo tuvo mejor acogida en el mercado japonés que en los propios
States. Desde que se incorporara a la banda el vocalista Russell Allen, para la
grabación de se segundo trabajo "The Damnation Game"(1995), Symphony
X han afianzado su posición, disco a disco, hasta convertirse en una referencia
obligada para todos los seguidores del metal progresivo. Cuatro años habían
transcurrido desde que los de New Jersey publicarán su última entrega
"Iconoclasm", un lapso de tiempo que su vocalista empleó en afianzar
la posición de su otra banda, Adrenaline
Mob, pero ante la llamada a filas de Romeo la banda se reunió para concentrarse
en el trabajo que acabaría materializándose en su nueva criatura
"Underworld".
Si
de algo pueden presumir los americanos es de disfrutar del apoyo de unos
seguidores fieles, que degustan con absoluta devoción cada uno de sus lanzamientos,
así que a nadie sorprendió que la Sala Apolo presentara una muy buena entrada.
Además, los de Nueva Jersey no llegaban solos a su cita con la audiencia
barcelonesa, ya que para calentar el ambiente contarían con el concurso de los
franceses Melted Space y los tunecinos Myrath.
Ante
una sala todavía a medio gas, con apenas un tercio del aforo, saltaban a escena
los encargados de abrir la velada, Melted Space. Pese a tener varios trabajos publicados,
la banda liderada por el teclista Pierre La Pepe basó su repertorio en el material de su más
reciente entrega "The Great Lie".
Cuanto menos curioso resultó su line-up,
con cuatro vocalistas, -dos masculinos y dos femeninas, que se repartieron el
trabajo en la mayoría de los temas-, y más si tenemos en cuenta que su debut
"There´s A Place…"(2009), era una obra íntegramente instrumental.
Otro
factor muy a tener en cuenta fue la variedad estilística que Melted Space desplegaron
durante su escueto show, ya que dentro de su propuesta pudimos apreciar tintes
progresivos, algunos pasajes sinfónicos e incluso partes más agresivas interpretadas
en tonos guturales. Pese a esta variedad estilística, lo cierto es que temas
como la inicial "Terrible Fight" sonaron algo deslavazadas y carentes
de fuerza. Tampoco jugó a su favor el volumen excesivamente bajo de las voces,
que hacía casi imperceptible las líneas vocales de sus solistas.
Quizás
los mejores momentos de su actuación llegarían cuando las vocalistas se
hicieron cargo de las partes más líricas y operísticas contenidas en piezas
como "Titania", con una orientación muy grandilocuente, o la emocional "No Need To Fear",
que contó con una sección de cuerda pregrabada.
Aunque
en ningún momento llegaron a conectar con una audiencia que les observó desde
la distancia, los galos intentaron hacernos partícipes del show demandando
nuestro apoyo durante los cánticos en latín que servirían para enfatizar el
segmento central de "Trust And
Betrayal", que les servía para reivindicar su faceta más épica. La
encargada de cerrar su presentación sería "Lost Soul From The Other
Side", que nos hacia cabalgar desde un inicio lento y embelesador hasta un
vibrante in–crescendo final. En definitiva, los galos aprovecharon su tiempo
para presentar una propuesta variada y llena de matices, aunque personalmente
no me acabaron de convencer.
Los
encargados de recoger el testigo serían Myrath, quienes ya nos visitaron hace
algún tiempo. Si hay algo que caracteriza la propuesta de los tunecinos es la
marcada influencia étnica que poseen sus composiciones, recurriendo a ritmos y
ambientaciones propios de su región de origen.
Con
un vestuario muy cuidado, el quinteto aparecía en escena para destapar el tarro
de las esencias, proponiéndonos los envolventes desarrollos instrumentales que
marcarían la apertura de "Storm Of Líes", que constituía una
excelente carta de presentación para los que todavía no les conocían. A diferencia
de lo que sucediera con los encargados de abrir la velada, Myrath supieron
conectar rápidamente con la audiencia, desgranando de forma convincente piezas
de su última entrega como "Get Your Freedom Back", de la que
destacaría las endiabladas líneas de bajo que nos ofreció Anis Jouini.
