Probablemente Kreator sean a día de hoy la banda más
insigne del thrash metal europeo, pero no siempre fue así. Tras unos primeros
trabajos en los que los germanos se consolidaron como la respuesta continental
a la invasión yankee que lideraban Metallica, Slayer o Testament, la década de
los noventa nos trajo sus coqueteos con
los sonidos industriales y, posteriormente, con las ambientaciones góticas.
Pero tras ver peligrar su status, Mille Petrozza y sus muchachos volverían
sobre sus raíces con "Violent Revolution", y como si de una
declaración de intenciones se tratase "Reconquering The Throne",
marcaría el inicio de una nueva etapa en la que el cuarteto, dosificando
sus lanzamientos y concentrándose en los directos, recuperaría el terreno
perdido con obras como "Enemy Of God", "Hordes Of
Chaos" y "Phantom Antichrist".
Su decimocuarta entrega de estudio "Gods Of
Violence", ha vuelto a ser un éxito entre sus seguidores, mostrándonos a una banda que sin perder su personalidad ha
dado un paso hacia derroteros más melódicos y cercanos al metal tradicional.
Seguramente lo más sencillo para encarar este nuevo periplo hubiera sido
rodearse de un par de nuevas formaciones que les hubieran permitido tirar
de historia y galones. Pero, sin embargo, Petrozza y sus acólitos han optado por liderar un atractivo y variado
paquete de gira en el quedan representadas diferentes tendencias dentro
de la escena extrema, y, además, contando con la veteranía y solvencia de
bandas como Aborted, Soilwork y Sepultura.
Pese al vespertino horario, -la hora prevista para
el inicio de las actuaciones era las 18:10 horas-, la sala grande del
Razzmatazz estaba ya bastante concurrida cuando Aborted aparecieron en escena.
Durante los últimos años la formación comandada por el carismático Sven de Caluwé
nos ha visitado en diferentes ocasiones dejando siempre a su paso unas
fantásticas impresiones. Así que esta vez con su nueva obra bajo el brazo,
"Retrogore", no iba a ser una excepción.
Aunque los deathers belgas eran los encargados de abrir
la velada, ofreciéndonos la propuesta más extrema de la noche, la banda
sorprendió al presentar una cuidada escenografía que incluyó un gran
telón de fondo, columnas de humo en la parte central del escenario, y dos
ataúdes colocados en vertical que contenían sendos esqueletos que se
iluminarían en momentos puntuales del show.
Precedidos de una larga e inquietante introducción y
sobre un escenario bañado en púrpura el
quinteto se mostró tan visceral y expeditivo como de costumbre,
desgranando de forma seminal la inicial "Divine Impediment". Un
sonido poco matizado junto a la voz de
Sven casi imperceptible nos hacían presagiar que su actuación no acabaría de
cumplir con las expectativas. Pero afortunadamente todo cambiaría durante
"Cadeverous Banquet". Y es que contar con un frontman como
Sven, que no paró de moverse mientras nos invitaba a dar velocidad al circle-pit
que acompañó a “Meticulous Invagination”,
fue la mejor garantía de éxito.
La escalada de velocidad y agresividad no se detendría a
la largo de la novedosa “Retrogore”, con la que los belgas reivindican su
faceta más extrema y brutal. Con el frontman animando al
respetable a que elevara los cuernos al aire arrancaría “Coffin Upon
Coffin”, adentrándonos en esos intrincados desarrollos repletos de visceralidad
y técnica, para que acto seguido el escenario quedará sumido en la
penumbra, únicamente iluminado por ambos esqueletos, durante los prolegómenos
del incendiario "Termination Redux"
El órdago final de los deathers belgas llegaría de la
mano de "Theading On Vermillion Deception" y la novedosa "Bit By
Bit", que rubricaban que la banda, más de dos décadas después de su
creación, está atravesando uno de sus mejores momentos.
