Tras
publicar su prometedor debut “Angels Cry”, que les posicionaba como uno de los nuevos referentes del power
metal melódico al otro lado del océano Atlántico, los brasileños Angra
lanzarían el que para muchos es su mejor
trabajo hasta la fecha “Holy Land”, una obra conceptual en la que los de Sao
Paolo daban una vuelta de tuerca a su propuesta, apostando por un sonido más
personal e imaginativo, dejándose seducir por los aromas progresivos y esa peculiar
percusión propia de su país de origen. Para conmemorar el vigésimo aniversario
de su publicación, el guitarrista Rafael Bittencourt regresaba a nuestro país
para, liderando esta nueva encarnación de la banda, volver a desplegar toda la
magia de tan magna obra. Como compañeros de viaje para estos conciertos los
brasileños contarían con una de las bandas que más esta dando que hablar
durante los últimos tiempos, la formación capitaneada por el insigne
guitarrista ovetense Alberto Rionda: Alquimia, quienes, tras su exitoso paso
por esta misma sala el pasado mes de Mayo, regresaban para hacer las delicias
de todos sus incondicionales.
Muchos
pensábamos que este “Union Tour” se acabaría convirtiendo en una de las citas de la temporada, pero desafortunadamente la
gente no acabó de responder como cabía esperar, y la sala apenas llegó a registrar algo más de
media entrada. El planteamiento elegido para la ocasión sería un show compartido entre ambas bandas,
en el que tanto los asturianos como los cariocas competirían en igualdad de
condiciones y tiempo, e incluso se reservarían un par de jugosas sorpresas que, a la
postre, se acabarían convirtiendo en los
momentos más vibrantes de la velada.
Aunque
los cimientos del sonido de Alquimia se sustentan sobre el legado que nos
dejaron los primeros trabajos de Avalanch, esta nueva aventura de Alberto
Rionda pasa por ser la evolución natural de aquel sonido, combinando a la
perfección grandilocuencia, épica y melodía, todo ello aderezado por el talento
de su vocalista Israel Ramos. Pero sería injusto centrar el objetivo en la
dupla Rionda-Ramos, ya que si algo destacaría de la descarga de Alquimia es que
toda la banda se mostró compacta y unida, con la base rítmica que formaron Rubén
Lanuza y Leo Duarte sonando potente y rotunda, mientras Chez García daba la
replica con sus teclados a Rionda y
apoyaba a Ramos en las voces.
Acompañados
de una grandilocuente introducción y luciendo una amplia sonrisa, los miembros
de Alquimia aparecían en escena para dar el pistoletazo de salida a la velada
con una de las piezas de su último redondo “Espiritual”, dejando claro desde el
mismo arranque que venían dispuestos a ponerles las cosas muy difíciles a los
protagonistas de la noche. Un sonido poderoso y la entrega de un Israel que cantó
fantásticamente bien y que no paró de animar durante todo el show acabarían
siendo claves para que el quinteto consiguiera conectar rápidamente con la
audiencia gracias a la pegada de temas como “Dama Oscura”, que sería la elegida
para el primer gran alarde de un
inspirado Rionda.
Pese
a su corta trayectoria Alquimia han conseguido
calar hondo entre los seguidores del power metal en nuestro país, y la
mejor prueba de ello fueron las numerosas ocasiones en las que la audiencia
coreó el nombre de la banda. Además, tal y como se encargaron de recordar en un
par de ocasiones, el vocalista estaba
tocando en casa. El primer gran momento de la noche llegaría cuando Israel nos
retó a cantar a capela un fragmento de
“Xana”, justo antes de que el resto de la banda se sumara para rememorar el
primer clásico de Avalanch, que nos dejaría con el guitarrista tomando el
centro del escenario mientras Chez abandonaba su puesto tras los teclados para
empuñar un keytar. El retorno sobre el material de “Espiritual” estaría marcado
por la elegancia que Rionda imprimió a los sublimes desarrollos de “Vulnerable”, que
volvía a recabar el acompañamiento de una audiencia que estaba disfrutando al
máximo del concierto.
