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jueves, 14 de abril de 2016

DIRKSCHNEIDER+ANVIL+PALACE-RAZZMATAZZ 2-BCN-7-ABR-2016


A lo  largo del año siempre hay tres o cuatro citas ineludibles que nadie,-especialmente los seguidores más veteranos-, quiere perderse y que consiguen movilizar a un público que no suele ser habitual en el día a día de los conciertos. Durante los últimos tiempos el vocalista Udo  Dirkschneider se ha convertido en un asiduo de nuestros escenarios, ya que raro es el año que no se deja caer por estos lares con la excusa de presentar algunas de sus nuevas composiciones. Pero, en esta ocasión, el motivo de su visita era rendir homenaje al legado que facturara junto a su anterior banda, Accept, proponiéndonos un ejercicio de nostalgia que recuperaría algunos de los himnos que marcaron a toda una generación de metaleros. Además, tal y como anunció el propio vocalista el pasado mes de Agosto, este “Back To The Roots” sería la última gira en la que interpretaría material de la mítica formación germana.
 
Para respaldarle en este periplo europeo el incombustible vocalista de Wuppertal contaría con la presencia de otros ilustres veteranos de la escena metálica internacional, los canadienses Anvil, quienes regresaban a nuestro país acompañados de su nuevo bajista Chris Robertson para presentar su última referencia “Anvil Is Anvil”. Mientras que los encargados de abrir una velada dedicada al clasicismo heavy metalero serían los también germanos Palace, un cuarteto con una larga trayectoria a sus espaldas, pero poco conocido en nuestro país.

El enclave escogido  para la cita sería la sala mediana de un Razzmatazz que acabó llenándose hasta la bandera durante la actuación del plato fuete de la noche. Pero cuando se abrieron las puertas del recinto y les tocó aparecer en escena a los germanos Palace, apenas una treintena de personas aguardaban su salida. Pese a su longevidad, -los inicios de la banda se remontan a principios de la década de los noventa-, el cuarteto de Speyer nos ofreció un repertorio basado en el material de sus últimos redondos, dando el pistoletazo de salida con los compactos estribillos de “Rot In Hell”, para posteriormente adentrarse en las atmosferas más densas y farragosas de “Iron Horde”, ambas rescatadas de su última placa de “The 7th Steel”.

No se si sería por lo poco concurrido que estaba el local durante los primeros compases de su actuación, pero lo cierto es que el sonido en el arranque fue especialmente malo. Afortunadamente, a medida que fue avanzando el show, y ya con más gente en el recinto, la situación  se fue normalizando, permitiéndonos disfrutar en todo su esplendor de piezas como el corrosivo “Between Heaven And Hell”, que fue la elegida para el primer alarde solita de su guitarrista, Jason Mathias. El encargado de llevar las riendas de la actuación del combo germano fue su vocalista y guitarrista Harald “HP” Piller, quien con su rasgado registro no paró de animar al personal buscando su complicidad a la hora de atacar esos efectivos estribillos marca de la casa. Pese a ello, Palace tendrían ocasión de mostrarnos su faceta más melódica y progresiva en temas como “Dark Prophecies”, que estuvo acompañado por unos teclados pregrabados. Sin duda los mejores momentos de su escueta presentación estarían reservados para un  rotundo sprint final, con el cuarteto recabando el apoyo de las primeras filas para acompañar con palmas el arranque del veloz “The Healer”, que se convertiría en la antesala perfecta para el último tema de la noche, el devastador medio tiempo que daba título a su tercer trabajo, “Machine Evolution”,  que a la postre sería el tema más antiguo que interpretaron.

Tras desaparecer del escenario el kit de batería  de Palace, y después de que  los “pipas” dieran los últimos retoques  al equipo que utilizaría el trío canadiense, todo parecía dispuesto para la descarga de los incombustibles Anvil. Cualquiera que haya seguido la trayectoria del combo de Toronto tendrá claro que no son una banda al uso. A lo largo de su dilatada carrera han vivido momentos mejores y peores, pero lo que no se les puede negar es su instinto de supervivencia y la honestidad que les ha permitido permanecer en activo más de cuatro décadas.

