Resulta
curioso como algunas bandas que se definen como vanguardia musical acaban
incurriendo en el error de repetir una serie de esquemas y sonoridades, instalándose en una zona de confort que acaba
impidiendo que su propuesta avance hacia nuevos horizontes. Sin duda este no es
el caso de Obsidian Kingdom, su carrera hasta el momento ha sido como un viaje
en el que han ido plasmando sus
diferentes puntos de evolución. Muchos pensaron que tras la excelente acogida
que recibió su anterior entrega conceptual "Mantis – An Agony In Fourteen
Bites", la banda había encontrado su identidad definitiva, y un camino que
explorar de cara a los próximos años. Pero si algo puede sacarse en claro tras
escuchar su último redondo "A Year With No Summer", es que su
búsqueda continua, y que aquel brillante debut no era más que la primera parada
de un largo camino.
Seguramente
debido a la notoriedad de su debut, la confianza adquirida en sus incursiones
en el viejo continente y el fichaje por la independiente francesa Season Of The
Mist, han acabado siendo claves para que Obsidian Kingdom siguieran explorando
e incorporando nuevas texturas y matices de cara a este nuevo esfuerzo
discográfico. La apuesta para su presentación en la Ciudad Condal era ambiciosa,
convocando a sus seguidores en la Sala grande del céntrico Apolo, un enclave
habitualmente reservado para artistas internacionales. Además, antes de su
aparición tendríamos la ocasión de presenciar la descarga de Maud The Moth.
Lejos
de la distorsión y la potencia abrumadora de las guitarras, la propuesta de Maud
The Moth navega por derroteros diametralmente opuestos, abriendo una ventana hacia
sonoridades más melódicas, intimistas e introspectivas. Capitaneados por la vocalista
y teclista Amaya López-Carromero, este trío afincado en Edimburgo nos ofreció
un detallado repaso de su segundo trabajo "The Inner Wastedlands",
dejando clara su apuesta decidida por un estilo que mezcla el jazz, la música
clásica y el magnetismo propio de los cantautores. Envueltos de un halo
minimalista e íntimo el trío hizo gala de su buen gusto y su sensibilidad a la
hora de reproducir en directo temas como "Good Morning Blackbird" o
"Empires", que fueron seguidas con un respeto reverencial por parte
de un público que acabó embelesado ante sus aterciopeladas melodías y las
aptitudes vocales de Amaya.
Si
durante todo su show fueron la voz y los teclados de Amaya los que se erigieron
como los auténticos protagonistas, imprescindibles resultaron también las
aportaciones del violín y la batería, de sus compañeros Paul y Szymon, que según
nos comentó la propia Amaya debutaban en nuestro país durante esta gira. Aunque
al principio de su show la sala presentaba un ambiente un tanto desangelado, lo
cierto es que a medida que fue avanzando la velada la cosa se fue animando, por
lo que el trío acabó recibiendo una cálida ovación como despedida.
Tras
dejarnos seducir por la hipnótica actuación de Maud The Moth llegaba el momento
de que los protagonistas de la velada aparecieran en escena para presentar en
sociedad las composiciones de su nueva obra "A Year With No Summer".
Con respecto a la última ocasión en que servidor tuvo la posibilidad de verles
en directo, la banda presentaba varias novedades en su alineación, ya que a los
habituales, el guitarrista y vocalista Rider G Omega y el batería Ojete Mordaza
II, se suman ahora el bajista Om Rex Orale, el ahora teclista Seerborn Ape Tot,
y la guitarrista Eaten Roll I, que ha sido la última en incorporarse.
Para
los que hemos venido siguiendo la trayectoria de Obsidian Kingdom resulta
evidente que sus presentaciones son algo más que una simple sucesión de
canciones. Así que para dar el recorrido y generar el clima que se merece su
puesta en escena, los catalanes optaron por un espectacular juego de luces, unas leds verticales repartirdas a lo largo del escenario y una gran pantalla trasera sobre la
que se irían proyectando diferentes imágenes que acompañarían el desarrollo del
show. Recibidos con absoluta devoción por sus seguidores la formación hacia
acto de presencia para arrancar su imparable maquinaria, evolucionando las estructuras post-metaleras del
corte más largo de su última obra, "The Kandinsky Group", que nos
dejaría a una banda plenamente enchufada, sonando precisa y dándolo todo desde
el arranque, especialmente Seerborn Ape Tot, que no paró de contorsionarse
mientras maltrataba su kit de teclados ubicado en el centro del escenario.
Nuestro viaje había comenzado, y la primera impresión fue que el nuevo material
ganaba en cuanto a pegada e intensidad en vivo. Así que la corroboración
definitiva llegaría con la furibunda "Darkness", que comandada por
una implacable base rítmica nos dejaría a un Rider G Omega completamente
desatado a la hora de espetarnos su rotundo estribillo.
