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viernes, 1 de abril de 2016

NASHVILLE PUSSY+JOHNNY ON THE SPOT-RAZZMATAZZ 3-BCN-18-MAR-2016



Pocas bandas existen en la actualidad en las que el espíritu del rock n´ roll más salvaje y fiestero este tan vivo y latente como en el caso de Nashville Pussy. Aunque a priori la fórmula puede parecer sencilla, lo cierto es que el explosivo cocktail que propone la formación del siempre histriónico Blaine Cartwright es una invitación a la diversión, el cachondeo y el desmadre. Quizás lo suyo no sean las filigranas ni las florituras instrumentales, pero tampoco las necesitan, ya que armados de sus guitarras y unas composiciones sucias, directas y lascivas el cuarteto de Atlanta es capaz de montar una buena fiesta a su paso. Poco más de dos años habían transcurrido desde su última visita a este mismo local, pero una vez más sus seguidores en la Ciudad Condal volvieron a reunirse  para prácticamente llenar la sala pequeña del Razzmatazz.

Si en su anterior visita el protagonista fue su aclamado  "Up To Dosage", en esta ocasión el cuarteto comparecía para  conmemorar el decimoquinto aniversario de su segundo trabajo “High As Hell”, aunque también traían bajo el brazo su doble recopilatorio “Ten Years Of Pussy”, en el que se reúnen las mejores composiciones facturadas bajo los auspicios de la discográfica alemana SPV. Pese a que en un principio la banda anunciada para abrir la velada era Worry Blast, finalmente los que acabarían rompiendo el hielo serían los alemanes   Johnny On The Spot.

Aunque a primera hora de la noche el ambiente no estaba muy animado en la sala pequeña del Razzmatazz fue aparecer en escena el cuarteto alemán acompañado de “Dunkles Herz” y el ambiente cambio  rápidamente, gracias al buen rollo y a la efectividad de un rock n´ roll marchoso y aguerrido, que quedó amplificado a su máxima potencia por un demoledor sonido de guitarra. Activos y muy comunicativos, los chicos de Johnny On The Spot salieron  con la clara intención de captar  la atención de los presentes con una  colección de temas rápidos y certeros que sonaron como toda una declaración de intenciones, y la mejor prueba de ello fueron estribillos  incontestables como los de  “Proud To Loud”, en los que incluso se permitieron  algún guiño punk roquero.


Pese a que la  banda ha lanzado recientemente su segundo trabajo “Stillstand ist der Tod”, lo cierto es que el grueso de su repertorio estuvo centrado en el material de su debut “Emma”, publicado en 2012, ya  que fueron temas como el vacilón y adictivo “Rock N Roll Is In Town”, los que mejor conectaron con una audiencia cada vez más numerosa y participativa. Dejando a un lado el alocado comportamiento de su vocalista, Johnny Cigaro, que no paró de rondar por el escenario mientras espoleaba al personal, lo cierto es que me gustó mucho la intensidad roquera que transmitió su guitarrista, Lurchi, quien se destapó como un guitarrista de lo más completo, alternando furiosos riffs con desarrollos más clásicos y blueseros.

Para encarar la recta final de una actuación que fue claramente de menos a más los germanos optarían por una de sus piezas más conocidas “Queen Of My Heart”. Aunque la elegida para ponernos a todos a cantar antes de retirara definitivamente a los camerinos  sería una marchosa versión del clásico de Johnny Burnette “Train Kept A Rollin´”. Eléctricos, desatados y divertidos. Sin duda Johnny On The Spot no pasaran a la historia del rock por lo innovador de su propuesta, pero si demostraron tener argumentos suficientes  para ofrecer un buen concierto de genuino rock n´roll.

Tras desaparecer del escenario la batería de los chicos de Johnny On The Spot todo parecía preparado para el desembarco de las estrellas de la noche, Nashville Pussy. Resulta curioso como el cuarteto americano sabe perfectamente lo que su parroquia espera de ellos: Una sesión de ¡Ardiente Rock n Roll!. A lo largo de su show no hubo cabida para trucos escénicos ni llamativos juegos de luces, ya que su historia  es simplemente salir, tocar a todo volumen, sudar la camiseta y, ante todo, divertir al personal. Así que, como no podía ser de otra forma, el cuarteto salió con las pilas bien cargadas para dejar que los guitarrazos de apertura de    “Come On Come On”, desataran la euforia entre sus incondicionales. Poco importaron los problemas de Blaine con su guitarra, ya que la fiesta había comenzado con Ruyter haciendo el paso del pato y con la gente volcada apoyando a las chicas a la hora de corear su contagioso estribillo. Con Blaine agitando su sombrero a modo de saludo, nuestro viaje a la América profunda se iniciaba   con la invitación al cachondeo que supuso el acelerado boggie-rock de  “Rub It To Death”, que significaba su primer guiño a su última referencia de estudio, “Up To Dosage”.

