Mientras
la gente accedía parsimoniosamente al recinto para dar el pistoletazo de salida
a la jornada del jueves, muchos fueron los que decidieron buscar una buena
sombra para cobijarse del sol acudiendo a las gradas del escenario Mark Reale-Riot. Poco conocidos en nuestro
país los encargados de hacernos sucumbir ante la aspereza de sus composiciones
y el sonido sucio y rudo de sus abrasivos riffs
serían los suecos Bombus, quienes llegaban dispuestos a ofrecernos un
buen repaso a su tercera y última entrega “Repeat Until Death”, que veía la luz
a principios de este mismo año.
No tendrían dificultades para captar la atención de muchos de los curiosos que se acercaron para conocerles, dejando clara su apuesta por un tipo de heavy metal potente y con algunos pasajes más oscuros y melódicos, siendo la mejor representación de su propuesta el contraste que supusieron piezas como el envolvente “Let Her Die” y el hard roquero “Rust”, que con ese ataque a dos voces se acabaría convirtiendo en uno de los momentos más destacados del show.
Algo
más lineales y previsibles resultaron “Hordes Of Flies”, con un resultón
estribillo que sirvió para que los más animados se sumaran a la hora de
corearlo, o el machacón “Deadweight”. Mientras que su faceta más envolvente
estaría reservada para las oscuras melodías del primerizo “Biblical”, que se
acabaría convirtiendo en la única referencia que se permitieron a su debut
homónimo de 2010.
Una
nueva mirada sobre su ultimo plástico nos abocaría sobre “Repeat Until Death”,
para la que contarían con el apoyo del respetable, convirtiendo las primeras
filas en un mar de brazos alzados que
apuntaban hacia el escenario. Para el final se guardarían dos de las
composiciones que formaban parte de su anterior trabajo “The Poet And The
Parrot”, el corrosivo “Enter The Night” y el intrigante y oscuro “Into The Fire”.
SKYCLAD
Durante
los últimos años el folk metal se ha convertido en un estilo muy popular entre
las nuevas generaciones. A pesar de que muchas son las formaciones que
reconocen la influencia de Skyclad en sus composiciones, lo cierto es que la
formación de Newcastle nunca gozó de la popularidad que sin duda merecía,
especialmente durante su época más prolífica, la década de los noventa. Pese a
ello, no fueron pocos los que se acercaron para ver la descarga de estos
veteranos juglares británicos.
Luciendo
una sonrisa de oreja de oreja y dejando que fuera el violín de Georgina Biddle
el que se convirtiera en protagonista de los primeros compases del show, la
descarga de los británicos convertiría el recinto que albergaba el escenario
Mark Reale-Riot en un mar de cuerpos que danzaban alocadamente siguiendo las
perturbadoras melodías que nos proponían temas como “Land Of The Rising Slum”, o los aromas
medievales de “Another Fine Mess”, para los que Kevin Ridley se encargaría de
empuñar la acústica para acompañar a sus compañeros.
Aunque
los británicos nos ofrecieron una actuación de lo más simpática y distendida no
se olvidarían de la actual situación política durante la presentación del
irónico “The Parliament Of Fools”, que
arrancó con la banda cantando la introducción a capela antes de ponernos a
todos a dar palmas para acompañar su desarrollo. Aprovechando la euforia y el
buen rollo llegaba el momento de desmelenarse con ese himno a la fiesta que es
“Anotherdrinkingsong”, que nos dejaría la imagen de los congregados elevando
sus bebidas al aire para brindar a la salud de los músicos.
Tampoco
faltarían las alusiones al pasado de la banda y a la conmemoración de su
vigesimoquinto aniversario justo antes de atacar “The Declaration Of
Indefference”, que nos permitía viajar
atrás en el tiempo, concretamente hasta su segundo trabajo “A Burnt Offering
For The Bone Idol”, y rescatar así su faceta más netamente metalera.
Entre
bailes, sorpresas, bromas y brindis, la
actuación de los británicos se nos pasó en un suspiro. Pero antes de
finiquitar su descarga definitivamente todavía tendrían ocasión de hacernos
mover los pies con el marchoso “Thinking Allowed?” y su particular versión del
clásico de Thin Lizzy “Emerald”, que conseguía
que todos aunáramos nuestra voces para corear su estribillo ante la cara
de satisfacción de unos músicos complacidos.