Tras
presentarnos una doble ración de su nueva obra, el primer recuerdo al pasado
llegaría con el espectacular juego de luces que acompañó al tenebroso
"Last Of The Light", poniendo de manifiesto la amplitud de miras de
una formación que no deja de innovar en
su propuesta, haciéndonos viajar desde unos delicados pasajes blueseros hasta
una catarata de pétreos riffs que fueron coronados por una rabiosa sucesión de
guturales, transformando el idílico arranque en una pesadilla repleta de
distorsión y oscuridad. La densidad y ese aura inquietante se mantendrían
intactos a lo largo del instrumental “10th April”, que estuvo acompañado por
unas imágenes que retrataban el intenso trajín diario de las grandes urbes.
Pese
a que en principio el material contenido en sus dos obras puede parecer de lo
mas dispar y heterogéneo, lo cierto es que Obsidian Kingdom supieron conjugar
un repertorio sólido, en el que todas las fichas encajaron a la perfección,
consiguiendo que el nivel de intensidad del show no decreciera en ningún
momento. Las imágenes de un solitario faro con las olas rompiendo en las rocas
sería la estampa escogida para ilustrar la melancólica “Awake Until Dawn”, que
tras unos primeros compases cargados de incontenible frustración acabaría
desembocando en unos excelsos desarrollos protagonizados de teclado. No abandonarían
el material de “Mantis”, para embarcarnos en la montaña rusa de emociones que
representó el delicioso “Haunts Of The Underworld”, en la que desplegarían su
faceta más progresiva y ambiental, con un fantástico trabajo de su nuevo
fichaje a las seis cuerdas, Eaten Roll I. Tampoco se dejarían en el tintero su
vertiente más extrema y voraz para
arrastrarnos sin compasión a través de la tortuosa “Endless Wall”.
Sin
duda uno de los grandes activos de “A Year With No Summer” ha sido una
producción cuidada y minimalista, en la que se han cuidado todos los detalles
hasta el extremo, pero especialmente el sonido de la base rítmica. Pues bien,
de cara al directo todo esa magia y ese “feeling” se mantienen intactos, tal y
como quedó patente en la etérea “The Polyarnik”, que se convertiría en la
antesala perfecta para una de las sorpresas de la noche, la versión del “Planet
Telex”, de los británicos Radiohead, tras la que Richard lanzó un dardo
envenado a los organizadores del festival Primavera Sound. Pero sin duda si
hubo un momento que hizo que la comunión entre banda y publico fuera absoluta,
llenando el local de épica y visceralidad metálica, fue a lo largo del
tormentoso tándem que conformaron “Through The Glass” y “Cinnamon Balls”, que
nos volvía a retrotraer al material de su debut para dejarnos a una banda absolutamente desatada que nos
noqueó con la rotundidad de sus guitarras.
Un
nuevo golpe de timón volvería a centrar nuestro objetivo sobre la pieza que da
nombre a su ultimo redondo “A Year With No Summer”, que marcaba un impas de
tensa calma antes de que su densidad instrumental nos acabara sumergiendo en unas
estructuras cada vez más crípticas y
envenenadas. Otra de las novedades que ha aportado el último plástico de los
catalanes ha sido un nuevo enfoque vocal, apostando por unos registros más
limpios y cristalinos que han servido para que su propuesta alcance un nuevo
nivel. Quizás, uno de los temas que mejor puede plasmar esta sorpresiva vuelta
de tuerca a su sonido sea el delicado “Black Swan”, todo un derroche de
elegancia y contención que consiguió que a más de uno se nos helara la sangre. Como
era previsible el final tendría que ser por todo lo alto, consiguiendo
involucrar al máximo a la audiencia, de modo que para poner el broche
definitivo a una velada repleta de vanguardia y experimentación musical que
mejor que el tema que cierra el álbum, “Away /Absent”, que fue acompañada por
un resumen visual de las diferentes imágenes que habíamos podido ver a lo largo
del show.
Siempre
resulta un reto llevar al directo una propuesta tan compleja y ambiciosa como
la de Obsidian Kingdom, pero cuando uno tiene la oportunidad de presenciar “in
situ” como sus composiciones cobran vida y ganan en matices, eso solo puede ser
sinónimo de que uno está ante un colectivo de músicos brillantes y con
personalidad, que parecen no renunciar a seguir evolucionando y explorando
nuevas sonoridades. Seguramente habrá quienes no acaben de comulgar con la
dirección de “A Year With No Summer”, pero lo cierto es que Obsidian Kingdom
nunca fueron una banda predecible ni de fácil clasificación, ya que sus principales señas de identidad son: no encasillarse y apostar por la libertad
creativa a la hora de componer.
TEXTO Y FOTOS:ALFONSO DIAZ
No hay comentarios:
Publicar un comentario