Tras
los pleitos por hacerse con los derechos del nombre de una banda insigne dentro del death metal sueco como es Entombed, el incombustible L.G. Petrov y sus acólitos
regresaban a la Ciudad Condal para presentar "Dead Dawn", la
segunda referencia editada bajo su nueva denominación, Entombed A.D., y
la excusa perfecta para que el quinteto volviera a la carretera para deleitarnos
con otro de sus incendiarios directos cargado de actitud, buen rollo y vibrante
death n´ roll. Como compañeros de viaje los de Estocolmo contarían con una banda
ilustre y querida como pocas: los veteranos Voivod, quienes hace unos meses ponían
en circulación su nuevo E.P. “Post Society”. Para aportar la savia nueva a un
cartel de infarto contaríamos también con el concurso de los americanos Lord Dying, mientras que
los encargados de abrir la velada serían Barren Womb.
A
media tarde, a las 18,15 horas, estaba previsto el inicio de las actuaciones,
de modo que cuando el dúo noruego compuesto por el guitarrista Tony Gonzahl y
el batería Timo Silvola apareció en escena apenas media docena de espectadores
les esperaban. Pese a ello, Barren Womb salieron muy motivados y dispuestos a aprovechar su oportunidad
ofreciéndonos una desquiciante sesión de noise-rock.
Con
ambos músicos situados uno frente a otro, el combo noruego repasaría a lo largo
de su escueta presentación las composiciones de sus últimas entregas “Nique Everyhing” y “The Sun´s Is Not Yellow,
It´s Chicken”, repartiéndose las tareas vocales en temas como
"Älyämpäri". Viscerales, sucios, pero ante todo divertidos y
marchosos, este peculiar dúo nos
volarían la cabeza con las incendiarias aceleraciones punk de "Nexus
Diplomis". Entre brindis y mientras la sala se iba poblando de público, el
show entraría en su recta final impulsado por la extrema voracidad de "Kill Hicks". Entretenida y
original, la descarga de Barren Womb no se sí acabaría de cuadrar con los
gustos más metaleros de los seguidores de Entombed A.D. y Voivod, pero lo que si tengo claro es que no
dejó indiferente a nadie.
Tras
un entreacto más largo de lo habitual les llegaba el turno a los americanos
Lord Dying. Si en su prometedor debut “Summon The Faithless” los de Porland
supieron captar la atención de los seguidores
del doom y el sludge, en su última entrega “Poisoned Altars”, la formación capitaneada
por el orondo frontman Erik Olson parece haber subido la apuesta, decantándose
por unas composiciones más rápidas y marcadas por un sonido de guitarras que
parece sacado del libro de estilo de los mismísimos Slayer.
Sin
ninguna clase de introducción y con un simple saludo el cuarteto se posicionaba
en escena para hacernos sucumbir bajo el poderío doom metalero de la
inicial "(All Hopes Of A New Day)... Extinguished". Sustentando
su sonido sobre la sólida pegada del
batería Wade Murff, el combo americano se mostró como un descomunal engranaje
de facturar metal ardiente y maligno, tal y como demostraron al adentrarse en
los desarrollos épicos de "Greed Is Your Horse".
Tampoco
faltarían durante su descarga algunos toques técnicos como los que marcarían
las elaboradas progresiones de “The
Claerung At The End Of The Path”, con ambos guitarristas repartiéndose las tareas
solistas mientras su aplastante sección rítmica nos golpeaba
inmisericordemente. Mucho más rápida, y con reminiscencias a su compatriotas
Obituary, sonaría el enfermizo “Suckling At The Teat Of She-Beast”.
El
retorno sobre las sonoridades más densas y cadenciosas llegaría de la mano de
“A Wound Outside Of Time”, que nos hacía agitar la cabeza mientras Olson escupía desafiante sus
tortuosas estrofas. Una última mirada sobre su debut serviría como excusa para
“What Is Not… Is”, con la que rescataban su faceta más primigenia y descarnada.
Para poner la rúbrica a su presentación los americanos optarían por la pieza
que cierra su último trabajo, “Darkness Remains”, mezclando a la perfección la
solidez de sus riffs y el dinamismo melódico de sus solos.
Veteranos,
incombustibles e inclasificables. A lo largo de su dilatada carrera Voivod han
evolucionado y modificado su estilo en innumerables ocasiones, aunque siempre
manteniéndose fieles a sus raíces y a su marcada personalidad, algo que les ha
convertido en una banda única e irrepetible. Quizás nunca hayan jugado en las
“grandes ligas” como algunos de sus coetáneos, pero lo que nadie puede
discutirle a la formación canadiense es la calidad técnica de sus composiciones
y ese toque distintivo que les hace ser
tan especiales.
Un
telón con el clásico logo de la banda nos anunciaba que Snake y sus muchachos
serían los siguientes en aparecer en escena. Tras una larga introducción y
comandados por ese fantástico animador que es el vocalista, la banda tomaba el
escenario para desatar la euforia en la pista con la arrolladora “Killing Technology”. No nos darían ni un
segundo de tregua, así que tras diluirse el primer pogo de la noche, la fiesta
proseguiría con un sonriente Away aporreando su kit para comandar “Tribal
Convictions”, que nos dejaría el primer alarde de un Chewy que se mostró enorme
durante todo el show.
