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miércoles, 8 de junio de 2016

HAKEN+SPECIAL PROVIDENCE+ARKENTYPE-RAZZMATAZZ 2-BCN-2-JUN-2016



Aunque en los últimos tiempos los nuevos iconos de los sonidos de vanguardia parecen conducir nuestra mirada hacia las frías latitudes  nórdicas, los londinenses Haken parecen dispuestos con su nueva obra “Affinity” a reivindicarse como uno de los pilares indiscutibles dentro de la escena progresiva internacional. Pese a ello,  la formación capitaneada por el vocalista Ross Jennings parece haberse dejado imbuir por los aromas de bandas coetáneas como Leprous, dando un giro a su sonido que no ha hecho más que enriquecer su propuesta, aunque sin renunciar a ese halo de clasicismo roquero que siempre les ha caracterizado. Avalados por las excelentes sensaciones que nos dejaron a su paso por la pasada edición del festival Be Prog! My Friend, los británicos regresaban por tercera vez a la capital catalana para volver a liderar su propio espectáculo. La cita en esta ocasión sería en la sala mediana del Razzmatazz y como compañeros de viaje contarían  con el concurso de Special Providence y Arkentype.

Con muy poca gente todavía en el local hacían acto de presencia sobre las tablas los encargados de abrir la velada, los noruegos Arkentype. Ataviados con unos largas gabardinas y encapuchados, el cuarteto se presentaba ante una reducida audiencia para intentar captar nuestra atención con la rotunda densidad que desplegaron en  “Ashes And Dirt”, que nos hacia sucumbir con la potencia de sus guitarras y con las buenas formas que mostró su hiperactivo vocalista, Kevin Augestad, que intercaló pasajes melódicos con feroces registros rasgados.

Ese gusto hacia las sonoridades más oscuras y agresivas se dejaría notar con fuerza a lo largo de piezas como “Epiphany”, con la Kevin nos invitaba a ponernos a saltar con él mientras el bajista Kjetil Hallaraker aprovechaba para darse un paseo por entre los asistentes sin dejar de aporrear su instrumento.

Su faceta más intimista quedaría plasmada durante el largo preludio de teclados que serviría como introducción para el correoso tema que presta título a su debut “Disorientated”. Pese a ser los encargados de abrir la velada los noruegos contaron con un  buen sonido y  un vistoso juego de luces, algo que propició que temas como el novedoso “Illusion” acabaran dejando unas buenas sensaciones entre los presentes. 

Pero sin duda los mejores momentos de su actuación estarían reservados para los pasajes más contundentes de  “Wellcome To My Wolrd”, que acabaría con Kevin recorriendo el foso para recabar la complicidad de las primeras filas, y con las camaleónicas ambientaciones que protagonizarían “Time Collapse”.

Tras un rápido cambio de backline llegaba el momento de variar de registro y  adentrarnos en la propuesta instrumental de Special Providence. Con un amplio bagaje a sus espaldas la formación húngara nos deleitó con  una descarga repleta de intensidad, feeling y virtuosismo, fusionando  a la perfección la intensidad roquera y  unos deliciosos pasajes de inclinación jazzística, en los que la guitarra de Márton Kertész se erigiría como  la autentica protagonista, tal y como demostraron durante la inicial “Babel Confusion”.

Temas extensos, repletos de cambios y giros instrumentales, fue lo que nos ofreció el cuarteto de Budapest  a lo largo de sus cuarenta minutos de show. Con un posicionamiento escénico algo inusual, con la batería y los teclados colocados a ambos lados del escenario, el cuarteto se dedicó a desgranar algunas de las composiciones de su último redondo “Esence Of Change”, del que rescataron piezas como el experimental “Surprise Me”, o el heterogéneo  “Awaiting The Semicentennial Tidal Wave”, protagonizado por el interminable duelo que protagonizaron Márton y el teclista Zsolt Kaltenecker.

Ante la ausencia de un vocalista que ejerciera como maestro de ceremonias sería su batería Adam Markó quien tras su kit se hiciera cargo de las presentaciones de algunos de los temas, tal y como sucedió con “Lazy Boy”, con la que nos retrotraían a su trabajo de 2014 “Soul Alert”. Si algo demostró el combo húngaro a lo largo de su show fue que en su propuesta no hay espacio para esquemas cerrados ni estructuras preconcebidas, ya que demostraron una libertad absoluta a la hora de desarrollar unas composiciones repletas de fusión y técnica instrumental. 

No les hizo faltar para acabar de conectar con una audiencia que se mostró muy atenta abusar en exceso de la distorsión, ya que la elegancia y la distinción que desplegaron en temas como la final “Northern Lights”, sirvieron para que se despidieran acompañados de una cerrada ovación.