STRATOVARIUS
Pieza fundamental para comprender el auge power metalero que vivió el viejo continente a mediados de la década de los noventa los finlandeses Stratovarius no viven a día de hoy uno de sus mejores momentos, pese a las buenas criticas que han cosechado sus dos últimos trabajo “Nemesis” y “Eternal”. Con una formación ya plenamente consolidada con la presencia del guitarrista Mattias Kupiainen, el batería Rolf Pilve y el bajista Lauri Porra, la formación liderada por el vocalista Timo Kotipelto y el teclista Jens Johansson regresaba para volver a hacer las delicias de sus seguidores españoles, proponiéndonos un repertorio en el que se mezclarían algunos temas de su ultima época y clásicos incontestables de su época dorada.
Con su elegancia habitual y con un Timo que acaparó todas las miradas al frente los finlandeses aterrizaban sobre el escenario para dejar una buena muestra de ese power melódico y salpicado de grandilocuencia con el novedoso “My Eternal Dream”. La respuesta de sus seguidores fue de lo mas entusiasta acompañando al vocalista en cada una de las estrofas. Tras recibir las primeras muestras de cariño de una audiencia que se mostró cercana y muy participativa llegaría el primer gran momento de la tarde con “Eagleheart”, que nos dejaría el primer gran alarde de un Mattias cada vez más protagonista en el sonido de la banda.
Pero evidentemente el maestro de las teclas Jens Johansson tenia mucho que decir, de modo que su instrumento se dejaría notar con fuerza durante “Phoenix”, “Lost Without a Trace” y el delicioso “S.O.S.”, que sería el elegido por el vocalista para aunar las voces de todos los presentes para crear un coro multitudinario. La retahíla de clásicos incontestables continuaría con la deliciosa “Against The WInd”.
Sería muy fácil para el combo finlandés plantear un repertorio plagado de clásicos para contentar a sus viejos seguidores, pero lo cierto es que Stratovarius no quisieron dejarse en el tintero algunas de las composiciones más destacadas de sus últimos lanzamientos, y una buena prueba fue el protagonismo del que disfrutó “Shine In The Dark”, la composición del bajista Lauri Porra, que nos acabaría abocando sobre el solo de teclado de Jens Johansson,
Si durante todo el show la conexión entre banda y publico fue encomiable, para la recta final los finlandeses provocarían el delirio generalizado con la deliciosa “Black Diamond”, la mas novedosa “Unbreakable” y el hímnico “Hunting High And Low”. En definitiva, seguramente Stratovarius ya han dado todo lo que tenían en sus obras de estudio, pero siguen siendo una buena banda en directo, pese a que cada vez la voz de Timo Kptipelto suena más plana y lineal.
URIAH HEEP
Uno
de los platos fuertes dentro de la jornada del jueves en los escenarios
principales era la presencia de los veteranos Uriah Heep. Aunque a los más
jóvenes el nombre de la mítica formación londinense les dirá más bien poco, la
banda del guitarrista Mick Box fue una de las formaciones más influyentes y
respetadas dentro del hard rock de los setenta con álbumes como “Look At
Yourself”(1971), “Demons & Wizards”(1972), o “The Magician´s Birthday”(1972),
en los que con el vocalista David Byron al frente dieron forma a un estilo
personal y reconocible, en el que confluían la potencia del hard rock y la elegancia de los desarrollos
progresivos.
Con los teclados de Phil Lanzon dándonos la bienvenida iban apareciendo uno a uno sus compañeros para adueñarse del escenario y dejar que los últimos rayos del sol fueran el marco perfecto para “Gypsy”. Como no podía ser de otra forma, la apertura con semejante clásico sirvió para que la gente diera un paso al frente y quedara embelesada con los rotundos duelos que se marcaron Lanzon y Box. Aunque debo admitir que se notó la ausencia del mítico Byron, lo cierto es que Bernie Shaw supo defender con eficiencia cortes emblemáticos como “Look At Yourself”, imprimiendo esa contagiosa garra roquera que acabó poniendo a gran parte del recinto a dar palmas.
