ANNEKE VAN GIERSBERGEN PRESENTS THE GENTLE STORM
Tras
unas merecidas horas de sueño reparador y con las pilas bien cargadas para
vivir la segunda jornada del festival, que en esta jornada de sábado adelantaba
su inicio, nos preparábamos que tal sonaría el material de The Gentle Storm, la
nueva aventura de Anneke Van Giersbergen. Aunque resulta evidente que la
presencia de la carismática vocalista es su principal reclamo, no es el único,
ya que compartiendo las voces con la pelirroja contaríamos con Marcela Bovio de
Stream Of Passion.
Mucha
curiosidad y bastante expectación había en torno a cual sería el repertorio
escogido y el peso que tendría el material de The Gathering, y lo cierto es que
todos nos llevamos una magnífica impresión al regalarnos la formación un show
compacto, rotundo y con numerosos guiños metaleros. Ante una audiencia que se
entregó totalmente a ellos The Gentle Storm nos ofrecieron una buena muestra de
sus poderosas armas, demostrando que no están dispuestos a vivir de nostalgias
ni rentas del pasado. Para ello que mejor que un ritmo intenso y la dualidad
vocal que nos propusieron ambas vocalistas en temas como "Heart Of
Amsterdam" o "The Storm".
Pese
a mostrar una apuesta decidida por su propio material no faltarían algunos
guiños al pasado con la deliciosa "Isis And Osiris" de Ayron, ni el
toque estrambótico de "Fallout", del genio canadiense Devin Townsend.
Mucho se hicieron oír los seguidores de The Gathering y su recompensa llegaría
con "Strange Machines", que se convertiría en el momento álgido del
show. La guinda la pondrían los delicados arreglos de "Shores Of
India", que nos dejaban a todos con una sonrisa de oreja a oreja y con la
sensación de que esta nueva aventura de Anneke tiene ante si un largo
recorrido.
BETWEEN
THE BURIED AND ME
Los
encargados de recoger el testigo con el sol todavía cayendo a plomo sobre el
recinto del Poble Espanyol serían los
americanos Between The Buried And Me, quienes arribaban dispuestos a volarnos
la cabeza con su personal mezcla de metal progresivo y portentosas ráfagas de metalcore. Como ya
sucediera en sus anteriores visitas la dupla compuesta por el vocalista Tommy
Giles Rogers y el guitarrista Paul Waggoner serían los encargado de comandar
las poderosas acometidas de los de
Carolina del norte.
Con
un repertorio centrado en el material facturado durante la última década, el
quinteto arrancaba con fuerza golpeándonos directamente con “The Coma Machine”,
cimentando las bases sobre las que giraría su actuación: un sonido arrollador,
unos temas rabiosos e incisivos y un frontman con actitud y carisma que se
encargó de mover al personal sin dejar
que la fiesta decayera en ningún momento. Sin embargo, el encargado de poner el
toque de clase y distinción sería Paul Waggoner, quien se mostró absolutamente
implacable, mezclando a la perfección riffs trepidantes y asesinos con ejercicios
solistas repletos de virtuosismo.
Sin
duda otro de los puntos fuertes de la descarga del combo americano fue el
incendiario ritmo que imprimieron a su descarga, alternando sus temas sin
apenas darnos tiempo para recuperar el aliento, dejando que cortes de su
anterior trabajo como “Extremophile Elite”,
“Telos” o “Bloom”, ocuparan un lugar privilegiado dentro del repertorio
para conseguir espolear al máximo a una audiencia cada vez más animada y entregada.
Aunque
pocas pegas se puede poner a la brutal descarga que nos ofrecieron los de
Carolina del Norte, los más veteranos seguro que acabaron echando en falta algún
recuerdo a su aclamado debut homónimo, ya que la pieza más antigua que nos
ofrecieron fue “Selkies: The Endless Obsession”, que fue la elegida para cerrar una descarga que se nos hizo
especialmente corta.
