Lo
difícil no es llegar sino mantenerse. A lo largo de las últimas décadas el
nombre de Saxon ha estado tan vinculado al heavy metal como los elásticos, las
tachas o las chupas de cuero. Toda una vida de trabajo, música y carretera han
convertido a la mítica formación británica en referente indiscutible del
género, sobreponiéndose a cambios de formación,
litigios legales y modas. Hace aproximadamente un año su visita acompañando a
otra banda legendaria como Motörhead quedaba truncada por la irreparable
perdida de Lemmy Kilmister. Así que tras reorganizar sus planes de gira, el
incombustible Biff Byford y sus muchachos regresaban a nuestro país para
presentar las composiciones de su vigésimo primera obra de estudio “Battering
Ram”.
Durante
su longeva trayectoria los metaleros de Bransley han vivido etapas mejores y
peores. De modo que tras haber peregrinado por casi todos los locales de la Ciudad
Condal, su retorno a la sala grande del Razzmatazz servía para dar lustre a tan
señalado reencuentro, y mas cuando para acompañarles contarían con el respaldo
de otras ilustres veteranas como son Girlshool. Como representantes de la
escena nacional contaríamos con el concurso de ´77, quienes aprovecharían su
oportunidad para montar una buena fiesta y presentar sus credenciales a quienes todavía no les conocían.
Dispuestos
a ser protagonistas y no una simple banda de apertura, la formación liderada
por los hermanos Valeta salió dispuesta a
ofrecernos una buena ración de ese rock potente, eléctrico y vacilón que les ha valido para ser considerados como
los “nietos” catalanes de los australianos Ac Dc. Sin duda, el hecho de tocar en casa y
la excelente reputación que el cuarteto se ha granjeado en directo sirvieron
para que la conexión con el público fuera absoluta desde que aparecieran en escena con el marchoso
“We´re 77”, que ponía a la gente a cantar desde el mismo arranque.
Con Armand muy metido en su papel de frontman, -repartiendo sonrisas y saludos-,
el ambiente se iría caldeando gracias a
la pegada que exhibieron en el explosivo “High Decibels”, que hacía que LG
se convirtiera en el centro de todas las miradas con su desenfrenada forma de tocar la guitarra.
Su
cuarto trabajo “Nothing´s Gonna Stop Us”, ha supuesto su consagración definitiva dentro
de la escena nacional, de modo que durante su presentación no faltarían temas como la desenfadada “It´s
Alright”, que se convertiría en el preámbulo perfecto para que Armand nos animaría
a convertirnos en parte activa de la
fiesta al invitarnos a participar en los
coros del infeccioso “Down And Dirty”,
que se convertiría en el único recuerdo que se permitieron a su “Maximum Rock
N´Roll”.
Como
viene siendo habitual en todas sus descargas, no faltaría el paseo LG entre la
audiencia mientras sus compañeros atacaban “Things You Can´t Talk About”, ni la
locura que desató la vertiginosa “Tightrope”, que era la escogida para retornar sobre el material de su última
entrega. El primer recuerdo de la noche hacia la figura de Lemmy Kilmister
llegaría con su versión del “The
Hammer”, para la que Armand dejaría su guitarra para encargarse únicamente de
las tareas vocales. Mientras que el
final definitivo estaría reservado para esa declaración de principios que es “We Want More Rock N´Roll”. Sinónimo de
calidad, diversión y rock n´roll, el cuarteto catalán volvió a demostrar sobre
las tablas el porque son una de las bandas más en forma dentro del panorama
nacional.
Tras
un vertiginoso cambio de equipo el escenario estaba preparado para acoger la
descarga de una formación que, sin llegar nunca a despuntar, siempre ha gozado
del cariño y el respeto de los seguidores del heavy metal: Girlschool. Sin
grandes alardes escénicos y parapetadas en la sobriedad que siempre les ha
caracterizado las londinenses salieron con las pilas bien cargadas, poniendo
toda la carne en el asador desde que irrumpieran
en escena con los rotundos guitarrazos de “Demolition Boys”.