Pero
si alguien pensaba que los británicos habían llegado hasta Villena para
ofrecernos un show basado únicamente en la nostalgia no podía estar más
equivocado, ya que las composiciones de su último redondo “Outsider”, gozaron
de una buena representación en el repertorio de esta noche. La primera en hacer
acto de presencia sería la marchosa “The Law”, que con su potente estribillo
ponía de manifiesto que la banda, lejos de estancarse, sigue intentando
expandir su sonido hacia nuevos horizontes, aunque sin renunciar a su identidad.
Muy bien recibida fue también “The Outsider”, que hacia subir las revoluciones
del personal gracias a su ritmo más acelerado y a los toques épicos que
imprimió Shaw en sus rotundos increscendos.
Los
suculentos aromas setenteros volverían de la mano de “Stealin´” que
representaría al material contenido en su sexto opus “Sweet Freedom” de 1973, siendo
al escogido para otro alarde de Box antes de que la banda al completo se
concentrara en dar la replica a un Shaw que no paró de recorrer el escenario
mientras buscaba al complicidad del respetable. El momento cumbre de la
actuación llegaría cuando tras una larga charla, -en la que el vocalista nos
comentó los cambios que sufrió el negocio musical a principios de los setenta-,
el quinteto se abalanzó sobre la grandilocuente “The Magician´s Birthday”.
El
retorno sobre su última entrega discográfica estaría marcado por los elegantes
pasajes del pegadizo “One Minute”, todo un derroche de clase y distinción
conducido por el bajista zurdo Dave Rimmer y los omnipresentes teclados de Phil
Lanzon. El momento emotivo de la noche llegaría cuando el vocalista se sentó en
uno de los monitores para interpretar la
delicada “July Morning”. Tras
agradecernos el propio Box nuestro apoyo durante todos estos años los
londinenses pondrían el fin de fiesta definitivo con otra de sus piezas
imprescindibles “Easy Livin´”, que con su invitación a mover los pies servía como
brillante punto y final a una destacadísima actuación.
Para
los seguidores de las tendencias más oscuras y extremas la descarga de los americanos Cattle Decapitation resultaba una
cita ineludible para pasar un buen rato con su Grind/Death salpicado de
brutalidad y algunos giros progresivos. Más de dos décadas lleva el vocalista
Travis Ryan, -único miembro original de la banda-, plasmando su ideología a favor de los
derechos de los animales en unas letras duras, criticas y explicitas, que
incitan a la reflexión y que se ven potenciadas a su máxima expresión por la
brutalidad instrumental del quinteto.
Aunque los americanos tienen un amplio catalogo a sus espaldas, lo cierto es que su presentación en esta undécima edición del Leyendas estuvo copada por el material de sus dos últimas entregas “Monolith Of Inhumanity”(2012) y “The Anthropocene Extinction”(2015), lo que nos privó de escuchar viejas favoritas como “Into The Public Bath” o “Testicular Manslaughter”. Pese a ello, la descarga de los de San Diego fue un compendio de fuerza, visceralidad y una actitud salvaje que acabó contagiándose a unas primeras filas que se dejaron arrastrar sin contemplaciones ante la sobredosis de velocidad y riffs demoniacos contenidos en piezas como “Manufactured Extinct” o “The Prophets Of Loss”.
Durante
todo el show Cattle Decapitation se mostraron rotundos y expeditivos
concediendo a su presentación un ritmo vivaz y vertiginoso, enlazando cada una
de sus composiciones sin apenas
concedernos ni un segundo de tregua. Casi siguiendo el mismo orden que
en su último trabajo se sucederían temas
como “Circus Inhumanistas”, “The Burden
Of Seven Billion” o “Not Suitable For Life”, que servirían para que Travis se
doblara hacia atrás mientras sacaba de sus cuerdas vocales esos desquiciantes
alaridos que se han convertido en seña de identidad de la banda.
Pero
que nadie piense que la descarga de los americanos fue un compendio de ritmos
vertiginosos y rugidos sin sentido, ya que si algo caracteriza la propuesta de Cattle Decapitation son esos
rotundos cambios de ritmo que nos adentran en derroteros más técnicos, tal y
como dejaron patente en piezas como “Pacific Grim” o la desoladora “Kingdom Of
Tyrants”, que propiciaban que los circle-pits no pararan de sucederse frente al
escenario. Fieles a su estilo y a su personalidad Travis Ryan y sus muchachos pasaron
por Villena dejándonos unas magnificas sensaciones y un pitido ensordecedor en los oídos.