Tras un rápido cambio de equipo, que propició que los
horarios se cumplieran a raja tabla, llegaba el turno de Soilwork. Mucho
ha variado el estilo de la formación sueca desde que publicaran su
debut “Steelbath Suicide”, pero lo que no ha cambiado es el liderazgo que
ejerce su vocalista Björn “Speed” Strid. Tras el anuncio hace tan solo unas
semanas de que la banda empezara a trabajar en su nueva obra el próximo
verano, el sexteto de Helsingborg llegaba para presentar un repertorio que
alternaría viejas favoritas y temas de sus últimos lanzamientos.
Empleando un montaje escénico bastante más sobrio
que el de los propios Aborted, -contando únicamente con un gran de telón de
fondo-, Strid y sus muchachos aparecían
en escena para reclamar la atención de sus seguidores al ritmo del tema que
prestaba titulo a su entrega de 2015 “The Ride Majestic”, que nos dejaba al
vocalista clavado en el centro del escenario para proponernos sus constantes
cambios de registro. Y es que sin duda uno de los hándicaps de la descarga del
combo sueco fue la actitud un tanto pasiva de un Strid que, si bien se mostró solvente
a la hora de atacar sus líneas vocales en temas como "Nerve", nunca
acabó de encontrar la complicidad de las primeras filas.
Pese a ello, la banda no se rendiría y serían
precisamente los guitarristas Sylvain Coudret y David Andersson quienes se encargarían
de aportar las necesarias dosis
de entrega y rabia en temas como el envolvente “Rise Above The Sentiment”.
Quizás uno de los pocos momentos en los que Soilwork consiguieron conectar
plenamente con la audiencia sería durante la corrosiva “Bastard Chain”, que nos
hacía viajar hasta la época de “A Predator´s Portrait” para arrancar los
primeros circle-pits de su presentación.
Desafortunadamente el nivel de intensidad no se
mantendría, ya que tras semejante derroche de adrenalina, una acústica
pregrabada nos volvería a remitir al material que la banda ha
facturado durante los últimos años con “The Living Infinite I”. El contraste
entre el presente y el pasado quedaría plasmado con “The Chainheart Machine”, que desataba la
euforia entre las primeras filas para
convertirse en uno de los puntos álgidos del show .
Nuevamente volverían a ser las guitarras las encargadas
de erigirse como protagonistas durante “Two Lives Worth Of Reckoning”,
que nos adentraba en una recta final que estaría marcada por las
camaleónicas ambientaciones de la pieza que abría su octavo trabajo, “Late For
The Kill, Early For The Slaughter” y la final “Stabbing The Drama”, que nos
dejaba con un buen sabor de boca final, pero con la sensación de que la
descarga de Soilwork podía haber dado mucho más de si.
El caso de Sepultura es cuanto menos curioso. A mediados
de los noventa, cuando en su seno todavía militaban los hermanos Cavalera, el
nombre de los brasileños hubiera
sido suficiente reclamo para llenar hasta los topes la sala en la que
tocaban esta noche. Sin embargo, hoy en día, Andreas Kisser y sus muchachos se
ven relegados a la posición de supporters.
Pese a la perdida de popularidad que los de Belo
Horizonte han sufrido durante los últimos años, Sepultura siguen siendo un
nombre querido y respetado por todos los seguidores del thrash metal, así que
nadie quería perderse la descarga de una banda que se ha ganado su prestigio a
base de directos compactos e incendiarios. Contando con una única
guitarra, -la de Andreas Kisser-, la portentosa base rítmica que forman el
veterano Paulo Jr. y el joven batería Eloy Casagrande, y comandados por
el titánico Derrick Green, el cuarteto tomaba las tablas para abrir fuego con
un par de composiciones de su nuevo trabajo.
Lejos de los parámetros que dicta el clasicismo
thrashero, y mucho más próximo a las sonoridades hardcore que marcaron
obras como “Against”, la elegida para escenificar el desembarco de los
brasileños sería la fulgurante “I Am The Enemy”, que sonó sucia y un tanto
deslavazada a causa de un sonido poco matizado. Al igual que sucediera durante
la actuación de Soilwork, la audiencia se mantendría bastante fría durante los primeros compases del
show, ya que temas de nuevo cuño como “Phantom Self”, sonaron algo planos y excesivamente densos en directo.