MAGMA
Como
en cada edición del Be Prog! My Friend, los organizadores nos tenían preparada
una sorpresa, ya que esta ocasión los elegidos para representar la diversidad y
la filosofía innovadora de un estilo que
hunde sus raíces en la mítica década de los sesenta serían Magma. Así que
mientras los más jóvenes aprovechaban para recuperar el aliento y prepararse
para la inminente llegada de Mikael Akerfeldt y sus muchachos, los más
veteranos y puristas se afanaban en buscar una buena ubicación desde la que seguir de
cerca y sin perderse detalle la actuación de la formación gala.
Pese
a su longeva trayectoria no puede decirse que Magma se hayan prodigado en exceso sobre nuestros escenarios, ya que la presente significaba
su tercera visita a nuestro país, y la primera en la última década. Sin duda la carrera de Magma ha estado
marcada por la complejidad y extensión de sus composiciones, el carácter conceptual
de sus álbumes de estudio, y por su peculiar forma de fusionar el jazz, el rock y, sobre todo, por el
tratamiento de las armonías vocales como si fueran un instrumento más.
Considerados
los padres del Zeuhl, los franceses nos ofrecieron un viaje cargado de melodías
étnicas, ritmos tribales y cánticos espirituales evocadores de las culturas
afroamericanas, desplegando a lo largo
de sus extensas composiciones todo el bagaje y la experiencia adquirida a lo
largo de todos estos años. Pese a ello, su propuesta no llegó a conectar con una audiencia poco
predispuesta a mantener la atención ante una propuesta tan mestiza y compleja.
En
cualquier caso, fueron muchos los seguidores que no quisieron
desaprovechar la ocasión de reencontrarse
con una banda mítica. Así que tras disfrutar intensamente de opus como “Theusz
Hamtaahk” o “Zombies” no eran pocos los que calificaban su descarga como una de
las mejores de esta tercera edición del festival. En definitiva, como suele
suceder en muchos casos división de opiniones entre los presentes. Mientras
algunos mostraron una absoluta indiferencia por el legado de una banda que
camina inexorablemente hacia el medio siglo de vida, otros saborearon intensamente una de las pocas
ocasiones en que los franceses se han acercado a nuestros escenarios para dejar
una buena muestra de su peculiar estilo.
OPETH
Tras haber salido como uno de los grandes
triunfadores del festival en su primera edición Mikael Åkerfelft, Miguelito
para los amigos catalanes, y sus secuaces llegaban al recinto del Poble
Espanyol, una vez concluido el proceso de composición de su próximo trabajo
"Sorceress" que verá la luz el próximo otoño, para ratificar su
posición como uno de los grandes baluartes del género. Siempre en el centro del
huracán por su constante evolución Opeth ofrecieron un show dinámico, intenso y
muy variado en el que ahondaron en las diferentes facetas de su particular
estilo.
Además, un cuidadísimo juego de luces acabó
resultando crucial para que su descarga se convirtiera en una de los más
brillantes de la jornada. Con un sonido arrollador la descarga arrancaba con la
heterogénea "Cusp Of Eternity", que significó su primer y único guiño
a su último trabajo que acabaría dejando paso a "The Devil' s
Orchard" y la apabullante "The Leper Affinity", que desataba la
euforia entre sus fans más veteranos.
Como siempre Mikael se mostró incisivo e
irónico durante las presentaciones, y aunque en un par de ocasiones amenazó con
presentar alguna nueva composición lo cierto es que tiró, y mucho, de catálogo
para hacernos retroceder en el tiempo con latigazos incontestables como el
oscuro y desolador "Godhead's Lament". Ese toque vacilón e
irreverente al que nos tiene acostumbrados se haría patente con el guiño a Skid
Row antes de atacar "To Rid The Disease".
La vuelta sobre los últimos trabajos de la
banda estaría marcado por la envolvente "I Feel Dark", para como si
fuera un vieje en el tiempo retroceder sobre sus pasos y rescatar viejas
favoritas como "Heir Apparent" o la icónica "Demon Of The
Fall", que impregnaba el recinto de un aura de misterio y perturbación.
Corta, muy corta acabó resultando la descarga de Opeth, así que sus seguidores
demandaron insistentemente que la banda permaneciera sobre las tablas. De modo
que la recompensa a la entrega de sus seguidores llegaría con "The Grand
Conjuration" y la inevitable "Deliverance".