Con
la noche ya bien entrada el escenario Azucena se preparaba para acoger la
visita de los míticos Anthrax. Durante los últimos meses un servidor ha tenido oportunidad de ver a Scott Ian y sus acólitos
en diferentes ocasiones, y siempre la sensación ha sido la misma: los
neoyorquinos son una autentica apisonadora en directo. Quizás pequen de tener
un repertorio demasiado previsible, siempre recurriendo a esos himnos clásicos
que les convirtieron en piedra angular del thrash metal, pero aun así siempre
resulta gratificante ver en directo a
una banda que se entrega a tope sobre las tablas.
Opiniones muy encontradas ha suscitado “For All Kings”, un plástico que marca un cierto distanciamiento con su anterior “Worship Music”, dejando claro que los neoyorquino quieren seguir evolucionando en su propuesta. Un imponente telón de fondo con la portada de su último trabajo y sendas pantallas laterales en las que podían apreciarse sendas estrellas de cinco puntas serían todo el montaje escénico que utilizarían Anthrax, ya que los thashers neoyorquinos fiarían todo su potencial a trallazos incontestables como “You Gotta Believe”, que les servía para abrir fuego y empezar a hacer rugir a una audiencia que no paró de correr en círculos durante todo el show.
En
cuanto a la banda, la principal novedad era la presencia de Charlie Benante que
se había perdido las últimas giras por nuestro país a causa de una lesión en el
túnel carpiano. Pero sin duda el autentico protagonista de la descarga fue el vocalista Joey Belladona, quien se
mostró absolutamente insultante, comandando en todo momento a sus compañeros
mientras dirigía el coro que acompañó al primer gran clásico de la noche
“Caught In A Mosh”. Su compañero a las seis cuerdas, Scott Ian, fue quien
volvió a ejercer como indiscutible jefe del quinteto, llevando las riendas con
sus aplastantes riffs mientras que Jonathan Donais, cada vez más
integrado, se mostraba absolutamente
desatado quemando su mástil en los incendiarios solos de “Madhouse”.
Pero
sin duda el motor, el autentico pulmón de la banda volvió a ser el incombustible
Frank Bello, que no paró de aporrear su bajo mientras hacía headbanging y nos
deleitaba con su colección de muecas
imposibles en los compases iniciales de “Got The Time”, que significó su primer
y único recuerdo hacia el material grabado durante la década de los noventa.
Con Joey corriendo como un descosido, la puesta en escena de “Fight´Em Til You
Can´t” fue de las mejores de todo el show, con la tripleta formada por Donais,
Ian y Bello copando el centro del escenario en un final absolutamente
arrollador.
Una
nueva escala en “For All Kings”, serviría para que el quinteto nos presentara
la pieza que sirvió como adelanto para el álbum “Evil Twin”, que volvería a
dejarnos con Scott dando vueltas en otro de sus bizarros bailes. La sorpresa de
la noche sería para “Medusa”, que
formaba parte del segundo trabajo de los neoyorquinos “Spreading The Disease” y
marcó el debut junto a sus compañeros del vocalista de Oswego.
Con
Belladonna fuera de escena sería Scott quien se pondría al frente de la nave
durante el oscuro “March Of The S.O.D.”, que se convertirá en la antesala
perfecta para la dosis de épica que significó “In The End”, en la que los
pentagramas de las pantallas laterales fueron reemplazados por las efigies de
Ronnie James Dio y Dimebag Darrell. Tras el emotivo homenaje llegaba el momento
de volver a convertir el recinto en una autentica fiesta, y que mejor elección
que el clásico de los franceses Trust “Antisocial”, que hacia que la gente se
dejara la voz coreando su conocidísimo
estribillo.
Con
el escenario sumido en la mas absoluta oscuridad y con la tensión palpándose en
el ambiente Scott Ian no tardaría en regresar sobre las tablas para proponernos
el riff de la novedosa “Breathing Lightning”. La locura se desataría nuevamente
cuando la batería de Benante empezó a escupir a discreción el devastador ritmo
de “I´m The Man” mientras Bello e Ian se encargaban de repartirse las tareas
vocales ante el despiporre generalizado. La última bala en la recamara de los
thashers neoyorquinos estaría reservada para “Indians”, que con Joey
recorriendo el escenario incansablemente nos hacia cantar a todos. Antes de
abandonar definitivamente las tablas Ian nos prometió que la banda volvería a
nuestro país el próximo año liderando su propio show.