Como viene siendo habitual el dúo compuesto por Blaine y Ruyter se convirtió rápidamente en el centro de todas las miradas. Especialmente la incombustible guitarrista que no paró de agitarse como si fuera una fiera enjaulada. . Mientras tanto, sus compañeros, -el barbudo  batería Rob Hulsman y la bajista Bonnie Buitrago-, se mostraron algo más sobrios y comedidos, cimentando las bases sobre las que se apoyarían piezas imprescindibles de su repertorio como “I´m So High”, que se convertiría en la excusa perfecta para ponernos a todos a cantar. A estas altura el ambiente en el local era auténticamente infernal, pero lejos de decrecer, la intensidad del show continuaría aumentando cuando Ruyter se quedó  al frente de sus compañeros para juguetear con su guitarra y someternos al clasicismo roquero de “Pillbilly Blues”, que  ponía en movimiento a las primeras filas con su contagioso ritmo.

No se entretuvieron excesivamente a la hora de las presentaciones  durante esta primera parte del show. Así  que enlazado con la última nota del tema anterior nacería  “Wrong Side Of A Gun”, que cimentada  sobre una estructura más consistente y unos sólidos guitarrazos  marca de la casa nos permitía recuperar el aliento tras un arranque absolutamente demoledor. No duraría mucho esta situación de calma tensa, ya que Blaine se aproximaría hasta el borde del escenario para revolucionar al personal antes de enfrascarse con Ruyter en el intenso duelo solista que marcaría la  abrumadora  “Shoot First And Run Like Hell”, que les servía para completar la primera dupla  extraída de su segundo trabajo “High As Hell”.

Todos sabemos que Nashville Pussy son “depredadores nocturnos” y fervientes devotos de  esa dorada bebida  que se obtiene destilando la malta fermentada, de modo que su inseparable botella de whiskey aparecería en escena durante la presentación de “Hate & Whiskey”, que nos dejaría Ruyter girada sobre la batería para hacer llorar su guitarra mientras  la cazallosa voz de Blaine nos espetaba sus irónicos versos. Simplemente haría falta un guiño entre Blaine y Ruyter, para que la salvaje guitarrista elevara su instrumento dando el pistoletazo de salida a “High As Hell”, que volvía a aunar las voces de todos los presentes mientras ambas guitarras se doblaban para ofrecernos otro ejercicio de clasicismo hard roquero. Durante todo el show la comunión entre banda y público fue absolutamente perfecta, así que no dejaríamos de cantar a pleno pulmón los adictivos estribillos de  “Going Down Swinging”, que les permitía seguir buceando entre las composiciones de su cuarta entrega “Get Some”.


Tras calentar las gargantas con otro generoso trago de su brebaje favorito, los músicos volvían a la carga para aplastarnos definitivamente con los aromas sureños de  “Everybody´s Fault But Mine”, que nos dejaba la imagen de Ruyter y Buitrago acercándose al filo del escenario para revolucionar a los integrantes de las primeras filas. Su desmedida admiración por bandas clásicas como Z.Z. Top quedaría plasmada en los portentosos riffs  de la composición que prestaba título a su última referencia de estudio “Up To Dosage”. El contraste llegaría de la mano de los desarrollos bluesy que Ruyter nos ofreció como preámbulo  para su  versión del “Can´t You See” de The Marsall Tucker Band, con Blaine dejando a un lado su guitarra para concentrarse en su faceta como vocalista. Sin perder esa sonoridad añeja que tanto gusta a sus incondicionales la siguiente en comparecer  sería “Go To Hell”, que nos abocaría sobre un final frenético cargado de velocidad y rabia roquera.

Ante una audiencia  entregada retornarían sobre su “Get some”, para invitarnos a corear los estribillos del festivo “Good Night For a Heart Attack”, con un Blaine hilarante, desgarrando sus cuerdas vocales para dar a la presentación de sus compañeros un toque fiestero y taciturno. Brindis tras brindis, la noche se estaba caldeando, así que el vocalista optó por llenar su sombrero de cerveza y pegarle un buen tiento antes de que la fiesta prosiguiera con “Why Why Why”, que ponía a todo el recinto a bailar mientras elevábamos nuestros puños al aire para preguntar ¿Por qué?. Como no podía ser de otra forma el final de fiesta llegaría con los disparatados bailes del frontman para acompañar una celebradísima  “Go Mothefucker Go”, que ponía  la sala nuevamente  patas arriba.

Con el ambiente muy caldeado y con la gente disfrutando al máximo con la descarga del combo de Atlanta llegaba el momento de dar carpetazo definitivo a la velada, pero antes de perderse entre bambalinas todavía tendrían ocasión de demostrarnos que no han perdido ese punto macarra e irreverente que siempre les ha acompañado con “Struttin´ Cock”. Mientras que para despedirse dejando a su paso a una audiencia completamente extasiada optarían por el primerizo “Fried Chicken And Coffee”, que concluiría  con Ruyter  agitando compulsivamente sus tirabuzones mientras destrozaba las cuerdas de su guitarra. En resumen, una  vez más Nashville Pussy volvieron a salir victoriosos de su cita con la audiencia barcelonesa, certificando que  sus conciertos son sinónimo de diversión, alcohol y rock n´ roll. ¿Quién necesita más para empezar un buen fin de semana?





TEXTO:ALFONSO DIAZ


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