En resumen, aunque
ni mucho menos fue la mejor actuación que les he visto, Opeth dejaron patente
que son una banda con un pasado glorioso y un futuro prometedor, en el que
continuarán evolucionando gracias a la calidad, el carisma y la intuición de un
compositor como Mikael Åkerfelft.
STEVEN
WILSON
Hay
artistas que con el paso de los años consiguen revestirse de un aurea especial,
de un carisma y una personalidad que les
convierten en auténticos referentes. Si
hace tan solo unos meses Steven Wilson se presentaba en solitario en la sala Barts para ofrecer un concierto íntimo en el
que desgranó su última obra “Hand.Cannot.Erase”, en esta ocasión, el
genio londinense nos ofrecería un show más dinámico y trepidante, en el que
hubo varios recuerdos hacia su etapa al frente de Porcupine Tree.
En
cuanto a la formación que le acompañaría
sobre el escenario sería la misma que nos visitó el pasado mes de septiembre,
destacando especialmente la labor del guitarrista Dave Kilminster, quien dio
todo un recital de clase, virtuosismo y feeling, llegando incluso a robarle
algún momento de protagonismo a su “jefe”. Tampoco cambiaría en exceso el
montaje escénico escogido para la cita, con una mesa en el centro del escenario
donde se ubicarían unos teclados y un portátil que Wilson utilizaría a lo largo
de la velada. En cuanto al repertorio, Wilson optó por dos suites perfectamente
diferenciadas. En la primera daría una especial relevancia al material de su última entrega, desgranando algunos de sus
números más vibrantes junto a un cuidado juego de imágenes que ayudarían a
seguir la descorazonadora historia de Joyce Carol Vincent. Mientras que la segunda parte estaría reservada para la
nostalgia, rescatando piezas de trabajos anteriores y alguna gema de Porcupine
Tree.
Con
las imágenes de un vecindario proyectadas sobre la gran pantalla que presidia
el escenario poco a poco irían apareciendo los músicos en escena para
adentrarnos en “First Regret” y “3 Years Older” que serían las encargadas de crear ese ambiente intimista y mágico que se mantendría
durante esta primera parte del show.
Cabe destacar que todo a lo largo de la descarga del maestro británico sonó a
la perfección, consiguiendo que todos quedáramos embelesados con la
magnificencia de “Hand.Cannot.Erase”, lo que propiciaba que la descarga poco a
poco fuera creciendo en intensidad.
Aunque
teniendo en cuenta la línea argumental del plástico resulta muy difícil
destacar algún tema por encima del resto, sin duda me quedaría con los
dramáticos silencios que marcarían
“Routine”, los rotundos guitarrazos que acabarían provocando el éxtasis colectivo
durante la marchosa “Home Invasion”, o las oleadas de acida psicodelia del
delicioso “Regret #9”. Más cercano y comunicativo que en anteriores ocasiones, Wilson tuvo
tiempo para bromear e incluso tirar de ironía a la hora de las presentaciones,
tal y como sucedió cuando abandonó por primera vez la línea conceptual que estaba llevando el show para deleitarnos
con una celebradísima “Lazarus”.
Tras
recibir una estruendosa ovación, el protagonista de la noche se sentaría tras
los teclados para liderar a sus compañeros a través de la laberíntica “Ancestral”, que marcaría el retorno sobre el
material de “Hand.Cannot.Erase”, para acto seguido ejercer como maestro de
ceremonias y aunar las voces de todos los presentes durante “Happy Returns”. El último capítulo de la
historia estaría reservado para la melancólica y etérea “Ascendant Here On…”
Si
hasta ese momento la descarga había sido muy similar a la de su anterior
visita, sería a partir de este punto cuando Wilson cambió radicalmente de
registro y nos sumergió de lleno en las eclécticas ambientaciones que marcarían
“Index”, que se convertiría en el primer recuerdo hacía su doble de 2011 “Grace
For Drowning”. La magia no dejaría de fluir intensamente gracias a las ensoñaciones que nos provocaron las
envolventes melodías de “Harmony Korine”, que fue acompañada con imágenes de su
video-clip.