La
fusión musical y el mestizaje instrumental que dominó su atractiva base
progresiva se dejaría notar con fuerza a lo largo de los intensos pasajes
de "Believer", que fue de las
que mejor acogida obtuvo gracias al concurso de su vocalista Zaher Zorgati, que
invitó a las primeras filas a acompañar con palmas su desarrollo.
La única
referencia que se permitieron a sus anteriores entregas llegaría de manos de
"Wide Shut", que fue la elegida por el vocalista para presentarnos a
sus compañeros, y para que estos nos dejarán una pequeña muestra de sus
diferentes habilidades técnicas.
El
retorno sobre el material de su última entrega "Legacy" estaría
marcado por "Nobody's Lives", mientras que la escogida para cerrar
sus cuarenta minutos de show sería "Merciless Times", tras la que se
retiraron acompañados de una sonora ovación que ratificaba su excelente
presentación.
Si
preguntamos entre los seguidores de Symphony X cual es el mejor trabajo de su
carrera habría opiniones para todos los gustos. Pero de lo que no me cabe la
menor duda es que "Underworld", se encuentra entre los más potentes y
metaleros. Con ello no quiero decir que el quinteto haya renunciado a su
vertiente progresiva, sino que su nueva obra esta más próxima al material facturado
en trabajos como “The Odyssey” (2002) o "Paradise Lost"(2007). Esa
predilección por su faceta más metalera y la confianza ciega en su último trabajo acabó propiciando que los
americanos interpretarán íntegramente el material contenido en “Underworld”, lo
que no acabó de convencer a sus fans más
veteranos. En cualquier caso, siempre resulta un absoluto disfrute ver a Romeo
& Cía. tocar en directo, haciendo
gala de su excelso nivel técnico y su incuestionable
profesionalidad.
Recibidos
con entusiasmo y encuadrando su presentación en el marco de un set escénico
sobrio y sin ninguna clase de atrezo, los americanos tomaban posiciones
acompañados de "Overture", para rápidamente centrarse en los
agresivos riffs de "Nevermore". Con un look muy llamativo Russell Allen
apareció en escena vestido de negro, luciendo gafas de sol y con el pelo recogido
para convertirse en el nexo de unión perfecto entre banda y público. A su
derecha, se posicionó el ideólogo de la formación, Michael Romeo, quien nos
ofreció todo un recital a la hora de atacar su instrumento, ya fuera facturando
unos riffs compactos y poderosos, o a la
hora de batirse en esos trepidantes duelos marca de la casa con el teclista Michael
Pinnella. Desafortunadamente, el inicio del show quedó un tanto deslucido a
causa de un sonido poco matizado, en el que la batería de Jason Rullo y los
teclados eclipsaban al resto de instrumentos,
haciendo difícil que en algunos momentos pudiéramos seguir con claridad los tintes neoclásicos de
la pieza que presta título a su último redondo, “Underworld”, que nos dejaba la estampa del
vocalista alzando su pie de micro para provocar el rugido de sus
incondicionales.
No
sería hasta la irrupción de los oscuros pasajes que marcarían el arranque de "Kiss Of Fire", cuando la cosa
empezó a mejorar, permitiéndonos poder disfrutar de la propuesta de los americanos
en todo su esplendor, con el vocalista arrodillándose en el centro del
escenario mientras la épica instrumental del tema inundaba todo el recinto.
Tras recibir la primera gran ovación de la noche, Allen se despojaba de sus
gafas de sol antes de tener un sentido recuerdo hacia un amigo fallecido
durante la presentación del emotivo "Without You", que rebajaba el
nivel de revoluciones del show tras un
arranque absolutamente imparable.
