Referentes
indiscutibles de la escena extrema internacional, Enslaved siempre fueron de
aquellas formaciones que prefirieron marcar el camino. Analizando con
detenimiento su longeva trayectoria uno puede apreciar que el combo liderado
por Grutle Kjellson y Ivar Bjornson siempre ha apostado por la innovación,
introduciendo diferentes elementos en su propuesta, aunque sin perder la
esencia de su sonido. Con su última obra “In Times” ya muy rodada la formación de
Haugesund arribaba a la Ciudad Condal para celebrar junto a sus seguidores su vigésimo quinto aniversario. El enclave
escogido fue la sala dos del Razzmatazz,
y como invitados de excepción para tan señalada efeméride los noruegos
contarían con el concurso de Oceans Of Slumber y Ne Obliviscaris.
Difícil
tarea sería definir el estilo de Oceans Of Slumber, ya que su amplio espectro musical abarca: las atmosferas doom,
los desarrollos jazzísticos y los elementos progresivos; todo ello aderezado
con unas buenas dosis de virtuosismo instrumental y rematado por la dualidad de
registros que marcan el guitarrita Sean Gary y la vocalista Cammie Gilbert, que
nos cautivó a todos con sus insuperables interpretaciones.
Acompañados
de una introducción bucólica la formación se posicionaba sobre las tablas dejando
que unos delicados arpegios de guitarra se encargaran de acunar los registros
líricos de Cammie. No tardarían mucho en sumarse el resto de sus compañeros para adentrarnos a través de la melancólica ”Winter”, que acabaría virando hacia
derroteros más intensos gracias a la crudeza de sus guitarras. Y es que la
propuesta de Oceans Of Slumber fue una sucesión de contrastes, tal y como
dejaron patente al abordar la conmovedora “Sunlight”.
Pero
que nadie piense que la descarga del combo de Houston estuvo exenta de la
crudeza más extrema, ya que a lo largo de su presentación no faltarían las furibundas
acometidas de “Devout”, que nos conducirían sobre una sucesión de intrincados
cambios de estructura. Para rematar su escueta actuación los americanos
optarían por unas intrigantes notas de piano, -tocadas por su batería Dobber
Beverly-, que marcarían el arranque de “… This Road” , que nos invitaba a
viajar por sus resplandecientes melodías.
Aunque
no dispusieron de mucho tiempo Oceans Of Slumber desplegaron todo su potencial
ofreciéndonos un repertorio centrado en el material de su última entrega
“Winter” .
Tras
un rápido cambio de equipo llegaba el momento de presenciar la descarga de Ne Obliviscaris. Al igual que sucediera con
los encargados de abrir la velada, la principal característica del combo
de Melbourne es la originalidad, ya que
sus composiciones de extenso minutaje son una simbiosis de diferentes elementos,
influencias y ambientaciones. Y es que la brutalidad extrema forma parte
imprescindible de su sonido, pero también unos rotundos cambios de ritmo y unos
seductores desarrollos melódicos comandados
por el violín de Tim Charles.
Sí
musicalmente Ne Obliviscaris son un rara-avis dentro del panorama extremo
internacional, tampoco suele ser muy habitual la presencia de dos instrumentistas
zurdos entre sus miembros: el
guitarrista Benjamin Baret y el bajista Brendan
Brown “Cygnus”. Pese a la complejidad de sus composiciones, lo cierto es que el
sexteto supo conectar con la gente desde que dieran el pistoletazo de salida
con “Devour Me, Colossus (Part I): Blackholes”, haciendo que el público se
moviera durante las partes extremas para después castigarnos inmisericordemente
con la dualidad vocal que nos ofrecieron los
cristalinos registros de Tim Charles y los guturales de Xenoyr.
Aunque debo reconocer que albergaba muchas
dudas sobre como serían capaces de plasmar toda la grandilocuencia de sus obras
de estudio en directo, los australianos se mostraron como una banda sólida,
compacta y virtuosa, dejando buena muestra de su profesionalidad al clavar los técnicos
desarrollos de la monumental “Of Petrichor Weaves Black Noise”, que servía para
que el batería Dan Presland nos deleitara con su velocidad de piernas. Pero sin
duda los momentos más intensos y vibrantes de su presentación estarían
reservados para los demoledores blast
beast que protagonizarían “Painters Of
The Tempest (Part II): Triptych Lux”, que nos dejaba a su bajista doblando las armonías
de guitarra en un final cargado de épica
y majestuosidad.