Afortunadamente los cariocas cuentan con el carisma de Andreas Kisser, que
fue quien ejerció como maestro de
ceremonias para presentar en castellano un celebrado “Choke”, que, ahora sí, hacía explotar al público
mientras Derrick se encargaba de acompañar en la percusión. Si buena fue la
respuesta al primer recuerdo sobre el material que la banda facturó durante la
década de los noventa, la sala se vendría abajo cuando la gente reconoció el
brutal riff de "Desperate Cry”. Poco importó que el tema sonase un
tanto vacío con tan sólo una guitarra, ya que todos disfrutamos al máximo de
esta primera mirada a su clásico “Arise”.
El retorno sobre el material de su último redondo estaría
marcado por las oscuras y opresivas ambientaciones de “Alethea”, que nos dejaba
a Andreas explorando su guitarra en un ejercicio cargado de técnica y
experimentación. Con el escenario completamente a oscuras llegaba el momento de
adentrarnos en el extenso “Sworn Oath”,
que serviría para que Derrick demandara nuestra colaboración durante su intenso
interludio central. La elegida para volver a levantar la intensidad de un show
que estaba cayendo hasta limites preocupantes sería “Inner Self”, con un
fantástico trabajo de Eloy Casagrande. Para cerrar el capítulo dedicado a
“Machine Messiah”, optarían por “Resistant Parasites”, que de entre las nuevas
fue de las que mejor acogida obtuvo.
Como “ilustres veteranos” de la escena estaba claro que
los brasileños se habían reservado una buena ristra de clásicos para encarar
esta segunda parte del show. De modo que
la elegida para ponernos a todos a botar sería la imprescindible
“Refuse/Resist”. Tampoco faltaría el momento de rendir pleitesía a algunas de
sus bandas favoritas al regalarnos un pequeño medley que incluyó flashes
de “The Number Of The Beast”, “Seek And Destroy” y “Smoke On The Water”, antes
de atacar otra de las imprescindibles en su repertorio, “Arise”.
Con la gente completamente desatada llegaba el momento de
finiquitar la descarga, y que mejor elección que dos de las piezas que fueron
incluidas en el último trabajo que grabó “la formación clásica” de los de Belo
Horizonte, “Roots”: esa fiesta tribal y étnica que es
“Ratamahatta”, nuevamente con Derrick apoyando en las tareas percusivas, y una
coreadísima “Roots Bloody Roots”, que ponía el colofón definitivo a una irregular descarga.
Poco importa que Kreator nos hayan visitado en
varias ocasiones durante los últimos años, ya que los fieles de la formación
germana siempre responden al llamamiento de sus héroes. Además, en esta
ocasión, la banda presentaba su nuevo trabajo “Gods Of Violence”, su primer lanzamiento
en el último lustro. Como viene siendo habitual en sus presentaciones, la
banda desplegaría una escenografía de lo más cuidada, contando con un
gran telón de fondo, una pasarela que
rodeaba el kit de batería, varias pantallas que nos ofrecerían imágenes
relacionadas con los temas, un vistoso juego de luces, unas altas columnas de
humo y unas copiosas lluvias de confeti y serpentinas.
Acompañados del fuego y mientras a través del P.A.
sonaba “Choir Of The Damned” el cuarteto de Essen tomaba posiciones
para bajo una intensa lluvia de confeti atacar la primera pieza de la noche
“Hordes Of Chaos (A Necrologue For The Elite)”, provocando la algarabía
del personal mientras el incombustible Petrozza se daba el primer
baño de masas de la noche, levantando los brazos al aire para recabar el apoyo
de sus incondicionales. Como siempre, el incombustible frontman estaría bien
secundado por sus fieles escuderos, el guitarrista finlandés Sami
Yli-Sirniö y el bajista Christian Giesler, que serían quienes se
encargarían de dar empaque a temas como el seminal “Phobia” que era el escogido
para que las altísimas columnas de humo hicieran su primera aparición escénica
acompañando a los estribillos.