Acogidas
cálidamente por el respetable, el cuarteto supo granjearse el apoyo de una
audiencia que acompañó con palmas el desarrollo del fiestero “C´Mon Let´s Go”.
Pese al paso de los años, la banda sigue manteniendo intacta su personalidad, logrando
que temas clásicos como “Hit And Run”, siguán conservando esa inconfundible
garra roquera que lo convierten en una
apuesta segura de cara al directo. En una noche tan emotiva como esta, tampoco
faltaría el recuerdo hacia otra figura imprescindible dentro del heavy metal
como es Ronnie James Dio, durante la
presentación de “I Spy”, que les servía para levantar el pie del acelerador
mientras Kim McAuliffe y Enid Williams se repartían las tareas vocales.
No
sería esta la única oportunidad de escuchar a la bajista, ya que también se encargaría de
llevar la voz cantante durante “Come The
Revolution” y su vacilona versión de The
Gun, “Race With The Devil”. Aunque, como era previsible, el grueso de su repertorio
estuvo centrado en sus primeros trabajos, no faltaría algún recuerdo a su última
entrega discográfica “Guilty As Sin”, con
la acelerada “Take It Like A Band”, que les servía para volver a
reivindicarse como alumnas aventajadas de Mr. Kilmister y Cía.
Sin
embargo, los momentos más vibrantes y eléctricos de la velada estarían reservados para sus
temas clásicos, con la gente muy participativa a la hora de seguir los
contagiosos estribillos que marcarían
temas como “Watch Your Step” o la final
“Emergency”, que nos dejaba a todos con un excelente sabor de boca antes del
plato fuerte de la velada.
El
de esta noche era uno de esos conciertos especiales, de aquellos que suponen el
reencuentro entre viejos colegas que hacía tiempo que no coincidían. De modo que,
pese a ser domingo por la tarde, el ambiente en el recinto estaba de lo más
caldeado, y más después del excelente aperitivo que habían supuesto las
descargas de ´77 y Girlschool. Todo estaba
listo para el desembarco de las
estrellas de la noche, con un escenario dominado por un gran logo de la banda y
la espectacular tarima sobre la que descansaba la batería de Nigel Glockler,
flanqueada por 4 Marshalls a cada lado.
Ataviado
con su clásica casaca larga, el
vocalista aparecía en escena extendiendo los brazos para saludar a sus
seguidores mientras sus compañeros empuñaban los instrumentos para dar el
pistoletazo de salida a casi dos horas de auténtico heavy metal con “Battering
Ram” dejando claro, desde el mismo arranque, que la banda está en un excelente estado de forma.
Y es que durante todo el show el carismático frontman no dejó de recorrer el
escenario para demandar nuestra participación a la hora de acompañarle en temas imprescindibles dentro de su discografía
como “Heavy Metal Thunder”, que desataba la euforia entre las primeras filas mientras ambos guitarristas se encaramaban
sobre la tarima de la batería. Ante una sala absolutamente rendida nuestro
viaje proseguiría con un rotundo “Sacrifice”, que fue recibido como si de un
clásico más se tratase, acompañado por unas densas columnas de humo que hacían
su primera aparición sobre las tablas.
Sin
darnos ni un segundo de tregua, el amenazante bajo de Gus Macricostas, -
sustituto de Nibbs Carter en este tramo del tour-, sería el encargado de
adentrarnos en “Solid Ball Of Rock”, que se convertiría en la excusa perfecta
para que Biff calentara nuestras gargantas antes de hacernos entonar su hímnico
estribillo. Precisamente, sería esta la única licencia que se permitieron al
material facturado durante la década de los noventa, ya que a continuación se
sucederían algunas “viejas favoritas” como “Never Surrender”, o “The Eagle Has Landed”, durante la que caería
el telón de fondo para dejar ante nuestros ojos la figura del mítico águila.
