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martes, 8 de marzo de 2016

THE WINERY DOGS+INGLORIOUS-APOLO-BCN-10-FEB-2016


Reunión de maestros en la Ciudad Condal. Una vez más el polifacético y carismático Mike Portnoy volvía a pisar nuestros escenarios. En esta ocasión, la excusa era presentar el nuevo trabajo de The Winery Dogs, la banda que creara  junto al veterano bajista Billy Sheehan y al guitarrista y vocalista Richie Kotzen. Muchos pensábamos que esta colaboración sería un proyecto puntual con el que sus protagonistas se mantendrían ocupados durante los descansos de sus respectivas agendas, pero lo cierto es que el power trío se ha acabado consolidando como uno de los nuevos referentes del hard rock. Pese a estar programado el concierto para un día laborable, la enorme cola que aguardaba la apertura de puertas de la céntrica sala Apolo hacia presagiar que el recinto acabaría registrando una fantástica entrada.

Los encargados de empezar a calentar el ambiente serían los británicos Inglorious, una banda de reciente creación, -de hecho su debut homónimo aún no ha visto la luz-, en la que nos encontramos con el vocalista Nathan James, quien ha colaborado en el pasado con el mítico guitarrista Uli Jon Roth y con  Trans-Siberian Orchestra.

Haciendo gala de una puntualidad propia de su país de procedencia, el quinteto aparecía en escena para sorprendernos con los potentes guitarrazos de "Until I Die", dejando claras las raíces clásicas de su propuesta. Y es que el sonido  de Inglorious es una crisol que reúne las mejores virtudes del rock británico, tomando elementos de bandas como Deep Purple, Whitesnake o Thunder. Mención especial mereció el fantástico trabajo que realizó Nathan James quien, más que cantar, interpretó los temas, inyectando garra y feeling a piezas como el descomunal "Breakaway".

Aunque el vocalista era su cara más reconocible, el resto de sus compañeros tampoco se quedaron atrás en cuanto a nivel de calidad e implicación. De hecho la banda supo conectar rápidamente con una audiencia que se lo pasó en grande durante su actuación cantando versiones como el clásico "I Surrender", que sonó un punto más acelerado que en la versión de Rainbow; o un trepidante  "Fool For Your Lovin" de Whitesnake, inspirado en su versión más clásica y añeja.

Además de su vena más marchosa y hard roquera los británicos también nos dieron muestras de su vertiente más bluesy en temas como el introspectivo "Bleed For You" o la temperamental "Holy Water". Aunque sin duda fueron temas como el acelerado "Warning" o "Lay Down Stay" los que mejor funcionaron en directo. En resumen, la velada se abría con la inesperada sorpresa que supuso la actuación de  Inglorious, una banda a la que os recomiendo no perdáis la pista,  y que demostró tener calidad, clase y muchas tablas.

Ante una sala abarrotada, con los anfiteatros de la parte superior abiertos, un escenario sobrio, -decorado con un gran telón trasero con el logo de la banda y un discreto set de teclados esquiando en la parte derecha-, aguardaba el inminente desembarco de la formación californiana. Acompañados de una calurosa bienvenida, acorde con la trayectoria y la calidad de sus miembros, el trío irrumpía en escena para poner de manifiesto desde que arrancarán con la novedosa "Oblivion" que en el seno de The Winery Dogs no hay lugar para las luchas de egos ni para los liderazgos superfluos, ya que lo que prima es el colectivo. 

Esto no quiere decir que los tres virtuosos no tuvieran ocasión de  mostrarnos sus excelsas habilidades técnicas, ya que a lo largo del show fueron múltiples las demostraciones que nos ofrecieron. El primero en dejarnos una buena muestra de su pericia sería Billy Sheehan haciendo volar los  dedos sobre el mástil de su bajo durante los intensos desarrollos del setentero "Captain Love".