Aun
más atrás en el tiempo, concretamente a la época de “Stupid Dream”, nos
conduciría una alargada versión de “Don´t
Hate Me”, que nos dejaría a las
guitarras de Wilson y Kilminster volviendo a llevar las riendas para
redescubrir, una vez más, la faceta más roquera de un Wilson que reclamó nuestra
colaboración para ayudarle en los estribillos. El contraste llegaría de manos
de la sugerente “Vermillioncore”, que volvía a relajar el ambiente antes de que
el rugoso bajo de Nick Beggs se encargara de dar el pistoletazo de salida a un
rotundo ejercicio de psicodelia que se vería potenciado por un fantástico juego
de luces. Para poner el punto y seguido
a la velada volvería a recurrir al material de Porcupine Tree, confiando
en “Sleep Together” para desatar la euforia entre
una audiencia que estaba disfrutando al máximo del show.
Para
su retorno a escena Wilson y sus muchachos optarían por ofrecernos las dos
vertientes de su sonido. Así que mientras la desoladora “The Sound Of Muzak”, era
la encargada de hacer que toda la audiencia se dejara arrastrar por la potencia
y la garra, “The Raven That Refused To
Sing”, sería la elegida para cerrar su descarga adentrándonos en tesituras más
oscuras e intimistas. En definitiva,
Steven Wilson es a día de hoy uno de los grandes gurus del sonido
progresivo, eso nadie lo va a discutir. Pero lo que es cierto es que gran parte de culpa de que el genio británico pueda llevar
al directo mucho de lo que propone en sus
producciones de estudio la tiene
la excelsa calidad de los músicos que le acompañan en vivo.
TEXTURES
Como
siempre suele ser habitual en los festivales, después de las descargas más
esperadas, -en esta ocasión las de Opeth y
Steven Wilson-, muchos decidieron dar por concluida esta tercera edición del Be Prog! My Friend. Afortunadamente,
para los que todavía teníamos fuerzas y ganas de un poco más de acción contaríamos con el
concurso de Textures.
Era ya muy tarde, estábamos agotados, pero los
holandeses salieron con las pilas bien cargadas y dispuestos a hacernos mover
las cervicales intensamente gracias a la potencia que desplegaron en trallazos
incontestables como “One Eye Of A Thousand” o
el novedoso “New Horizons”, que les sirvieron para poner de manifiesto su apuesta decidida
por unas guitarras poderosas, casi fronterizas con el death y el goove.
Mención
especial merece el trabajo de Daniël de
Jongh quien no dejó de recorrer el escenario incansablemente mientras animaba a
la gente a seguir sus incendiarias acometidas core. Y es que desde que el
vocalista se incorporara a la banda en 2010, gracias a su garra y a su buen
hacer como frontman se ha convertido en una pieza clave en los directos de los
de Tilburg.
Aunque
como era previsible el grueso del repertorio estuvo centrado en su última placa
“Phenotype”, del que no faltaron “Illuminate
The Trail” o “Zman”, la banda no quiso
dejar pasar la ocasión para repescar viejas favoritas como “Singularity”, extraída de su fantástico
“Dualism” de 2011, o para bucear aun más
en su extenso catalogo e incidir en esa rotunda tripleta final que protagonizaron
“Regenesis”, “Awake” o la imprescindible
“Laments Of An Icarus”, que servían para retrotraernos a la época con el vocalista Eric Kalsbeek al
frente.
Potencia,
versatilidad y una garra incontestable, fueron las armas que exhibieron Textures
para cerrar por todo lo alto y ante unos pocos valientes que resistieron hasta
el final esta tercera edición del Be Prog! My Friend. Así que mientras los más
noctámbulos encaminábamos nuestros pasos hacia la céntrica Plaza España de la
Ciudad Condal ya se empezaban a escuchar
los primeros deseos y demandas de cara a la próxima edición…, pero para conocer
algunos de esos detalles todavía tendremos que esperar unos meses. Así que
mientras tanto paciencia y, no lo
olvides, Be Prog! My Friend.
TEXTO:ALFONSO DIAZ
FOTOS:CARLOS OLIVER
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