Como no podía ser de otra forma, a la hora prevista para su actuación la sala ya presentaba un muy buen aspecto. Recibidos de forma afectuosa, la base rítmica que conforman el batería   Robb Reiner y el   bajista Chris Robertson comparecía en escena para arrancar el show, y aunque todos podíamos escuchar la guitarra de  Lips, no conseguíamos verlo. Y es que, como ya hicieran en anteriores visitas, el guitarrista optó por arrancar su descarga desde el centro de la pista, dejando que los fans se fotografiaran con él mientras atacaba el tema de apertura, el instrumental  “March Of The Crabs”. Tras darse este primer baño de masas el carismático guitarrista se reuniría con sus compañeros sobre las tablas para conducir los demoniacos estribillos de “666”, aunando las voces de todos los presentes para  redondear una dupla de apertura que les servía para sentar cátedra y reivindicarse como uno de los estandartes del género.

Evidentemente, gran parte de culpa de la conexión de la banda con sus seguidores la tiene el propio Lips, quien a lo largo de todo el show no dejó de animar al personal, ni de regalarnos sus disparatadas muecas. Además, si de algo pueden presumir los canadienses es de tener una buena colección de trallazos rabiosos y directos que conectan de forma inmediata con el oyente, tal y como dejaron claro al atacar “Oooh Baby”, que con su ritmo vacilón y sus potentes coros nos hacía viajar a los tiempos de su debut “Hard ´n´a﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽ind Rumañado de los ca europeoue tocaba en nuestro pacer a nivel mundial, Accept. Aunque ningun  pruco vocalista volvia﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽﷽ind Rumañado de los ca europeoue tocaba en nuestro pacer a nivel mundial, Accept. Aunque ningun  pruco vocalista volvi Heavy”. Aunque la formación canadiense facturó sus temas más legendarios durante sus primeros años de andadura, Lips y sus muchachos no quisieron dejarse en el tintero algunas de las composiciones que les han permitido permanecer en activo durante los últimos tiempos, de modo que no faltarían temas como  el infeccioso “Badass Rock n´Roll”.

Para la grabación de su nuevo trabajo “Anvil Is Anvil”, el trío canadiense ha contado con los servicios del bajista, Chris Robertson, que fue presentado por Lips durante los prolegómenos de “Winged Assassins”, que nos dejaría la estampa del recién llegado saltando por el escenario mientras sus compañeros se concentraban en  exhibir su faceta más épica. Sin abandonar el material de su tercer trabajo “Forged In Fire”, llegaría el momento del emotivo recuerdo a un viejo colega, el irrepetible Lemmy Kilmister, al que dedicarían “Free As The Wind”.

Entre tanta nostalgia y clásicos estaba claro que el trío no iba a renunciar a colarnos algunas de las nuevas composiciones que han grabado junto al productor alemán Martin  Pfeiffer. De modo que la primera muestra del material contenido en su decimosexto trabajo de estudio llegaría acompañado de los cánticos bucaneros de  “Daggers And Rum”, que conseguía que todos los presentes levantaran sus puños al aire para corear su tabernera cantinela. El cuarto miembro de la formación, -el consolador que acompaña a Lips desde tiempos inmemoriales-,  haría acto de presencia para ayudar al guitarrista durante el larguísimo solo de la hímnica   “Mothra”.

Una nueva mirada sobre sus últimas entregas nos abocaría sobre una recta final que estuvo marcada por   “Swing Thing”, que fue la escogida por Robb Reiner para mostrarnos sus habilidades con las baquetas, y la novedosa “Die For A Lie”, para la que contarían con el apoyo vocal de su nuevo bajista. Para el cierre definitivo se reservarían su tema más emblemático y conocido  “Metal On Metal”, que con toda la gente apoyando al máximo les servía para rubricar una divertida actuación.