Veteranía,
experiencia y una colección de clásicos imprescindibles que fue lo que
exhibieron Anthrax en una actuación que convenció al personal y que se hizo muy
corta.
Casi
dos décadas después de la publicación de su anterior trabajo “Slaughter Of The
Soul” la mítica formación precursora del sonido Göteborg regresaba en 2014 con
“At War With Reality”, un disco que colmaba las expectativas de sus seguidores y
representaba su vuelta por la puerta grande con la
misma formación que grabó su aclamadísimo “Slaughter Of The Soul”. Con
semejantes antecedentes parecía claro
que los suecos tenían todos los elementos para dar una fantástica
actuación, aunque, evidentemente, sería muy difícil superar el conciertazo que nos acababan de ofrecer Anthrax.
Con un montaje bastante más modesto en cuanto a luces y escenografía At The Gates salieron a escena con el cuchillo entre los dientes, dispuestos a dejar claro su posición dentro de la escena europea y ratificar, una vez más, que su regreso ha sido con todas las consecuencias, ya que tienen una fe ciega en las composiciones de su último redondo. Y es que el grueso de su repertorio estuvo centrado en el material de “At War With Reality” y “Slaughter Of The Soul”.
La
introducción “El Altar del Dios
Desconocido” marcaria la entrada de los músicos sobre las tablas para atacar
ante el delirio de sus incondicionales “Death And The Labyrinth”. Ataviado con
su inseparable gorra Tomas Lindberg se convirtió en el nexo de unión perfecto
entre banda y público, haciéndonos participes de temas como “Slaughter Of The
Soul” o “Cold”, que llevaban al éxtasis a los fans más veteranos gracias a esa sucesión de riffs rápidos y cortantes.
Pero
no todo sería velocidad y headbanging, ya que la banda también indagaría en su
faceta más netamente death metalera con los crujientes y melódicos desarrollos
que marcarían piezas como “At War With
Reality”. Una de las pocas concesiones que se permitieron al material de los
dos trabajos anteriormente citados sería “The Swarm”, todo un alarde de rotunda
intensidad metalera extraído de su
trabajo de 1994, “Terminal Spirit
Disease”.
Con
la gente coreando intensamente el nombre de la banda un fugaz guiño al “South
Of Heaven” de Slayer serviría para que los suecos volvieran a centrar su
objetivo sobre su más reciente entrega discográfica de manos de “The Circular
Ruins”, que hacia subir el nivel de intensidad mientras la gente se
arremolinaba en círculos frente al escenario. Aunque cabe remarcar que las nuevas
composiciones disfrutaron de una fantástica acogida, lo cierto es que temas
como “Under A Serpent Sun” o el demoledor “Suicide Nation” fueron los que
provocaron las respuestas más enérgicas del respetable.
Sería
el tenebroso arpegio inicial de “Heroes And Tombs” el que nos haría recobrar el aliento mientras la banda nos conducía a
través de terrenos más envolventes y
melódicos. No dudaría mucho la calma, ya que los suecos volverían a pisar el acelerador
al máximo para hacernos sucumbir bajo la tormentosa “Nausea”, cuyo estribillo
fue coreado con absoluta devoción por una audiencia que parecía enloquecida.
No
bajarían el nivel de intensidad y para afrontar la recta final del show apostarían por dos piezas de nuevo cuño
como son “Eater Of Gods”, dominada por esas progresiones que siempre les han
caracterizado, y “The Book Of Sand (The Abomination)” con banda y público
castigando intensamente sus cervicales en cada una de sus incendiarias acometidas.
Más cercano y comunicativo que en anteriores visitas, Lindberg se dirigió al
publico en varias ocasiones para agradecernos nuestra presencia esta noche y
recordó su ultima visita a nuestro país justo antes de atacar la aplastante
dupla final que conformaron “Blinded By Fear” y la envolvente “The Night
Eternal”, que marcaba el equilibrio perfecto entre melodía, brutalidad y
contundencia.
TEXTO Y FOTOS:ALFONSO DIAZ
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