Pese
a ser el último en entrar en la formación, lo cierto es que Rocky se mostró
perfectamente integrado con sus compañeros, destacando especialmente la
coordinación con Away en temas como el vertiginoso “Order Of The Blackguards”,
que se convertiría en la excusa perfecta para hacernos cantar a todos mientras
la banda proseguía su viaje a través de la década de los ochenta. Precisamente,
la primera mirada al presente llegaría con las envolventes ambientaciones del
novedoso “Fall”, que nos dejaba a Snake aproximándose al filo del escenario
para obsequiarnos con algunas de sus bizarras muecas.
Como
suele suceder siempre en sus presentaciones no faltaría el vacile con el respetable,
que en esta ocasión llegaría cuando Chewy se descolgó con un pasaje de la
“Garota de Ipanema”, que serviría como introducción para la rabiosa “The Prow”, única
concesión que se permitieron al material facturado durante la década de los
noventa. No tardarían mucho en recuperar su faceta más netamente thrashera para
regalarnos los devastadores desarrollos épicos de “Korgüll The Exterminator”. Mientras que el
desgarrador bajo de Rocky sería el encargado de llevar las riendas durante el apocalíptico
“Post Society”.
Para
rematar una presentación que estuvo marcada por un repertorio matador y la
actitud de unos seguidores que se entregaron al máximo, el cuarteto optaría por
dos piezas clásicas dentro de su repertorio: “Chaosmöngers”, y la inevitable
“Voivod”, que hacía que toda la sala
coreara al unísono el nombre de la banda en un final desquiciante, con los
músicos revolcándose por el escenario mientras el pogo se hacia cada vez más
intenso y despiadado.
Con los ánimos muy caldeados tras la
demoledora descarga de los canadienses, un público expectante
tomaba posiciones frente al escenario mientras los propios miembros de
Entombed A.D. se afanaban en poner a punto su equipo. Así que tras unos minutos
en los que el escenario quedó desierto los protagonistas de la noche
reaparecían empuñando sus instrumentos para agitar al personal con el ímpetu
metalero del novedoso "Midas In Reverse", que desde el
mismo arranque convertía la pista en un campo de batalla. Como en ellos suele
ser habitual, el quinteto se mostró expeditivo
y muy dinámico sobre las tablas, intercambiando constantemente sus posiciones
mientras L.G. Petrov sellaba la alianza con sus incondicionales al atacar el primer clásico de la noche
"Stranger Aeons".
Y es que, pese al inexorable
paso del tiempo, el vocalista sigue conservando esa actitud gamberra y un tanto
histriónica, luciendo su maligna sonrisa mientras da buena cuenta
de cortes de la última época como "Second To None" o “The Winner Has
Lost”. Pero si alguien pensaba que esta nueva etapa iba a significar una
ruptura con su glorioso pasado no podía estar más equivocado, ya que el grueso
del repertorio de esta noche estuvo salpicado de viejas favoritas como
"Eyemaster" o "Living Dead", que hacían retumbar los
cimientos del local mientras Victor Brandt alzaba desafiante su bajo.
La tercera muestra de su última obra correría a cargo de la corrosiva "Dead Dawn", cuya discreta acogida contrastó con la algarabía que provocó "Like This With The Devil", que se convertiría en una de las escasas concesiones que se permitieron a los discos que Entombed publicaron durante la segunda mitad de los noventa. Para reivindicar sus raíces más netamente death metaleras optarían por "Revel In Flesh", que acabaría fundiéndose con el adictivo "Wolverine Blues", que nos dejaba un intenso duelo entre Nico Elgstrand y Guilherme Miranda, mientras en la esquina del escenario L.G. se peleaba con su teléfono para sacar una instantánea del fantástico ambiente que se respiraba en la pista.
El momento de contemporizar
los ánimos del personal llegaría al adentrarnos en la cadenciosa intensidad de la pieza que abría “Morning
Star”, la machacona "Chief Rebel Angel". Entre los brindis y los
vaciles de un L.G. completamente desatado nos adentrábamos en la recta final
del show con un celebradísimo “Night Of The Vampire”, que se convertiría en la
antesala perfecta para el icónico “Left Hand Path”, que propiciaba que la sala
se viniera abajo.
Si eléctrico y humeante fue todo el show, para los bises la banda nos tenía reservada una última ración de brutalidad death metalera proponiéndonos, ante el delirio de sus incondicionales, temas como “Full Of Hand”, “Supoposed To Rod” y “Serpent Speech”. Pese a los cambios de nombre, L.G. Petrov y sus muchachos parecen dispuestos a seguir publicando trabajos mientras continúan sacando lustre en sus directos al material clásico de los míticos Entombed.
TEXTO:ALFONSO DIAZ
FOTOS:CARLOS OLIVER
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