Veinte años separan la edición de las dos
entregas de "Book Of Shadows". Conocido por la rotundidad de sus
riffs, la crudeza de sus directos y su inconfundible presencia escénica, Zakk Wylde
ha pretendido plasmar en su proyecto en solitario su faceta más personal e
intimista, desnudando sus composiciones de ese filo aniquilador y metálico para concentrarse en dar rienda suelta a sus
influencias más clásicas, esas que beben
directamente del rock, el blues y el country. Pese al enfoque que el “hacha”
propone en este nuevo tour, radicalmente opuesto al que nos tiene
acostumbrados, Wylde ha vuelto a contar con los servicios del batería Jeff Fabb, el bajista John DeServio y el
guitarrista y teclista Dario Lorina. Es decir, con los músicos que le acompañan
habitualmente en Black Label Society.
Lo que si cambiaría en esta ocasión sería el
recinto escogido para albergar su descarga, ya que el fornido guitarrista se
presentaba en la Sala Barts, un enclave que nos garantizaba una excelente
visibilidad y una mejor acústica. Si Wylde arribaba a la capital catalana
dispuesto a mostrarnos su vertiente más personal e intimista, para abrir la
velada contaríamos con el concurso del talentoso guitarrista Jared James Nichols, uno de los nuevos
valores de la escena americana que llegaba dispuesto a ofrecernos un exhaustivo
repaso a su primer largo “Old Glory And The Wild Revival”. Pese a su juventud,
no era esta la primera vez que Jared pisaba los escenarios catalanes, ya que
tuvimos ocasión de verle en acción en la última edición del Calella Rockfest.
Siguiendo la estela que marcan nombres
míticos como Steve Ray Vaughan, Johnny Winter, o más recientes como Joe
Bonamassa, el "hacha" de Wisconsin sorprendió a más de uno con su
peculiar forma de tocar la guitarra y, sobre todo, con su actitud roquera y salvaje; combinando a la
perfección la magia y el feeling bluesero con la potencia hard roquera que
exhibió en temas como el inicial "Blackfoot".
Dejando a un lado la
calidad de sus composiciones, Jared se destapó como un buen vocalista y un
excelente frontman, animando al
respetable a acompañarle en temas como "Crazy" o el potente "Haywire", que dominado por una
contundente base rítmica se convertiría en el soporte perfecto para que el
guitarrista nos deleitara con sus
habilidades.
Tampoco faltarían a lo largo del show los
pasajes marchosos y desenfadados contenidos en “Can You Feel It?”, que fue la
escogida para hacernos cantar a todos. Respaldado en una formación clásica de
trío, Jared y sus compañeros mostraron una gran solvencia a la hora de
transitar por diferentes registros, de modo que tras mostrarnos su material más
eléctrico y hard roquero llegaba el momento de rebajar el nivel de intensidad
con los desarrollos blueseros de “Gone”.
Aunque, definitivamente, los momentos
más vibrantes de su actuación estarían reservados para los excelsos desarrollos incluidos en
“Playin´For Keeps”, que nos dejaba a
un Jared completamente desatado.
Tras una pausa algo más larga de lo habitual,
un vistoso escenario decorado con un gran telón de fondo y sendos paneles
laterales, -que recordaban la ambientación oscura y decadente de la portada de
su último trabajo-, se preparaba para albergar la descarga de Wylde y sus
muchachos. De forma parsimoniosa y acompañados de una melancólica introducción
los músicos tomaban posiciones para dar
el pistoletazo de salida con una extensa versión de “Sold My Soul”, en la que
el guitarrista, ataviado con un sombrero del Barça, aprovecharía para
ofrecernos la primera concatenación de solos. Tras recibir una calurosa
bienvenida, la velada proseguiría con una tripleta de su último redondo,
ofreciéndonos los aromas introspectivos de “Autum Changes”, con las notas del
piano de Dario Lorina respaldando los alardes de un Wylde que se mostró
pletórico durante todo el show.
A diferencia de lo que suele ser habitual en
sus directos, en esta ocasión no hubo pies de micro con cadenas y calaveras, ni
vistosos penachos de plumas, ya que toda la escenografía buscaba recrear una
ambientación de lo más sobria. Aunque esto no quiere decir que el guitarrista
no nos obsequiara con una buena ración de sus mejores poses de guitar-hero, ya
fuera encaramándose sobre una pequeña tarima central o recorriendo el escenario
de punta a punta mientras desgranaba piezas como “Tears Of December” o la
reflexiva “Lay Me Down”, que servían para crear ese halo intimista que se
mantendría a lo largo de toda la velada.
Dejando a un lado su faceta como guitarrista,
Wylde se haría cargo del piano para llevar la melodía central del desgarrador
“Road Back Home”, dejando que fuera Lorina, quien se hiciera cargo del solo,
mientras el rubio guitarrista alzaba su taza al aire para brindar con todos los
presentes. No tardaría mucho en recuperar su instrumento dejando que fuera
Lorina quien se hiciera cargo de la acústica para acompañarle durante
“Yesteday´s Tears”, que impregnaba el recinto de esos suculentos aromas sureños deudores de bandas como Lynyrd
Skynyrd. Una nueva mirada sobre la primera parte de “Book Of Shadows” nos
conduciría sobre “Between Heaven And Hell”, durante la que Wylde se haría cargo
también de la armónica mientras sus compañeros se encargaban de respaldarle en las
armonías vocales.
Aunque entre los asistentes hubo quienes no
acabaron de comulgar con el repertorio escogido para la ocasión, lo cierto es
que la gran mayoría teníamos claro que
el show de esta noche estaría centrado en el material de las dos partes de
“Book Of Shadows”, de modo que esa ambientación brumosa y un tanto sombría
continuaría fluyendo gracias a la intensidad desplegada en piezas como “Darkest
Hour”, que nos dejaba a Wylde como único
guitarrista para ofrecernos otra excelsa exhibición guitarrera.
Con el escenario sumido en la más absoluta
oscuridad, el estruendoso rugido de la tormenta nos anunciaba la llegada de “Throwin´ It All Away”, que se
convertiría en el momento más vibrante de la noche, con Wylde abandonando el
escenario para recorrer la pista, -escoltado por su equipo de seguridad-, e
interpretar un extenso solo desde la parte trasera del local mientras la gente
no dejaba de fotografiarle. Para su
retorno sobre las tablas le estaría esperando su acústica para interpretar en
solitario una sentida “Dead As Yesterday”, con la que volvía a relajar los
ánimos del respetable y recababa una de las mayores ovaciones de la noche.
Junto a sus compañeros, y nuevamente con
Lorina haciéndose cargo de la acústica,
arrancaría “Eyes Of Burden”, que
acabaría dejando paso a la pieza
escogida para poner el punto y seguido a
la velada, “Way Beyond Empty”. Para su retorno sobre las tablas Wylde se haría cargo de la voz y el piano
durante el tramo inicial de “The King”, para posteriormente empuñar su guitarra
y arrollarnos con otro solo marca de la casa. Curiosamente, esta última parte
del show estaría reservada para el material de su última entrega, así que
serían “Lost Prayer” y una extensa
“Sleeping Dogs”, las encargadas de rubricar la velada.
Lejos de la fiereza metalera de anteriores
visitas, Zakk Wylde nos ofreció un
concierto sobrio y elegante, en el que lo que primó fue el sentimiento que
busca transmitir con sus composiciones. Pese a ello, el carismático guitarrista
no se olvidó de ofrecernos algunas píldoras
de su peculiar estilo, ese que le ha convertido en referencia obligada para todos los seguidores de las seis cuerdas.
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