El encargado de cerrar esta monumental puesta de largo sería el primer recuerdo hacia su debut, un coreadísimo “We Are One”, que nos dejaría a Portnoy dando rienda suelta a su amplio catálogo de poses junto a  un  fantástico Richie Kotzen a las voces. Aunque entre los asistentes había disparidad de opiniones en cuanto a la preferencia entre uno u otro trabajo, lo cierto es que los protagonistas de la velada tenían claras sus predilecciones, ya que el grueso del repertorio estuvo centrado en el material de su segunda entrega. Precisamente sería la pieza homónima, “Hot Streak”, con su monumental base rítmica sustentado el tema,  la elegida para  hacernos mover los pies antes de que Sheehan tuviera ocasión de dejarnos nuevamente con la boca abierta exprimiendo al máximo su bajo.

Con Portnoy encaramado sobre su kit, demandando el apoyo del respetable, arrancaba “How Long”, que aunaría las voces de todos los presentes durante su estribillo para traernos de vuelta su faceta mas marchosa y  hardroquera. El cambio de tercio llegaría con “Time Machine”, que serviría como excusa para desplegar  su vertiente  más oscura y cercana al rock alternativo. Como siempre el batería se encargaría de presentarnos algunos de los temas de la noche,  tal y como sucedió con “Empire”, durante la que Richie se concentró en su faceta como vocalista durante sus estrofas  para, posteriormente, asumir todo el protagonismo en un extenso desarrollo instrumental.


Precisamente sería Richie quien se quedaría solo en escena, únicamente acompañado de su guitarra acústica, para marcarse una elegante versión de “Fire”, que rebajaba el nivel de revoluciones para hacer  fluir la magia entre una audiencia absolutamente embelesada con el de Pensilvania. Tras recibir una monumental ovación llegaba el momento de que el trío al completo volviera a recuperar sus posiciones, aunque, en esta ocasión, Richie cambiaria su guitarra por los teclados para adentrarnos en los aromas souleros del delicioso “Think It Over”, que contaría con el respaldo vocal de sus compañeros.

Habiéndonos ofrecido un exhaustivo repaso a su segundo plástico, momento para recuperar el nivel de intensidad roquera con un nuevo guiño al pasado, “The Other Side”, que volvía a caldear el ambiente en el local, con Portnoy abandonando su batería para convertir cada centímetro del escenario, -e incluso la cabeza de un integrante de las primeras filas-, en su improvisado kit de batería.

El encargado de recoger el testigo seria Billy Sheehan,  volviendo a poner de manifiesto porque es uno de los bajistas más reputados dentro de la escena roquera internacional, maltratando su bajo para extraer sonidos que solo están al alcance de unos pocos elegidos.

Una última mirada sobre su último redondo nos conduciría directamente sobre la sutileza roquera que desplegaron a lo largo del melódico uptempo   “Ghost Town”. Sin abandonar el buen gusto por las melodías, el momento de hacernos cantar de nuevo  llegaría con el segundo single de su debut, la envolvente “I´m No Angel”. Mientras que para poner el punto y seguido  a la velada optarían por la garra del implacable “Elevate”.

Nadie se movió de su sitio. Todos sabíamos que The Winery Dogs aun retornarían para regalarnos una última muestra de su talento y su genialidad. Así que para rematar una velada absolutamente memorable el trío optó por una dupla rescatada de su ópera prima. Así que los aromas delicados y melancólicos de “Regret”, les servirían para restablecer la conexión con sus incondicionales. Mientras que la elegida para ponernos a todos a cantar fue la descomunal “Desire” que, con esos requiebros de escuela “zeppeliana”, servía para rubricar un nuevo triunfo de los americanos en tierras catalanas.

En esta ocasión el trío no se permitió ninguna concesión al material de  sus anteriores bandas, y es que tampoco hizo falta, ya que The Winery Dogs demostraron que, pese a la veteranía de sus miembros son una banda de presente y, sobre todo, con mucho futuro. En definitiva, simplemente nos queda agradecer a Portnoy, Sheehan y Kotzen que nos descubrieran a una formación  como Inglorious, y que, además, volvieran a certificar que son capaces de descargar un gran set de canciones sin caer en la autocomplacencia propia de algunos virtuosos.



TEXTO:ALFONSO DIAZ
FOTOS:CARLOS OLIVER

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