Para
cualquier metalero que forjara sus gustos durante la década de los
ochenta y principios de los noventa el material clásico de Manowar resulta un
referente obligado. Quizás por ello la visita del guitarrista Ross The Boss,
miembro fundador del combo americano,
tocando un repertorio especial de viejas favoritas de su ex-banda
consiguió movilizar a un buen número de seguidores que acabaron agotando
el papel de la sala pequeña del Razzmatazz. Pero no era la presencia del mítico
guitarrista el único nexo de unión con los neoyorquinos, ya que entre los
músicos que le acompañaban, el bajista Mike LePond (Symphony X) y el vocalista Marc Lopes, también contaríamos
con la presencia de Kenny Earl Edwars, “Rhino”,
que militó en la banda durante el periodo 1992-1995 y grabó el álbum "The Triumph Of
Steel".
Ante
un recinto todavía poco concurrido saltaban a escena los encargados de abrir la velada los maños
Invisible, quienes ya nos visitaron hace un par de años abriendo los conciertos de
los suecos Astral Doors, y que en esta
ocasión presentarían las composiciones
de su segundo trabajo "Sed". Con mucha fuerza y con ganas de hacer
mover al personal, los de Ejea de los Caballeros nos ofrecerían un show potente
y efectivo, gracias a unas composiciones ágiles y dinámicas que oscilarían
entre el heavy metal y el hard rock de esencias ochenteras, concediendo un
especial protagonismo a esos coros directos y contagiosos que marcarían piezas
como la inicial "Ya Estás".
Y
es que la banda se mostró muy cómoda sobre las tablas, especialmente su
guitarrista y vocalista Carmelo Landa, que fue quien ejerció como maestro
de ceremonias mientras la base rítmica formada por el bajista Jorge Murillo y el
batería Adrián Bayona se encargaba de dar
empaque a los aromas hard roqueros de “La Rueda”. Aunque la gran mayoría no
conocía la propuesta del combo maño, lo cierto es que el trío acabaría captando
la atención de muchos de los presentes gracias a la velocidad y pegada de
"Sombra Blanca" que Carmelo dedicó a todos los amantes de las motos.
De
su último redondo, publicado a principios del pasado año, no faltarían el marchoso “Sigue En Pie” o los solidos riffs de “Ella”. Mientras que el momento de hacer
cantar al público llegaría con su versión del clásico de Barón Rojo
“Incomunicación”, que marcaba el punto de inflexión de su presentación y nos
abocaba sobre una recta final que estaría marcada por su tema más emblemático
“Apagado”.
Lejos
de los montajes faraónicos y las excentricidades, el pequeño escenario del
Razzmatazz 3 estaría únicamente adornado con un discreto telón de fondo con el
logo de la banda. Sin ninguna clase de introducción y ante la atenta mirada de
una audiencia que aguardaba ansiosa el inicio del show, los músicos ocuparían
sus respectivos lugares para, tras intercambiar una par de miradas, dejar que el primer redoble de la
noche diera el pistoletazo de salida a “Blood Of The Kings”.
Como no podía ser
de otra forma, la respuesta del respetable fue impresionante, coreando cada una
de sus estrofas para acompañar al gran descubrimiento de la noche, el vocalista
Marc Lopes que dio toda una exhibición vocal, mostrándose potente y sólido a lo
largo de todo el show.
Tras
un prometedor arranque, que nos hacia presagiar que íbamos a disfrutar de lo
lindo, la guitarra de Ross The Boss nos anunciaría la llegada de “Death Tone”,
que nos hacía viajar a la época del mítico “Battle Hymns”, dándonos la
oportunidad de volver a disfrutar de un tema que hacia años que no escuchábamos
en directo. Y es que sería este el gran aliciente de la noche, ya que a lo
largo del show tendríamos ocasión de deleitarnos con temas como “The Oath”, que
propiciaba que todos los presentes levantáramos los puños
al aire mientras el guitarrista se paseaba exultante por el escenario.
Muchos
fueron los momentos en los que la audiencia se mostró absolutamente entregada
con la banda, de modo que el primer punto álgido de la noche llegaría con la dupla que conformaron “Blood Of My Enemies”
y el épico “Kill With Power”, con Lopes dejando que la gente se encargara de
algunas de las estrofas antes de atacar su expeditivo estribillo.
El nivel de intensidad no
decrecería al adentrarnos en terrenos mitológicos de manos de “Thor (The
Powerhead)”, que se convertiría en la excusa perfecta para que todos
rindiéramos pleitesía mostrando el
símbolo de martillo.
Por
si alguien todavía no estaba convencido del potencial de Lopes el momento de
hacer retumbar los cimientos del local llegaría con “Each Dawn I Die”. El ritmo
de la descarga estaba siendo vertiginoso, sin charlas ni parones, así que
fundiéndose con el tema anterior nacería el riffero “Gloves Of Metal”, que se
convertiría en la única licencia que se permitieron al material de “Into Glory
Ride”.
Ante un público eufórico, la batería de Rhino sería la encargada de
flanquearnos el paso hacia otra de las imprescindibles del material de los
neoyorquinos, “Sign Of The Hammer”.
Un
breve ejercicio solista a cargo de Mike LePond serviría como preámbulo para las
ambientaciones lúgubres del oscuro “Dark Avenger”. Tras mostrarnos Rhino
algunas de sus habilidades, todos juntos entonaríamos los hímnicos estribillos
de “Fighting The World”, que propiciaba que la sala se convirtiera en una olla a
presión mientras el vocalista inmortalizaba el momento con una cámara. Una nueva mirada
sobre los primeros tiempos de Manowar nos abocaría sobre “Metal Daze” y un
celebradísimo “Battle Hymn”, cuya parte central
todos entonaríamos siguiendo las
líneas de bajo de LePond.
Pese
a que la presencia de Ross The Boss era el principal reclamo de a velada , su único
alarde solista llegaría antes de encarar el último tema de la noche, un
insuperable “Hail And Kill”, que ponía
el colofón definitivo a una noche
apoteósica, en la que muchos fans de Manowar volvimos a disfrutar de un
concierto de auténtico heavy metal.
TEXTO:ALFONSO DIAZ
FOTOS:ALFREDO RODRIGUEZ
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