Nuevamente
sería la guitarra de Romeo la encargada de sumergirnos en la serpenteante
“Charon”, en la que se fusionarían a la perfección los ritmos arábigos y las
voces envolventes de un Allen que se mostró absolutamente inconmensurable,
alternando registros rasgados con tonos más melódicos, a la vez que escenificaba
el tema utilizando su pie de micro como improvisado remo. Plenamente inmersos
en la idea conceptual del descenso a los infiernos que propone su último redonde, serían los teclados de
Pinnella y la distinguida guitarra de Romeo los encargados de adentrarnos en
“To Hell And Back”, con el vocalista enmascarado y con el pelo suelto acaparando
todas las miradas antes de recabar una de las mayores ovaciones de la noche.
Tras
bromear distendidamente con los asistentes, había que seguir desgranando las
composiciones de “Underworld”, y en esta ocasión sería el rotundo bajo de Mike
LePond el encargado de adentrarnos en
ese dardo envenenado que fue “In My Darkest Hour”, que nos volvía a sumergir
de lleno en el inframundo. Para los amantes de las correrías progresivas
tampoco quisieron dejarse en el tintero piezas como el dinámico “Run With The
Devil”, en el que Romeo volvería a brillar intensamente, ocupando el centro del
escenario para dejarnos, una vez más, con la boca abierta. Pese a su
intimidadora presencia escénica, lo cierto es que Allen se mostró muy afable durante
todo el show, bromeando durante las
presentaciones e incluso entablando alguna conversación con los fans de las
primeras filas, tal y como sucedió durante la introducción de “Swan Song”, que cambiaba
la
orientación metálica que estaba llevando el show y nos reconducía hacia derroteros más preciosistas y melódicos,
dándonos la oportunidad de cantar junto al vocalista sus grandilocuentes
estribillos.
Sí,
se hicieron esperar, pero al final acabaron haciendo acto de presencia los
clásicos del quinteto para desatar la euforia entre sus incondicionales. La
encargada de abrir el capítulo dedicado a la nostalgia sería la intrigante “The
Death Of Balance/ Lacrymosa” que, sin el vocalista en escena, sería la elegida
para que Romeo y Pinnella se batieran en otro intenso duelo instrumental. Con Allen de vuelta, -portando
una botella de whiskey-, había que seguir indagando en su extenso catalogo,
centrando nuestro objetivo en su trabajo de 1997, “The Divine Wings Of Tragedy”,
del que rescatarían los aromas
powermetaleros de “Out Of The
Ashes”, que fue coreada intensamente por una audiencia enfervorizada, y “Sea Of
Lies”, que les servía para poner el punto y seguido a la velada, con los
músicos abandonando el escenario entre vítores y aplausos.
Para
su retorno sobre las tablas los americanos se reservaban un as en la manga,
“Set The World On Fire (The Lie Of Lies”)”, que volvía a hacernos apretar los
dientes mientras la guitarra de Romeo se tornaba más afilada y agresiva antes
de dar la entrada al monumental coro que acompañó a Allen a la hora de atacar
el estribillo. Antes de retirarse definitivamente del escenario, el vocalista
todavía tendría ocasión de hacer su particular alegato en favor del heavy
metal, alentándonos a que continuáramos apoyando la escena, antes de brindar
con todos nosotros y atacar la ultima
pieza de la noche, la novedosa “Legend”.
En
un tiempo en que la mayoría de bandas editan trabajos como excusa para volver a
la carretera, sin apenas prestar atención a sus nuevas composiciones, resulta
encomiable que una formación veterana como Symphony X descargue íntegramente su
nueva obra, demostrando su apuesta decidida por la calidad y solidez de su
nuevo material. Eso si, ya que no son una banda que se prodigue en exceso por
estos lares, no hubiera estado de más que nos hubieran obsequiado con alguna
gema más de su extenso catálogo.
TEXTO:ALFONSO DIAZ
FOTOS:CARLOS OLIVER
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