Con
el bajo de Rubén marcando rotundamente el paso se abría “La Flor En El Hielo”, que nos depararía otro
de esos duelos repletos de elegancia y
matices neoclásicos entre Rionda y Chez, mientras Israel ejercía como maestro
de ceremonias alentándonos a corear su melodía antes de abalanzarnos sobre un final épico. Aunque en ningún momento Rionda
se mostró como un líder autoritario, lo cierto es que a lo largo de la velada
no dudó en tirar de carisma para desatar
la euforia entre las primeras filas, tal y como sucedió durante el clásico “Delirios de Grandeza”.
Durante
esta primera parte del show el ritmo fue trepidante, con el quinteto dejando
una buena muestra de su maestría y sus tablas para conseguir que temas de su debut
como “Aliento”, se acabaran convirtiendo en otro de los puntos álgidos de la
velada. Resulta innegable la conexión existente entre Rionda e Israel, y esa
química que les llevó a escribir temas como “Sol Negro”, también consiguieron plasmarla sobre las tablas, con el guitarrista
recorriendo incansable el mástil de su instrumento mientras Israel se encargaba de recibir la
replica del respetable en cada una de las estrofas. Para poner el punto y
seguido a su actuación Alquimia se reservaban otro as en la manga, “Torquemada”,
que conseguía poner la sala literalmente patas arriba antes de que los músicos abandonaran
las tablas por primera vez.
No
parecía este el final definitivo de la descarga de Alquimia, de modo que no
tardaría Rionda en aparecer en escena, esta vez desprovisto de su guitarra,
para agradecernos nuestra presencia y anunciarnos que la noche estaría repleta
de sorpresas. Así que tras recibir la cerrada ovación de sus incondicionales el
guitarrista volvería a empuñar su instrumento para ofrecernos “Santa Barbara”, para que acto seguido se le
sumaran sus compañeros y dieran forma a “Claro De Luna”. La primera de las sorpresas
que nos había prometido Rionda llegaría durante “Divina Providencia”, para la
que los asturianos contarían con el concurso del guitarrista Rafael Bittencourt.
Entre
abrazos con sus compañeros y acompañado del caluroso aplauso de la sala el
brasileño abandonaría el escenario para dejar que Alquimia nos ofreciera una
especular recta final compuesta por “Sacrificio” y esa andanada de power metal sinfónico que es “Almas Unidas”. Muchos
son los que siguen criticando la linealidad del power metal, pero lo cierto es
que Alberto Rionda y sus muchachos demostraron, una vez más, poseer la clase y
la calidad necesarias para llegar a emocionar a los seguidores del género.
Siempre
resulta difícil llevar al directo un trabajo conceptual, y más cuando se trata
de una obra tan grandilocuente y ambiciosa como “Holy Land”. El principal hándicap con el que tendrían
que lidiar los brasileños sería su actual line-up, ya que de los músicos que grabaron el álbum solo estaría presente el guitarrista Rafael Bittencourt. Pese a
ello, y salvando la gran ausencia que representaba la baja de su socio a las
seis cuerdas, Kiko Loureiro, -de gira actualmente con Megadeth-, sus actuales
compañeros: el virtuoso guitarrista Marcelo Barbosa, el joven batería Bruno
Valverde, el bajista Felipe Andreoli y
el vocalista italiano Fabio Lione rayaron a un buen nivel, aunque creo que todos echamos en falta la
personalidad, el carisma y la elegancia del otro gran ausente: Andre Matos.
Pese
a que el show estaría centrado en el material de su segundo trabajo, la
descarga arrancaría con la composición que abría su último redondo “Secret
Garden”, publicado a principios del
pasado año, “Newborn Me”, que sonó algo confusa y deslavazada, con un sonido
poco matizado, que hacia difícil distinguir con claridad cada instrumento.