Ante
el comentario generalizado de que los australianos eran unas auténticas bestias,
nos adentrábamos en la recta final del show con el sorpresivo ejercicio de
violín que serviría como preámbulo para “And Plague Flowers The Kaleidoscope”, que conducido
por una percusión étnica se iría
envenenando para acabar convertido en un derroche de melodía, elegancia y, como
no, contundencia. Sorprendentes, técnicos,… ¡alucinantes! Ne Obliviscaris supieron sacarle el máximo partido a sus
cincuenta minutos sobre las tablas, dejando unas magníficas sensaciones y
abonando el terreno para una próxima visita, esperemos que liderando su propio
show.
Nunca
resulta fácil subir al escenario después de que una banda haya encandilado al
público, pero si algo les sobra a Enslaved son tablas, actitud y un puñado de composiciones
capaces de hacer que cualquier recinto se venga abajo. Muchas expectativas
había suscitado esta gira 25 aniversario, y lo cierto es que la audiencia
catalana respondió a la llamada del combo noruego, ya que la sala,- acotada a
la mitad por una cortina-, acabó registrando una buena entrada.
Pese
a ello debo reconocer que el show no me acabó de convencer. Musicalmente el
quinteto de Bergen se mostró excelso,
con un sonido arrollador y una
puesta en escena sobria, pero a la altura de una banda de su trayectoria.
¿Entonces cual fue el problema? Pues bien, creo que su repertorio estuvo
demasiado centrado en sus últimos lanzamientos, algo normal pero cuestionable
si tenemos en cuenta que el presente tour se presentaba como una retrospectiva
a toda su carrera.
Acompañados
de unas centelleantes luces rojas que seguían el ritmo de la batería los noruegos
tomaban posiciones para darnos la
bienvenida con una de las composiciones que mejor plasma el rumbo que ha tomado
su propuesta durante los últimos años “Roots Of The Mountain”, que nos
atenazaba con su contundencia metalera
para embarcarnos en un viaje musical que estaría marcado por la
genialidad progresiva y el estrecho vínculo que la banda supo fraguar con sus
incondicionales. Y es que la incorporación del teclista y vocalista Herband
Larsen supuso un punto de inflexión en la carrera de Enslaved, ya que sus
registros limpios resultan el
contrapunto perfecto para las rabiosas acometidas de Grutle, tal y como quedó
patente a lo largo de los arábigos desarrollos que marcarían “Ruun”.
Aunque
no se prodigaron excesivamente a la hora de las presentaciones, Grutle haría
especial hincapié en el speech que precedió a
“The Watcher”, que era la escogida para plasmar el equilibrio perfecto
entre contundencia, melodía, intensidad y épica. La primera mirada a “In Times”
llegaría de manos de “Building With Fire”, que nos hacia menear la cabeza
intensamente siguiendo la crudeza de sus
riffs y la rotundidad del bajo de Grutle. Más cercana a los patrones clásicos del viking metal sonaría la desgarradora
“Ethica Odini”, con un Grutle poseído dando la replica a las líneas vocales de
Larsen para acabar recabando una de las mayores ovaciones de la velada.
Con
el show inmerso en una clara línea ascendente llegaba el momento que muchos estábamos
esperando, el momento de rememorar su primera época, y que mejor que la devastadora
“Fenris”, que nos dejaba la estampa de la tripleta de cuerda agrupada en una
esquina e inmersa en una intensa sesión de headbanging. El retorno sobre los
esquemas progresivos vendría de manos de
“The Crossing”, que se
convertiría en el primer y único recuerdo que se permitieron a “Below
The Lights”; y el melancólico “Ground”, que con un fantástico solo de Arve
Isdal se encargaba de relajar los ánimos antes de poner el punto y seguido a la
velada.
No
tardaría mucho en aparecer Cato Bekkevold tras su kit para ofrecernos una
pequeña demostración de su pegada y su técnica Ese vendaval de velocidad y afilados
riffs que es la novedosa “One Thousand Years Of Rain”, sería la escogida para
que el show recuperara toda su mordiente antes de una última concesión al
pasado con el monumental “Allfǫðr
Oðinn”, que cerraba la velada por todo lo alto y dejándonos con ganas de
más.
Tras
veinticinco años en activo Enslaved dejaron claro que tienen cuerda para rato,
su propuesta sigue evolucionando disco a disco y su destino final parece que aún
no está marcado. No creo que nadie pueda poner ninguna pega a la actitud y la entrega que mostraron los noruegos sobre
las tablas, aunque creo que un repertorio
más extenso y equilibrado hubiera sido la guinda para una celebración
memorable.
TEXTO:ALFONSO DIAZ
FOTOS:CARLOS OLIVER
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