Veteranía, carisma y heavy metal. Sin duda estos tres términos podrían servir para definir a la perfección a un luchador incansable dentro de la escena europea como es el mítico Udo Dirkschneider. Ya fuera al frente  de Accept o capitaneando a su propia banda, el germano siempre se ha mantenido fiel a su estilo, dejando a lo largo de los años una ristra de clásicos que forman ya parte  de la historia del heavy metal. Quizás por ello, y debido al extenso catálogo de U.D.O., ha llegado el momento de cerrar el capítulo que siempre, y de forma inexcusable, dedicaba a la que fuera la banda que le dio la fama y el reconocimiento mundial durante la década de los ochenta.

Para este nuevo periplo europeo la banda del diminuto vocalista mutaría empleando como apelativo su propio apellido, Dirkschneider, aunque los músicos que le acompañarían serían: su inseparable bajista Fitty Wienhol, los guitarristas Andrey Smirnov y Kasperi Heikkinen, y como batería su hijo  Sven. Es decir, la misma formación que visitó la  capital catalana en Abril del pasado año. A diferencia de lo que sucediera en aquella ocasión, en un Salamandra que  registró algo menos de media entrada, esta vez el reclamo que suponía un repertorio basado en el catálogo de  Accept  sirvió para que la sala presentara un fantástico aspecto.

Entre reencuentros y continuas visitas a las barras del local la audiencia apuraba impaciente  los minutos previos al arranque de la descarga. Con las luces apagadas y con el personal rugiendo, el clásico “Just A Gigolo” dejaría paso a   una cuenta atrás que nos anunciaba el desembarco de la formación alemana. Entre unas densas columnas de humo podíamos intuir las figuras de los músicos sobre las tablas para inaugurar su descarga con el apabullante ritmo roquero de “Starlight”. Ante la explosión de júbilo del auditorio apareció el vocalista embutido en su clásica indumentaria castrense, demostrando que pese al paso del tiempo sigue conservando ese registro afilado  y rasgado que siempre le ha caracterizado.  Algo que me llamó la atención, desde el mismo arranque, fue que Udo quiso compartir el protagonismo escénico con sus compañeros, por ello fueron constantes las poses de Smirnov, Heikkinen y Fitty haciendo piña en el centro del escenario a la hora de atacar temas como “Living For Tonite”, que ponía a toda la sala a dar palmas.

Con tan solo un par de temas el quinteto había conseguido caldear el ambiente al máximo, pero lo mejor estaba todavía por llegar. Así que con el escenario teñido de rojo y con el humo volviendo a hacer acto de presencia era el momento de centrar nuestro objetivo en uno de los plásticos más representativos de Accept, “Restless  And Wild”, del que nos propondrían el trepidante “Flash Rockin´ Man”. Acto seguido, y sin concedernos ni un segundo de tregua, la base rítmica y las palmas del respetable nos adentrarían en “London Leatherboys”, con todos los músicos tomando el centro del escenario mientras la sala se venía literalmente abajo antes corear sus hímnicos estribillos. Uno tras otro, la sucesión de clásicos se fue desarrollando haciéndonos viajar a la década de los ochenta, dejando patente que trallazos incontestables como “Midnight Mover”, no solo siguen presentes en la memoria de los metaleros, sino que han resistido a la perfección el inexorable paso del tiempo.

Muchos fueron los momentos en que la gente se mostró completamente extasiada, pero sin duda el punto culminante de esta primera parte del show llegaría con la pieza que prestaba título a la tercera entrega del combo de Solingen, “Breaker”, con la que volvía a reaparecer el humo junto a  unas luces cegadoras que  nos impedían ver las evoluciones de los músicos sobre las tablas. Durante todo el show el tándem  que conformaron Andrey Smirnov y Kasperi Heikkinen se mostró sólido y muy compenetrado, repartiéndose los solos de los temas, e incluso doblando sus guitarras en el arranque del marcial “Heads Over Heels”, cuya melodía central sería coreada con total devoción. Una nueva mirada sobre el icónico “Restless And Wild”, nos dejaría a Smirnov jugueteando  con el arpegio que nos conduciría sobre el reptante ritmo  de “Neon Nights”.