Desafortunadamente, no se solventarían estas irregularidades a medida que
avanzó el show, así que la descarga de Angra estaría marcada por un sonido algo
deficiente. Tampoco me acabó de convencer el excesivo uso de los arreglos que
disparaba Bruno desde el portátil situado junto a su batería, ya que,
personalmente, hubiera preferido que hubieran contado con el concurso de un
teclista. Tras recibir las primeras muestras de cariño de sus seguidores, Lione
se perdía entre bambalinas para dejar que el propio Rafael Bittencourt, con
micro inalámbrico, se encargara de mostrarnos sus facultades como vocalista a
lo largo de “Waiting Silence”.
Una
vez que ya habíamos calentado los motores llegaba el momento de embarcarnos en
la travesía que nos llevaría a través del recuerdo y nos haría rememorar el viaje de los conquistadores hasta las orillas
del “nuevo mundo”. Siguiendo el mismo orden que en su obra de estudio, nuestro
viaje arrancaría con un zarpazo de puro power metal como “Nothing To Say”, que hacia vibrar al
respetable mientras Lione se esforzaba por llegar a sus altas notas.
Precisamente, sería ese exceso de celo a la hora de subir tonalidades lo que acabaría desmereciendo un poco el tema.
Con el propio vocalista ocupando en solitario el centro del escenario arrancaría la sentida interpretación
de “Silence And Distance”, para que posteriormente se le uniera el resto de la
banda.
Un
par de detalles que me gustaron, y mucho, de la descarga del combo de Sao Paolo
fueron esos “coros reales”, -cada vez menos habituales en los directos-, y el
percusionista de apoyo que se encargó de dar ese toque étnico a temas como “Carolina IV”, que hacia que
todos nos pusiéramos a botar para convertirse en un de los puntos culminantes
de la noche, con Lione aunando nuestras voces para hacernos rugir cada vez que
levantaba los brazos al aire. Ataviado con un sombrero Rafael regresaría sobre
las tablas para deleitarnos con el baile tribal que sirvió como acompañamiento
para el tema que prestaba su título al
álbum “Holy Land”, antes de que un brusco golpe de timón nos adentrara en
tesituras más duras con la metálica “The Shaman”, que sonó apabullante gracias
a la monumental pegada de Bruno Valverde.
Una
vez más, volvería a ser Rafael quien se encargaría de llevar la voz cantante
durante la sentimental “Make Believe”, en esta ocasión acompañado de la
guitarra acústica y el respaldo de una
audiencia que no dudó en hacerse cargo de algunos de sus versos. El momento de
volver a cabalgar junto a los brasileños llegaría con “Z.I.T.O.”, que
curiosamente arrancaba con Lione cantando los primeros versos entre bambalinas ante la sorpresa generalizada
de una desconcertada audiencia. La parte más teatral del show estaría reservada
para “Deep Blue”, con Rafael gesticulando
airadamente para acompañar cada una de sus estrofas. Esa ambientación intimista
y relajada sería la que marcaría también
los aromas acústicos de “Lullaby For Lucifer”, que finiquitaba el amplio
capitulo dedicado a su trabajo de 1996.
No
abandonaría las labores vocales Rafael Bittencourt, aunque para el siguiente
tema contaría con el concurso de un invitado muy especial, “el maestro Alberto
Rionda”, tal y como lo presentó el carioca. Junto a él interpretaría en formato
acústico una emocionante “Bledding Heart”. Tras recabar otra magnifica ovación
Lione regresaría a escena para rescatar
un tema de la etapa de Edu Falaschi,
“Rebirth”. Mientras que para poner el broche definitivo a la velada el vocalista italiano invitaría a Israel Ramos para entre ambos
repartirse las líneas vocales de “Nova Era”.
En
definitiva, que la formación brasileña dejó una sensación agridulce a su paso
por la Ciudad Condal, ya que su descarga
estuvo marcada por un sonido poco nítido y, personalmente, creo que por un excesivo protagonismo vocal de Rafael
Bittencourt. En cualquier caso, siempre resulta un auténtico placer volver a
escuchar en directo un disco clásico como “Holy Land”, aunque, como comentaba,
esta vez creo que todos teníamos unas expectativas demasiado altas.
TEXTO:ALFONSO DIAZ
FOTOS.CARLOS OLIVER
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