Tras firmar uno de esos brutales arranques a los que los
germanos nos tienen acostumbrados tocaba empezar a desgranar las composiciones
de su nueva referencia. De modo que la primera en hacer acto de presencia sería
“Satan In Real”, uno de los temas más pegadizos de “Gods Of Violence”, que escenificaba
la magnífica acogida que ha tenido su más
reciente entrega discográfica. Sin abandonar las nuevas composiciones, llegaría
el turno de "Gods Of Violence”, con el vocalista dejando a un lado su
guitarra para empuñar una metralleta y gasearnos antes de abocarnos sobre
su despiadado final.
Habiendo calibrado el potencial de sus nuevas
composiciones era el momento de ofrecer la primera perla a los más veteranos, y
para ello que mejor opción que “People
Of The Lie”, que hizo que la sala se viniera abajo mientras Sami nos ofrecía
una buena muestra de sus cualidades técnicas. Aún más atrás en el tiempo nos
conduciría la seminal “Total Death”, que nos dejaba a un desatado
Petrozza animándonos a formar el primer gran circle-pit de la velada.
Con el escenario desierto y a oscuras, las pantallas se
encenderían para acompañar la introducción “Mars Mantra”, que serviría
como preámbulo para que Ventor recorriera su kit de batería y nos abocara
sobre la demoniaca cabalgada que acompañaría a “Phantom
Antichrist”. El carisma de Petrozza se dejaría notar con fuerza a lo largo de
“Fallen Brother”, un tema que quizá no destaque por su velocidad pero que acabó
conectando con el personal gracias a su emotiva letra y a la sucesión de rostros de músicos desaparecidos que
desfilaron por las pantallas
Fundiéndose con el último acorde de la pieza anterior
nacería la implacable “Enemy Of God”, con el frontman pasando
revista al local antes de que una lluvia de serpentinas diera el pistoletazo de
salida a un nuevo y concurridísimo circle-pit. La épica impregnaría el recinto
durante los envolventes desarrollos que marcaron “From Flood Into Fire”,
que nos dejaba a la gente elevando los puños al aire para sumarse a los
coros. Tras unos segundos de tensa calma, dos personajes armados con tambores se apoderarían del escenario para
acompañar la percusión de “Apocalypticon”; que nos abocaba sobre la
apocalíptica “World War Now” y la
hímnica “Hail To The Hordes”.
La recta final de esta primera parte del show estaría
reservada para el derroche de rabia y agresividad que supuso
“Extreme Aggression”, que volvía a afilar nuestros colmillos con un delicioso
recuerdo al material de su primera época, y la efectiva “Civilization
Collapse”.
No se harían de rogar mucho para su retorno sobre las
tablas. Así que precedidos por “The Patriarch”, el cuarteto se
abalanzaría sobre “Violent Revolution”, convertida ya en una
imprescindible de sus presentaciones.
Pero sin duda lo mejor de la noche llegaría con la fulgurante tripleta que
conformaron “Flag Of Hate”, introducida por el habitual speech de
Petrozza empuñando la bandera, "Under The Guillotine" y la despiadada
“Pleasure To Kill”, que hacía que la sala se convirtiera en un auténtico
infierno, con la gente danzando poseída mientras el escenario quedaba oculto
tras un denso manto de humo.
Una vez más, el comandante Petrozza y sus tropas
volvieron a dejar a su paso un Razzmatazz devastado, con un público entregado
que no dejó de aclamarles mientras el cuarteto saludaba reiteradamente
con “Death Becomes My Light” de fondo. Indudablemente, los
germanos son a día de hoy una apuesta segura de cara al directo. No creo que
nadie pueda cuestionar su poderío, su garra y su intensidad, pero lo que
si es cierto es que todo en su show me pareció demasiado medido y
estudiado. En cualquier caso, Kreator siguen dejando claro, noche tras noche,
por que son la banda más emblemática del thrash metal europeo. Y, visto lo
visto, parece que la cosa va para largo.
TEXTO:ALFONSO DIAZ
FOTOS:CARLOS OLIVER
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