Muy participativa a lo largo de toda la  velada, la audiencia quiso ser parte importante del show, de modo que no dudaría a la hora de sumarse a ambos guitarristas a la hora de entonar  la melodía que marcaba la introducción de “Princess Of The Dawn”, que elevaba las revoluciones del personal haciendo que fuera prácticamente imposible distinguir la voz de Udo. Pese a que la carrera de Accept siempre estará marcada por su descomunal potencia metalera, de cara a esta gira el vocalista teutón no quiso dejarse en el tintero piezas con una orientación más melódica como “Winterdreams”, que sirvieron para relajar el ambiente y permitir que ambos “hachas” nos dejaran una buena muestra de su “feeling”.

Para encarar la segunda mitad del show Udo y sus secuaces optarían por meter toda la carne en el asador, descargando de un plumazo y sin previo aviso el explosivo “Restless And Wild”, que conseguía aunar nuevamente las gargantas de una audiencia entregada, el irreverente “Son Of A Bitch”, que con el vocalista incrustado entre ambos guitarristas hacía que la sala se viniera abajo, y los aromas más hard roqueros del siempre efectivo “Up To The Limit”, con el que hacían escala en el primer disco que Accept grabaron junto  al  productor Dieter Dierks, “Metal Heart”. Sin abandonar el material del sexto trabajo de los germanos, los encargados de proseguir con el show serían los coreadísimos estribillos de “Wrong Is Right”, con los que, una vez más, el humo y la velocidad  regresarían sobre el escenario.

Mas atrás en el tiempo nos conduciría el festivo medio tiempo “Midnight Highway”, con Fitty haciéndose cargo de los coros mientras el vocalista recorría el escenario pasando revista a las primeras filas. Nuevamente, la gente volvería a dejarse notar con fuerza durante los primeros compases de “Screaming For A Love-Bite”, con la tripleta de cuerda rodeando la batería de Sven para ofrecernos una ración de movimientos sincronizados “made in 80”.


Pese a que el vocalista no rescató ninguna de las composiciones del debut de su ex–banda publicado en 1979, si que tendría un par de  guiños hacia el último trabajo que grabara con sus ex–compañeros durante la década de los ochenta, desempolvando para la ocasión “Monsterman” y el épico  “T.V. War”, que fue introducido por un escueto ejercicio solista de Sven. El escogido para dar por concluida esta primera parte del show sería otro corte  altamente coreable “Losers And Winners”, que fue respaldado por un mar de puños que se alzaban al aire con la llegada de su fulminante estribillo.

Si hasta ese momento la descarga había sido un delicioso ejercicio de nostalgia, para poner la guinda a tan suculento manjar, el quinteto se abandonaría a himnos eternos como “Metal Heart”, con un sonriente Udo dirigiendo el coro generalizado antes de que Smirnov nos marcara con su guitarra la melodía a tararear. Con la gente absolutamente volcada llegaba el momento de reivindicarse, pisando el acelerador al máximo con un “I´m A Rebel” que sonó tan potente que incluso retumbaron los  cimientos del local.

Acercándonos a las dos horas de show resultaba evidente que el espectáculo estaba tocando a su fin, pero antes de abandonar las tablas definitivamente el quinteto todavía tendría ocasión de someternos a la voracidad metalera de “Fast As A Shark”, para posteriormente obsequiarnos con otra buena ración de hímnicos estribillos a lo largo de  “Balls To The Wall”, antes de cerrar definitivamente y por todo lo alto con el infeccioso “Burning”, que con el escenario cubierto de humo y con la gente aclamando al vocalista significaba el mejor cierre para una velada irrepetible.

En resumen, fantástica velada de nostalgia y heavy metal la que nos ofrecieron Dirkschneider en una noche que quedara para el recuerdo. Aunque ningún pero se puede poner a un repertorio repleto de clásicos, creo que Udo podría haber aprovechado la ocasión para rescatar alguna composición de su segunda etapa al frente de la formación de Solingen. Quizás, “Amamos La Vida” de “Objection Overruled” hubiera sido un bonito guiño final, y más teniendo en cuenta  la  estrecha relación entre el vocalista y sus seguidores.  



TEXTO:ALFONSO DIAZ
FOTOS:CARLOS OLIVER






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