Varias
fueron las ocasiones a lo largo de la velada en las que la formación tuvo que contemporizar el ritmo del show para
dejar que los fieles corearan insistentemente el nombre de la banda, provocando que el propio Biff nos devolviera los
aplausos y nos agradeciera la presencia
de diferentes generación de metaleros. Una de las sorpresas de la noche llegaría con una
inesperada “Stand Up And be Counted”, una pieza del mítico “Wheels Of Steel”,
que la banda ha recuperado para este
periplo europeo. El contraste entre el presente y el pasado quedaría plasmado
con “The Devil´s Footprint”, que nos dejaba con el escenario sumido en la
penumbra antes de que el tándem formado por Paul Quinn y Doug Scarratt nos
volara la cabeza con la rotundidad de sus aniquiladores riffs.
Una
vez más, llegaría el momento de hacer referencia al gran ausente de la noche
antes de que el quinteto nos pusiera a todos a botar mientras entonábamos el estribillo del
imprescindible “Strong Arm Of The Law”. No decaería el nivel de intensidad, ya
que la siguiente en sonar sería “Power And The Glory”, que impregnaba el
recinto de épica metalera mientras Biff se paseaba exultante por el escenario
haciendo rugir al personal. Y es que el
veterano vocalista sigue conservando intacto el carisma que le ha convertido en uno de los
frontmans por excelencia del heavy metal. Su versión del clásico de Christopher
Cross “Rock Like The Wind”, sería la excusa perfecta para que todo el recinto
continuara cantando antes de que Paul Quinn se encargara de rubricar el tema
con un fantástico solo de guitarra.
Nuevamente
los cánticos volverían a inundar el recinto. De modo que el vocalista se
dirigiría a los presentes para preguntarnos
si queríamos escuchar un tema lento o uno
rápido. La respuesta escogida, como no podía ser de otra forma, fue la segunda,
así que la banda se abalanzaría sobre el trepidante “20.000 Ft”, que nos hacia agitar
la cabeza frenéticamente. Una nueva mirada sobre “Battering Ram”, nos
adentraría sobre el poderoso uptempo
“Queen Of Hearts”, que hacia bajar el nivel de revoluciones, que no de
intensidad, con toda la banda posicionada junto a la batería de Nigel Glockler
para dejar en solitario al vocalista en primera línea de fuego.
Tampoco faltaría durante su show algún guiño
hacia sonoridades más roqueras en temas como “And The Bands Played On”, que
quizás de entre las clásicas fue de las que recibió una acogida más discreta. Sin
embargo, si hay algo que les sobra a
Saxon son temas para poner cualquier recinto patas arriba, así que la elegida para volver a
reenganchar al personal sería “Dallas 1
P.M.”. Si intenso y eléctrico fue todo el concierto, la recta final fue
absolutamente demoledora con una versión del “Ace Of Spades”, que sirvió como
homenaje al gran Lemmy, y la final “Wheels Of Steel”, que hacía que la sala se
viniera abajo.
El
retorno de los músicos sobre las tablas llegaría de la mano de “Let Me Feel
Your Power”, con un Biff impresionante saltando junto a la audiencia, para acto
seguido dejar paso a una coreadísima “747 (Strangers In The Night)”, que
marcaría su vuelta a los camerinos. Entre cánticos de sus seguidores la banda
retornaría sobre las tablas para rematar la velada definitivamente con la
imparable tripleta que conformaron “Crusader”, “Denim & Leather” y una
alargada versión de “Princess Of The Night”, que rubricaba el triunfo
incontestable de los británicos y sellaba su alianza con una audiencia fiel y
devota.
Quizás
sus cifras de ventas no estén al mismo nivel que algunos de sus coetáneos, pero
lo que nadie puede discutirles a Saxon es la fiabilidad, la entrega y la
profesionalidad que exhiben en sus directos. Y es que, aunque suene a tópico,
tenemos Saxon para rato, y eso quiere
decir que la llama del heavy metal sigue viva.
TEXTO:ALFONSO DIAZ
FOTOS:CARLOS OLIVER
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