Uno de los vocalistas más carismáticos del panorama
nacional arribaba a la Ciudad Condal para presentar en sociedad su última
entrega discográfica "La Factoría Del Contraste". A diferencia
de lo que sucediera en anteriores ocasiones, Leo Jiménez y sus muchachos
prefirieron dejar su habitual visita a la capital catalana para cuando el
plástico estuviera ya bastante rodado, algo que propició que sus nuevas
composiciones gozaran de una excelente acogida. Era una noche
complicada, ya que su descarga coincidía con la del canadiense Devin Townsend,
pero la fidelidad y lealtad de los seguidores del fuenlabreño sirvieron para que la Sala Bikini acabara
registrando una fantástica entrada.
Desde que Leo se diera a conocer ante el gran público
como el cantante de Saratoga, el frontman ha conseguido hacerse un hueco entre
los seguidores del metal más tradicional, pero su amplitud de miras a la hora
de enfocar sus posteriores proyectos le han servido para enganchar a su
propuesta a las nuevas generaciones. Pero sería injusto decir que todo gira en
torno a la figura del vocalista, ya que si algo llama la atención es la
sintonía de la banda sobre las tablas, y la sensación de que funcionan como
un equipo sólido y compacto, en el que todas sus piezas resultan
fundamentales para ofrecernos casi dos horas de metal potente, cañero y
rebosante de actitud y entrega. Pese a que en los días previos a la cita se conocieron
las primeras fechas del regreso de Stravaganzza, lo cierto es que Leo pasó
casi de puntillas sobre el tema, ofreciéndonos únicamente una breve mención
durante el tramo final del show.
Con puntualidad británica y tras una espera amenizada por
una buena sesión de blues, el quinteto aparecía sobre las tablas acompañado de
una grandilocuente introducción y
contando como único adorno escénico con un gran telón de fondo en el que podía
leerse el nombre del vocalista junto a la leyenda "Fuerza y Honor".
La encargada de dar el pistoletazo de salida al show sería “Desde Niño”, que nos sorprendía con sus
afiladas guitarras para crear un clima
de comunión total con la audiencia que se mantendría durante toda la velada.
Habiendo recibido la cálida acogida de una enfervorizada audiencia tocaba
dejarse imbuir por la rotundidad de la base rítmica que conduciría la corrosiva
“Condenado”, que se convertiría en el vehículo perfecto para que Antonio
Pino nos ofreciera el primer alarde solista de la noche.
Y es que el ataque a tres guitarras que nos ofrecieron
Leo, Rufo y Antonio propiciaría que temas como “Misantropía”, sonaran poderosos
y amenazantes, desatando la euforia de unas primeras filas que, siguiendo las
indicaciones del frontman, elevarían sus cuernos al aire. Aunque en ningún
momento el show perdió su dinámica intensidad, Leo no se olvidaría durante la
presentación de “A Volar”, de todos los amantes de la velocidad y las motos,
para posteriormente dejarnos la estampa de la tripleta de “hachas” ocupando el
centro del escenario antes de conducirnos sobre un final épico, con el
vocalista estirando al máximo sus cuerdas vocales para recabar una de las
mayores ovaciones de la noche.
Aunque para todos Leo siempre será considerado como un
excelente vocalista, lo cierto es que
los momentos en los que más se le vio disfrutar, haciendo headbanging junto a
sus compañeros, fue empuñando la guitarra para atacar los demoledores riffs del
reivindicativo “Hambre”, que abría el extenso capítulo dedicado a su último
redondo. Con la gente completamente entregada y acompañando con palmas
llegaban los primeros compases de “Con Razón O Sin Razón”, que acabaría
recabando otra monumental ovación. El primer respiro de la noche estaría
reservado para los aromas acústicos de “Vuela Alto”, que nos permitía recobrar
el aliento tras un electrizante arranque.
No dudaría mucho la tregua, ya que al igual que sucede en
“La Factoría Del Contraste”, para “El Dilema”, aparecería en escena un invitado
muy especial, Mero Mero de Cuernos De Chivo, que se encargaría de dar la réplica
con unos rotundos guturales que harían retumbar los cimientos del local. El
tándem vocal se mantendría para “Soy Libertad”, donde a mitad del tema Leo
abandonaría por primera vez la guitarra para concentrarse en su faceta de
frontman, clavando su rodilla en el suelo para escenificar un tortuoso final
mientras Mero Mero se golpeaba
desafiante el pecho.
Como reza su último trabajo esta sería una noche de contrastes. Así que
tras semejante derroche de rabia y agresividad tocaba cambiar radicalmente de
registro y dejarnos arrastrar por las
sugerentes melodías de “Ojos Así”, que serviría para que gran parte del público
coreara su pegadiza melodía central siguiendo las indicaciones de un complacido
Leo. Nuevamente, Antonio volvería a
empuñar la acústica para adentrarnos en el dramatismo de “Caballo Viejo”.
Tal y como nos había prometido Leo, Mero Mero retornaría
sobre las tablas para volver a aportar su brutalidad extrema en “No Hay Más
Canciones Para Ti”, para la que el vocalista volvería a colgarse la guitarra.
Un brillante solo del batería Carlos Expósito, (fundamental en los coros a lo
largo de toda la noche), nos abocaría
sobre el tramo final del show con una coreadísima “Tu Destino”, tras la que los
músicos se perderían entre bambalinas por primera vez.
No tardarían mucho en regresar sobre las tablas para que
Leo nos presentara a sus compañeros antes de arrancar los bises con la versión de Cómplices “Es Por Ti”, que
fue coreada como si de un himno metalero se tratara. Pero sin duda uno de los
momentos de la noche fue cuando Leo recordó que Saratoga estaban esa misma
noche descargando en Madrid antes de atacar dos temas del mítico “Agotarás”:
“Parte De Mí”, la emotiva canción que compuso para su abuelo, y la
estratosférica “Resurrección”, que sonó absolutamente imparable con dos
guitarras y que fue acompañada por un circle pit. El epílogo para estas dos horas de
metal lo pondría la versión del clásico
de Mecano “Hijo De Luna”.
Habrá quien piense que si Leo
se decantara por una propuesta más tradicional y melódica ahora mismo estaría tocando en recintos de mayor aforo, pero lo
que nadie puede discutirle al fuenlabreño es su honestidad, su empeño a la hora
de innovar y no repetirse, y, ante todo, su capacidad para
firmar unos directos apabullantes.
TEXTO Y FOTOS:ALFONSO DIAZ
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