Si en su primera visita a  tierras catalanas Haken ya consiguieron llenar la sala pequeña del Apolo, en esta ocasión, los ingleses daban el salto a sala mediana del Razzmatazz, aunque lo cierto es que el recinto se acabó quedando algo grande para acoger su actuación, ya que un telón acotaba la parte trasera del local. Pese a ello, los seguidores de los londinenses mostraron una complicidad y una entrega verdaderamente encomiables, apoyando al máximo a los músicos para dar calor y color a la velada. Precisamente, sería el  color verde  que marca la portada de su último trabajo “Affinity” el que predominaría a lo largo de todo el show, tanto en lo concerniente a las luces como al vestuario de algunos de los miembros de la banda.

Haciendo gala de una puntualidad británica empezaba a sonar a través del P.A. la introducción que sirve como apertura para su último obra “Affinity.exe”, para dejar paso rápidamente a los vibrantes increscendos que marcarían  “Initiate”. Lejos de la habitual frialdad que muestran muchas bandas progresivas, los británicos supieron conectar rápidamente con sus seguidores, gracias en gran medida a su frontman, Ross Jennings, quien además de dejarnos embelesados con sus constantes cambios de registro, no paró de animar incansablemente a las primeras filas durante toda la velada. Respaldada sobre un sonido portentoso y un juego lumínico muy cuidado la descarga proseguiría con un primer recuerdo hacia su exitoso “The Mountain”, del que nos ofrecerían los pasajes hipnóticos y las armonías vocales de “Falling Back To Earth”, para acabar abocándonos sobre  un intenso duelo entre ambos guitarristas mientras Ross se perdía entre bambalinas.

La elegida para volver a incidir sobre el material de “Affinity” sería “1985”, que arrancó acompañada por las palmas del respetable, y durante la que Ross lució unas extravagantes gafas fluorescentes, mientras el sexteto parecía rendir tributo a algunas de sus primigenias influencias, con el sonido del keytar de Diego Tejeida reclamando el protagonismo junto a la solidez de su base rítmica. Tras recibir las primeras muestras de cariño de una audiencia que parecía completamente embelesada con la propuesta de los británicos, y tras dirigirnos Ross los primeros parlamentos de la noche, la formación continuaría buceando en sus nuevas composiciones, dejando que fuera la sentimental “Earthrise” la encargada de rebajar los ánimos gracias a sus luminosas melodías y a sus líneas vocales más delicadas e intimistas.

La encargada de recuperar el nivel de intensidad del show sería la extensa “Pareidolia”, que se convertiría en el soporte perfecto para otro devastador ejercicio de virtuosismo,  mientras la batería Ray Hearne se encargaba de marcar incesantemente el paso. Pero sin duda si hubo una pieza que marcó definitivamente la velada esa fue “Crockroach King”, una extensa suite en la que el sexteto tuvo  ocasión de desarrollar muchas de las cualidades que marcan su propuesta, haciéndonos navegar por el dinamismo de unas estructuras cambiantes e imprevisible junto a unos delicados pasajes instrumentales, marcados por los juegos vocales, que nos dejarían a toda la sala moviendo los brazos de izquierda a derecha siguiendo las indicaciones de  Ross.

El contraste vendría marcado por “The Architect”, que con el escenario sumido bajo unas intensas luces rojizas dejaba paso a unas guitarras más densas y sintéticas para mostrarnos la faceta más metalera del sexteto, con Ross llevando sus cuerdas vocales al limite al proponernos unos registros más rasgados y agresivos en su desquiciante recta final. Si a lo largo del show Diego Tejeida tuvo un papel más que destacado, abandonando su posición tras los teclados para empuñar su keytar, fue en la parte final del show cuando el mejicano tuvo oportunidad de mostrarnos sus habilidades en el extenso desarrollo que sirvió como introducción a la delicada y elegante  “Deathless”, que a la postre se acabaría convirtiendo en el único recuerdo que se permitieron a su fantástico  “Visions” de 2011.

Para poner el punto y seguido a la velada optarían por las envolventes baterías que marcarían “The Endless Knot”, que nos dejaría al público apoyando al máximo mientras Ross se dedicaba a recorrer el escenario firmemente aferrado a su pie de micro, firmando un final que dejaba las espadas en todo lo alto. Así lo entendió el respetable, de modo que tras abandonar los músicos el escenario la gente volvió a reclamar insistentemente su retorno sobre las tablas. Atendiendo la petición de sus seguidores, y acompañados de una estruendosa ovación y luciendo una amplia sonrisa, Ross nos agradecía nuestra presencia antes de atacar la grandilocuente “Crystallised”, que les servía para rubricar una fantástica velada.

Quizás Haken no sean los más innovadores ni los más cañeros, pero lo que está fuera de toda duda es que la formación londinense se ha convertido en un  referente obligado para todos los amantes de los sonidos progresivos;  y más aún para los que, entre tanta vanguardia y oscuridad, añoran los aromas clásicos de bandas como IQ o Marillion.


TEXTO:ALFONSO DIAZ
FOTOS:CARLOS OLIVER






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